domingo, 17 de junio de 2018

Los nuevos (Manuel Menor)


El nuevo Gobierno muestra claras señales de liderazgo social

Estará muy condicionado, no obstante, su ritmo de recuperación consistente de los derechos ciudadanos; entre otros, los de Educación o Sanidad.

Con lo acontecido tras la moción de censura, puede darse la razón a Heráclito cuando afirmaba que “ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el agua ni el hombre serán los mismos”. La movilidad y el cambio forman parte del ser y de la existencia. Tenía razón Mercedes Sosa cuando cantaba aquel Cambia, todo cambia que tanto juego político dio en 1989.

Tan rápido ha sido lo acontecido con esta moción  que, en este momento, ya casi suena prehistórica: lo sobrevenido tampoco ha dejado margen para el descanso. Frente a la impasibilidad lenta que caracterizaba a Rajoy, Sánchez es sorprendentemente ágil. Lo fueron sus nombramientos, y muy pensados para integrar sensibilidades a contrapesar. Formalmente, la compensación paritaria de mujeres y hombres en este Gobierno está ampliamente realizada: veremos si desemboca en políticas decididamente feministas. Las perspectivas de las  diferentes Comunidades, especialmente de Cataluña, también parecen haber sido contempladas  con detenimiento. Y en cuanto a las capacidades de los elegidos –salvo el patinazo en Cultura, rápidamente subsanado con criterio-, los elogios iniciales han sido prácticamente unánimes. Y para cumplir las expectativas que muchos votantes albergaron hace ya más de dos años, los cambios que se anunciaron en el primer Consejo de Ministras y Ministros del día 15 empezaron a mostrar que no solo de simbologías se trataba. La renovación de la extensión del derecho universal a la Sanidad, los primeros pasos en el Pacto de Toledo y, muy destacado, el asunto de los refugiados del Aquarius o el vinculado a las vallas de Ceuta y Melilla, caminan en una dirección bien distinta de lo que hasta hace nada se había naturalizado como inmóvil.

Muy significativo ha sido, asimismo, el cambio en Educación. No solo por la personalidad que, desde el primer momento, ha mostrado la nueva ministra Isabel Celáa posicionándose respecto al papel fundamental de la escuela pública, sino también por haber elegido para la Secretaría de Estado a un gran experto como AlejandroTiana, de cuya capacidad en ese puesto quedó sobrada constancia en la gestión de la LOE y a quien incomprensiblemente habían cesado en 2008. Es el más idóneo para desmantelar la LOMCE de Wert. Ya lo hizo con la LOCE de Pilar del Castillo.

El problema con Heráclito, de todos modos, es que el cambio no basta para explicarlo todo. También Parménides pensó, en el siglo V a.C., en la integridad del ente: sin partes y uniforme, lleno de “lo que es”; la verdad del ser -según su fragmentario Poema de la Naturaleza- se revelaría en su absoluta inmutabilidad. Esta otra cara de la realidad –que en ciertos aspectos reproducen como disciplinas la Historia y la Antropología- es paralelamente manifiesta en las reacciones que ha suscitado este vuelco político, perfecto constitucionalmente pero inusitado. Ahí siguen las reacciones en los medios. La portada de ABC del jueves día 15, señalando que “Pedro Sánchez impone por decreto la España bonita”; las reticencias de Rafael Hernando acerca de “la prudencia" frente a “la humanidad” con los refugiados; las inversiones de recursos que suponen los cambios hacia la igualdad en todos los ámbitos;  o las misivas de los profesores de Religión respecto a lo suyo en el sistema educativo, son otras tantas advertencias del peso de lo inmanente para fragilizar este cambio cuando solamente  está empezando..

La expectativa, pues, reside en comprobar hasta dónde tengan posibilidad –en las distintas áreas ministeriales- para hacer que los cambios en marcha sean tan  eficientes que modifiquen de manera consistente la erosionada realidad, es decir, las condiciones de asimetría social existentes. En Educación, la gran cuestión será igualmente saber hasta cuándo pervivirán las desigualdades estructurales en que se apoya el sistema: sus dualidades profundas, sus currículos obsoletos, la organización interna del trabajo en las aulas con maneras poco propicias para que  hoy resulte atractivo y productivo el estudio y el conocimiento. ¿Conseguirán fijar ese “pacto educativo” de todos?

Manuel Menor Currás
Madrid, 17.06.2018

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