sábado, 16 de junio de 2018

"La educación pública tendría que ofertar una formación artística mínima obligatoria..." (Daniel Sánchez entrevista a Raquel Hernández para EL DIARIO DE LA EDUCACIÓN)

Entrevista publicada en ELDIARIODELAEDUCACION.COM a Raquel Hernández. Profesora y presidenta de la Confederación de Asociaciones de Educación Musical:


“La educación pública tendría que ofertar una formación artística mínima obligatoria, igual que se imparten idiomas, asignaturas científicas o humanísticas”

Raquel Hernández defiende la necesidad de más horas de Música en el sistema educativo y, sobre todo, de continuidad a lo largo de las etapas. Se puede pasar por toda la escolarización sin dar una sola hora de Música.


A Raquel Hernández le pesa que nadie se acuerde de la Música, excepto cuando interesa. La asignatura ha sufrido un duro varapalo en los últimos años, cuando la Lomce la sacó del catálogo de materias obligatorias. Ahora mismo, explica Hernández, se puede pasar por todo el circuito obligatorio sin dar una sola sesión. Pese a todos los beneficios que comporta, añade la presidenta de la Confederación de Asociaciones de Educación Musical y profesora de Secundaria desde hace 22 años. “La música es un elemento aglutinador que llega a todo el mundo”, afirma. Y cita el ejemplo de los alumnos de una clase con necesidades especiales a los que juntan con sus compañeros en Música o Plástica “porque son las clases donde mejor se van a integrar con sus compañeros”. Durante toda la conversación, Hernández insistirá en una idea: “Peleamos para que la educación musical esté donde tiene que estar y no como está ahora. No todo el mundo puede estudiar música fuera del colegio”.

¿Cómo está la educación musical en España?

En general —yo controlo más primaria y secundaria— está mal. No porque no se hagan bien las cosas, sino porque está maltratada por el Gobierno y la legislación. Si hablamos de conservatorios, aunque los domino menos, tienen sus problemáticas también. Siguen siendo infravaloradas, el ministro Wert habló de “las asignaturas que distraen” y entre ellas estaba Música. Eso se reflejó así en la Lomce, que es la ley que más daño nos ha hecho en los últimos años, y hace que nuestro trabajo sea complicado.

La normativa permite que un niño entre en primaria y acabe secundaria sin haber cursado nunca Música o ninguna enseñanza artística. Afortunadamente, las comunidades, en el ámbito de sus competencias, han regularizado, aunque de una manera desigual. Algunas han pasado de tener dos años obligatorios a uno. Como no se imparte la asignatura en los mismos cursos en todas las comunidades, yo he tenido este año un chaval que venía de Almería y no estaba dando Música. Estos problemas no aparecen en otras áreas que sí están consideradas y que tienen una continuidad a lo largo de la vida escolar. En el caso de la Música, esa continuidad, que teníamos con la Logse, no existe, la hemos perdido. Nadie se plantea quitar un año de Inglés o cualquier asignatura, a nosotros sí nos pasa y eso nos hace mucho daño.

¿Y el currículo?

El currículo es inabarcable con el tiempo que nos dan y que no responde a las expectativas de la realidad social y tecnológica que vivimos. Yo hablo con mis compañeros y les planteo que tuvieran que dar, por ejemplo, historia de la Filosofía entera en dos días a la semana, con sesiones de 50 o 55 minutos. Tenemos un temario amplísimo y con la problemática añadida de que, con los exámenes de septiembre en junio, hemos perdido tres semanas de clase.

La del currículum es una queja bastante extendida entre el profesorado en general, veo que también les afecta.

Es muy amplio. Tenemos toda la parte del lenguaje musical y luego la de historia de la música. Por ejemplo, en 1º (en Navarra, en Madrid es en 2º) se suele dar lenguaje musical, interpretación y escucha. En 3º, el grueso es Historia de la Música, aunque luego la puedas impartir de una forma u otra. El currículum de 4º tiene más que ver con las nuevas tecnologías, la música de cine, medios de comunicación. Son ámbitos muy diferentes, pero es inabarcable con el tiempo que nos dan.

¿Cuál sería el tiempo mínimo necesario?

Se trata sobre todo de que hubiera continuidad entre los cursos y fuera obligatorio en primaria con dos sesiones. No puede ser que haya una sesión de 45 minutos, que es lo que hay, excepto en algunas comunidades. Sobre todo pedimos continuidad, que no haya un año en blanco, ni entre primaria y secundaria ni en secundaria. Si hubiera continuidad y una racionalización del currículum, podríamos con dos horas, pero lo ideal serían tres para poder tocar más, hacer una escucha activa y trabajar más cosas.

Siempre nos dicen que los chavales pueden estudiar música en una escuela de música. Pero también inglés. Y no todo el mundo tiene la oportunidad o se lo puede permitir. La educación pública tendría que ofertar a todo el alumnado una formación artística mínima, y eso debería ser obligatorio igual que se imparten idiomas, asignaturas científicas, humanísticas… La Música abarca todo, es arte, es un lenguaje, es ciencia. Tocamos todos los palos. Somos Matemática y Física, somos un lenguaje con nuestra propia escritura, somos un arte, una forma de expresión y comunicación. Es impresionante que la materia siga estando tan maltratada cuando la música alcanza a un altísimo porcentaje de la población. Si hay algo que hacen los chavales es moverse, cantar, bailar, escuchar música.

¿Se puede dar una clase de interpretación o lenguaje musical a 30 alumnos a la vez?

Es muy complicado. Y lo que te encuentras en las aulas en secundaria es muy dispar y depende de lo que se haya dado en primaria. Los números no ayudan, entre otras cosas porque a veces ni siquiera hay una dotación suficiente para trabajar con los chicos. Muchas veces depende más de lo que tú tengas para poder trabajar. No nos queda otra, nos acoplamos a la realidad que tenemos, pero no es lo ideal, ni siquiera por espacio físico ni por dotación.

“Dependes de lo que tú tengas para poder trabajar”. ¿Habla de materiales propios?

A veces sí. Las dotaciones dependen mucho de cada instituto, de muchos factores. Que haya habido un profesor implicado que haya ido consiguiendo material o que haya habido mucha interinidad. También me refería a las capacidades de cada uno: hay gente haciendo maravillas con pajistas o palos chinos. Hay compañeros que hacen talleres de construcción de instrumentos… Utilizas la imaginación y la creatividad, que también es una forma de implicar al alumnado y de que lo haga suyo.Orquesta del IES Jaime Vera de Madrid.

¿Se sienten abandonados, como si a nadie le importara la música?

Sí, claro. Se ve reflejado en la carga horaria que nos dan y el reconocimiento que le dan a nuestra materia. Pero no solo a los profesores, el ámbito laboral lo dejo fuera, la asignatura está marginada. En algunas comunidades ni siquiera está entre las asignaturas que regulan los gobiernos regionales. En bachillerato todas las materias puramente artísticas están en el grupo de específicas optativas. Un alumno puede estar haciendo el Bachillerato de Artes, pero tienen Música como optativa y no se pueden examinar en la Selectividad porque solo entran las troncales. Hay un agravio comparativo con los estudiantes de Sociales o Ciencias porque nuestros alumnos no se pueden examinar de las asignaturas que ellos han elegido. En secundaria, estamos al nivel del segundo idioma, ni siquiera al nivel de Educación Física o Religión. Es fuerte que en Bachillerato, habiendo una modalidad de Artes, no hay una asignatura de Música. Los damnificados son los alumnos y se han quejado mucho de la situación.

Se reunieron con los partidos por el pacto… ¿Qué conclusión sacó de aquellas citas?

Nos reunimos con responsables del Ministerio y con los cuatro partidos principales. La sensación siempre es que nos entendían e incluso compartían algunas cosas, pero se quedaba en general todo en buenas palabras. En algunos ves más sensibilidad y más comprensión.. Pero a mí no me interesa eso, me interesa que me digan qué van a hacer para cambiar esto. Con el Ministerio la impresión fue positiva también, pero te quedas con la sensación de que al final hay que repartir el pastel y ellos se creían que íbamos a pedir horas, sin más. No. Hace falta una educación integral y eso implica una educación humanísitaca, científica y artística. No se puede obviar lo artístico, cada vez más estudios confirman lo que aporta la Música, incluso para otras asignaturas. Un alumno que estudia o hace música adquiere una serie de herramientas como la escucha, la paciencia, la perseverancia, insistir, saber que tiene que estar en silencio para escuchar a sus compañeros y saber cuándo tiene que entrar. También la tecnología, utilizamos metodologías nuevas… Todo eso no se ve y es muy frustrante. Sabemos que nos tienen en consideración, pero al final parece que esto es una cuestión de lobby, y los hay más fuertes. Es raro que se hable de Música. Se habla de Religión, de Filosofía, pero nadie habla de Música. A veces tienes la sensación de que estamos para un roto y un descosido.

¿Tiene alguna esperanza de que la situación vaya a cambiar?

Soñar es gratis. Con el pacto en Coaem no teníamos mucha esperanza. Habrá que ver qué hace la nueva ministra, pero la historia no habla muy bien de ella desde ese punto de vista, Euskadi no es donde más horas de música hay. ¿Pueden cambiar las cosas a nivel estatal? Nosotros estaremos enfrente, presentaremos nuestras propuestas y pelearemos por ello. Esperanzas, pocas, aunque es lo último que se pierde.

¿Qué pueden hacer las familias por la música?

Las familias y en general la sociedad. Nosotros tenemos una campaña que es Educa con Música en la que estamos recabando apoyos de personalidades. Nos apoyan las universidades también, los conservatorios. Para que la sociedad se dé cuenta de que la música forma parte de nuestra vida, tenemos que saber más de ella, darle a los chavales esa capacidad. Cada vez se piden más perfiles de gente con creatividad, y la creatividad se puede trabajar desde muchos ámbitos, pero seguro que desde la música se puede. Las familias pueden protestar, exigir. Pero no debe quedarse en las familias, tiene que saltar a la sociedad en general. Hay que darle valor al arte. Una sociedad que da valor al arte es una sociedad distinta, y aquí hablamos de esto. Pero ha de ser un cambio global, las familias solas o los profesores no hacemos nada. Y ahora lo que prima son las lenguas, las matemáticas, el inglés. Mi hija tiene siete sesiones de Lengua a la semana, seis de Matemáticas y una de Música y una de Plástica. Me pregunta por qué no puede tener más horas de Música y Plástica. Los niños cantan, bailan, pintan. Necesitarían tener expresión corporal, teatro, para que cuando hablen en público no se pongan a temblar. Eso lo trabajamos en Música, tienes que dar conciertos. Nosotros tenemos Musiqueando, con la que hemos sacado a 30.000 chavales a la calle a hacer conciertos. Trabajan el miedo escénico, pero son trabajos que no se tienen en cuenta. Priman otras áreas, que no digo que no deba hacerse, pero no siempre a costa de los mismos, que son las materias artísticas.

¿Somos una sociedad insensible con las artes?

En el sentido del reconocimiento, sí. Nos gusta el arte, la literatura, el cine. Se va al teatro, a festivales. Pero luego la gente descarga películas. En muchos casos no se ve todo lo que conlleva que haya esa obra de teatro, esa película, ese concierto. No se valora todo lo que hay detrás, que es un trabajo ímprovo, con muchas horas de estudio y trabajo. Muchas veces no se entiende que eso viene de una formación, y esa formación viene desde la escuela. Creo que no se valora esto, aunque sí somos un país que valora el arte. Por ejemplo, no hay normativa para un escenófrago, que es el autor de una escenografía y no está protegido por nadie, como la SGAE protege a los músicos.

Ha mencionado de pasada Musiqueando y Educa con Música. ¿Qué otras acciones tenéis en marcha o pensadas?

En función de cómo vayan transcurriendo las cosas nuestra intención es movilizarnos de forma más evidente. Ahora estamos recopilando apoyos a con la campaña Educa con Música y demostrando a la sociedad lo que hacemos en las aulas a través de Musiqueando. Les ven sus padres, sus abuelos. Es una experiencia muy bonita. Llevamos cuatro años y cada vez más centros y niños se apuntan. Esto lo podemos hacer si tenemos tiempo para poder trabajar con tranquilidad. Les gusta tocar en grupo, escucharse. Tenemos que dejarles la opción de que tengan áreas como la nuestra en la que puedan trabajar de otra forma que no sea memorística, que no sea un esfuerzo mental inabarcable o un esfuerzo terrible en casa. No es que no haya que trabajar, con la Música se trabaja mucho, pero de una forma diferente. Los chavales necesitan respirar, seis horas de clase son muchas. Necesitan poder crear.

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