martes, 18 de septiembre de 2012

¿Quién decide lo educativo?

No es algo nuevo, pero últimamente las evidencias son muy categóricas e irrefutables: la educación que necesita esta sociedad no es decidida por esta sociedad.

Una muestra de que las decisiones no vienen de sectores con intereses sociales, es la paulatina privatización de la educación, que se ha venido gestando en el abandono de escuelas e institutos, al punto de que la educación diversificada, por ejemplo, es principalmente atendida por el sector privado. El sueño neoliberal de quitar todo dinero a la educación pública, cada vez aparece más cínicamente.

Está claro que no se consulta a los distintos pueblos, sectores populares o población en general sobre grandes visiones, esfuerzos o acciones que tienen que ver con la educación en general. La generación de pensamiento se ha reducido a tecnócratas que sirven a organizaciones e intereses internacionales, con un irrespeto total a lo que piensan y sienten las diversas expresiones de la sociedad guatemalteca.

La agenda educativa internacional, al servicio del poder económico globalizado, se viene pretendiendo imponer en nuestro país, vía agencias, funcionarios, tecnócratas o simples voceros de instituciones u organizaciones que de educación, integral y concretamente, no saben nada. Pero son el poder de visión, diseño y decisión.

Así, el Ministerio de Educación y sus funcionarios solo parecieran meros operadores o administradores de lo decidido en otras partes.

Además de la privatización, otros hechos lo demuestran. Por ejemplo, el Consejo Nacional de Educación es tan importante que tiene que ser un órgano de cuidado, protección y de visión de Estado, que proteja al sistema de la tentación de no servir a quien debe servir. Pero para ello tiene que dejar de ser tan centralizado. ¿Hasta cuándo se va a entender que un verdadero Consejo Nacional de Educación debe tener presencia, hacerse sentir y recibir sus principales insumos no solo de organizaciones, sino de auténticos y legítimos sectores de la sociedad, en todo el territorio nacional? Esto significa consulta, consensos y disensos, intercambio y verdaderos diálogos.

Otra muestra es la imposición sin diálogos o consensos, aunque la disfracen de “mesa técnica” o lo que sea. La incapacidad para consultar, para escuchar con respeto, para sentarse con toda la diversidad, no solo con los círculos a los que pertenecen, integrados en lo que parece un “club” de decisoras educativas.

Que las decisiones educativas no representan nuestros intereses sociales se testimonia en la incapacidad para dialogar con estudiantes, profesores y padres-madres de familia, como se ha mostrado este año. Se ha criminalizado el derecho a la expresión. Nuestros estudiantes se convirtieron en el principal interés de las autoridades policiales, incluso golpeando salvajemente a patojas. La expresión de un joven estudiante de las Normales, por lo visto, tiene la más mínima importancia comparada con la “sabiduría” de esos tecnócratas y académicos que sirven a este, a aquel o el otro gobierno, ufanados de su falsa neutralidad. Falsa, porque sirven a intereses acordes a esa realidad en la que las decisiones sobre lo educativo no están en el pueblo real y diverso. No olvidemos que mediante la educación, como construcción ideológica, se instala la mentalidad que permite aceptar ciegamente la exclusión. Esa mentalidad que disfraza de “buenos”, actualizados y técnicos a los que diseñan la opresión en el mundo actual.


Publicado en m.s21.com.gt

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