martes, 14 de agosto de 2012

Las reválidas de Wert o cómo gastar dinero público en no mejorar nada

EL PAÍS.COM: Solo una región belga exige en la UE una reválida al final de la primaria

En mitad de un mar de recortes presupuestarios que pueden significar un tijeretazo escolar de más de 10.000 millones de euros entre 2010 y 2015, el Ministerio de Educación ha lanzado una propuesta de reforma que supone un importante cambio en el sistema. Entre los debates que suscita la iniciativa (se abrirán vías distintas antes de los 16 años y se adelgazará de asignaturas los currículos), uno de los más polémicos es sin duda la recuperación de las reválidas al final de cada etapa: primaria, ESO y bachillerato.

El Gobierno defiende que fomentarán el esfuerzo de los alumnos y ofrecerán una imagen clara a padres, centros y administraciones de cómo funciona la escuela, pero numerosos expertos señalan importantes inconvenientes. Por ejemplo, que, en lugar de educar, la escuela acabe solo preocupada en preparar a los alumnos para aprobar un examen concreto (como ocurre hoy con 2º de bachillerato y la Selectividad), que se reduzca la equidad y que, encima, empeore el problema que se pretende arreglar: el fracaso y el abandono escolar temprano (26,5%, casi el doble de la medía europea).

Se trata de una medida de “selección, no de mejora”, dice, recordando por qué se eliminaron las reválidas en España con la ley de 1970, el catedrático de la Universidad de Valencia José Gimeno Sacristán. Y añade: “Puede que los que van bien se esfuercen un poco más, pero nadie puede pensar que ayuden en algo a los que van peor”.

Mas eso es precisamente lo que sostiene el ministro de Educación, José Ignacio Wert, que asimismo rechaza que se utilice el término reválida, aunque se trate, como aquellas, de exámenes externos centralizados que pueden cerrar el camino a los alumnos a la siguiente etapa educativa.

Las pruebas externas para medir el nivel de alumnos, escuelas y sistemas han ido ganando fuerza en los últimos años para que padres, profesores y administraciones puedan tomar decisiones informadas, basadas en datos. Y existe un gran acuerdo en torno a lo positivo de contar con la información que ofrecen evaluaciones bien hechas, como el Informe Pisa de la OCDE, o las pruebas de diagnóstico que hoy ya recoge la ley. Así, la gran polémica se centra en el uso de los resultados, si construyen ranking de colegios o cortan la progresión del estudiante hacia la siguiente etapa, como se propone en España.

Y lo cierto es que en toda Europa, solo en la región francófona de Bélgica existen pruebas de ese tipo que condicionan la progresión de los alumnos al final de la primaria. En Malta se han eliminado las pruebas que enviaban a los chavales a un tipo u otro de centros de secundaria, según los datos del centro de información educativa de la UE, Eurydice. En Luxemburgo hay una prueba estatal a los 12, pero su resultado es solo uno de los cinco criterios con los que concede el título. Para España, Educación propone que los alumnos de 12 años que suspendan la reválida repitan 6º de primaria, a no ser que ya hayan repetido alguna vez; en ese caso, pasarán con un informe a la ESO para que que reciban apoyo académico extra.

En cuanto a la reválida del final del bachillerato, que sustituiría al examen de Selectividad, la mayoría de los países de europeos someten a sus alumnos a algún tipo de test similar antes de llegar a la Universidad. En España, los que aprobasen el bachillerato, pero no la reválida, podrían acceder a la FP de grado superior, una vieja idea del PP.

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