martes, 28 de agosto de 2012

Educar no es un chiste (artículo de Fernando J. López). Aguirre vuelve a la carga

Gracias a @angelessmig hemos conocido en twitter este artículo publicado en el blog esodelaeso.blogspot.com.es:


Hace dos años, la Comunidad de Madrid puso en marcha una campaña que, supuestamente, perseguía apoyar al profesorado y fortalecer su autoridad. No sé cuánto dinero gastarían en semejante parafernalia -otro despilfarro más de esos que ahora nadie asume haber cometido-, lo que sí sé es que, desde entonces, han estado trabajando intensamente en contra de su propia publicidad.

Tras intentar convencer a la opinión pública de que nuestras huelgas del año pasado eran por aquellas famosas dos horas de más a la vez que sepultaban la verdadera raíz del problema -el ataque salvaje y frontal a la educación pública-, ahora nos encontramos con que Esperanza Aguirre vuelve a la carga con su habitual saber hacer, ese encanto tan particular suyo que reside en hacer bromas a costa de sus trabajadores públicos, como si de una participante del Club de la Comedia se tratase. Se ve que no tuvo bastante con las declaraciones de Ana Botella sobre el cuerpo de bomberos, así que ella, muy solidaria con su alcaldesa, se ha sumado a la primera ironizando sobre lo "agotador" -literal- que resulta el horario de un profesor.

No seré yo quien prohíba el sentido del humor, faltaría más, pero no creo que el chascarrillo insultante se pueda aplicar desde ciertas posiciones. Y si el otro día era el Presidente del Comité Paralímpico quien cometía una barbaridad sin precedentes llamando a sus deportistas con el despectivo -según él, humorístico- pseudónimo de "La Roja Coja", hoy era nuestra presidenta quien se permitía hacer un chiste sobre la jornada de trabajo de miles de profesores que nos dejamos -y de eso doy fe- la piel en las aulas y que cada vez trabajamos con más alumnos, peores condiciones y menos sueldo.

En días como hoy, ya no sé si pido siquiera, que nuestros responsables políticos sean competentes -a veces eso parece un imposible-, qué va, en días como hoy podría conformarme con que nuestros responsables políticos no fueran prepotentes, ni maleducados, ni soberbios, ni despreciasen a sus trabajadores -públicos y privados- ni a los ciudadanos para los que gobiernan y trabajan.

Por mi parte, y aunque a la señora Aguirre le sorprenda, sé que este curso seguiré con mi "agotador" horario. Y sí, lo es -vénganse conmigo un día de clase si quieren comprobarlo-, porque a las horas de clase -si no han estado en una de ellas, ¿se imaginan el nivel de adrenalina y esfuerzo que conlleva motivar y educar a más de treinta adolescentes por aula?- hay que sumar las aulas fuera de ella. Horas preparando clases, elaborando materiales, haciendo y diseñando actividades extraescolares, corrigiendo o contestando e-mails de alumnos y padres porque, aunque la señora Aguirre tampoco lo sepa, hay muchos profesores que vivimos esta profesión de forma totalmente vocacional, que nos implicamos con nuestros estudiantes y que, con esto de la sociedad 2.0, tratamos de abrir más cauces de comunicación de los que mi abultado correo con padres y alumnos de mi tutoría -y de fuera de ella- dan fe este año.

Me avergüenza profundamente saber que el destino político está regido por gente con tan escasa sensibilidad, incapaz de ponerse en la piel del otro y, más aún, ansiosa por clavar sus dardos y alienar a la opinión pública contra sectores que son vulnerables al prejuicio y el estereotipo. Por eso, supongo, mi forma de enfrentarme a acusaciones tan ridiculas y tan indignas es seguir demostrando, con mi trabajo, hasta qué punto son equivocadas. Porque, por mucho que lo intenten, no vamos a cruzarnos de brazos, ni a rendirnos. No, no vamos a entregarles las tizas para que hagan de la educación y de la escuela pública su centro de adiestramiento de mano de obra acrítica y barata.
Eso, jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario