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domingo, 7 de noviembre de 2021

UN ADIÓS SIN DESPEDIDA (Javier Taboada para su blog Jardín de Encuentro de Jesús Taboada)

Reproducimos este artículo que Jesús Taboada ha publicado en su blog Jardín de Encuentro de Jesús Taboada


Once de la mañana. Salgo a la terraza.

El sol confiere al cromatismo otoñal de árboles y trepadoras la intensidad de un fuego interior, esplendor de crepúsculo.

Desde una mediana lejanía, amortiguado por la distancia, como en sordina, el griterío familiar de los críos en el patio de un colegio. Es la hora del recreo.

No hace mucho que comenzó un nuevo curso.

Los ciclos de la vida, renovándose en incesante sucesión que enfrenta y reconcilia con la individual transitoriedad de todo lo existente.

Ha comenzado un nuevo curso en colegios e institutos.

Un nuevo curso en el que la mayoría de nuestros dirigentes políticos echan al estercolero del olvido los beneficios que supuso la adopción de medidas de refuerzo para paliar las dificultades sobrevenidas por una espantosa pandemia mundial.

Mientras la sombra amenazante del morbo fatal merodea todavía sobre nuestras vidas y nuestras conciencias, la política educativa en la mayoría de las comunidades retoma sin pudor ni sensibilidad social alguna la "antigua normalidad", desoyendo la agonía endémica de unos servicios públicos aquejados por años de sucesivos recortes, ahondando las deficiencias estructurales a que lo vienen condenando décadas de privilegiar a su costa a la empresa privada, degradando su naturaleza de servicio público, equitativo y universal, e incluso llevando al límite sus propias condiciones de existencia: vuelta a las aulas masificadas, carencia de recursos, políticas discriminatorias...

La lista de despropósitos es larga, demasiado larga, y lamentablemente no deja de aumentar.

De nuevo se han abierto las cancelas de los institutos al tropel de adolescentes y profesores que, en compleja y feliz conjunción, afrontarán el difícil y apasionante diálogo encaminado hacia una completa realización intelectual, personal y social.

De nuevo en las aulas se encontrarán alumnos y profesores en ese fecundo proceso dialéctico y formativo, en el tránsito de la adolescencia a la edad adulta.

Nuevos retos en la continua adaptación a las formas cambiantes de la sociedad.

Pero yo no estaré ahí para vivirlo en primera persona.

Desde hace un año, pasé el testigo, dejé mi condición de profesor y asumí la de jubilado.

Nada discurrió según los cauces habituales.  Lo imprevisible se cebó con el guion, transformando lo que normalmente habría sido un punto final, o al menos un punto y aparte, en unos desconcertantes puntos suspensivos.

La distopía pandémica, entre otras consecuencias muchísimo más drásticas, pero no menos sensibles, me negó una despedida en el adiós a 37 años de docencia, con sus luces y sus sombras, que son mis propias luces y sombras, porque han constituido el marco referencial de mi propia vida y de mi relación con el mundo.

El 14 de marzo de 2020, ante la excepcional emergencia sanitaria provocada por la pandemia, de trágicas consecuencias para amplios sectores de la población, el gobierno decretaba el estado de alarma y un primer confinamiento domiciliario que duraría más de tres meses.

Eran mis tres últimos meses de docencia y, de repente, ya no en el aula, ya no cara a cara con mis alumnos ni en contacto diario con los compañeros. A las incertidumbres existenciales sobre salud y condiciones de vida, se sumaba el desconcierto, la perplejidad, el abandono y la dejación administrativa ante los retos de continuar nuestra labor educativa en una situación completamente desconocida, nunca prevista, sin recursos apropiados ni suficientes, sin puntos de referencia, improvisando al límite.

No fue fácil, extremadamente duro.


Mucho se habló de aquellos excelentes profesionales que soportaron sobre sus espaldas la ingente carga de bregar con las múltiples cabezas de la hidra, de hacer frente a los escupitajos de la muerte, un personal sanitario entregado hasta la extenuación, expuesto y vulnerable, aplaudido primero como héroes y ángeles de la guarda y luego utilizado como carne de cañón por políticos y otros agentes de los distintos poderes democráticos que, desde el minuto cero de esta tragedia universal,  aprovecharon el momento de fragilidad y desconcierto social para obtener rédito político a costa del sufrimiento y la muerte.

Mucho se ha hablado, y lamentablemente no siempre para bien, de estos inmensos profesionales públicos a los que debemos no sólo respeto, sino también reconocimiento y gratitud incondicional, y en demasiadas ocasiones sólo han sido compensados con el desprecio y la mezquindad tanto por parte de las administraciones sanitarias como por algunos medios informativos y ciertos sectores de la sociedad "de cuyo nombre no quiero acordarme".

Mucho se habló de ellos.

Mucho se habló de una población que sufría la claustrofobia del confinamiento domiciliario y la asfixia de una economía paralizada. En esas largas semanas de aislamiento, muchos tuvieron tiempo para condolerse, para reflexionar, para enfocar sus prioridades desde nuevas perspectivas, para realizar actividades siempre postergadas ante el estrés de nuestra vida laboral, muchos tuvieron tiempo para leer, para escribir, para pintar, para coser, para hacer panes, bizcochos, palmeritas, para practicar yoga, meditación, bachata...

¿Qué hacían, entre tanto, los profesores? ¿Qué hacía yo?

Ese 14 de marzo me senté delante del ordenador y prácticamente no me levanté de allí durante los siguientes tres meses, en un frenético intento de dar continuidad a una labor docente en unas condiciones totalmente imprevistas, con unas herramientas precarias, sometido a los vaivenes de una administración que, en su errática respuesta institucional, suponía más trabas que colaborador necesario; un angustioso sobreesfuerzo por mantener como fuera la cercanía y la receptividad necesarias entre alumno y profesor, cuánto más en unas condiciones en que alumnos y profesores debíamos sobreponernos a los miedos y fantasmas personales provocados por la presencia invisible y amenazante, cuando no dramática, del virus. Había que solventar dificultad tras dificultad, reto tras reto, sin ayuda de ningún tipo, con herramientas que, debido a su uso masivo, se colapsaban día sí, día también, paliando con imaginación la carencia de recursos, anticipándonos a la desmotivación y el desaliento para tender, junto con los contenidos académicos, una voz de aliento y solidaridad. ¿Cómo explicar la sintaxis de una frase griega sin tiza y sin pizarra, a través de una pantalla de ordenador? ¿Cómo atender individualmente las dificultades personales de cada alumno, a la distancia, sin la fluidez comprensiva que la información emocional confiere a la palabra, sin el apoyo colaborativo del trabajo en grupo? No había mañanas, tardes ni apenas noches. No hubo vacaciones de semana santa ni puentes de mayo, ni sábados, ni domingos. A cualquier hora, en cualquier momento, podías y solicitabas recibir aquel reguero de correos electrónicos con dudas o con trabajos o ejercicios, correos a los que tenías que responder lo antes posible para mantener una ilusión de inmediatez, de cercanía. Sobre la marcha, a contrarreloj, había que adaptar a herramientas y circunstancias desconocidas lo que en el aula explicarías sin dificultad, apoyándote, cuando la palabra resulta insuficiente, en los mil recursos de la comunicación no verbal. ¿Cómo medir las dosis adecuadas de información y los tiempos para no sobrecargar a los alumnos?, ¿para coordinarte con otros profesores con los que tampoco tenías entonces trato directo, sin solaparos, sin abrumar a tus alumnos, manteniendo esa base afectiva que en el trato diario presencial no precisa explicitud, pero que las herramientas informáticas deforman tan fácilmente?

A nivel profesional, fue un reto titánico. A nivel personal, un esfuerzo extenuante. A nivel humano, la revelación de la siempre insospechada capacidad humana para remontar los más arduos escollos, cuando la solidaridad y el compromiso son nuestro motor y guía.

Y llegó julio y, con julio, el tiempo del adiós. Pero no hubo adiós.

Y luego llegó septiembre y, con septiembre, el tiempo del reencuentro, en condiciones que seguían siendo imprevisibles y pavorosas.

Pero para mí no hubo reencuentro. Ya para entonces formaba parte del colectivo de jubilados. Y fue extraño, muy extraño, porque el que se va sin despedirse es como si no se hubiera ido, como si permaneciera en un limbo de incierto y solitario futuro sin futuro.

Fue un adiós sin despedida.

Y, sin embargo, a pesar de los resquemores y de un desconcertante proceso de desubicación, finalmente no me acabó suponiendo el vacío existencial de un mundo que había dejado atrás por la puerta de servicio. Conmigo llevaba la experiencia de 37 años de docencia y un proyecto de novela en el que venía trabajando desde casi diez años atrás y al que ahora, tras un período de adaptación, podría ofrecerle la dedicación necesaria.

Dicho proyecto me mantiene, interiormente al menos, conectado al mundo educativo y, en consecuencia, aplaza mi despedida a su conclusión y se convierte en la expresión de ese adiós que las circunstancias me escamotearon.

El proyecto tiene título:

EL AÑO DE LOS IRLANDESES


El año de los irlandeses comenzó siendo un vago anhelo, desde hace décadas, cuando aún ni siquiera tenía título, a partir de dos reflexiones diferentes, aunque relacionadas.

Por un lado, los recurrentes ataques al funcionariado, en general, y al profesorado, en particular, impulsados muchas veces por los propios poderes políticos y mediáticos, de tan larga trayectoria en la mezquina tradición hispana, son tan desalentadores y, sobre todo, desvelan tanto desconocimiento y tantos prejuicios deformantes sobre la propia naturaleza y circunstancias de la labor educativa.

Por otro lado, a pesar de que la vida en el colegio o en un instituto ha constituido el motivo central o el marco referencial de películas, series, novelas, etc., generalmente han sido casi siempre visiones parciales, o sesgadas, enfocadas en múltiples ocasiones por mentes adultas desde una hipotética mentalidad adolescente que busca sobre todo halagar al adolescente como preferente consumidor del producto.

Incluso en aquellos casos en que la honestidad y el compromiso han dado lugar a auténticas obras maestras —pienso, por ejemplo, y sin ánimo de exhaustividad, en películas como Entre les murs (La clase, en castellano) de Laurent Cantent, o Ça commence aujourd'hui (Hoy empieza todo) de Bertrand Tavernier, en Au revoir les enfants (Adiós, muchachos) de Louis Malle, o el clásico To Sir, with Love (Rebelión en las aulas) de James Clavell— incluso en películas de tanta altura artística y social, la visión se circunscribe a un aspecto concreto del mundo educativo, a un enfoque parcial, sin abarcarlo en su totalidad.

De una y otra reflexión fue surgiendo la idea de componer una novela que retratara no sólo el día a día de un profesor en el pleno desarrollo de su trabajo, con alumnos de diversos niveles, con toda la carga administrativa, formativa y burocrática añadida, sino condicionado también por las diferentes capas de realidad que componen su vida, ya que un profesor no es un ente aislado, sino una persona que, además de su profesión, tiene familiares, amigos, intereses culturales, compromisos extra laborales..., y todas esas parcelas de sí mismo conviven y se condicionan mutuamente.

En un principio, era sólo un motivo temático, ambicioso quizás, pero aún demasiado indeterminado y, sobre todo, sin dirección, estancando en sí mismo. Lo único que tenía claro es que debía huir de cualquier valoración personal, ni laudatoria ni crítica, de cualquier enjuiciamiento, y ceñirme a una disección casi entomológica. No debería testimoniar una situación educativa particular, ni siquiera como referente, sino universalizar la experiencia, recrear ese microcosmos en el que cualquier profesor o alumno pudiera reconocerse o reconocer su propia experiencia.

La idea iba creciendo en una nebulosa formal todavía imposible de plasmar sobre el papel.

¿Qué sería?, ¿un diario? No, demasiado mecanicista y, sobre todo, necesariamente enfocado desde un punto de vista único. Cualquier tipo de narrativa tradicional me abocaría a perder ese sentido de universalidad, ubicua y concreta al mismo tiempo, y de multiplicidad de voces contrastadas y simultáneas, dialécticamente concomitantes.

Pero, sobre todo, me faltaba la condición de ser necesaria para que la novela escapara completamente de lo anecdótico.

Y, después de años de recopilar material, ideas sueltas, impresiones, motivos temáticos..., el verano de 2011 me sorprendió con una reacción generalizada a unas instrucciones de principio de curso de nefastas consecuencias, que extremaban la degradación de la escuela pública con unos recortes bestiales, y con una movilización como hacía muchos años que no se producía entre el colectivo, un grito en defensa de la educación pública que, por primera vez, aglutinaba a docentes, alumnos y padres, puño con puño, voz con voz, unánimes, dando lugar a lo que se conoció como la "marea verde".

¡Ahí tenía la razón de ser del proyecto!

La disección no de un año académico cualquiera en la vida de un profesor, sino de aquel curso concreto, plasmar la realidad de la Marea Verde, revivirlo en su desarrollo casi instante a instante, desde las múltiples ópticas que me ofrecía el debate sobre educación mantenido no sólo en las salas de profesores, sino en las calles, en las redes sociales, en los movimientos que surgían desde el compromiso social.

No podía ser una obra autobiográfica, aunque la mayor parte del material ha de partir necesariamente de la experiencia, propia y compartida. Para ello, adopté la voz de una protagonista femenina, Carmen Mora, profesora de lengua, para escapar de los condicionantes de mi particular experiencia en lenguas clásicas, y recreé un instituto ficticio que se alimentara con mis vivencias en los múltiples institutos por los que me ha ido zarandeando mi condición de profesor desplazado durante mis últimos doce años de profesor.

En ello estoy, a por ello voy. El proyecto va tomando forma, va creciendo desmesuradamente, de manera que no sé si terminará siendo una novela, una ficción seriada en tomos o libros diversos, o un auténtico monstruo. Puede que incluso el resultado sea editorialmente inviable, es muy factible que así sea.

En cualquier caso, cuando lo concluya, porque ya no me cabe otra, resulte lo que resulte, no será un epitafio ni unas memorias, sino mi auténtica despedida, una despedida sin adiós, un hasta siempre desde el amor y desde el compromiso.

jueves, 14 de enero de 2021

Estudiantes de toda España se revuelven contra los exámenes presenciales en la Universidad en plena tercera ola (Daniel Sánchez Caballero para ELDIARIO.ES)

 ELDIARIO.ES publica esta información


Revuelta estudiantil en la Universidad. Alumnos de toda España se rebelan contra la imposición por parte de la mayoría de las universidades de exámenes presenciales tras haber pasado el primer cuatrimestre en una modalidad de estudio semipresencial en el mejor de los casos y justo cuando el país sufre la tercera oleada de COVID y otra de frío. En alguna universidad, como la de Granada (UGR), se da la circunstancia de que los estudiantes no han pisado las aulas desde octubre, pero ahora tendrán que ir a examinarse. "Es incongruente e irresponsable: clases online, pero exámenes presenciales", resume Hada Martínez, portavoz de la Unión Sindical Estudiantil (USE) y alumna de la UGR.

El estudiantado denuncia que los campus, con carácter general, se niegan los exámenes a distancia porque desconfían de las posibles trampas que pueda hacer el alumnado y también porque no saben cómo hacerlo, y lamentan la "incapacidad de la universidad de adaptarse" y la improvisación en algunos casos ante una situación que era previsible. "Los posibles rebrotes y las condiciones extremas durante los exámenes de enero son temas recurrentes sobre los que se ha estado debatiendo desde el principio del curso académico. No obstante, ni las universidades ni las instituciones se han adaptado en tiempo y forma a las repercusiones de estas, incumpliendo las medidas sanitarias en las universidades durante la convocatoria ordinaria, desechando la posibilidad de la evaluación telemática y poniendo en riesgo la seguridad del estudiantado", lamentan CREUP y CEUNE, los dos principales órganos de representación de los universitarios.

Las noticias se suceden estos días, de norte a sur y de este a oeste. En Castilla y León, más de 5.700 estudiantes han pedido que los exámenes se realicen a través de internet. En Sevilla, parecido. El alumnado de Oviedo anda a la gresca con la Universidad, que les ha obligado a realizar exámenes en condiciones de "muchísimo frío". Las problemáticas se extienden y multiplican. En algunos centros de Madrid, como la Carlos III, las pruebas tenían que haber empezado el pasado lunes, pero fueron pospuestas por la borrasca Filomena y se han reubicado contra el criterio estudiantil, al final del proceso de exámenes cuando son los que mejor preparados tienen los estudiantes. Además, lamentan, se quedan sin días de descanso entre trimestres. En la Rey Juan Carlos, como en Granada, tienen que acudir a hacer exámenes después de pasarse el curso aprendiendo desde casa.

El Ministerio de Universidades se reunió con los estudiantes hace unos días, cita de la que salió el compromiso de la cartera que dirige Manuel Castells de trasladar el asunto al Ministerio de Sanidad y el recordatorio de "que es necesario el escrupuloso cumplimiento de los requisitos sanitarios establecidos por las autoridades competentes para el desarrollo de cualquier actividad académica presencial y, como ya se recogía en los planes elaborados, en caso de imposibilidad de cumplimiento ha de implementarse un modelo de docencia híbrida o, en caso necesario, totalmente virtual". El problema que tiene el ministerio es que tiene poca (o nula) capacidad de influenciar en las universidades, que son autónomas.

La CRUE, que reúne a 76 universidades españolas públicas y privadas, sí podría tener más ascendente. Pero, lamentan los estudiantes, no se ha puesto de su lado. En un comunicado emitido el pasado martes, la conferencia de rectores explica que "las universidades españolas ya planificaron un curso 20-21 en el que se apostaba por la máxima presencialidad y el cumplimiento de las normas sanitarias establecidas por el Gobierno Central y los Gobiernos autonómicos", lo cual, "junto con los protocolos para la realización de exámenes presenciales, y el cumplimiento estricto de las normas sanitarias por cada miembro de la comunidad universitaria, nos permitirá el desarrollo de nuestra actividad, incluidos los exámenes, cuya presencialidad ha sido autorizada por las diferentes autoridades sanitarias".

"Absolutamente irresponsable"

Los estudiantes están desconcertados. Observan cómo sube la incidencia de la COVID en España, aumentan las restricciones en las comunidades autónomas, pero se mantienen los exámenes en el aula. "Sabemos que se han generado protocolos específicos para la realización de los exámenes", concede Laura Alcaide, de la comisión permanente del CEUNE, "pero ya hemos visto universidades en las que no se ha respetado estos protocolos". Las organizaciones de estudiantes exigen a la administración que determine "unos criterios comunes" acerca de la realización de exámenes para que los alumnos sepan a qué atenerse.

En la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) 1.600 estudiantes han firmado un documento en el que se recuerda que "las actividades se llevarán a cabo en su mayoría en remoto", sin embargo "el criterio que prima a la hora de realizar los exámenes (...) de enero es la realización en la modalidad presencial", decisión que tachan de "absolutamente irresponsable" y exigen "el establecimiento de un criterio común para la realización de los exámenes, así como que se realicen a través de la modalidad online".

"Los estudiantes de Periodismo y Comunicación Audiovisual no vamos ni un solo día a clase", explica Mario. "Estamos haciendo las prácticas desde casa. En la asignatura Cámaras y Sonido tuvimos una sobre uso del flash y la iluminación y la tuve que hacer con el móvil. Pero el examen es presencial. ¿Qué clase de lógica es esa?", se pregunta, y explica que por mucho que la URJC garantice la seguridad en las aulas para realizar el examen, está el factor desplazamientos en transporte público, pasillos de la facultad, etc. "Somos unos 60 en clase, ¿cómo vas a gestionar esas distancia de seguridad? Las entradas se abarrotan, no puede haber distancia de seguridad". Ni siquiera les han dividido en dos grupos para hacer los exámenes, lamenta.

Mario, como Martínez, de la UGR, menciona la situación de los estudiantes cuya residencia no está en el mismo sitio que la universidad donde estudian. "En la UGR hay unos 27.000 estudiantes que vienen de fuera (aproximadamente la mitad)", explica la portavoz de USE. Muchos de ellos se fueron cuando la universidad decidió, a mitad de octubre, que las clases serían a distancia, pero ahora tienen que volver y "buscarse la vida para vivir" en la ciudad durante un mes.

Evaluación continua y 'proctoring'

De fondo sobrevuelan dos problemas, lamentan los estudiantes: la importancia que todavía tienen los exámenes como método de evaluación en la universidad española y la desconfianza de las universidades en que los universitarios copien durante las pruebas (o su incapacidad de plantear exámenes orientados a la reflexión y el desarrollo, explican los alumnos, más que al volcado de conocimientos y por tanto en los que copiar no sea una opción).

"Reclamamos, tanto al inicio del cuatrimestre pasado como este, que se implante la evaluación continuada para evitar estas situaciones", explica Alcaide, de CEUNE, respecto de la primera cuestión. "Hay grados y asignaturas en los que los exámenes llegan a tener un 70% del peso de la evaluación", añade.

El espacio europeo de educación superior, conocido como el plan Bolonia, incluía en teoría una apuesta por esta evaluación continua, basada en la realización de trabajos durante el cuatrimestre y la participación en clase, para rebajar el peso de los exámenes. Pero no ha acabado de suceder. "Si de verdad pensamos que debe ser el método, habrá que regularla para que el examen no valga tanto. No tiene sentido que la evaluación continua suponga solo tres puntos [sobre diez]", opina Martínez, de USE.

El segundo elemento es la vigilancia que las universidades podrían realizar de sus estudiantes mientras hacen un examen a distancia, concepto conocido como proctoring. El último trimestre del curso anterior, que se cerró con exámenes a distancia, muchos profesores optaron por técnicas que los estudiantes no recibieron demasiado bien. "Muchos emplearon técnicas como que los alumnos pongan cámaras mientras realizan el examen, invadiendo su privacidad o el derecho a la intimidad, o realizaran exámenes contrarreloj tipo test o de preguntas cortas con tiempo muy reducido que no dejaba margen para contestarlas", explica Martínez. En ocasiones incluso les pedían que conectaran la cámara del móvil para asegurar que no había nadie más en la habitación o los micrófonos para evitar chivatazos orales.

Pero no todas las universidades han optado por lo presencial como forma de vida. Existen alternativas a los exámenes imposibles de completar a tiempo. En la Cardenal Herrera Oria CEU, en la Comunidad Valenciana, todas las pruebas serán online. Fuentes de la universidad explican que la vigilancia se llevará a cabo a través de una plataforma llamada Balckboard Collaborate Ultra que incorpora un navegador de internet propio incompatible con otros navegadores (para evitar consultas en internet) y que también les da acceso a la cámara web del estudiante "para monitorizar su situación". También hay públicas, como la Universidad de La Laguna. Otras todavía negocian con los estudiantes, una de las peticiones que realizó el Ministerio de Universidades: "Es importante que todas esas medidas adicionales que se tomen sean tomadas en el marco del consenso y la escucha de todos los actores de la comunidad universitaria".

martes, 12 de enero de 2021

La Comunidad de Madrid prorroga la suspensión de la actividad educativa presencial hasta el próximo lunes 18 de enero para una vuelta segura a las aulas

 




La Comunidad de Madrid suspende las clases presenciales hasta el lunes 18 (ELDIARIO.ES)

 Reproducimos esta noticia de ELDIARIO.ES

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, acaba de anunciar que se suspenden las clases presenciales en todos los centros educativos de la región hasta el lunes 18 de enero. "Suspendemos todas las clases presenciales en la Comunidad de Madrid hasta el lunes 18, serán telemáticas desde este miércoles 13", ha informado la presidenta madrileña en su cuenta de Twitter. "Es necesario arreglar desperfectos y garantizar una vuelta segura a las aulas tras el temporal de nieve y frío", ha añadido Ayuso en su cuenta de Twitter.

En el caso de las universidades, la Comunidad de Madrid suspende también clases hasta el lunes 18 –en aquellas que las hubiera dado que en muchas estaban suspendidas ya por la evaluación semestral– y los exámenes presenciales previstos para esta semana se reprogramarán para nuevas fechas a partir de la que viene. "Serán las universidades quienes darán a conocer las nuevas convocatorias", indica un portavoz de la Consejería competente.

Las principales causas que se han tenido en cuenta para tomar esta decisión han sido tanto la dificultad para garantizar de acceso y transporte a los centros educativos, como la seguridad en los mismos por los desperfectos causados por la nieve y el hielo acumulados, así como por la caída de árboles en las infraestructuras, ha explicado el Gobierno regional en un comunicado. El Gobierno regional no se plantea suspender la actividad no esencial.

El consejero de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, ha afirmado este lunes que "la borrasca ha generado muchos problemas en las infraestructuras de los centros educativos". "Hay que revisar los edificios porque tenemos 3.000 centros educativos en Madrid y no nos podemos arriesgar a que suceda algo que nadie quiere", ha manifestado el consejero en una entrevista en 'Cope.

La medida afecta a los 1.227.165 alumnos en los 3.344 centros educativos de la región, tanto de titularidad pública como privada. "Durante estos días se procederá a la evaluación de los posibles daños en los centros y de su situación a los efectos de una vuelta a las clases presenciales, para que pueda realizarse con las mayores condiciones de seguridad y evitando todo riesgo", añade la administración regional.

La situación de los centros educativos de la región ha quedado gravemente dañada por el paso de la borrasca Filomena. Colegios e institutos, y todos los centros en general, se han encontrado con grandes cantidades de nieve, numerosos árboles partidos y en algunos casos hasta caídas de tejados.

El sindicato CCOO había pedido esta mañana la suspensión de las clases por estos desperfectos. También el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, había pedido el aplazamiento de la vuelta a las aulas tras las vacaciones de Navidad por el temporal que mantiene en la capital donde numerosas calles además contienen todavía grandes cantidades nieve y hielo y es peligroso transitar en ellas. También había pedido el restraso de la vuelta a las aulas Más Madrid. La portavoz Mónica García ha planteado que pueda hacerse hasta dos semanas una medida que ha defendido debería ir acompañada del cierre de la actividad no esencial.

viernes, 8 de enero de 2021

Gobierno y comunidades descartan cerrar los colegios por el incremento de los contagios (Daniel Sánchez Caballero para ELDIARIO.ES)

 Publicamos esta información de ELDIARIO.ES

¿Qué hacer con la vuelta al colegio? Acaban las vacaciones navideñas, suben los casos de contagio en España y familias, profesores, sindicatos y expertos debaten en torno a cómo afrontar la (temida, al menos en algunos sectores) vuelta de la actividad educativa. ¿Debe mantenerse el retorno como estaba planeado? ¿Es conveniente retrasarlo? Mientras en algunos países europeos como Reino Unido, Alemania o Dinamarca ya han decretado el cierre de los centros durante un tiempo para tratar de contener la pandemia, en España hay regiones donde ya se ha vuelto y de momento solo Extremadura ha decidido que los alumnos de la ESO en adelante no regresen a la actividad presencial por la alta incidencia de la COVID en la región (la mayor del país, 716 casos por 100.000 habitantes, frente a los 321 de media según datos de este jueves).

Otras comunidades, como Castilla-La Mancha, la han retrasado atendiendo al otro elemento que preocupa a los actores implicados: la ola de frío que recorre España en un escenario en el que la ventilación de las aulas es imprescindible. Docentes de aquellos lugares donde este jueves ya han dado clase han dejado constancia de las condiciones sufridas durante la primera jornada del temporal. "No he pasado más frío dando clase en mi vida", explicaba un docente. La mayoría de las comunidades, de momento al menos, mantienen la fecha prevista o como mucho la aplazaron ya hace unas semanas hasta el próximo lunes. En cualquier caso, algunos gobiernos autonómicos están evaluando la situación y podrían cambiar de parecer según evolucione el fin de semana.

Mario Gutiérrez, del CSIF, explica que hay "mucha inquietud en los centros", protesta porque las decisiones se toman "de forma unilateral por parte de las administraciones" y pide que "se actualicen los protocolos" ante unos datos "preocupantes". Tanto él como Mari Luz González, responsable de acción sindical de STES, lamentan que ninguna comunidad tienen un plan claro para la vuelta que pase por hacer test masivos al alumnado y profesorado –aunque hay regiones como Andalucía que sí los han anunciado–.

En los últimos días, son varias las voces que piden que al menos se retrase la vuelta a los centros educativos para mitigar el posible, dicen, aumento de los contagios tras el periodo vacacional. Las peticiones vienen tanto de personas individuales como de algún médico o dirigente político. En Catalunya hay cierta polémica en los últimos días a raíz de la publicación de una carta, firmada por una veintena de científicos, en la que le piden a la Generalitat que retrase la vuelta alegando que la tasa de positividad casi duplica el valor recomendado (9,51% frente al 5%) y la mayor infectividad de la cepa británica.

El director general de Centres Públics d'Educació, Josep Cambray, ya ha rechazado la petición bajo el argumento de que "los beneficios de las escuelas abiertas superan los riesgos" y porque "los expertos también nos decían de no abrir en septiembre y la experiencia ha sido un éxito". También la Sociedad Catalana de Pediatría (SCP) ha rechazado las afirmaciones respecto a la seguridad y sostiene que "en algunos entornos de la comunidad científica se ha hecho una interpretación errónea" de los datos asociados a la cepa británica: "El grupo de menores de 9 años estaría hiperrepresentado [en el informe que respaldaría esta supuesta infectividad] porque las escuelas estaban abiertas y el resto de la población confinada. Así, esta variante del virus no afecta más a los infantes y mantiene una afectación por franjas de edad similar a la anterior", explica la SCP.

En una línea similar se manifiesta el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, en sus siglas en inglés) en un informe del pasado 23 de diciembre: "Hay un consenso general en que la decisión de cerrar escuelas para controlar la pandemia de COVID-19 debería utilizarse como el último recurso. El impacto físico, sobre la salud mental y la educación de los niños de cerrar las escuelas, además del impacto económico a nivel global, sería mayor que los beneficios" de hacerlo. Un mes antes, la Comisión Europea había aconsejado retrasar la vuelta al menos una semana pasadas las vacaciones.

Hasta el Gobierno ha entrado en la cuestión. María José Sierra, subdirectora del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), ha explicado este jueves que el centro no recomienda actualmente cerrar colegios. "Durante todos estos meses abiertos ha sido uno de los ámbitos en los que mejor comportamiento ha habido y más control", ha ahondado en esta línea de argumentación. "No ha habido brotes importantes, ha habido casos sueltos enseguida controlados y confinados. Habría muchas más medidas que tomar a nuestro entender técnico antes que el cierre de colegios", explicó en rueda de prensa.

Un cierre asociado al confinamiento

Enric Álvarez, investigador del grupo BIOCOMSC de la Universidad Politécnica de Catalunya, explica que el cierre educativo solo tiene sentido en un contexto determinado: "La discusión debería ser si con las incidencias actuales se debe hacer un confinamiento total o no", comenta. ¿Cree este experto que debe haberlo? "Si solo hubiera implicaciones epidemiológicas habría que cerrar, pero hay más cuestiones a considerar", expone.

El pediatra y epidemiólogo clínico Quique Bassat también se manifiesta "abiertamente en contra de retrasar la vuelta". Este experto compara la situación actual con la que se vivió en agosto, cuando se decía que la apertura de los centros educativos iba a ser un desastre (que los datos desmintieron) y explica que "los colegios reflejarán la transmisión de las comunidades, que es alta, pero no la amplifican. Son una buena barrera de contención, un mecanismo para aislar positivos de los niños y que estos no contribuyan a diseminar el coronavirus". Pero también tiene una petición para esta vuelta: "Si se mantienen las escuelas abiertas uno de los factores adicionales que deberíamos incluir en los planes es que los profesores sean personal prioritario para la vacunación", propone. Los docentes forman un grupo propio dentro de los 15 establecidos por el Gobierno en su plan de vacunación, pero no está entre los prioritarios.

Dicen los opositores a la vuelta que el informe del ECDC no contempla las nuevas variantes de la COVID, en alusión a la ínclita cepa británica, a la que se le presupone una mayor capacidad de contagio. El propio estudio del centro europeo advierte de este extremo, en efecto. Pero los expertos advierten de que no hay evidencia científica que respalde esa presunta capacidad infectiva. Y que lo sí está demostrado es que los niños transmiten menos la infección.

"Los niños pequeños se infectan menos, aunque sí hay mucha discusión sobre si transmiten igual o menos", ilustra Álvarez, de la UPC. "Pero como se infectan menos hay indicios de que transmiten menos también. Con las mascarillas, las distancias y la ventilación, en un entorno de movilidad regulado (esto no es como la universidad) tienen menos tendencia a generar cadenas", argumenta.

Bassat añade a estos argumentos de tipo sanitario otros de tipo actitudinal. "Mirando el histórico de los niños, los datos confirman muy bien la evolución, qué pasa cuando están en el colegio, bien controlados, y cómo se desmadra la situación cuando no están bajo este paraguas de vigilancia. Entre septiembre y mediados de diciembre es cuando más baja ha sido la transmisión en el grupo de edad de los niños. Y ha sido empezar las vacaciones y ha vuelto a aumentar la transmisión entre ellos", sostiene. La Sociedad Catalana de Pediatría apunta en la misma dirección en su comunicado de ayer: "La incidencia relativa en los menores ha sido menor respecto a la población general en meses plenamente escolares", escriben. "En verano, hay indicios de que la incidencia relativa en los niños subió; menos vigilancia o más interacción con adultos más contagiosos pueden ser posibles razones".

Álvarez sí explica que tampoco es lo mismo hablar de Primaria que de Secundaria. Tanto a nivel de transmisión entre personas como de sus hábitos sociales y la movilidad que tienen como grupo, factores ambos que influyen en su capacidad de transmitir el virus. "Sabemos que es diferente. A partir de los 12 años, quizá hasta los 14, va aumentando la capacidad de contagio hasta los 16, quizá 18 años. Hay una diferencia clara entre la Primaria y la Secundaria, sobre todo la postobligatoria", explica. "Además, la estructura de movilidad es diferente entre ambas etapas. No está tan bien documentada como la de la Universidad en cuanto a contactos, interacciones, etc. pero sí sabemos que es diferente, el ECDC también lo explica así". Aún así, mantiene, la recomendación del centro europeo sigue siendo mantener abierto porque los beneficios superan a los inconvenientes. La misma línea de actuación que recomienda Álvarez en base a la información disponible. "A menos que haya un confinamiento completo", recuerda.

El frío gélido en las aulas

Y parece, al menos por el momento, que esa va a ser la vía. Mientras, profesionales y familias se preocupan también por la otra realidad, quizá más inmediata: el frío gélido en las aulas los próximos días. María Luz González, responsable de acción sindical de STEs, lo expone con crudeza: "De Madrid para arriba, con un frío gélido, si la COVID no acaba con los alumnos lo hará el frío. Van a estar dando clase con temperaturas bajo cero, cuando no se debería trabajar por debajo de 17º", advierte. En Aragón, al menos en algunos de sus centros, esto ya ha ocurrido este jueves 7, donde se ha impartido clase con las ventanas abiertas mientras fuera nevaba. "La calefacción encendida desde las cuatro de la mañana y con frío en las aulas, no puede ser de otra manera con las ventanas abiertas", explica una profesora.

En este contexto, al menos parte de Aragón y la Comunidad Valenciana han vuelto a las aulas. Este viernes tienen previsto hacerlo en Baleares, Asturias y Galicia. El próximo lunes, si se mantienen las previsiones, será el turno de Madrid, Cantabria, Catalunya, Canarias, Castilla y León o Navarra. Otras como el País Vasco, Andalucía o Murcia tendrán una vuelta escalonada por provincias, municipios o incluso centros.

lunes, 28 de septiembre de 2020

La vuelta al cole se olvida del acoso escolar (Sara Plaza Casares para ELSALTODIARIO.COM)

ELSALTODIARIO.COM publica esta información



La hija de Sandra lleva tres años sufriendo acoso escolar en el cole. Este año se sorprendía al ver que en el nuevo curso, y tras la repartición de las clases según las nuevas directrices, debería de seguir conviviendo con su agresora pero esta vez en un grupo más reducido: su grupo burbuja. “Fui al centro para solicitar un cambio de clase y me lo denegaron bajo ningún pretexto. Solo que no se podía y punto”, explica Sandra, que, tras esto comenzó a moverse y a contactar con diferentes asociaciones. “A los cinco o seis días por la tarde recibí una llamada del centro para decirme que se había concedido el cambio de clase”, explica.

En su caso Sandra ha conseguido enmendar la situación, pero no siempre se está llegando a buen puerto. Lo confirman tanto desde la Asociación Madrileña contra el Acoso Escolar (Amacae) como desde la plataforma contra el bullying Suspenso al Racismo. “Ya nos hemos encontrado quejas de que en los grupos burbujas se mezclan víctima y acosador o que a la víctima se la ha aislado a un grupo donde no tiene amigos. Alguna directora ha venido diciendo que esto es lo que hay y no se puede cambiar. Con las medidas covid ya no dan abasto y el acoso va a ser una cosa secundaria, y desde luego no lo vamos a permitir”, expresa María José Fernández, presidenta de Amacae.

“No se están formando los grupos burbuja en base a criterios pedagógicos. Los protocolos covid han llegado a los centros educativos para deshumanizar aún más la educación de lo que estaba”


“Yo he tenido constancia de dos casos. Uno se ha solucionado, el otro no. Y las clases acaban de empezar. No se están formando los grupos burbuja en base a criterios pedagógicos. Los protocolos covid han llegado a los centros educativos para deshumanizar aún más la educación de lo que estaba”, cuenta Petra Ferreyra, portavoz de Suspenso al Racismo, una plataforma surgida para apoyar a alumnos racializados ante casos de bullying.

Ade Marlo es profesora de infantil y primaria, especialista en acoso escolar y creadora del 'Proyecto Fenix, nadie se ríe de nadie'. Confirma el sentir de estas organizaciones y añade que las administraciones han dejado a voluntad de cada centro tomar criterios para proteger a las víctimas. “Solo se ha hablado del aspecto curricular de la escuela. El acoso no aparece en ningún protocolo. En la creación de grupos burbuja tampoco, cada colegio lo ha hecho como ha podido. Entiendo que algún centro haya tenido la intención de tenerlo en cuenta, si es un cole implicado y ha querido tener en cuenta el bienestar emocional del alumnado, pero no hay instrucciones desde la administración al respecto”, explica.
AUSENCIA DE DATOS DURANTE EL CONFINAMIENTO
Esta profesora, que recopila información sobre el tema, se queja de que el bulliyng sigue siendo la cuenta pendiente y lo demuestra la ausencia de informes durante el confinamiento. “El acoso es imposible que haya parado con el parón de las clases. Existe el ciberbullying, los niños han seguido usando las tecnologías y ahora se ha potenciado su uso. Han pasado muchas más horas con las pantallas y el ciberacoso tiene que haber continuado. Pero no tenemos datos, no ha salido ningún informe al respecto”, avisa.

Según el estudio de la fundación ANAR, La opinión de los estudiantes, presentado recientemente y elaborado en base a encuestas realizadas entre 2018 y 2019, al menos uno de cada tres adolescentes (35,5%) conoce algún caso de acoso entre sus compañeros de clase. Según el III Estudio sobre acoso y ciberbullying de esta organización, uno de cada cuatro casos de acoso escolar se produce a través de las nuevas tecnologías. Este informe se realizó con las 36.616 llamadas recibidas en 2017 en el teléfono de ayuda a niños y adolescentes que gestionan.
“Nosotras hemos tenido un 40% de incremento de casos de acoso cada año, mientras el consejero de Educación de la Comunidad de Madrid dijo hace unos meses que los casos habían descendido un 60% en tres años”


“La mayor parte de expedientes se cerraron con la excusa de la pandemia. Si vuelve a haber indicios las madres y padres tienen que pedir de nuevo que se abran. Podían haberlos dejado abiertos hasta que volviera a empezar el curso para seguir la investigación, pero es más fácil cerrarlos.La mayor parte se cierran en falso”, se queja la presidenta de Amacae, quien insiste en que las administraciones maquillan los expedientes de acoso para que las cifras disminuyan a su conveniencia. “Nosotras hemos tenido un 40% de incremento de casos cada año, mientras el consejero de Educación de la Comunidad de Madrid dijo hace unos meses que los casos habían descendido un 60% en tres años. Los protocolos de acoso (expedientes) se cierran en falso. Algunos son de vergüenza absoluta, culpabilizando a la víctima.”, denuncia.

Opinión que comparten desde Suspenso al Racismo. “Siempre se tiende a relativizar y a culpar a la víctima”, expresa Petra Ferreyra. “El acoso nunca ha sido una prioridad en los centros y ahora menos aún. Los protocolos están obsoletos. Se han ido renovando y reciclando a golpe de casos, a golpe de víctimas y casos graves en los que se acaban suicidando”, añade, mientras pone un ejemplo: “El acoso escolar centrado en un perfil racializado o étnico te lo engloban en aquel que sufre una víctima que presencia algún rasgo racial distintivo con respecto al resto. ¿Qué aula hay homogénea ahora mismo? Hoy en día las clases están formadas por grupos heterogéneos”, remarca.

Ade Marlo alerta de que durante este curso el acompañamiento emocional va a ser más necesario que nunca. “Va a costar mucho trabajar las relaciones interpersonales, no se pueden tocar, a algunas les han separado de sus amigos. La forma de relacionarse que tienen ahora mismo es rara. El acompañamiento emocional va a ser más importante que los contenidos”, concluye.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Otra presencialidad es necesaria (Julio Rogero para ELDIARIODELAEDUCACION.COM)

Reproducimos este artículo publicado en ELDIARIODELAEDUCACION.COM



Después de la experiencia vivida en los meses de confinamiento, donde se ha experimentado la enseñanza online, hay un acuerdo generalizado de que la educación presencial es necesaria para ir más allá de una concepción de la educación centrada en lo puramente académico y eliminar así las consecuencias perniciosas de la enseñanza digital. Esa presencialidad se percibe como necesaria para avanzar en los procesos de educación integral. Se ha escrito mucho sobre las carencias de todo tipo experimentadas durante la educación no presencial. Se apela a las limitaciones que pone al derecho de todos a la educación. Entre otras, la más evidente es la profundización de las desigualdades donde los más débiles salen más dañados. Tampoco podemos olvidar las consecuencias de tipo emocional provocadas para la falta de relaciones que constituyen la centralidad del hecho educativo. Todo ello nos ha puesto de acuerdo, a pesar de todos los temores entendibles, en que la enseñanza presencial es necesaria. No podemos olvidar que una enseñanza presencial de calidad requiere lo que se está reclamando en estos días: seguridad sanitaria, disminución de ratios, dar estabilidad al profesorado y aumento constante de la inversión una vez recuperado lo recortado en los últimos años.

A pesar de este consenso, veo pocos análisis de cómo se percibe y se entiende esa presencialidad, y creo que es un momento oportuno para hacer un análisis y una reflexión sobre el tema. Hasta ahora la enseñanza presencial ha sido una característica central en nuestro sistema educativo. Y lo ha sido para cumplir fielmente los designios del poder: confinar a una parte de la población durante un tiempo de su vida, clasificarla, reproducir la exclusión de los excluidos y producir la docilidad generalizada de la ciudadanía. En definitiva, sirve para reforzar el dominio de las élites económicas y meritocráticas.

Cuando hablamos de presencialidad ¿de qué tipo de presencia hablamos?, ¿de la que se nos impone para seguir controlando a los ciudadanos?, ¿de la presencia de la autoridad impuesta que genera relaciones de sumisión y obediencia ciega en el alumnado y autoritarismo en los docentes?, ¿de la que inculca en las conciencias que no es posible ser sujetos de la propias vidas y que son otros los que las dirigen?, ¿de la que produce valores de competitividad, de individualismo, de adoración al mérito y al éxito, de desprecio y culpabilización del perdedor?

Vivimos en la sociedad de la distancia, profundizada por los acontecimientos de los últimos meses donde la comunicación virtual ha adquirido especial protagonismo. Todo parece indicar que la virtualidad se quiere completar con la presencialidad, y no que la enseñanza presencial se complemente con la enseñanza online. Ahora comienzan a proponerse desde las administraciones, ante la dificultad de una “vuelta a la normalidad escolar”, que se impartan algunas asignaturas online y que no es necesaria la presencia en los centros todos los días de la semana. ¿Será una forma de ir demostrando que el currículo escolar puede hacerse online y desarrollarse en la casa?, ¿es el comienzo, de forma generalizada, del abandono del espacio y el tiempo escolar?, ¿para aprender no hace falta la escuela (y el maestro)? En el mundo de la educación hay una apuesta por la tecnología para que esta vaya adquiriendo la centralidad del proceso educativo como solución ante pandemias u otros cataclismos imprevisibles. Los que pretenden recortar recursos lo tienen muy claro, pero no solo ellos. También lo tiene claro una parte de la clase media aspiracional, que defiende “la escuela en casa”. Los recursos de que se dotará a los centros educativos para los próximos cursos tendrán un contenido fundamental de dispositivos electrónicos. Cuando estos se dominen por parte de todos, será posible dar el paso siguiente. Los que apuestan por una educación cada vez más clasista y privatizada ven ahora mayores oportunidades para sus intereses.

La pedagogía de la presencia que nos importa es una llamada a la forma de ser y de estar presente acompañando el proceso educativo del alumnado. Me parece necesario, en un momento como el que vivimos ahora, retomar la reflexión sobre la educación liberadora. El objetivo ha de ser poner en el primer plano la calidad y la calidez de la educación y la necesidad de una presencia transformadora al servicio colectivo de la autoeducación y autorrealización del alumnado.

Lo vivido en estos meses nos ha llevado a constatar la dureza de la pérdida de la presencia cercana y amigable, del encuentro afectuoso, del abrazo sincero, de la mirada cómplice, del calor de la acogida. Creo que para muchas personas esta negación de la relación, del contacto entre los cuerpos está siendo muy traumática y eso solo puede ser contrarrestado con la posibilidad de una nueva forma de presencia física y del contacto real. Y no estoy hablando solo del contacto físico, cuyas limitaciones hoy están justificadas, sino de una forma diferente de relacionarnos. Una presencia con un contenido relacional que pueda hacer de ella una de las realidades educativas más necesaria e innovadoras en estos momentos.

Hay presencias ineludibles y vitales en el proceso educativo reconocidas todavía hoy. El maestro es insustituible por una pantalla. La relación entre los iguales es central en el proceso educativo. El espacio y el tiempo escolar son un espacio y un tiempo de convivencia positiva y de reciprocidad compartida. La conciencia de comunidad solo se adquiere y se construye desde la presencia y la relación positiva de cooperación y colaboración comunitaria. Hay presencias que promueven la distancia porque son ausencias de relación educativa por ser autoritarias, descomprometidas, negligentes, impositivas, controladoras, opresivas o asfixiantes. La capacidad de hacerse presente es una aptitud que se puede aprender, no es innata a los educadores. La calidad y calidez de la acogida solo es posible cultivando la pedagogía de la presencia.

¿De qué presencia o educación presencial hablamos cuando no se tiene en cuenta o se ignora a los que más lo necesitan, al niño que molesta, al que tiene determinadas discapacidades y le situamos en otro mundo? ¿Cuántos niños y niñas son invisibilizados en la educación presencial como si no estuvieran presentes? Con frecuencia vivimos presencias que son ausencias y carencias en la relación educativa, porque no muestran acogida, afecto, comprensión de la realidad que vive cada uno. Por eso se hace necesario salir de esta crisis con una nueva concepción de la presencia, más comprometida, más acogedora, inclusiva, respetuosa, tierna, cuidadosa, atenta, transparente, fraterna, humanizada y apasionada. Esa nueva presencia será el signo de que salimos de la prehistoria de la educación y entramos en una nueva era educativa, como la que se persigue en otros muchos ámbitos, como el del respeto a la naturaleza. En la escuela del cuidado mutuo esta presencia es el punto de partida de una educación integral y emancipadora.

lunes, 31 de agosto de 2020

Volver a la escuela en pandemia: los niños sufren las consecuencias del desborde emocional de la COVID-19 (Elena Couceiro para ELDIARIO.ES)

Reproducimos este artículo que publica ELDIARIO.ES

Cuando por fin se conoce el plan de la vuelta a las aulas, hablamos con expertos sobre el impacto que estas medidas (distancia social, mascarillas, restricción de contacto) pueden tener para una infancia ya tocada por el confinamiento y la angustia de una enfermedad amenazante


Estos seis largos meses sin clases, las familias hemos estado subidas en una montaña rusa emocional que jamás podríamos haber imaginado. La alegría de los niños el 12 de marzo por pensar que estaban de vacaciones, la rabia por no poder airearse en la calle, el agobio de los mayores por teletrabajar a tope mientras los niños reclamaban ayuda para su telecole, el miedo a contagiar a nuestros seres queridos vulnerables, la claustrofobia, la felicidad por poder salir a la calle el 26 de abril, el pánico a quedarse sin trabajo... Ahora se nos presenta un nuevo reto: la vuelta a las aulas.

A dos semanas de la fecha tradicional del inicio de curso, empieza a vislumbrarse, tras muchos rumores, cómo van nuestros hijos e hijas a volver a sus centros escolares. ¿Cómo se encuentra la infancia después de este confinamiento? Marina Criado, psicóloga especializada en el ámbito educativo y social y experta en planes de convivencia escolar, cuenta que "hemos vivido una experiencia colectiva de gran impacto emocional y los niños no son ajenos a ella. Han vivido un abanico emocional variado desde la inseguridad, el desconcierto o miedo, hasta el agrado que para muchos ha sido permanecer en sus hogares con sus familias de un modo continuado".

Rafa Guerrero, psicólogo y profesor de Magisterio, cuenta que "nos hemos encontrado con niños que se han vuelto mucho más miedosos y obsesivos, con situaciones de mucha frustración, niños que han vivido situaciones de mucha tristeza y duelo porque de repente el día que tenían montado de ir al colegio, de salir al parque y de jugar se ha venido abajo y nos hemos visto todos encerrados en casa".

Marisa Moya, directora de la Escuela Infantil Gran Vía y coautora de una Guía de acogida emocional en espacios educativos, considera que "los efectos se podrán ver a largo plazo" y lamenta que "tanto hacia las personas mayores como hacia la infancia ha habido una desconsideración que ha sido abrumadora". Los niños y las niñas "se han encontrado desasistidos, ignorados y ninguneados. Habrá progenitores que hayan podido atender adecuadamente y habrá otros muchísimos que no lo hayan podido hacer sin ninguna otra alternativa", lamenta. "Los niños necesitan de iguales y necesitan calle para poder desarrollarse de una manera adecuada", apunta Moya. Ha habido "mucha información que incluso los adultos no somos capaces de procesar y que no sabemos cómo van a integrar los niños".

La mochila de meses de preocupación y estrés
Heike Freire, pedagoga y autora de una carta abierta para reclamar una vuelta al cole cálida, cree que "lo que esos niños han vivido tendrá mucho que ver con lo que nosotros hemos vivido, porque son seres emocionalmente abiertos al otro y especialmente a las personas a las que quieren y con las que conviven". Evidentemente, las diferentes circunstancias de las familias han hecho que el confinamiento impacte más o menos en la infancia. "No es lo mismo una familia que vive en un piso de 60 metros que una familia que vive en una casa con jardín", resume Moya.

Según el estudio Infancia Confinada, de Enclave, un 36% de los niños y niñas participantes han experimentado durante el confinamiento con frecuencia preocupación, un 28% tristeza y un 16,2% miedo. Una de las participantes, de 13 años, confiesa: "Yo personalmente no sé por qué he estado un poco triste por las noches". Otra chica, de 14, cuenta: "Apenas duermo por las noches por la falta de moverme y me estreso mucho con los deberes". Otra niña de 10 años responde: "A veces me siento estresada y estoy preocupada porque mi abuelo está solo".

Los expertos coinciden en que lo vivido puede ser traumático para la infancia y es con esta mochila con la que niños y niñas llegarán al colegio en las próximas semanas, una vivencia que, resaltan, puede ser retraumatizante. ¿Qué se puede hacer para que este inicio de curso sea lo más cálido posible para la infancia? Rafa Guerrero lamenta no encontrar sustituto a la necesidad de contacto físico. "Hacer una acogida cálida ahora es imposible. Es como si en determinado planeta no hay oxígeno y nos planteamos cómo hacer para respirar oxígeno. Un niño de 3 años que llega nuevo al cole lo que necesita es que alguien con tranquilidad le abrace, que entienda su emoción y mediante el contacto físico se irá relajando. Si eso no lo podemos hacer estamos dejando al niño metafóricamente sin oxígeno", lamenta, "y no encuentro parches, aunque admiro la creatividad e implicación de maestros y maestras". Eso sí, Guerrero se muestra rotundo: "La parte académica tiene que quedar en un segundo o tercer plano, ahora es más importante el cubrir la parte emocional".
Una vuelta al cole "anti-infancia"
Marisa Moya se muestra muy crítica: "Las medidas que se están tomando para la vuelta al cole son anti infancia. Los niños se desarrollan de manera adecuada en conexión y jugando". Por eso, propone, "tenemos que buscar un equilibrio", para evitar los contagios y cuidar la salud global de los niños y niñas: "Somos seres holísticos. Si los niños sienten estrés, amenaza, tensión y temor esto va a influir en su sistema inmune". Propone, entre otras medidas, "más docentes y ratios más bajas, porque los grupos son excesivamente grandes para la situación que tenemos. Necesitamos también equipos de atención psicológica para los adultos y para los niños en los centros escolares. Todo esto es indispensable este año".

Marina Criado subraya que "en estos momentos al volver a la escuela, no debería ponerse el foco solo en la adquisición de contenidos, sino en atender a los aspectos emocionales. No se puede aprender si las necesidades emocionales no están cubiertas". Criado y Moya animan a docentes y familias a estar muy pendientes de las necesidades y emociones de niños y niñas, "porque no sabemos cómo lo vivido puede influir en los patrones o en las plantillas de vida que están conformando, en la creación de su autoconcepto y autoestima", dice Moya. Por eso, Marina Criado apuesta por "priorizar las necesidades de expresión emocional, mostrar una actitud tranquila, hacer elaboraciones colectivas sobre lo que hemos vivido, realizar asambleas, reorganizar el aula para que el grupo pueda verse las caras e interactuar, aunque sea a distancia...".

Heike Freire manifiesta que "la educación online no es educación" y que "los protocolos que se están vislumbrando se cargan los proyectos educativos y esto es nefasto para los niños y las niñas. Cuando ya se habían juntado las mesas para desarrollar el trabajo cooperativo se vuelve a las hileras, cuando se habían desarrollado todo tipo de metodologías innovadoras se vuelve a la clase magistral". Freire propone que "los epidemiólogos o personas especialistas en salud trabajen conjuntamente con los docentes y también con las familias para revisar los procesos educativos y ver qué tipo de medidas se pueden incluir para educar a la salud y cuidar la salud entendida como dice la OMS en su Constitución como bienestar físico, mental, social y espiritual".

Moya también cree importante "crear pautas, pero no como imposiciones a los niños sino como cocreación. Los niños van aportando en lluvia de ideas aquellas propuestas de pautas, porque tienen que tener este año la sensación de que tenemos recursos, de que no estamos solos y sin nada para salir de esta situación". Es muy importante, subraya, que la escuela sea más que nunca una comunidad. "En comunidad siempre se trabaja mejor", apunta.
¿Qué pueden hacer las familias?
Y en este tiempo de incertidumbre, de escenarios diferentes y de decisiones que vamos conociendo a cuentagotas pocos días antes de volver al cole, ¿qué podemos hacer las familias? Rafa Guerrero opina que "lo principal es la comunicación. Los niños son pequeños, pero no son tontos. Hay que explicarles las cosas como son, los escenarios que se van vislumbrando y las decisiones que se comuniquen independientemente de que las circunstancias que les vayamos a explicar les generen emociones desagradables. Es muy importante que hablemos con ellos, que les animemos a que expresen cómo se sienten".

Marisa Moya considera que "para que las familias acompañen mejor, el foco tiene que estar siempre en uno mismo. Hay muchos progenitores que piensan que para mejorar la situación hay que hacerles muchas cosas a los niños, pero considero que es el adulto el que tiene que revisar cómo se ha acoplado todo lo que hemos vivido, revisar sus emociones para abordarlas e integrarlas de una manera que no nos haga daño". Además, propone poner la lupa en nuestras fortalezas: "En esa situación tan compleja lo que necesitamos no es ponernos el foco que nos merma, necesitamos ponernos el foco que nos hace crecer y superarnos, acompañando nuestro miedo, nuestra rabia y nuestra tristeza. Es muy importante tomar las riendas de la parcela personal y tomar decisiones que nos hagan responsables de nuestra vida. Y es el momento de la cooperación".

Marina Criado recomienda a las familias "transmitir a niños y niñas un mensaje de calma y seguridad, invitándoles a colaborar en esta misión que todos tenemos y haciéndoles sentir importantes en esa tarea. Nos interesa que estén bien y eso va a depender mucho de nuestro apoyo en positivo".

Heike Freire reclama que no perdamos de vista que el centro educativo "debería ser la casa de los niños y las niñas, porque necesitan un espacio aparte de la familia y compartirlo con los iguales". Por eso, concluye, "no se lo podemos robar".

lunes, 20 de julio de 2020

¿Vuelta segura a las aulas? (Alba Izquierdo y Nuria Sangüesa para EL SALTO DIARIO)

Reproducimos este artículo publicado en ELSALTODIARIO.COM

Vivimos tiempos muy extraños. Incertidumbre, miedo, ganas de volver a una normalidad menos nueva y más real… y seguimos sin soluciones ante una pandemia global que no cede. En los tres meses de confinamiento, estudiantes, familias, docentes y profesionales de la enseñanza, nos hemos sentido abandonados y abandonadas en una especie de “sálvese quien pueda” que no parece terminar nunca. Y ahora nos enfrentamos al nuevo reto: la vuelta a los centros educativos en septiembre.

La comunidad educativa ha mirado con estupor cómo se han ido rebajando las medidas de seguridad ofrecidas para septiembre. Si bien las propuestas por el Ministerio de Educación eran limitadas, las que ofrece la Comunidad de Madrid son prácticamente inexistentes. Y el estupor se convierte en indignación. Y la indignación en unión, fuerza y movilización.

Asociaciones, sindicatos, plataformas, AMPAS, familias, estudiantes, docentes, técnicos, trabajadores y trabajadoras de la enseñanza nos hemos organizado a través de la Asamblea de Marea Verde, y después de varias asambleas, hemos fijado unas líneas rojas que consideramos indispensables para poder volver a las aulas. Es imprescindible garantizar la enseñanza presencial con una bajada de ratio a máximo 15 estudiantes. Ello permitiría asegurar una distancia social apropiada, así como una enseñanza más individualizada y una mayor atención a las necesidades del alumnado. Obviamente, esto requiere, por un lado, la habilitación de espacios, reapertura de centros cerrados y futuras construcciones de centros escolares públicos y, por otro, la contratación de más profesorado interino, así como técnicos educativos, diplomadas en enfermería y otros trabajadores y trabajadoras de los centros educativos (incluyendo suficiente personal de limpieza). Si algo se ha demostrado en estos tiempos es la necesidad de proteger y mejorar los servicios públicos. Por ello, exigimos que el dinero público se destine totalmente a la escuela pública, llevando a cabo las mejoras necesarias que garanticen la vuelta segura a las aulas.

Sin embargo, las instrucciones de la Consejería de Educación pretenden que en septiembre nos incorporemos con 25 o 30 alumnos por aula, sin distancia social, sin más contrataciones y sin habilitar más espacios. Es decir, salvo por las mascarillas y material sanitario, como si no pasara nada. Como si los “grupos burbuja” de los que hablan fueran mágicos. Plantean algunas medidas de distanciamiento, de bajada de alumnos a 20 por aula y contratación de profesorado, pero solo si el escenario empeora considerablemente. ¿No sería mejor, como han propuesto otras comunidades (Asturias, por ejemplo), que implementáramos ya medidas lógicas para prevenir ese escenario no deseado desde septiembre?

Las propuestas que nos llegan desde las instituciones (tarde y mal) no garantizan la seguridad de la comunidad educativa (ni por tanto, de toda nuestra sociedad interconectada); ni la calidad de la educación. Se trata de un “plan suicida”, imposible de entender si pensamos que un objetivo primordial de los y las gestoras de lo público debe ser salvaguardar la salud de toda la población. Tampoco parece el mejor plan para garantizar una educación pública de calidad para todos y todas.

Desde Asamblea Marea Verde seguiremos con las asambleas y con campañas comunicativas tratando de movilizar cada vez a más gente. El 5 de septiembre haremos una manifestación para denunciar a la Consejería de Educación y sus planes de “inseguridad” en las aulas. ¿Será capaz nuestro gran consejero de Educación de dar marcha atrás y presentar unos planes de vuelta a las aulas seguros planteando desde el principio medidas básicas para evitar un contagio inmediato en septiembre? Se aceptan apuestas.

Familias, docentes, trabajadores y estudiantes no estamos dispuestos a sufrir en carne propia la irresponsabilidad de las autoridades madrileñas. Y la palabra “huelga” suena cada vez con más fuerza.

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viernes, 17 de julio de 2020

Cuando un tercio del alumnado se queda descolgado (ELDIARIODELAEDUCACION.COM)

ELDIARIODELAEDUCACION.COM publica esta información



Hace unas semanas el Proyecto Atlántida hacía públicos los datos de un estudio que realizaron entre abril y mayo para conocer la opinión de las familias y el profesorado sobre cómo se estaban desarrollando los aprendizajes durante las semanas de confinamiento.

No eran especialmente alentadores. Aproximadamente un tercio de las chicas y chicos no pudieron seguir el aprendizaje a distancia. Es, al menos, la opinión de los 3.700 profesionales de la enseñanza que contestaron. Un porcentaje muy similar (25%) de familias (5.900) reconocieron dificultades de diferentes tipos para conseguir que sus hijas e hijos siguieran aprendiendo de una forma óptima. Unos porcentajes que contrastan con el 10 o 12% que reconocían desde el Ministerio de chavales que no tenían acceso a las tecnologías necesarias para permanecer conectados.

Uno de los asuntos que puede haber influido en estos datos es el hecho de que buena parte de las familias han pasado este tiempo teletrabajando desde sus casas. De manera que se han tenido que compartir dispositivos, los horarios para realizar tareas (laborales o escolares), por tanto, se han visto alterados y la capacidad de las familias para poder apoyar a sus hijas e hijos durante este tiempo tampoco ha sido el mejor, dado que han tenido que compaginar diferentes tareas (profesionales y de cuidados).

El hecho de que no haya suficientes dispositivos en los hogares, o que aquellos no sean los mejores para seguir las «clases» o hacer las tareas que se encomiendan, es una de las cuestiones que todas las administraciones educativas se han desvivido por anunciar que solucionarán, con más o menos inversiones en equipamientos o trabajos para mejorar las plataformas de aprendizajes.

Pero el estudio de Atlántida desvela que no es solo una cuestión material, de infraestructura. La falta de costumbre o de aprendizaje a la hora de trasladar la enseñanza a un entorno de virtualidad o distancia, tiene un impacto mayor. Tanto a docentes como a familias (y a alumnado), le falta formación en el uso de estas herramientas, en la creación de espacios que pudieran ser homologables a un aula.

Con todo esto, los investigadores señalaron que «el aprendizaje de todos los estudiantes se han visto fuertemente afectado por el cierre de centros y el confinamiento; en una tercera parte de los casos, la perdida de aprendizaje podría haber sido severa».
A vueltas con el currículo

Desde hace años son muchas las voces que defienden la necesidad de una simplificación del currículo, que lo haga menos académicista y más centrado en las competencias. Parece que esta es una de las apuestas más importantes del Ministerio de Educación de cara al próximo curso.

La posibilidad de hacer agrupaciones de materias así como la intención de revisar los contenidos curriculares está sobre la mesa. Según la investigación de Atlántida, de entre los docentes que contestaron a la encuesta, aquellos que trabajan con la mirada más pendiente de las competencias clave (básicas, hace algún tiempo) valora positivamente el trabajo que ellos mismos, los centros y las familias han venido trabajando. Todo lo contrario de quienes han seguido manteniendo un modelo basado más en la memorización de los contenidos. Bien es cierto que desde el grupo investigador se tiene en cuenta que buena parte de quienes contestaron al cuestionario forman parte de centros educativos en la órbita del propio grupo Atlántida.

Hasta ahora se han conocido algunos de los planes de las comunidades autónomas de cara a la organización del inicio del próximo curso. El contraste en este sentido es mayúsculo. Por ejemplo, de la posibilidad brindada por la Comunidad Valenciana para reorganizar materias, grupos y docentes, frente a la Comunidad de Madrid que, más allá del uso obligatorio de la mascarilla (no hay ninguna intención de mantener el metro y medio de distancia en las aulas) no va a tomar ninguna clase de medida en relación a lo ocurrido estos meses atrás y a lo que prevén todos los expertos (un rebrote en los próximos meses).

Y en relación a esta disparidad de criterios que han venido desarrollando las comunidades autónomas en las últimas semanas, los firmantes del estudio ponen el acento en la necesidad de que se establezcan diferentes escenarios ante la posibilidad de nuevos cierres, parciales o totales, de las escuelas durante el otoño próximo.

No solo por una cuestión de evitar contagios, sino para frenar la pérdida de aprendizajes que las y los participantes señalan que ha ocurrido desde el mes de marzo pasado. Si no se desarrollan planes para las posibles contingencias futuras, difícilmente podrá actuarse de una manera más eficiente si vuelven los confinamientos en los territorios.
Recomendaciones

Nueve son las recomendaciones que el grupo de investigación pone sobre la mesa a la luz de los diferentes resultados que recogieron en su investigación. En algunos casos coinciden con lo que han estado haciendo las últimas semanas las diferentes administraciones educativas. En otros, es posible ver, precisamente, las dificultades que en no pocos momentos han sido patentes para llegar a acuerdos que den respuestas coordinadas para algunos de los problemas más importantes a los que tendrá que responder el sistema educativo en los próximos meses, si no años.
  1. Puesta en marcha, por parte de las administraciones (de la central a la local) de planes de apoyo frente a las brechas digital y sociocultural que se han identificado.
  2. Planes de asesoramiento relacionados con las brechas identificadas que puedan servir para docentes y familias a la hora de afrontar este verano y el inicio del próximo curso.
  3. Integrar en la práctica el modelo de tareas sociales en las que coinciden contenidos clave y procedimientos que facilitan un aprendizaje profundo para toda la vida.
  4. Flexibilizar el currículo, pero dando prioridad al aprendizaje competencial.
  5. Reorganizar los centros teniendo encuenta la posibilidad de tres modelos: presencial, a distancia y mixto.
  6. Reforzar el desarrollo profesional docente teniendo en cuenta las necesidades que se han ido identificando.
  7. Puesta en marcha del Centro de Desarrollo Curricular para vertebrar el currículo en todo el estado, con las aportaciones autonómicas. Sumar la posibilidad de un Instituto de Formación para las familias.
  8. Crear campañas de sensibilización sobre la importancia de la educación para evitar en lo posible un aumento del abandono y el fracaso escolar.
  9. Construir acuerdos mayoritarios para nuevas políticas educativas.

martes, 7 de julio de 2020

Francesco Tonucci: "Muchos intereses de mercado empujan al uso de ordenadores en la escuela. La pregunta es si son útiles" (Daniel Sánchez Caballero para ELDIARIO.ES)

ELDIARIO.ES publica esta entrevista



Francesco Tonucci, psicopedagogo, pensador y dibujante italiano, lleva toda su vida escuchando a los niños. Reuniéndose con ellos para preguntarles qué opinan de la Educación, de las clases, de sus ciudades. De estas conversaciones surgió el proyecto La Ciudad de los Niños, una iniciativa multidisciplinar que se convirtió en libro en 1996 y que ya es una referencia mundial en cuanto a cómo deberían ser las ciudades si pensaran un poco más en los pequeños que las habitan. Entre las iniciativas más reconocidas de La Ciudad de los Niños están los caminos escolares, corredores seguros en las ciudades para que los niños vayan andando al colegio, actividad que, defiende Tonucci, solo tiene ventajas: autonomía para los pequeños, ejercicio y menos contaminación en los entornos escolares.


De estos meses de confinamiento, Tonucci cree que los más pequeños no han sufrido tanto como algunos podrían pensar y lamenta que la escuela, en general, haya tratado de replicar su actividad habitual en los hogares casi como si nada hubiera pasado. Opina que esta crisis, como todas, ofrece una buena oportunidad para cambiar las cosas de la escuela que no funcionan. "Si muchos estudiantes van a la escuela sin querer ir, se aburren, aprenden poco, y además los docentes están entre los trabajadores con más enfermedades profesionales, algo estamos haciendo mal".

¿Cómo han pasado los pequeños el confinamiento?

Hay mucha alarma, pero creo que estas preocupaciones son exageradas. Diría que sufrieron más los adolescentes. Los más pequeños, en Primaria, tuvieron que renunciar a cosas para ellos muy importantes; lo que más salió en nuestras encuestas fue la falta de amigos. Creo que los niños vivieron el confinamiento bastante bien, porque lo vivieron en su casa y con la presencia de sus padres, y eso ha sido un regalo. Tanto tiempo en casa y muchas veces haciendo cosas juntos... Eso se lleva bien. Otra cosa son los niños hijos únicos se han quedado solos con sus padres, mientras que los que tienen hermanos han podido compartir la experiencia, y eso es distinto. Creo que en general no van a sufrir mucho. Me preguntan a menudo cómo van a pasar los niños este trauma, como si hubieran vivido una guerra. Hay situaciones distintas, algunas límites con mala relación con los padres o episodios de violencia, pero esto no depende de la coyuntura tampoco, ya existía. Los niños tendrán una capacidad de recuperación mucho más alta que nosotros.

Ya que ha mencionado a los padres y su estancia con los hijos, ¿estaban preparados para esto? ¿Para tener que atender a sus hijos, ayudarles con la escuela, tenerlos en casa todo el día?

Claro que no. Todos hemos aprendido cosas. Pero creo que la que ha hecho un esfuerzo menor ha sido la escuela. Los colegios cerraron y ya. Todo el mundo ha cambiado su manera de actuar, pero la escuela ha intentado hacer lo mismo. No ha sabido ver que ha cambiado el mundo, al menos durante un tiempo. La escuela ha intentado, al menos la experiencia italiana, decir que no pasa nada y que vamos para delante como antes. El lema del Ministerio de Educación italiano fue "la escuela no para". Creo que es grave. La escuela tenía que parar y reflexionar, darse cuenta de lo que estaba pasando. No tiene sentido que mientras el mundo sufre la tragedia que hemos vivido, la escuela siguiera con los fenicios, sumar, restar y pidiendo deberes. Nosotros lo primero que hicimos cuando empezó esto fue hablar con los niños. Todo el mundo se ha preocupado por los niños hablando con expertos, pidiendo a psicólogos consejos para padres, a los maestros. Pero nadie pensó en preguntar a los niños qué les pasaba, cómo lo estaban viviendo y qué proponían. Fue lo primero que hicimos con las ciudades de nuestra red, principalmente en Italia, España y Latinoamérica, pidiendo que se convocaran los consejos de niños de forma virtual. Se hizo, y con frecuencia, porque a los niños les gusta participar y expresar su punto de vista. Salieron cosas muy claras.

Como por ejemplo...

Tres cosas, principalmente. Hablamos de niños de 8 a 11 años. Y dijeron lo mismo en todos los países: que extrañaban a los amigos, que estaban bien con sus padres y que estaban hartos de deberes y cansados de seguir clases en pantallas. Era muy evidente: la educación a distancia suspendió, no pasó el filtro de sus usuarios. También ha ocurrido con los adolescentes. Era complicado hacer esto durante muchas horas. Pensando en septiembre, muchas escuelas proponen seguir con la enseñanza a distancia, pero no es plausible. A partir de estos tres elementos se podían pensar cosas más interesantes. Nosotros proponíamos hacer de la casa un laboratorio para la escuela. Que la escuela aprovechara la presencia de los padres para pedirles ayuda y que las actividades domésticas fueran los nuevos deberes. Se podía buscar la matemática de la cocina, la lengua de las recetas, la lectura colectiva en casa como un teatro, mirar fotos para reconstruir la historia personal de los niños. Creo que esto es un elemento interesante que podía haber valido para la cuarentena, pero también puede servir para la vuelta.

¿Cree que la escuela necesita cambiar globalmente o nos sirve esperar a que haya una vuelta a algún tipo de normalidad y volver a lo de antes?

Depende de cómo nosotros vemos la escuela que hemos dejado en marzo. Si pensamos que era adecuada a las necesidades de nuestra sociedad es correcto pensar en volver a lo de antes. Pero yo estos días pongo el ejemplo de una fábrica de coches. Si produce bien y ha tenido que parar por la pandemia, ahora está aguantando por necesidad para volver a producir como antes. No sé si la escuela puede decir lo mismo. Desde mi punto de vista, no funciona porque no responde a las necesidades sociales. Nuestros países tienen constituciones que afirman que los ciudadanos son iguales. Pero después de decir que son iguales, los constituyentes se dieron cuenta de que no es verdad. Por tanto, afirmar que sí lo son es un compromiso, no una realidad, y la escuela es un elemento fundamental para corregir lo que el nacimiento no garantiza. Pero las investigaciones que hemos hecho dicen que la escuela es un agente de diferenciación y no de igualdad. Los últimos se quedan últimos y los mejores siguen siéndolo.

En Italia salió una encuesta esta pandemia que dice que el 30% de los jóvenes son analfabetos funcionales. Imagina que Seat produce un 30% de coches que no andan. ¿Podría decir que está deseando volver a su producción habitual? No. Debería cerrar. Si pensamos que muchos estudiantes van a la escuela sin querer, se aburren y aprenden poco, y le sumas que los maestros es una de las profesiones con más enfermedades profesionales, algo estamos haciendo mal. Como decía, parte de la sociedad que cree que debería cambiar, pero les genera dudas porque cambiar cuesta. Los mismos directores, inspectores, hasta los ministros, parece que están en la parte de los que se quedan. Los que tienen ganas de experimentar algo nuevo, de moverse, tienen un momento favorable para hacerlo. Las crisis permiten experimentos. Aclaro: una persona individual siempre ha podido hacerlo. Los buenos maestros siempre lo son. Con este planteamiento espero que un grupo de personas, de escuelas esté dispuesto a ponerse alrededor de una mesa y ver qué se puede hacer. Creo que sería interesante que en la reapertura se juntaran en una mesa cuatro protagonistas: la ciudad, la escuela, la familia y los alumnos para buscar un nuevo pacto educativo. No va a funcionar si viene desde arriba.

Incluye a las ciudades en esta mesa, una de sus especialidades. ¿Qué rol tendrían en relación a la escuela?

Creo que una de las propuestas en las que hay que avanzar es que la escuela no se haga solo dentro de la escuela. Pero no porque necesite espacio, lo interesante sería que la ciudad invitara a las entidades públicas o privadas a ofrecer experiencias nuevas. Puede ser una granja, un teatro, una industria. Hay que pensar experiencias significativas. Cuando en Italia apareció el tiempo pieno, ocho horas en la escuela, que nació en Turín, una ciudad obrera, los maestros buscaron qué hacer para no tener a los chicos ocho horas sentados. Se pensó en la ciudad, que les ofreciera cosas, y las clases incluían cosas muy diversas. Por ejemplo, los panaderos invitaban a los niños a hacer pan, y los niños iban a clase con el pan hecho por ellos. Es una experiencia pequeña, sencilla, pero interesante para los niños. Y luego la escuela podía empezar a trabajar desde ahí, con el pan, el trigo, lo que sea.

La segunda idea de lo que la ciudad puede ofrecer a la escuela es que las calles que rodean a un centro sean competencia de la escuela. Que la escuela pueda utilizar como un espacio reservado las calles que la rodean, que se pueda utilizar este espacio como gimnasio, para ciertas clases... También está el medio ambiente. Hace seis meses el tema principal era el cambio climático, parece que nos hemos olvidado. Me parece básico pensar que haya una zona de respeto alrededor de las escuelas sin tráfico, menos contaminadas y sin ruido. La otra cuestión que propongo es que los niños vayan a la escuela andando por su cuenta. Se limita así el número de gente que se desplaza y se asegura la distancia.

En España están empezando a presentar los planes para septiembre. No parece que haya mucha gente pensando en cambiar las cosas, la preocupación máxima es dónde van a meter al alumnado.la preocupación máxima es dónde van a meter al alumnado

Porque la lógica que se sigue es que no vemos el momento de volver a lo de antes. No hay una conciencia de que no funcionaba. Muchos temas deberían pasar una revisión crítica. Si la escuela pierde un 30% del alumnado no está funcionando. Debemos aprovechar para pensar que la escuela puede ser distinta. Por ejemplo, me llamó un consejero de una comunidad autónoma de España. Me preguntaba qué podía hacer él para favorecer el cambio. Le dije que se pusiera del lado de los que cambian, en vez de enfrente. Hay maestros que aprovechan estas situaciones para proponer cambios. Se van a encontrar en contra a colegas, directores e inspectores. Es importante que quien tiene poder lo utilice para favorecer el cambio, no para impedirlo. Aunque insisto en que los buenos maestros siempre lo han hecho.

Con la enseñanza a distancia, una de las medidas que se está tomando es tratar de dotar de equipamiento tecnológico a todos los niños. ¿Le da miedo que se aproveche ya que están para utilizarlos más de manera habitual?

Creo que hay muchos intereses de mercado que empujan en esta dirección. Para los que producen ordenadores y tabletas la escuela es un mercado impresionante. Si alguien decide que todos los niños deben tener un dispositivo, son millones de ellos [en España hay más de 8 millones de escolares]. La pregunta es si es útil. Creo que tener conexiones e instrumentos lo es, el asunto es que cuando los ponemos en la educación tenemos que tener cuidado y no pensar que esto es la solución. Es un instrumento. Poderoso, importante, pero como siempre ocurre con las herramientas depende de la mano que los utiliza.

Además, la enseñanza a distancia ha mostrado de nuevo las diferencias entre alumnos. Los hay dotados, con instrumentos y conexiones, y otros sin. A la gente le preocupa mucho lo que hayan podido perder los alumnos en este tiempo. Yo lo que propongo a la escuela es el pensamiento contrario. Que piensen qué han ganado los alumnos en estos meses y trabajar sobre ello.

Creo que todos han ganado cosas importantes para la vida. A nivel de carácter, de emociones, de autonomía, de aprendizajes concretos también. Han aprendido a hacer cosas que no habían hecho antes, creo que sería interesante trabajar sobre esto a la vuelta. Qué han aprendido, qué no, qué ha pasado, qué ha salido bien, qué no. Es importante de cara al futuro, también por si pasa otra vez. Más importante que equiparse, sea a nivel de tecnología o de conocimientos.