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martes, 16 de julio de 2019

Bibliotecas escolares, por favor (Guadalupe Jover para EL DIARIO DE LA EDUCACIÓN)

Reproducimos este artículo de Guadalupe Jover publicado en ELDIARIODELAEDUCACION.COM

Urge hacer ver la necesidad de una pieza -pilar y nudo- que no aparece hoy por hoy en el imaginario pedagógico ni de gran parte de la comunidad educativa ni de los responsables políticos.




No. La biblioteca escolar no puede ser sin más ese espacio luminoso y cálido en que se recibe a las familias a principio de curso. (Antes o después habrán de saber, además, que el espacio que habitan sus hijos e hijas de lunes a viernes y de septiembre a junio se parece más una celda -desnudas las paredes, arracimados los cuerpos-, que esa estancia al menos amplia y confortable. Urge también un cambio en la arquitectura de los centros).

No. La biblioteca escolar no puede ser sin más ese expositor, ese mural, ese panel en que se visibilizan las nuevas adquisiciones, las mujeres escritoras o las lenguas del instituto. (O esos libros se leen y se comentan y se discuten; o esa visibilización femenina se hace extensiva a todas las áreas del currículo en el marco de una decidida apuesta coeducativa que impregne cada rincón y cada gesto; o ese panel se traduce en una incorporación al proyecto lingüístico del centro de las lenguas de nuestro alumnado… o todo será tan solo humo y merchandising).


No. La biblioteca escolar no puede ser sin más la celebración del Día del Libro -o el 30 de enero o el 8 de marzo- o la visita de tal o cual escritor. (Porque el proyecto educativo de centro no está en las fotos que se suben a las redes sociales ni en las chapas que se pegan a la fachada del instituto, sino en la cara oculta del iceberg).

No soy bibliotecaria. Sé, sin embargo, lo que les debo a las bibliotecas (como estudiante antaño, como lectora hoy, como madre siempre). Y sé, como docente, que las bibliotecas escolares resultan imprescindibles para la equidad educativa y para llevar adelante un proyecto educativo que no sea un patchworkde iniciativas aisladas. Otra gente podría explicarlo mucho mejor que yo. Pero urge que multipliquemos nuestras voces para hacer ver la necesidad de una pieza -pilar y nudo- que no aparece hoy por hoy en el imaginario pedagógico ni de gran parte de la comunidad educativa ni de los responsables políticos.


Empezaré desde el principio. Durante muchos años, algunos de los cometidos tradicionalmente encomendados a la escuela parecían exclusivamente asignados al profesorado de lenguas: la enseñanza de la lectura -que en nuestra ingenuidad, nuestra ignorancia más bien, creíamos que era cosa de los primeros años de primaria, cuando lo cierto es que a leer nunca terminamos de aprender y nunca deberíamos terminar de enseñar-; la educación literaria -entendida no solo como transmisión de un patrimonio, sino también como fomento del hábito lector y desarrollo de las habilidades de interpretación- ; y la alfabetización informacional y mediática -proporcionar estrategias de búsqueda, selección y evaluación de información procedente de diferentes fuentes para integrarla de manera ética en un proyecto propio, o de lectura crítica de los mensajes de los medios de comunicación e hipertextos de internet, entre otras cosas-.

Pronto nos dimos cuenta de que solos no íbamos a ningún lado. ¿De qué servía que, en el mejor de los casos, el Departamento de Lengua y Literatura hiciera un esfuerzo por coordinar sus lecturas y buscara el diseño de itinerarios de progreso, si paralelamente el profesorado de otras áreas “mandaba leer” otros textos al margen de cualquier plan consensuado, gradual y complementario en sus propuestas? ¿De qué servían las “listas de libros” si muchos estudiantes no podían hacerse con un ejemplar del título prescrito? ¿De qué servía limitarse a un número de lecturas obligatorias por curso y área, si todo ello se revelaba inútil en el afán de fomentar los hábitos lectores, especialmente de aquellos que no nacieron en hogares rodeados de libros? Eran los años 90 del siglo pasado: muchos centros -algunos centros- se afanaron en recuperar unos espacios reducidos a su condición de almacén para hacerlos hospitalarios y fértiles.

Llegó luego PISA y, a su abrigo, multitud de investigaciones en torno a los procesos lectores: aprendimos entonces que leer no es acceder al significado encerrado en un texto, sino construir su sentido en un diálogo entre textos y lectores en los que el contexto -el propósito de la lectura, por ejemplo- tiene también un papel fundamental.


Aprendimos que saber leer significa saber leer textos diferentes (en sus temas, estructuras, soportes, intenciones, etc.), de ámbitos diversos, y hacerlo además con espíritu crítico desde una perspectiva sociocultural. Y aprendimos también a precisar qué tipo de obstáculos se interponen en nuestra comprensión cabal de un texto, y cómo es ya posible afinar en el diagnóstico e intervenir de manera adecuada entre textos y aprendices. Comprendimos que el desarrollo de estrategias de lectura reclamaba la concurrencia del profesorado de todas las áreas, y que necesitábamos una sólida formación compartida de la que hasta el momento carecíamos.

Llegó luego, en fin, todo lo demás. Fue primero el énfasis en cuanto tiene que ver con la alfabetización informacional y mediática. El aprendizaje por proyectos -al fin legitimado socialmente y espoleado como señuelo en el mercado educativo- reclamaba un cuidadoso acompañamiento en las tareas de investigación. La irrupción del ecosistema digital nos obligaba a ir más allá del entorno audiovisual para llegar a las nuevas formas de comunicar y (des)informar a través de la red… y todo ello requería aprendizajes específicos. Si no queríamos que quienes pudieran volar fueran solo quienes ya venían con las alas de casa, tendríamos que arremangarnos.


Se produjo entonces una enorme fractura: a un lado, aquellos centros -aquellos territorios- en que hubo una decidida voluntad política y pedagógica de transformar las viejas bibliotecas escolares en centros de recursos para la enseñanza y aprendizaje, de ampliar sus fronteras desde el puro espacio físico a espacio medular en el proyecto educativo de centro, y de proporcionar formación y recursos. De otro, aquellos centros -aquellos territorios- en que la administración educativa se desentendió de las bibliotecas escolares y las dejó, literalmente, morir.

Pongamos nombres propios. Probablemente no haya un proyecto de innovación educativa más sólido, más inclusivo, más extendido en el espacio y más sostenido en el tiempo que el impulsado por las bibliotecas escolares de Galicia. Son centenares los colegios e institutos con equipos responsables de biblioteca que trabajan en red, se forman conjuntamente y cuentan con magníficos foros en que intercambiar experiencias. Hora de lectura, leer en común, radio en la biblio, taller de podcasts, clubes de lectura, proyectos de investigación, maletas viajeras… Algo tendrá que ver sin duda toda esta labor con el hecho de que sea Galicia la comunidad autónoma en la que menos impacto tiene el origen socioeconómico del alumnado a la hora de predecir su resultado educativo.


En el otro polo, aquellas comunidades que se han desentendido secularmente de las bibliotecas escolares. Son, algunas de ellas, las regiones con mayor segregación escolar de toda Europa, y en las que más pesa el contexto socioeconómico del alumnado en el rendimiento escolar. Son, también, aquellas que alientan los fuegos de artificio: envoltorios y reclamos que tratan de hacerse con el favor del cliente -“libertad de elección” lo llaman- y una nueva placa en la fachada del centro. Lejos del funcionamiento colegiado y democrático, lo que se impone es el mandato vertical… o el individualismo absoluto.

Cuando decimos que la biblioteca escolar debiera ser el centro neurálgico de la escuela es porque no se nos ocurre otra instancia que pueda hacer frente, de manera colectiva y rigurosa, a los múltiples desafíos a los que hoy en día ha de dar respuesta la escuela: desde la compensación de desigualdades a la cohesión de la comunidad educativa, desde el llamado “éxito escolar” a la conformación de una sociedad culta, comprometida y democrática.


“No necesitamos planes, necesitamos leyes”. Las palabras son de Clara Budnick, una de las mayores expertas mundiales en bibliotecas. Las pronunció en el marco del encuentro Leer Iberoamérica Lee celebrado hace unos días en Madrid y me llegaron -me golpearon- a través del twitter de Cristina Novoa, responsable y artífice, junto a un sólido equipo, de la red de bibliotecas escolares de Galicia. “No queremos ya más `experiencias´: necesitamos protocolos de actuación”. La exigencia es ahora de Pepe García Guerrero, impulsor de la red de bibliotecas escolares de Málaga entre los años 2000 y 2015, y fueron pronunciadas hace ya más de una década. Ojalá el próximo equipo ministerial tome buena nota.

Si de verdad queremos conseguir todos aquellos objetivos que adornan los preámbulos legislativos necesitamos bibliotecas escolares. Y si queremos bibliotecas escolares necesitamos formación y recursos. Una formación que llegue adonde no llegó nuestra formación inicial y que sea compartida por equipos directivos y claustros docentes. Y necesitamos también unos recursos que se traduzcan en presupuestos y en tiempos. Sin tiempos compartidos para la biblioteca escolar los centros escolares seguirán siendo racimos de burbujas en permanente agitación pero incapaces de fundirse en un proyecto común.

Guadalupe Jover es profesora de Educación Secundaria

lunes, 25 de septiembre de 2017

martes, 26 de agosto de 2014

El Gobierno impone un canon a las bibliotecas municipales por el préstamo (¿alquiler?) de libros

EL PAÍS.COM: Bibliotecarios e IU lanzan campañas contra el canon por el préstamo de libros


Además de hacer malabares con un presupuesto ajustado por la crisis para mantener sus estanterías actualizadas, las bibliotecas públicas tendrán también que pagar por prestar libros. El canon, aprobado por el Gobierno central, sigue sumando detractores. IU anunció ayer una campaña de recogida de firmas y presentación de mociones en los Ayuntamientos de la región contra la medida, que obliga a las bibliotecas públicas a compensar a los autores por el préstamo de sus obras. La asociación que agrupa a los bibliotecarios de Madrid y ANABAD, la federación nacional de bibliotecarios, también la rechazan.
El gravamen, en vigor desde el pasado 2 de agosto, afecta a las bibliotecas públicas en los municipios de más de 5.000 habitantes, casi la mitad de los que hay en la región. IU asegura que perjudica, sobre todo, a las que dependen de los Ayuntamientos. "Puede poner en peligro su sostenibilidad", advierte Jesús Saiz, coordinador de IU en Parla, el grupo impulsor de la campaña, que la federación del partido en Madrid va a hacer extensiva al resto de municipios de la Comunidad.
"Ya no será préstamo, sino alquiler. Como un videoclub, pero con libros", apunta José Alberto Albarracín, presidente de la Asociación Profesional de Archiveros, Bibliotecarios y Documentalistas de Madrid. El canon se calcula según el número de libros prestados en un año y la cantidad de usuarios activos. Su objetivo es, dice la norma, "remunerar" a los autores por el préstamo de sus obras, por lo que no tiene en cuenta la consulta in situ de ejemplares o el intercambio de libros entre bibliotecas. Afecta también a museos, hemerotecas o filmotecas, siempre que sean públicos, aunque deja fuera a los centros docentes. La norma, exigencia de la UE, no aclara quién recibirá el dinero, sino que solo hace referencia a una entidad de gestión de los derechos de autor, como la SGAE en el mundo de la música."Sería más adecuado utilizar un mecanismo sujeto a un mayor control público", critica Saiz.
El Ministerio de Cultura aseguró en un comunicado que "en ningún caso" el canon afectaba a los usuarios, pues son los titulares de cada biblioteca quienes tienen la obligación de pagarlo. Pero los detractores de la norma afirman que, con los presupuestos mermados por la crisis, el canon puede ser el toque de gracia para las bibliotecas, especialmente las municipales, que representan el 96% de la red, según IU. "Se deteriora el servicio y se dificulta el acceso a la cultura de aquellos con menos poder adquisitivo que, para leer un libro, solo tienen la opción de las bibliotecas", señala Saiz.
"Casi no hay dinero para reponer libros o comprar nuevos títulos. Además, dudo de la compensación que se pueda hacer a los autores porque muchas veces las bibliotecas funcionan como una fuente gratuita de promoción", señala Albarracín. Su asociación publicará en los próximos días un comunicado de rechazo. Existe además la plataforma No al préstamo de pago, puesta en marcha por la marea amarilla, que defiende las bibliotecas públicas.

jueves, 14 de agosto de 2014

Las bibliotecas pagarán por el préstamos de libros

Las entidades de gestión cobrarán de las bibliotecas incluso si los libros que prestan no tienen derechos de autor

La Marea

El BOE recoge hoy [por ayer] el Real Decreto que desarrolla el derecho de remuneración a los autores por los préstamos de sus obras realizados en determinados establecimientos accesibles al público. Bajo este largo título se esconde una modificación del importe que las entidades de gestión de derechos reciben por el préstamo de libros en bibliotecas y similares y, en paralelo, se cumple una obligación legal que llega con seis años de retraso. 
  De hecho, la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI) de 2007 ya establecía que las bibliotecas debían pagar a los autores por el préstamo de sus libros a través de las entidades de gestión y daba un plazo de un año para aprobar un decreto que desarrollara el cálculo de esos pagos. Ese decreto ha llegado hoy y entra en vigor mañana sábado, siete años después. 

Hasta ahora, tal y como establece la LPI, los autores debían recibir 0,2 euros por cada ejemplar de sus libros dispuesto para el préstamo. El nuevo cálculo que marca el decreto publicado hoy en el BOE establece dos tipos de remuneración, que se suman: por obra (las entidades de gestión cobrarán 0,004 euros por el número de obras objeto de préstamo con derechos de autor) y por usuario (0,05 euros por cada usuario inscrito que haya hecho uso efectivo del servicio de préstamo durante un año).

En el caso del canon por usuario, que se empezará a aplicar a partir de mañana sábado, se añadirá al cálculo a todas aquellas personas que se hayan llevado libros a casa, incluso cuando se trate de obras no protegidas por derechos de autor. Imaginemos, por poner un ejemplo, una biblioteca que, además de contar con algunos libros con derechos de autor, está especializada en literatura del Siglo de Oro (cuyas obras forman parte del dominio público y, por lo tanto, no tienen derechos de autor). Siguiendo la redacción de este real decreto, aunque los usuarios se hayan llevado a casa exclusivamente obras de Quevedo o Lope de Vega, el centro tendrá que pagar cinco céntimos por cada uno de ellos a las entidades de gestión de derechos. 

El pago por obra, cuyo cálculo podría ser más complicado para los centros, no se aplicará hasta enero de 2016. Hasta entonces, esa cuantía se calculará multiplicando 0,16 euros por el número de obras adquiridas cada año para préstamo, sin aclarar si se incluirán todas o sólo las que tengan derechos de autor. 

La norma, como ya pasaba en la vigente reforma de la LPI, establece algunas excepciones: bibliotecas en municipios de menos de 5.000 habitantes, aquellas situadas en las instituciones docentes integradas en el sistema educativo español, préstamos para discapacitados. La consulta in situ de las obras no generará pago de derechos. 

Las nuevas cuantías se pagarán de forma anual durante los primeros seis meses del año siguiente y las entidades de gestión de derechos deberán repartir a cada autor lo que le corresponda, bajo un criterio que deberá ser “objetivo, proporcional y de público conocimiento”. 

[Artículo publicado originalmente en El BOE nuestro de cada día]
Fuente: http://www.lamarea.com/2014/08/01/las-entidades-de-gestion-cobraran-de-las-bibliotecas-incluso-si-los-libros-que-se-prestan-tienen-derechos-de-autor/
  • @JulianMarquina ha tuiteado el enlace a este artículo publicado en julianmarquina.es: 

Y el día llegó… el día en que las bibliotecas pagarán por el préstamo

El préstamo de pago llega a las bibliotecas… pero no pienses mal ni pienses que las bibliotecas se han convertido en un videoclub donde alquilas los libros que te llevas a casa. No, no pienses eso. El dinero lo pagarán las bibliotecas (si, con dinero de los ciudadanos) a entidades de gestión de derechos de autor para que llegue a los autores de las obras (obras protegidas por derechos de autor).

Ahora bien, si pensabas que con el tema del Canon AEDE (o Tasa Google) el Gobierno se había quedado a gusto estás muy equivocado. Aprovechando el tirón de recaudar dinero de causas que para el resto de las personas no tiene ningún sentido (no daremos ideas de cobrar el metro cúbico de oxígeno) ha aprobado y publicado hoy, día 1 de agosto, el Real Decreto 624/2014, de 18 de julio, por el que se desarrolla el derecho de remuneración a los autores por los préstamos de sus obras realizados en determinados establecimientos accesibles al público.

Pantallazo Real Decreto 624/2014 

 Lee el artículo completo en julianmarquina.es

viernes, 20 de junio de 2014

Firma para exigir que Botella cumpla el compromiso de Gallardon de construir una Biblioteca pública municipal en el Barrio de San Fermín

Marisa () nos envía esta propuesta:







San Fermín está situado en la zona sur de Madrid, con una población de casi 25 000 habitantes –somos el segundo barrio más poblado del Distrito-, encerrado entre carreteras e históricamente sin oferta de servicios culturales para su población. Además, es un barrio muy castigado por la crisis, el desempleo, los problemas de vivienda, la falta de protección social y de servicios,lo que está produciendo graves problemas de empobrecimiento.

Desde 1994, un grupo de personas voluntarias hicimos nuestro el Proyecto de crear un Aula de “Biblioteca Vecinal”, promovida por la Asociación Vecinal de San Fermín, poniendo nuestro granito de arena para intentar paliar la falta de un recurso cultural-educativo vital, como es una biblioteca. Porque estamos convencidos de que nuestros barrios necesitan Pan, Trabajo y Cultura. Y así, año tras año hemos venido viendo cómo van aumentando los usuarios, la demanda de libros y de sala para estudio de jóvenes y adultos de San Fermín y también de otros barrios.

En el año 2008, tras muchos años peleando por conseguirlo, el entonces Alcalde de Madrid, D. Alberto Ruiz-Gallardón, firmó la construcción de una Biblioteca pública municipal en San Fermín, dentro del Plan de Inversiones para el equilibrio de los Distritos, en concreto del Distrito de Usera.

“Sin cultura no avanzamos y San Fermín quiere avanzar”. Así está recogido en uno de los dos libros entregados al Alcalde de Madrid, en 2008, en los que quedaron plasmados los dibujos, los lemas, las dedicatorias y peticiones que hicieron los niños, niñas, jóvenes y adultos de nuestro Barrio y que titulamos “Los artistas de San Fermín”, que se encuentran custodiados en la Junta Municipal de nuestro Distrito para ser los dos primeros libros a registrar en la Biblioteca pública municipal a construir.

Creemos que es urgente y necesaria la construcción de la Biblioteca pública municipal en San Fermín, porque invertir en las personas, en la cultura, es una inversión en el presente y para el futuro de los ciudadanos y de nuestro país y así se daría la adecuada respuesta a esta demanda que, evidentemente redundaría en la convivencia vecinal y en el desarrollo democrático de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro Barrio.

Es por todo ello por lo que estamos solicitando se cumpla el compromiso firmado el 1 de octubre de 2008 iniciándose ya el procedimiento para llevar a cabo su construcción, destinando en los presupuestos municipales para 2015 las partidas necesarias.

LA BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL DE SAN FERMÍN:

¿LA PROMESA DE NUNCA JAMÁS?

Firma la petición de patricia