martes, 24 de julio de 2018

Valcarce Avello (Manuel Menor)


Mercedes Valcarce Avello: maestra de maestros

Esta historia de vida, escrita por Julia Varela, fortalece el valor social de las y los docentes que abren caminos a otros pese a las dificultades.

Entre los objetivos de un Centro Documental de la Memoria Educativa, a que se aludía en una columna anterior que debiera desarrollarse en nuestro país, no estarían de más las historias de vida de múltiples docentes y profesionales cuyas maneras de afrontar los retos diarios de las aulas han sido -o son todavía- un referente para otros y otras. La ausencia de contextualización de los acontecimientos en que se han gestado las políticas educativas solo conduce a la banalización despersonalizadora que sigue a la contemplación turistificada del pasado que las ha condicionado.

La dolorosa quiebra que supuso la Guerra civil hizo que modelos de enseñantes de la etapa liberal anterior quedaran sepultados durante muchos años. Y también trajo consigo que personas que, después, supieron orientar el mejor desarrollo posible de su alumnado quedaran ocultas u oscurecidas bajo la gris uniformidad que impuso el régimen. Incluso después de los años setenta, cuando los movimientos asociativos hacia una alternativa de escuela democrática empezaron a fructificar, en muchas partes del sistema esas dos corrientes han sido  extrañas entre sí. Pasados casi cuarenta años de la Constitución del 78, es llegado el momento en que convivan y se enriquezcan mutuamente. Ayudaría a construir un sólido relato acerca de lo que merece la pena en una enseñanza democrática de todos para todos. Su conocimiento fortalecería su valor social.

Una buena contribución a esa memoria es la que acaba de hacer Julia Varela con su último libro: Mercedes Valcarce Avello: Maestra de maestros (Madrid:  Morata, 2018). La socióloga gallega rinde aquí un pequeño homenaje personal a una profesora cuya trayectoria y actividad docente –desde la preocupación por la Psicología infantil y el Psicoanálisis- se entrecruzó, desde los años sesenta, con la de otros profesionales reconocidos, como Justa Bejarano, Gimeno Sacristán, Juan Delval, Emilia Serra, Amparo Escrivá  o José Luis Linaza, entre otros.

En principio, el libro está planteado dentro de una de las líneas de investigación que la autora mantiene desde hace años: la genealogía como perspectiva sociológica y las mujeres como sujetos de encuentro y desencuentro con la historia cultural que les ha tocado. Si en 1997, se acercó, en la línea de Foucault y Norbert Elías, a los procesos de feminización de la mujer burguesa en Europa (Ediciones La Piqueta, nº 30), en 2011 su análisis se centró en las autobiografías de tres mujeres de la burguesía liberal española: María Teresa León, Zenobia Camprubí y Carmen Baroja (Morata) y, cinco años más tarde, a lo que le contaron de sus vidas once mujeres de la generación del 68 (Morata, 2016). A esta etapa histórica, y desde una panorámica social más compleja, ya le había prestado atención en las entrevistas a los  paisanos de la ruralidad cambiante gallega donde la autora nació (Soutelo Blanco, 2004). En este libro de ahora es la historia de vida de Mercedes Valcarce la que se muestra, aparentemente escrita por ella misma pero resultado también de una secuencia de entrevistas, que merece la pena leerse.

Papel mediador

Las justificaciones de las historias de vida como metodología analítica cualitativa son similares a las de la historia oral. Sus ventajas son capaces de limitar los inconvenientes si la experiencia, el rigor y lealtad del investigador salvan el relato resultante del cotilleo insignificante. Y si a la cercanía se une que fluye –como si hubiera sido escrito por el entrevistado- mejor que mejor. En la lectura de este, es mucho lo que se puede aprender acerca del papel mediador de algunas profesoras y profesores universitarios -en la grisura del franquismo- para mantener vivas entre el alumnado las inquietudes por aprender, investigar y desarrollar nuevos ámbitos de conocimiento en aspectos cruciales para la historia educativa española. También  sobre las dificultades para que fructificaran algunas buenas semillas que pudieron sembrar. Hacen falta más trabajos de este tipo, que nos ayuden a construir el camino del futuro. 

Manuel Menor Currás
Madrid, 22.07.2108

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