"Creo que es muy difícil que
alguna vez tods coincidamos en todo de forma perfecta, pero me parece muy
probable que en este momento muchísims coincidamos en lo básico: La crisis no
la hemos causado nostrs, pero sí la estamos pagando. Hay cada vez más gente en
nuestros barrios y pueblos que está padeciendo situaciones desesperadas
mientras que los más pudientes siguen manteniendo intactos sus privilegios. Están
aprovechando la crisis para derribar el estado de bienestar, recortando
derechos sociales adquiridos con mucho esfuerzo, y desmantelando los servicios
públicos (sanidad y educación especialmente) para hacer negocio con ellos. Y
todo esto sucede ante la aparente indiferencia o resignación de millones de
damnificads de este país. Somos ls perjudicads y sería absurdo que nos
sometiéramos sin más al triunfo de lo injusto.
Hay quien dice que no es momento
de faltar al trabajo, que hay otras medidas de protesta que se podrían tomar, que
no se lo puede permitir ahora con la que está cayendo, que no va a servir para
nada, que las organizaciones sindicales esperan sacar algún rédito… Yo creo que
nunca va a llegar ocasión más propicia ni más urgente para que la ciudadanía en
pleno deje lo que está haciendo y declare ante ls que manejan este tinglado que
no está dispuesta a tolerar que se sigan haciendo las cosas así de mal.
Desde luego una jornada de huelga
desconectada de otras medidas que se tomen en el futuro no va a producir ningún
cambio significativo. Pero si el miércoles esto sale bien, incluso si alguien
intenta sacar algún beneficio con ello (un partido político o una organización
sindical, por ejemplo), no será más que una gota de miseria en un océano de
indignación. Dar un mensaje de oposición clara y contundente es lo único
importante ahora mismo. No está bien. No me gusta. No pueden obligarme a
aceptarlo. ¡No me da la gana!
Puede que el 14 las cosas salgan
mal y que la huelga tenga un seguimiento mediocre y puede que al día siguiente
sientan que están autorizads a continuar con sus políticas de empobrecimiento y
degradación. Pero que no sea porque yo no hice nada por oponerme y tratar de evitarlo.
Que venzan si no hay más remedio, pero que sea después de haber luchado.
Creen que tenemos poca energía
para enfrentarnos contra aquello que es, sin más, inaceptable. Creen que la
mayoría de la gente está demasiado desanimada como para ponerse en pié y
gritar. Creen que no somos suficientes. No podemos permitir que tengan razón. No
podemos permitírnoslo.
Imagínate que se parase realmente
el país. Que no pudieran siquiera inventar cifras absurdas de seguimiento, ante
la evidencia del disgusto de tods. Que les pudiéramos decir con toda claridad que
no vamos a tolerar más tropelías. Una sociedad que toma las riendas de su
futuro y es capaz de plantarse y declararse insumisa. Ese sí sería un país en
el que me gustaría vivir.
Soy profesor de secundaria y a
veces me he encontrado a compañers que me decían que no estaban en situación de
perder el sueldo de un día haciendo una huelga. Muchs de ells están ahora en el
paro y lo han perdido todo. Más les hubiera valido participar en aquellas
ocasiones en las que tuvieron la oportunidad de hacerlo. ¿Nos puede pasar lo
mismo a ls que todavía tenemos algo? ¿Se han acabado ya las medidas
antisociales que están tomando ls que dicen que nos gobiernan? Yo no lo creo.
Todavía tenemos muchísimo que perder. Este gobierno, y los anteriores, no
defienden realmente los intereses de las personas sino que están más preocupado
por apuntalar un sistema político y económico que beneficia sobre todo a uns
pocs. Es mejor que no esperemos a futuras convocatorias, que nos parezcan más
propicias, para elevar la voz. Este es un buen momento.
Nos vemos en las calles".
Juan Iribas.
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