La inquietud se está extendiendo por la comunidad educativa a la vista de las consecuencias que los recortes decididos por el Gobierno tendrán para la calidad de la enseñanza. Aunque se han presentado en forma de goteo, vistas en conjunto las medidas anunciadas por el ministro José Ignacio Wert no solo suponen un retroceso en términos de calidad, sino también en igualdad de oportunidades. Con una reducción del presupuesto para 2012 del 21,9%, la penuria está afectando gravemente a todo el sistema educativo, de la enseñanza primaria a la universidad. A ello hay que añadir que el ahorro adicional de 3.000 millones de euros impuesto por Wert a las autonomías se sumºa a unos recortes previos de otros 3.500 millones.
El ministro ha justificado los recortes como una oportunidad para mejorar la eficiencia sin afectar a la calidad, pero resulta muy poco creíble una pretensión de mejora que ni siquiera se acompaña de una memoria económica o un informe de desarrollo. En ningún momento ha demostrado cómo puede mejorar la calidad o la eficiencia un paquete que reduce las plantillas, aumenta la carga lectiva de los docentes y el número de alumnos por clase, elimina aulas y actividades de refuerzo y reduce la oferta de estudios en los institutos. Y eso en una red pública que tiene 320.000 alumnos más que hace dos años. Resulta difícil creer que estas medidas no agravarán las dos principales carencias del sistema educativo: el abandono prematuro de los estudios y los pobres resultados que los alumnos tienen en las pruebas de nivel. Ahora que la tasa de abandono escolar tras la etapa obligatoria se está reduciendo —ha caído cinco puntos en los últimos dos años—, los recortes no permitirán optimizar esta oportunidad. Pese a la reducción, el índice de abandono es todavía en España del 26%, cuando la media europea es del 14,4%.
El aplazamiento de la reforma de la Formación Profesional al curso 2014-2015 supone además un nuevo golpe a lo que se ha considerado el talón de Aquiles del sistema educativo. Una buena formación profesional es, en países como Alemania, la mejor herramienta de inserción laboral. En nuestro caso, estamos 10 puntos por debajo de lo que recomienda la Unión Europea. Así que tampoco aquí hay mejora, sino puro y duro recorte. Una pérdida de calidad en la educación pública afecta sin duda a la igualdad de oportunidades.
También en la universidad se reducirá la equidad. El aumento de tasas ha sido presentado como una medida necesaria para aumentar los ingresos en un momento en que la penuria económica ha colocado a las universidades al borde del colapso. Algunos rectores habían abogado por aumentar el precio de las matrículas, pero a condición de aumentar al mismo tiempo la dotación de becas. El ministro Wert ha subido las tasas hasta un 66% sin aumentar la partida de becas y endureciendo las condiciones para poder mantenerlas. De manera que el precio de la matrícula será ahora un nuevo obstáculo para los hijos de las familias con menos recursos.
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