Ya
de vuelta, la tozuda realidad sigue ahí
Todo
sigue más o menos como lo dejamos, en lenta decadencia, mientras crecen los
mecanismos y el vocerío de la distracción.
Volver de vacaciones casi siempre arrastra, como todo movimiento
significativo, una nostalgia utópica y un mirar realista hacia lo inmediato.
Con énfasis específico, la situación de cambio obliga a repensar, con el retrovisor puesto, las condiciones que cursa
el camino de la cotidianidad.
El movimiento inmóvil
La cuestión principal es qué echamos de menos. Nos fuimos en julio
con unas postales de verano, que siguen tintando el horizonte con malos
augurios, sin nada que auspicie placidez. De entrada, y a título de globalidad,
la vida humana parece haber perdido valor: la Tierra y sus cuidados importan
poco. Lo muestran los episodios repetidos de devastación en la Amazonía y en
África, territorios a los que estos días se mencionan como el pulmón de este Planeta
entre prioridades ajenas a su metástasis. Los datos disponibles, ignorados por el
respeto al ecosistema humano, muestran que desde 1950 los episodios de calor
extremo se han triplicado, mientras los de frío más duro se han reducido a la
mitad. En este período, la temperatura media ha aumentado más de dos grados
centígrados y crece aceleradamente. Y, por si fuera poco, la OMS (Organización Mundial de la Salud) ya advierte de la cantidad ingente
de personas –especialmente ancianos- que en los próximos años morirán
exclusivamente a causa de su exposición a temperaturas inconvenientes.
En similar escala global, en vez de pararse la pugna salvaje por
el dominio estratégico del Planeta, no han cesado de aumentar los ocupados en
desestabilizar las circunstancias que
favorezcan más su influencia. EEUU y China, si todavía no pelean al estilo
bélico tradicional, arruinan la vida de mucha más gente bloqueando la
normalidad económica en espacios significativos como Irán o Venezuela, además
de guerrear con los aranceles sin tino, creando problemas en todo el mundo,
incluida Europa. Un tablero en que algunas bazas dependerán de la posición definitiva de Inglaterra con su inminente Brexit a mediados de octubre. Pillados en medio, los españoles
observan cómo sus lideres políticos se entretienen en insólitas parsimonias acerca de si alcanzarán los acuerdos necesarios para la investidura de
Sánchez o en si la gobernabilidad se jugará de nuevo en otras elecciones.
El abuso de las palabras
En este intrincado panorama, nos haría falta un nuevo Sócrates que
evidenciara lo hueco de las palabras de muchos que nos han tocado en suerte.
Los sofistas siguen ahí y se crecen en las redes. Ajenos a si contribuyen a
desestabilizar cuanto se había ideado para mejorar la convivencia colectiva,
disminuir la necesidad o aumentar el desarrollo de lo justo y lo honesto,
favorecen la ignorancia y acrecientan la corrupción. Expectantes de retorno en
forma de voto o de aplauso peroran incesantes en los medios fidelizados, y su
previsibilidad en todo tipo de eventos no cesa de manosear la inteligencia del
oyente ni de adormecer a los más dispuestos.
El presente curso dará ocasión al hartazgo. En Ourense, por
ejemplo, Pérez Jácome ya es antológico como alcalde, no solo por contradictorio
con lo que decía antes de llegar al cargo, sino por las iniciativas que está tomando:
la sala de arte Ángel Valente, el Museo municipal, la “cultura”, las fiestas populares
o, como gran novedad, un proyecto de parque acuático termal. Decir y hacer
incoherencias para provecho de la obsesionante turistificación, mientras los
más jóvenes y prometedores abandonan la ciudad. Es toda una tradición, que incentivará
quien dice que con el PP de Baltar puede “influir”.
En Madrid –donde se notará más la falsa retórica-, el tinglado ha
vuelto a comenzar. Las fotos y palabras de Isabel Díaz-Ayuso en el Hospital del Guadarrama –inspirada por el ínclito Miguel Ángel Rodríguez y por Lasquetty- anticipan su disponibilidad
a repetir el estilo y tendencias ultraliberales anteriores. Por incoherencias que no quede: unos se aprestan a soportarlas y los
más afines a jalearlas con entusiasmo. Da rubor observar cómo algunos
medios han comentado las consignas vacías y los gestos estereotipados de la
nueva presidenta ocultando la creciente deficiencia de la sanidad pública que
ha propiciado la Consejería de Sanidad madrileña.
Y para abuso de las palabras, no es menor el que en estos días de
improbables coaliciones está sufriendo el concepto de “izquierdas”. Vicenc Navarro, buen conocedor de EEUU, lo ha puesto de manifiesto al referirse a
quienes votaron a Trump y probablemente volverán a hacerlo en 2020: mantiene
una altísima fidelidad del voto, incluso entre la “clase trabajadora”
descontenta con las políticas neoliberales del Partido Demócrata. En España, no
es imposible que vuelva con fuerza también esta inclinación, en la medida en
que se evidencie más el difícil entendimiento de los partidos denominados de
izquierdas. El empleo que se crea –ese mito al que se presenta excesiva
atención y poco análisis-, cada vez más precario, se uberiza crecientemente y
va camino de empobrecerse todavía más para la mayoría. Y el otro mito parejo, el
del “crecimiento económico” en cuanto a los grandes números, poca traducción
tiene en las medidas de empleo y contratación laboral. ¿Analiza alguien los
datos que miden la desesperación y desencanto, pobreza infantil y demás lacras
que no cesan de causar espanto a la hora del telediario? ¿Se toman decisiones
coherentes o nos columpiamos en los conformistas bizantinismos tertulianos?
El déficit educativo
Como antes de vacaciones, todo incide y se simboliza en el sistema
educativo. Y no parece sino que vayamos a repetir y reforzar situaciones que
nos son bien conocidas de cursos anteriores. Basten dos noticias para
confirmarlo. Por un lado, a escala mundial, la denuncia de ACNUR señalando que más de la mitad de los 7,1 millones de
niños refugiados en el mundo no van a la escuela. Si este es uno de tantos
signos de hipocresía respecto al supuesto cumplimiento de los Derechos Humanos
por parte de los países democráticos, en la Comunidad de Madrid no se andan con
remilgos. El organigrama de la Consejería de Educación crece en expresividad de
la discriminación que patrocina. Como en Sanidad, también en este terreno menudean las expresiones de gratuidad,
cuidado, atención, igualdad y similares. No obstante, para que nadie se lleve a
engaño sobre el significado real de tales términos, el nuevo Gobierno de
trifásico conservadurismo acaba de realzar la atención administrativa a los
colegios concertados y, además, al bilingüismo, las dos enseñas principales que, desde los
gobiernos de Esperanza Aguirre, se han venido desarrollando en este territorio
de tanta importancia política como indicadores eminentes de “calidad” en
detrimento de la escuela pública, cuya gestión
pronto deberá denominarse: Dirección General del resto.
El Condorcet (1743-1794) ocupado en el estudio de “los progresos del espíritu humano” ya observó este modo de superioridad
que una minoría pretende seguir sosteniendo a cuenta de la gran mayoría, por
más que disfrace una supuesta “igualdad de la naturaleza humana mediante los
artificios de la desigualdad” legal. Demasiados líderes son cómplices en que
continúe habiendo una población excedente que no merece servicios básicos en igualdad.
En vísperas de reiniciar trabajos y curso académico, solo si nos paramos algo y no nos dejamos llevar por el simplismo de las redes sociales
y similares, apreciaremos mejor la situación de nuestras añoranzas
postveraniegas y trataremos de remediarla.
Manuel
Menor Currás
Madrid, 01.09.2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario