Ese debe ser el motivo por el que desde que llegó ha estado descalificando al profesorado, a los estudiantes, a las madres y padres que se preocupan por la educación de sus hijos, a toda aquella persona que se ha atrevido a criticar el conjunto de despropósitos que han jalonado sus escasos, y a la vez eternos, días en el ministerio.
Se incorporó anunciando grandes cambios en la ESO y en el Bachillerato, la supresión de Educación para la Ciudadanía, una gran reforma de la Formación Profesional, la mejora de la excelencia en las Universidades, un cambio en la política de becas y, en definitiva, una gran reforma que permitiera que España mejorara todos sus parámetros educativos.
Pero más allá de sus declaraciones altisonantes, más propias de un tertuliano altivo e indocumentado que de un ministro de educación, vamos a comentar algunos de sus hechos. Empezó diciendo que la educación infantil no era educación sino conciliación de la vida laboral y familiar de las mujeres y para potenciar lo que su compañero Gallardón calificó de violencia estructural contra las mujeres, porque les faltaban las condiciones de apoyo necesarias para poder ser madres, ha suprimido los 100 millones de euros que aportaba el ministerio al Plan Educa3, que ha permitido la creación de miles de plazas de educación infantil de 0 a 3 años.
Para seguir flexibilizando y mejorando las opciones del alumnado, anuncia que ya no será obligatorio que los centros oferten las dos modalidades básicas de bachillerato, ciencias y letras, bastará con una de ellas. Todos a ciencias, todos a letras o a viajar a costa de la familia ya que no es una etapa obligatoria.Continuó, afirmando que era imprescindible mejorar el conocimiento de idiomas extranjeros y, para conseguirlo, ha reducido las ayudas para estudiar idiomas en el exterior y ha incrementado el número de alumnos por aula a 36 en la ESO y a 42 en Bachillerato, que como todo el mundo sabe favorece la metodología comunicativa. Es decir, olviden todo lo que han oído hasta ahora, los grupos reducidos son un horror para aprender idiomas, se aprende más en los de 40. Anunció un bachillerato de tres años, que luego parece que va a quedar en cambiar el nombre del 4º de la ESO por 1º de Bachillerato o 1º de FP, con una innovación digna de mención: para obtener el título de graduado en ESO habrá que aprobar el 1º curso de la etapa siguiente.
Anuncia una gran reforma para potenciar la Formación Profesional, denunciando previamente que en todos estos años no se ha hecho nada, que consistirá en implantar el modelo de la FP dual de Alemania y de esa manera responder mejor a las demandas de las empresas. Todos los años se quedan un número importante de alumnos sin poder matricularse en FP porque no hay plazas suficientes y quieren implantar el modelo alemán de la FP dual, en el que las plazas son ofertadas por las empresas en lugar de por la administración educativa. Es decir, si la aplican se quedarán muchos más alumnos en la calle.
Pero además, para avanzar hacia esa gran reforma, su primera medida es renunciar a las olimpiadas mundiales de FP que se iban a hacer en Madrid en 2015, paralizar el decreto de ordenación de la FP, en el que se introducen las pasarelas entre los diferentes niveles del sistema educativo, en el que se flexibiliza el acceso, se potencia la relación con las empresas y la posibilidad de aprobar programas formativos en alternancia entre centros de formación y empresas. Se paraliza la implantación de los nuevos títulos de FP, ya que debe ser que los antiguos estaban más ajustados a las necesidades cada vez más cambiantes de los diferentes sectores productivos.
Para aderezar las diferentes medidas anunciadas, además de incrementar el número de alumnos por aula para que se socialicen mejor, se reduce el número de profesores en todos los niveles educativos y para que los profesores que van a continuar estén más motivados se les incrementa el número de horas lectivas, se les baja el sueldo y, siguiendo la pauta marcada por la pionera Esperanza Aguirre, se anima a la población a que les increpe porque no quieren trabajar igual que el resto de los ciudadanos.Y por si todo lo anunciado fuera poco, quiere cambiar la política de becas ya que hay mucho vago y maleante que recibe una beca sólo por ser pobre. El mensaje es claro: los que tengan dinero para pagar los incrementos de matrícula en la Universidad podrán seguir siendo vagos y maleantes, los que no tengan dinero que se lo curren y saquen más nota.
Al conocer este conjunto de medidas, se generó un gran revuelo entre los distintos sectores de la comunidad educativa pero el ministro Wert nos tranquilizó a todos inmediatamente. “Yo les puedo asegurar que estas medidas no afectan ni sustancialmente, ni directamente, ni siquiera indirectamente a la calidad de la educación”. Algunos ese día nos quedamos muy tranquilos, ya que aprendimos que en España se va a mejorar la calidad de la educación volviendo a cambiar la educación infantil por las guarderías, incrementando el número de alumnos por aula, reduciendo el número de profesores y empeorando sus condiciones de trabajo, no aplicando las medidas que flexibilizan la formación profesional e incrementando los problemas de acceso y permanencia en la universidad a los alumnos sin medios económicos. Pero no se preocupen, porque gracias a este milagro, Wert entrará en el Libro Guinness de los récords y los españoles conseguiremos ahorrar mucho dinero que lo podremos gastar en otras cosas mucho más importantes que la educación.
Miguel Soler es vicesecretario de Educación, Formación y Empleo del PSPV-PSOE.
Publicado en elpais.com
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