En el caso de Tetuán encontramos la larga pelea de las familias del colegio Ortega y Gasset por la mejora de la plaza de Ángel Carbajo, donde se encuentra su acceso. “Carbajo es un desastre: pivotes medio caídos, agujeros en la calzada, tráfico sin cortar a la entrada y salida del colegio.....Estamos en contacto con la Asociación de Vecinos de los edificios de enfrente y hemos elaborado una nota de prensa conjunta para dárosla a los medios”, explica a este medio Teresa.

El día de las pasadas elecciones autonómicas, aprovechando que el alcalde vota en este centro, se plantaron frente a él con unas pancartas y consiguieron que, al menos, los escuchara durante diez minutos. Algo similar hicieron recientemente los padres y madres del colegio Miguel de Unamuno (Arganzuela), que se manifestaron ante Martínez Almeida por el proyecto en marcha de instalar unas cocinas fantasmas pegadas al colegio.
Las AMPAs como espacio de apoyo mutuo

Una de las cosas que sucedió durante la pandemia es que las estructuras sociales que ya estaban funcionando pudieron adaptarse más rápidamente para hacer frente al momento de excepción. Sin duda, vimos ejemplos individuales de solidaridad y agrupaciones más o menos espontáneas, pero allí donde ya existía un grupo de personas coordinadas trabajando juntas y con perspectiva social nacieron nodos vecinales de apoyo mutuo sólidos y duraderos, de los cuales se nutrió el propio Ayuntamiento para llegar hasta los vecinos más necesitados.

En la Escuela Infantil Los Ángeles se hicieron cestas de alimentos, en el Ortega y Gasset donaron tarjetas de alimentación para unas 15 familias del centro durante el confinamiento y en el Ignacio Zuloaga colaboraron con la Red Bellas Vistas, con donaciones de alimentos, trabajo y hasta con la cosecha de su huerto.