sábado, 19 de diciembre de 2020

La libre elección de esta Navidad no es libre (Manuel Menor)

 Nuestro compañero Manuel Menor nos envía este artículo:


Confluyen en las fiestas de este año inversiones del sentido que estas fiestas tienen como acontecimiento en nuestras vidas.

 Las diferencias vienen propiciadas no solo por lo que acontece, sino por lo que se dice al respecto. Lo que cuenta el Evangelio fue peor, si se toma al pie de la letra la matanza de Herodes; tan selectiva fue, que el 40% de las muertes de mayores en lo que llevamos desde la primera ola de esta pandemia es un mal menor. Dan de sobra hechos y dichos de ahora mismo.

 

Navidad y Covid-19  

No se llevan bien; lo que pasa con las fiestas y el jolgorio comercial que generan es indiferente a lo que acontezca con la vida de la gente hasta los datos de la primera quincena de enero. Entretanto, el entorno mediático y propagandístico teme que no festejemos adecuadamente estos días, y que no compitamos en gastar. Todo propicia que sintamos que seríamos desgraciados si no hiciéramos fiesta y no fuéramos a donde haya que ir. Al final de los mensajes subliminales se desliza, como en la letra pequeña de muchos contratos de servicios, que los protocolos de cuidados en los sitios son seguros, y no cesan de repetirnos incesantes, en voz baja, que cuentan con nuestra responsabilidad personal; pero, entre tanto ruido, esta “responsabilidad” es un aguafiestas; no es bienvenida a lo que hacer en estos días por obligación social o ganas de epatar y no sabemos a qué atenernos por falta de entrenamiento.

 

Tampoco nos ayudan mucho las antipedagógicas prisas que nuestros políticos se dan en esto de la vacuna, por ejemplo, que es mucha lástima que no esté administrada unos días antes del día 25: que vaya a estar disponible unos días después no es lo mismo. Menos nos incentivan sus premuras por disentir con una hora más o menos de penitencia, o con distintas perimetraciones y confinamientos en sus territorios de taifas; no nos ayuda qué digan o dejen de decir las cifras de unos u otros; más bien nos aturullan, pues casi siempre bailan y se interpretan como encuestas de encargo. El lío que están montando a quienes todavía les queden ansias por hacer turismo de una a otra autonomía, ayuntamiento o distrito, hace urgente -para lograr la verdadera unidad ibérica o española- una web en que se puedan ver, actualizados, todos los datos del día a día, un GPS apropiado que orientara al personal nada más salir del portal de su casa.

 

Tal como va la situación cambiante, es un martirio que algunas de nuestras personalidades políticas compitan tanto por mostrarnos lo bien que nos quieren a base de competir por quién sea más listo en contar milongas; total, para ir viendo día a día sus líos, en vez de liderar la lógica de lo importante y lo imprescindible.

 

La libre elección de centro

Va de lo mismo y complementa lo que quieren y no quieren –o dicen que no quieren- que suceda esta Navidad. Creen que no nos hemos enterado de qué va esto, o que se nos ha borrado lo que, en los años sesenta y setenta –por no decir los anteriores-, tuvieron que hacer nuestros padres para que fuéramos a la escuela porque el colegio era de pago; ya entonces nos hicieron aprender que no era lo mismo ir a la escuela o al colegio y quiénes estaban llamados a lo uno –cuando se podía, porque muchos no tuvieron escuela- y a lo otro si se tenían posibles. Parecen empeñados en repetírnoslo y que pensemos que ahora es distinto y que cada cual puede ir a estudiar a donde quiera: que eso es la libertad de escoger que dice la CE78. Puede que muchos papás y mamás lo quieran creer y que así cumplan sus sueños, pero, después de ochenta años de negligencias deliberadas con la igualdad, esta libertad de elección de centro le sigue siendo imposible a un 69% de la población española.

 

Los Pactos de la Moncloa dejaron constatado, en 1977, cómo, en los cuarenta años anteriores, el Estado había forrado a la iniciativa privada de la enseñanza mientras la pública tenía un déficit abismal, y la “subsidiaridad” de esta quedó reflejada en cifras y en muchas dificultades para la racionalidad organizativa del sistema educativo. Las leyes que han venido después, especialmente desde la LODE en 1985 o la LOE en 2006, tuvieran un indescriptible respeto con los avances que había tenido lo privado a cuenta de lo público;  y lo que prevé la LOMLOE al respecto, exigiendo que se cumplan las condiciones contractuales de las concesiones de conciertos, prolonga cesiones que viene desde Recaredo por lo menos. Lo público –lo de todos- no cuenta en la historia de esta libertad de elección y, para continuarla,  como si no supiéramos nada de nada, esta Navidad viene precedida del alarde de blindaje que la Consejería de Educación quiere hacer para proteger los excesos por distinguirse y dar envidia con la diferencia.

 

Un 29% de niños y niñas madrileños van a ser los privilegiados en esta Navidad en los presupuestos comunitarios; son los cruzados infantiles en pro de la civilización occidental: el resto, con que sus familias vayan de paganos de estos costes extraños, bastante tiene con una enseñanza pública deteriorada por estos aguerridos defensores de la libertad. No cuadra, de todos modos, que sus principales mentores en la Conferencia Episcopal sigan proclamando que hay que apoyar el sentir cristiano de sus familias; esa inequidad contradice las Bienaventuranzas evangélicas, al menos las que dejó anotadas Mateo 5, 1-10, y tampoco es acorde con las encuestas del INE y del CIS a propósito de los creyentes practicantes, cuya ratio actual no llega a la mitad de los clientes de estos colegios concertados que pretextan un ideario confesional para recibir subvención pública.

 

Esta fechoría navideña que pretenden perpetrar en el corazón de España, como adelantados tardíos de Reagan&Thatcher&Trump, coincide con los mismos resquicios legales que en el pasado emplearon anteriores alianzas conservadoras y ultras contra instituciones tan prestigiosas como la ILE (Institución Libre de Enseñanza), a la que, para preservar privilegios no dudaron en atacar con mentiras, planfletos y a sangre y fuego para que no existieran libertades profundas en educación. Esta hazaña del supuesto blindaje sigue en lo mismo, y la libertad de cátedra, la libertad de conciencia, la libertad de investigación y conocimiento, la libertad de creación siguen intactas; estos cruzados de última generación pretenden, en 2020, que la Navidad, la Libertad y el negocio educativo  se alíen para explotar un poco más el Portal de Belén en exclusiva. ¿La Navidad no iba de otra cosa, más ligada a la bondad universal o algo así?


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