lunes, 10 de junio de 2013

"¡Hombre, Sr. Wert, cuide la música!" (Matías Uribe)

Reproducimos este artículo de Matía Uribe publicado en el BLOG LA VOZ DE MI AMO (HERALDO.ES):

Una frase que me quedó grabada, al oírla en TVE, hace años: “La música es lo más importante”. La soltó categóricamente el hoy ministro de Justicia, y entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Confío en que el exedil siga manteniendo esta tesis y su confesa melomanía. Por el bien de la formación musical de las futuras generaciones.

Me llega al correo electrónico un escrito firmado por la Asociación de Profesores de Música de Aragón en el que denuncian la posible desaparición de la música en la nueva ley educativa del ministro Wert, o cuando menos que no llegue a todos los alumnos con la intensidad adecuada. Los profesores dicen sentir estupor ante el anteproyecto de esta ley educativa (la polémica LOMCE), toda vez que, según sus planteamientos, convierte la asignatura musical en optativa en el tramo de la Educación Secundaria, “con lo que puede producirse que un alumno o alumna termine su escolarización obligatoria sin haber estudiado la materia de Música en ningún curso”.

Añaden los profes que “no existe prácticamente ningún país de la OCDE en el que esta situación se produzca”, señalando que hay países, como Suiza, donde se ha introducido en su Constitución el derecho de todo ciudadano a la educación musical. Y por ello, solicitan que, en Educación Primaria, la música sea una materia troncal y que en Secundaria, de primero a tercero, sea obligatoria y de igual importancia que el resto de asignaturas. Como no puedo estar más de acuerdo con esta reivindicación, he firmado este texto de apoyo sin la más mínima resistencia. Hombre, Sr. Wert, no abra más agujeros con esta ley, que suficientes tiene ya, que parece una ley ‘gruyere’.

Uno, además de periodista, ha sido docente durante muchos años y sabe de los beneficios que la música reporta a los alumnos: forma el sentido estético, desarrolla la psicomotricidad, despierta la sensibilidad artística, abre las puertas de la Cultura… y, qué flautas, es una fuente de inmenso placer. A los chavales les encanta la música en el aula, bien si se les enseña a tocar un instrumento o se les induce a escuchar piezas tanto clásica como modernas, siempre que se elijan bien las piezas y los tiempos. Todavía hoy hay quien me recuerda y me da las gracias por llevarme a la clase mi viejo tocadiscos portátil y colocarles a los alumnos de quinto música de fondo -lo mismo mientras hacían ejercicios de matemáticas que cuando dibujaban- del más variado pelaje, desde Mozart a Pink Floyd o Los Beatles. Creaba un clima relajado y agradable, y no eran pocos los que incluso me pedían información sobre lo que sonaba. Gabriel Sopeña (un abrazo, amigo) era uno de ellos.

En tiempos pretéritos, pasábamos por el Bachillerato y la misma Universidad sin que nadie nos dijera quién era Mozart, no digamos Los Beatles. La música en todas sus variantes formativas, bien aprendiendo a interpretarla o bien a oírla o conocer su historia, estaba completamente borrada de eso tan hortera y absurdo que después, bajo la progresía sociata, vino en llamarse curriculo, cuando de toda la vida era ‘plan de estudios’ o programas.

Las cosas no han debido mejorar mucho y así va, con generaciones de numerosos jóvenes sin sensibilidad ni cultura musical, atados a los astros de plástico que les venden las radiofórmulas o a esa aberrante televisión musical que tenemos. “La música es lo más importante”. Hombre, Sr. Wert, aplíquese el cuento de su colega Gallardón. ¡Cuide la música!

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