El colectivo de trabajadores de la Enseñanza Pública es, como otro de tantos, de los más afectados por los recortes. Desde 2010, casí 6.000 profesores han dejado de trabajar para siempre, muchos de ellos, a pesar de años de dedicación, de aprobar las "oposiciones" y de una vocación de servicio público fundamental. El maestro y el profesor son los que forman a todos aquellos que ejercen cualquier profesión en el futuro.
Aunque desde determinados ámbitos se ha pretendido criminalizar al colectivo como unos "privilegiados que solo defienden lo suyo", con el concurso de algunas AMPAs vinculadas al color de la Administración -o directamente con presidentes que ostentan el carnet de militante del PP-, como si los profesores, por el hecho de serlo tuvieran vetada la defensa de sus intereses, la opinión pública tiene una alta valoración del colectivo. Sin ir más lejos, los últimos datos del CIS mostraban que, junto a los médicos, se trataban de uno de los colectivos más valorados por la opinión pública.
En las últimas semanas, y surgido del laboratorio de ideas de la FAES, se ha venido repitiendo machaconamente un cambio en la forma de seleccionar al profesorado interino, argumentando una supuesta mejora de la calidad educativa. No deja de tener guasa que ese cambio sea propuesto por los mismos que están llevando la Educación Pública y al país entero a la ruina. Los mismos, exactamente, que despidieron a 6.000 profesores en la Comunidad Valenciana. Los mismos gobernantes que han reducido el presupuesto en un 27% y que han masificado a los alumnos, creando situaciones verdaderamente tercermundistas, como alumnos sentados en el suelo en un Instituto de Benidorm, publicado en Información en septiembre.
Como no cuela, como entre la opinión pública no es aceptable que los mismos que, durante años, han formado a ingenieros, médicos o licenciados de todo tipo que son reclamados en países extranjeros porque, desgraciadamente, aquí no tienen futuro, sean ahora unos trabajadores listos para ser desechados, es necesario poner en marcha la técnica tradicional para conseguir lo que racionalmente no se puede conseguir: una buena campaña de desprestigio.
Para ello, desde la Comunidad de Madrid, liderada en Educación por la legionaria de Cristo Lucía Figar, se filtra un informe que se hizo a aspirantes en 2011, como si realmente todos esos aspirantes estuvieran ejerciendo de profesores o maestros. Y entonces, se difunde ampliamente, de forma sesgada, indignándose: maestros que escribieron "havía", etc. Cuando eran "aspirantes a maestros". Y entonces, con ello, se pretende justificar, por ejemplo en la Comunidad Valenciana, una rebaremación de las bolsas para dar entrada a los mejores, porque los que están trabajando no son "válidos" (aunque la prueba, repito, se realice a aspirantes a maestro y no a maestros interinos).
La realidad es que interesa deshacerse de miles y miles de profesores de la Escuela Pública, porque no creen en ella. Porque la detestan. Porque ya pasaron los tiempos en los que a los maestros y profesores podían fusilarlos de verdad, ahora se conforman con fusilarlos ante la opinión pública.
El estudio sería interesante si se incluyera a los docentes de centros concertados que jamás superaron una oposición y donde, a pesar de existir gran parte de profesionales, también existen contrataciones vergonzosas de gente que no tiene siquiera la titulación para impartir determinadas materias especificas pero si la recomendación de fulano o mengano. O quizá también sería interesante realizar dichas pruebas al profesorado de religión de centros públicos, que a pesar de cobrar la nómina de la Administración, jamás realizaron prueba alguna ni examen específico de entrada. Pero, sobre todo, sería interesante hacerlo sólo a docentes, no a aspirantes a docentes de la pública. Y tener, quizá también, los datos de cuantos de esos aspirantes estudiaron en una universidad pública y cuantos en otro tipo de universidades. Seguramente comprenderíamos muchas cosas.
Como trabajador de la Enseñanza, interino, no puedo aceptar esa campaña contra mis compañeros de profesión. Soy de los que, con el nuevo sistema, mantendrían su puesto de trabajo, mientras no acabemos en el paro por nuevos recortes o en tanto no se vuelvan a revisar los criterios para trabajar en la Enseñanza. Pero no puedo aceptarlo. Es intolerable que la labor de miles de profesores interinos, que contínuamente se están formando, que desempeñan su labor de una forma profesional mayoritariamente, que fueron contratados durante años porque a la Administración le salía más barato mientras esa misma Administración se negaba a convocar procesos selectivos para contratar profesorado estable, sea pisoteada y ninguneada de esa forma. Es inaceptable.
Primero fueron a por los interinos que han sido despedidos durante los últimos tres años. Ahora es el turno de los interinos que tienen más tiempo trabajado, y en el futuro será de quien quede trabajando dentro de la Escuela Pública. Porque no debemos llevarnos a engaño. No se trata de calidad educativa. ¿Qué calidad educativa defienden quienes han despedido a 6.000 docentes de 53.000 y han recortado el presupuesto en Educación un 27%? La respuesta es fácil: Ninguna. Aqui de lo que se trata es de ir cargándose al nervio de la Enseñanza Pública para dejar que muera lenta y dolorosamente. Y el nervio son sus trabajadores. Pobre de aquel que aún no lo haya entendido. Pobre también aquel que piense que los pirómanos de Consellería pueden ser bomberos al mismo tiempo.
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