¿Aguirre y pensar en la misma frase? No es cierto lo que dice de que los mejores colegios del mundo son los que segregan (los más caros sí, pero no los mejores); no es cierto que se gestione mejor la educación privada que la pública (prueba de ello son las constantes ayudas “voluntarias” que piden a los padres en la concertada, a pesar de que en teoría se sufraga con dinero público); no es cierto que haya más transmisión de valores (hay más transmisión de “determinados” valores, que no es lo mismo); no es injusto que se subvencione la educación pública post-obligatoria, porque es lo único que permite encontrar el equilibrio educativo en el desequilibrio social, y así podría seguir si no tuviera que seguir revisando trabajos de universitarios de educación pública que, como dijo hace unas semanas la ministra de empleo de Alemania, “es una suerte que busquen trabajo en Alemania porque tienen una magnífica preparación”. Pero eso doña Esperanza, como el fin de las matrículas universitarias en el país de la Dra. Merkel, no ha debido de escucharlo, o no ha querido, o no ha sabido (de ahí mi interrogante inicial).
Un saludo,
Fermín
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