En su aula hay veinte plazas y quince personas matriculadas, pero asisten catorce. Uno de los grupos previstos en el centro no ha salido adelante por falta de demanda. A Sebastián, profesor de una de las materias comunes de Formación Profesional Básica en un centro del sur de Madrid, le hicieron llegar la normativa que regula este ciclo tres días antes de empezar el curso. Y por eso entiende la desconfianza del alumnado y de los padres y madres. “Es un atropello”, dice este docente.
El primer curso de la FP Básica empieza en Madrid con 3.000 plazas vacías de las más de 6.000 ofertadas. Algo parecido ocurre en Andalucía, donde hay unas 3.000 plazas vacías y 8.421 matrículas. La situación se repite en otras comunidades: 2.200 personas matriculadas en Castilla y León frente a las 3.420 plazas; 1.281 matrículas frente a 1.861 plazas en Aragón; 2.000 alumnos en Canarias frente a los 3.874 que el curso pasado se matricularon en los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), a los que sustituye la FP Básica. Algunas comunidades han ampliado los plazos de matriculación, pero el desfase da una pista de la acogida que ha tenido la reforma de la formación profesional incluida en la
Lomce.
Poca confianza en la FP
La principal causa de este brutal descenso en las matriculaciones puede ser la prisa. “Para acceder, el consejo orientador donde haya cursado la ESO el alumno debe emitir un informe que así lo aconseje y que sea aceptado por la familia. El caso es que
en el mes de junio aún no existía la regulación autonómica ni las instrucciones de admisión y acceso. Ante la confusión, es posible que los consejos orientadores no hayan informado a las familias, o que las familias hayan preferido buscar otras alternativas”, explica un profesor de La Paloma, otro centro madrileño. El
Sindicato de Estudiantes cree que la comunidad educativa, y especialmente el alumnado, no confía en esta reforma que supuestamente pretende impulsar la formación profesional: “Es evidente que el descenso en la matriculación de hasta más de un 50% en determinadas zonas responde a que nadie confía en esta nueva FP Básica como una solución viable para encontrar después un trabajo digno”, aseguran.
“Nadie confía en esta nueva FP Básica como una solución para encontrar después un trabajo digno”
Con la matrícula aún abierta, es difícil saber qué caminos han podido tomar esos miles de alumnos a los que se esperaba en las aulas de FP Básica. “Las posibles alternativas son repetir curso, solicitar los PCPI que aún existen, acceder a un programa de diversificación curricular… La escolarización es obligatoria hasta los 16 años, así que es posible que los alumnos mayores de 16 no hayan tenido claro qué alternativa seguir”, explica el profesor de La Paloma. Algunos sindicatos, entre ellos CC OO y UGT, creen que la precipitación con la que ha empezado la FP Básica podría haber dejado tirados a miles de alumnos, aunque esto no se conocerá hasta entrado el curso escolar.
“Sacarse a los peores”
Pero la prisa en la implantación de la FP Básica es sólo uno de los aspectos, el más urgente, de la supercriticada reforma de la formación profesional que algunas comunidades han intentado (sin éxito) retrasar. Sebastián, que reparte su jornada entre secundaria (dos tercios) y FP Básica (un tercio), ve en este sistema una forma de “sacarse a los peores” de la estadística con un simple truco: el Ministerio de Educación otorga a la FP Básica el carácter de estudio posobligatorio, por lo que quienes lo tengan no computarán en las cifras de abandono escolar temprano.
Otro de los aspectos que más preocupa es que la FP Básica no sirve para obtener el título de graduado en ESO, como ocurría con los PCPI. Quienes cursen la FP Básica recibirán un certificado que acredite su formación en el campo profesional correspondiente que, además, dará acceso a ciclos de grado medio. Pero esto tampoco les queda claro a quienes están más cerca. Según
Marea Verde Sevilla, acceder a ciclos de grado medio será complicado “debido al gran desfase que generará la FP Básica entre los alumnos que la cursen y los que no”, advierte el colectivo en un comunicado.
“La FP Básica no viene a sustituir a los antiguos PCPI, pues son una oferta educativa distinta que ni siquiera ofrece la posibilidad de titularse en Graduado en Secundaria”, denuncian.
El Sindicato de Estudiantes también ve en la FP Básica una forma de sacar del sistema educativo a quienes tienen menos recursos: “El único objetivo en materia educativa del Gobierno del Partido Popular es la destrucción sistemática de la escuela pública y la FP Básica es el máximo exponente de esa política, porque expulsa por la vía rápida del sistema educativo a aquellos alumnos con más problemas, que precisamente suelen ser los que menos recursos económicos tienen, con una formación insuficiente para poder acceder a un puesto de trabajo digno”. El perfil del alumnado de este ciclo, explican los docentes, es complicado. Se trata de alumnos de entre 15 y 17 años que vienen de un “fracaso” en la ESO y acarrean, normalmente, un crisol de complicaciones: “Es un alumno con gran diversidad de dificultades, como desestructuración familiar, conflictividad, falta de interés/atención, violencia familiar, dificultades cognitivas, absentismo, etc.” Marea Verde Sevilla cree que este ciclo puede convertirse en un “verdadero desagüe del sistema educativo” para unas personas que “no deberían ser etiquetadas sino apoyadas para que obtengan la titulación mínima, ya que sin ella serán fácilmente convertidos en mano de obra barata sin apenas cualificación profesional”. “Lo intentan vender como la alternativa para estos jóvenes con dificultades, pero la realidad es que, lejos de ser una solución a sus problemas, es una condena eterna para ellos”, apostilla el Sindicato de Estudiantes. Según este colectivo, el nuevo ciclo educativo crea dos itinerarios: “Uno, el de los que se pueden permitir pagar las distintas tasas que el Gobierno está imponiendo en el sistema educativo, y otro [la FPB] el de los que no podrán hacerlo”.
La FP Básica es, además, un sistema en el que la empresa cobra peso. Así, las 2.000 horas de los dos cursos del ciclo se reparten entre el centro escolar y un centro de trabajo. “A priori se podría pensar que es positivo, pero en realidad lo que supone es trabajo semiesclavo en las empresas, sin ningún tipo de derecho y con la amenaza constante de suspenderte las prácticas para que no levantes lo más mínimo la voz”, dice el Sindicato de Estudiantes. “Además en este modelo, las grandes empresas tienen un peso muy importante, dictando los programas educativos... No pensamos que sea nada positivo que las grandes empresas decidan los programas educativos, ellos necesitan la formación justa para desempeñar el puesto de trabajo y nada más”.
El profesor de La Paloma, en cambio, cree que será positivo el aumento de horas de taller, que “puede hacer que los alumnos estén más motivados y salgan mejor preparados”. Sin embargo, teme que “la falta de recursos materiales y el incremento del número de alumnos respecto de los PCPI” trunque las expectativas de sus estudiantes, explica este profesor que echa en falta “personal especialista como orientadores y psicólogos, que es fundamental para sacar adelante este tipo de alumnado”.