Nos da miedo lo irreversible en edades tan tempranas, las apuestas, la segregación. Porque resulta que, tras las evaluaciones individualizadas de 3º y 6º de Primaria se puede producir un hecho tan falto de lógica (y de ética) como es, que a los 11 o 12 años, tras cursar primero de la ESO sin superar los objetivos del curso, el alumnado puede ser catalogado ya como “materia segregada” para poder seguir estudiando, ser apartado y derivado a una vía sin marcha atrás: la exclusión que arrastrará de por vida, incluso aunque sea capaz de salir adelante más tarde.
Y en este camino laberíntico, digno sucesor de “Alicia en el país de las Maravillas”, al acabar 2º de la ESO, si supera los obstáculos anteriores, el alumnado deberá optar por uno de los itinerarios cerrados que derivan hacia FP o bachillerato.
¿Qué le volvemos a hacer a la FP? Si habíamos apostado por ella. Me retrotrae a nuestros “años 70”, los mismos chicos y chicas decíamos de compañeros/as: “como siga así sólo va a poder ir a la FP…” como una especie de “condena”. Y ahora, en 3º de la ESO, se produce ya una nueva selección ¿natural? que se consolida en 4º de la ESO, en dos cursos muy diferentes, que preparan exclusivamente para el Bachiller o la Formación Profesional. Todos los padres y las madres de adolescentes sabemos que esta no es, precisamente, una edad idónea para que tomen decisiones tan serias sobre su futuro. Ya no habrá que preguntarles: “ y tú, de mayor, ¿qué quieres ser?”. El sistema lo decide.
Y me indigno si pienso en mi hija, que está en primero de la ESO, que lleva tres semanas sin dar inglés. Su profe está de baja por maternidad, con lo que, evidentemente, ya se sabe que no va a regresar hasta final de curso. Entonces, ¿creen de verdad que no enviar a alguien a darles clase es lícito? ¿Ocurre esto en la privada? Si vamos a jugar, que el reparto de cartas sea, al menos, equitativo. ¿Y si esto les pasa a estos chicos y chicas de 4º de la ESO las dos semanas anteriores a la reválida de marras? Ah bueno, siempre están las academias, los profes particulares y el esfuerzo de las familias, que entonces pagarán por partida doble para que sus hijos tengan una educación o al menos, impulso para saltar el próximo obstáculo…
Ahora supongamos que el chico o la chica “triunfan” en esa FP “cajón más bien desastre”: los hemos lanzado sin titulación básica a la calle, a patrullar entre desengaños y currículos. Y en todas partes, antes de hacerle un contrato los mirarán con cierto aire conmiserativo de “yo te contrataría pero…” y les dirán: necesitas el título de la ESO…
Y, tal vez, algunos añadirán ¿por qué no vas a un Centro de Adultos? Sí, ya saben, esos lugares con maestros/as de primaria que imparten la ESO y no cobran como sus homólogos maestros que trabajan en un IES. Que no disfrutan del mismo horario, de los mismos derechos laborales y que sin embargo seguirán repartiendo autoestima entre los que recibieron una temprana patada en el “sistema”…y sobre estos Centros, ni un solo artículo o mención en la LOMCE, ¿lo merecemos después de 27 años de labor social y educativa?
Nos preocupan los rankings de centros, niños, maestros…y hasta padres y madres, claro, sin tener en cuenta nada más, sin que el entorno sea algo a valorar. Me preocupa que nos especialicemos en la superación de esos exámenes con carácter terminal, y que esto favorezca la enseñanza bancaria y mezquina de quienes quieren más puntos .Nos duele nuestra escuela pública, la impotencia de algunos padres y madres que no pueden ayudar a sus hijos más allá del primer ciclo de primaria. En vez de compensar desigualdades estas se van a convertir en un abismo.
¿Por qué con las sucesivas y numerosísimas leyes de educación no se busca un consenso? Se buscó para hacer la Constitución. ¿Por qué no nos preguntan a todos los sectores implicados? Cada partido que accede al poder deja víctimas: esos chavales que se quedan “en tierra de nadie” entre dos planes educativos.
Como una auténtica marea verde estamos defendiendo nuestra escuela. Por la que hemos luchado. La experiencia nos dice que los pasos que desandan no vuelven, que los derechos que se pierden son tan difíciles de recuperar como trabajo costó ganarlos. Si la educación es patrimonio de unos pocos, reinará la injusticia. El que no sabe, no lucha por sus derechos.
Desde estas líneas queremos pediros el apoyo para luchar por la dignificación de la enseñanza, de todos los que en ella ven una salida hacia la libertad.
Nuestro corazón y nuestro sentido común están con vosotros y vosotras, con las AMPAS y asociaciones de alumnos y alumnas. Con los maestros y maestras que luchan cada día y por ellos y para ellos: nuestros niños y niñas que son el futuro, nuestro futuro.
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