La matrícula para FP Superior que prevé Aguirre dificulta el acceso a los alumnos más humildes
Raúl Rivas, de 22 años, trabaja desde los 17 años para ayudar en casa y no le salen las cuentas
En casa de Raúl Rivas, de 22 años y de Leganés, el dinero se cuenta euro a euro. “Que íbamos justos lo he sabido siempre. Nunca me han dado paga ni dinero para las excursiones y si necesitaba un libro tenía que sacarlo de la biblioteca”. Sus padres, divorciados, ingresan poco. Él está en paro y ella cobra una pensión de 590 euros. Raúl empezó pronto a ayudar en casa: a los 17 años, mientras se sacaba el Bachillerato a distancia. Ha trabajado poniendo ventanas, de comercial y de portero. Ahora lo hace en un restaurante de comida rápida. Su contrato es de entre 16 y 30 horas al mes. Ingresa, de media, 700 euros.
Sabe lo que es recortar de todos lados, también de la comida. “Digamos que no compramos el fuet de marca sino del Día, que por mucho que digan es peor”, sonríe. Cuando hace dos semanas se anunciaron las nuevas tasas del Gobierno de Aguirre, a Raúl se le cayó el alma a los pies. Su plan de estudiar Formación Profesional Superior para acceder a un puesto de trabajo “mejor pagado” y acorde con su vocación (la informática), peligra.
A partir del curso que viene la matrícula de este ciclo, que actualmente cursan 25.000 personas en Madrid, dejará de ser gratuita y costará 250 euros (previa modificación de la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Generales del Estado, como ya ha solicitado CiU). Sin distinción de ingresos. “En un país en el que el mileurismo empieza a ser una utopía, no es una cantidad menor”, recalca José Luis Pazos, de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos Giner de los Ríos. “Entendemos que es un atentado contra el futuro de la juventud y causará la exclusión de los más desfavorecidos”, añade Tohil Delgado, secretario general del Sindicato de Estudiantes.
“La Comunidad de Madrid no deja que los hijos de los trabajadores accedamos a un título superior”, dice el propio Raúl, que tiene muy claro a qué clase social pertenece y se apuntó al Sindicato de Estudiantes a los 14 años. “250 euros, en mi casa, es la comida de más de un mes. Y de eso sí que no se puede prescindir”, añade el madrileño, que mide 1,91 metros y come lo suyo. “Pero me gustan mucho la pasta y el arroz, que no son caros”, bromea.
No ha sido un gran estudiante (repitió dos cursos), “pero con tiempo para estudiar me puedo sacar un título superior de sobra”, dice. Sabe de lo que habla. Este curso ya ha intentado cursar un ciclo de FP, pero su horario de trabajo y el de las clases eran incompatibles. “Muchos días llegaba a mi casa a las cuatro de la madrugada y a la mañana siguiente tenía que estar en Getafe a las 8.30. Dos días lo aguantas. Y tres. Pero todo el año no te da el cuerpo”. Raúl no ha cumplido el requisito mínimo de asistencia (80% de las clases) y a pesar de haber aprobado todas las asignaturas salvo una, ha suspendido el curso.
Para el curso que viene había decidido recortar gastos para reducir sus necesidades económicas al mínimo y pasarse al turno de fin de semana en el trabajo. “Y cuando lo tenía ya calculado, van y anuncian lo de la matrícula de 250 euros... Y es que no me salen las cuentas. No me da para pagarlos”.
Publicado en elpais.com
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