Debería ayudar a
revisar, por salubridad democrática, los significados que atribuimos a
múltiples palabras encubridoras de otros daños.
Las divergencias entre
“rebelión” y “sedición”, que tan en vilo nos han tenido con la secuencia del procés, se han dejado a un lado para que
la sentencia del TS saliera lo
más unánime posible, con las aristas menores posibles para ser zarandeada a
conveniencia. No evitarán, de todos modos, el cansancio acumulado en este largo
año. Tampoco, que pueda aplicarse esa figura penal a otras acciones de protesta,
como las que algunos desahucios provocan. Sería iluso, además, que esta sociedad
se libre de conflictos con una sentencia. Que sea deseable la armonía social, no
nos librará de la existencia de situaciones desiguales, a veces
profundamente injustas. A dónde pueda llegar cierto hartazgo de cada vez más
ciudadanos después de estos días de manifestaciones,
violencia callejera, barricadas y una huelga política en Cataluña, no está
escrito y más con tiempo hasta las siguientes elecciones.
Al hilo de esta sentencia, en que se invoca el artículo 544 del Código Penal, se advierten otras figuras
delictivas que, además de ayudar a entender el diverso grado de implicación que
hayan tenido unos u otros en el conflicto catalán, facilitan discernir el
sentido de otros comportamientos.
Especialmente los tipificados con términos que merodean el artículo 27, tales
como “Encubridor”, “Cooperador necesario”, “Cómplice” e “Inductor”. Relacionados
aleatoriamente con los de otra lista ampliable en cuyo núcleo estuvieran:
“Conspirador”, “Incitador”, “Inspirador”, “Provocador”, “Muñidor”, “Alentador”
y/o “Organizador”, tendríamos un
conjunto muy válido para personalizar
muchas actuaciones que afectan a nuestras vidas. La riqueza significante de
los términos primeros adquiere significados que, más allá del rigor procesal de
lo estrictamente penal, muestra el daño que hacen a una debida Educación
social.
Hobbes
De la polisemia de esta especialidad basta ceñirse aquí a la ejemplaridad
exigible a personas e instituciones representativas. La confusión lingüistica
que a menudo emplean para ocultar inoperancia o corrupción, y salvarse a sí
mismas de incoherencias entre hechos y
dichos, degrada la convivencia. Distorsionar y manipular es mala pedagogía que
erosiona la lealtad de todos al supuesto contrato social que implica vivir en
comunidad. Abandona a los ciudadanos y regresa al hobbesiano Homo homini lupus que, en 1651, sirvió para justificar el absolutismo político y, en nuestros días,
distintos neofascismos.
De un tiempo acá, esta pedagogía social es especialmente notable. Aburre mucho en la mano que mece el tsunami
democrátic, como advierte Carmelo Encinas. El Govern de Torra en Cataluña
ha tratado de confundir a catalanes y no catalanes mixtificando el pacifismo democrático con
múltiples actividades opacas que no han cesado desde octubre-2018 en sus
pretensiones independentistas. Ni siquiera las duras imágenes que estos días de
octubre han dejado en nuestra retina les han sacado de la ficción y “señuelo”
en que estuvieron moviendo los hilos antes y después del 1-O. Las últimas
declaraciones -las más institucional y la personal en una de las marchas que se
habían organizado el día anterior- son más indicatorias de esquizofrenia
política que de búsqueda de arreglo a un problema que, a todas luces, el
President ha contribuido a desarrollar. Para colmo, este iluminado pretende
culpar de las llamas a
“jóvenes infiltrados” a los que, absorto en sí mismo, nunca habrá visto. El resultado es que, como muñidor del conflicto,
aumenta el deterioro de su liderazgo institucional.
Hayek
En otro plano distinto en objeto, pero similar en lo que a erosión
social y política representa, coincide Esperanza Aguirre declarando ante el
juez del caso Púnica a causa
de la supuesta caja B de su partido. Su metodología para lograr que su
imagen de lideresa estuviera bien posicionada en los medios, choca con las
exculpaciones que no es la primera vez que emplea poniendo por medio chivos
expiatorios que
ya no están por la labor. Independientemente de que sea sentenciada como
culpable, los madrileños son testigos de cómo se ha movido siempre entre los
escurridizos sinónimos indicados. Han visto cómo –desde antes de aquel
sorpresivo Tamayazo en 2003- en el ejercicio de sus responsabilidades con los
dineros de todos ha sido experta en anfibología: estar y no estar, ser la jefa
y delegar, viciar los problemas y actuar a piñón fijo. La causa principal en que
está investigada es si ordenaba a sus
colaboradores qué y cómo debían actuar,
o les dejaba tal autonomía que no sabe si la engañaban y nos estafaban.
Sea lo que sea, los sujetos pacientes de su locuacidad no le perdonarán el uso perverso
que hizo, sobre todo, de los recursos para Sanidad y Educación. Su devoción por la preceptiva neoliberal ya
la vendió en aquel manifiesto del Club Siglo
XXI, en 1997, que señala Antonio Viñao. Por entonces, como comentó Javier
Varela a propósito de su proyecto gafe de “las Humanidades” -en que tanto se publicitó-,
esta
“mujer de un solo libro desayunaba con Hayek por la mañana y recitaba por
la tarde las virtudes de la privatización”.
Vida nueva
De similar cariz es que la revista Vida nueva, ocupada en laborar pro
domo sua entre bendiciones celestiales, esté
desconcertada por lo que, según dice, está sucediendo con la escuela
concertada. Según sus cálculos empresariales, “es un ajuste de cuentas” que,
desde 1985 acumule –es decir, que le debería pagar el Estado- un 25% de déficit
respecto a lo que de los impuestos públicos se detrae para financiar la escuela pública. Según el
particular criterio de esta revista, este desajuste es particularmente injusto por
ser “la garantía de aulas en libertad”. Menos mal –añade- que “sobrevivimos por
las aportaciones voluntarias de los padres”. Sin embargo, este recital de
valoraciones y justificaciones no es nada original. Tiene una larga historia de
que no se hacen responsables, lo que les da pie para seguir alentando, desde la
instrumentación de las creencias de conciencia, una radical segregación entre
Pública y Privada; y una vez más como portaestandartes de la libertad, eslogan
que han manipulado prolíficamente desde la Restauración
canovista, como ya en 1967 dejó estudiado Yvonne Turin .
La actual toma de posición eclesiástica –aparentemente neutral, pero
con la presencia de la Religión en todas las aulas y los Acuerdos de 1979 respaldando todas estas exigencias- sigue pugnando
explícitamente por que la Pública sea “subsidiaria”. Cualquier argucia
proteccionista les vale con tal de tener una primacía educadora y que esté
mejor sufragada por el Estado. Es su pelea histórica, la que vienen librando
desde su “triunfo” político sobre
las culturas anteriores al siglo IV. La misma de cuando -para que no
aconteciera en España la separación que en Francia había tenido lugar en 1905-
Pío XI escribíó en diciembre de 1929 la hoja de ruta en el terreno educativo: la
encíclica Divini Illius Magistri.
El muy controlado equívoco de esta apología del activismo
incesante de los obispos desde sus colegios es perturbador, y más en estos días
de crisis e inestabilidad. Su caridad no ha sido obstáculo para la compleja operación
económica de una fundación
controlada por el Obispado madrileño. FUSARA, para allegar recursos para un
proyecto de Concertada, ha dejado en la
calle a 188 vecinos entre los que hay bastantes
situaciones carenciales. Esta interferencia de motivos caritativos con
asuntos de justicia, además de proseguir políticas decimonónicas, es incapaz de
encubrir estrictos intereses contables. Es del mismo aspecto emprendedor que ha
enseñado Iglesia S.A.
inmatriculando a su nombre –solo de 1998
a 2015- casi 35.000 propiedades. Si en estos tiempos, más secularizados y
poco “practicantes”, se preguntara alguien en esa corporación a qué se debe que
crezca tan acelerada la secularización, tal vez descubriera que la falsedad de
la hipocresía farisaica fue muy denunciada en
el Evangelio.
La doblez siempre está al acecho para sostener injustas
desigualdades si peligra algún jugoso negocio. Para jugar a ser optimistas
resueltos, hasta podemos
hacer Flashmob. Los y las activistas de Flo6x8 saben de qué van algunas
de las grandes estafas que se solapan bajo solemnes palabras; con su cante tratan,
al menos, de desmontarlas un poco.
Manuel Menor Currás
No hay comentarios:
Publicar un comentario