Como signo renovador del
PP, Casado aboga -sin complejos- por las esencias fundamentalistas del
conservadurismo. Su educación ha de ser coherente.
No es difícil comprobar que ser joven es un asunto principalmente
biológico. Según algunos, una enfermedad que pasa pronto. Suele conferir más
agilidad para determinadas cosas, pero no necesariamente las virtudes que el
marketing le asigna como si la inconsciencia de los pocos años fuera un grado
de prestigio. En política, por ejemplo, esta poquedad, aunque sea moda, no
implica más generosidad para la convivencia colectiva. La fogosidad, la
inexperiencia y el triunfalismo suelen traer conflictos no muy distintos de los
que se achacan a la gerontocracia cuando está impregnada de fría aspereza y
credulidad displicente .
Con gente joven por medio, los relatos fluyen estos días tan
nuevos que ni atención ponen a si desarrollan guiones viejos. En el PP, por
ejemplo, el supuesto “rejuvenecimiento” y “renovación” del partido parece
buscar la restauración más
desacomplejada de las esencias fundacionales. Los asuntos feministas o
educativos –el campo simbólico más potente al que remiten sus peleas nuestros
partidos actuales-, pero también el “techo de gasto” o “Cataluña”, “la
familia”, “la libertad”, “el mérito y el esfuerzo” o el “derecho a la vida” han
sido los primeros acentos conceptuales de Casado en su tránsito hacia la calle
Génova (de Madrid). La lectura de esta peculiar conjunción semántica, ya permite
ver quiénes le acompañan en este viaje: Vox, Hazte oír, FAES, Libertaddigital,
muchos comentaristas de ABC, La Razón y algunos programas de COPE o esRadio, entre
otros medios y siglas, siempre a favor del “rearme” frente a lo que –por
democrático que pueda ser- de antemano califican como “sectario” “peregrino” y
rompepatrias. En el horizonte inmediato de este frentismo “reconquistador” –y
sin que medien ni 100 días de gracia al nuevo Gobierno- volverán a oírse gestos e invectivas vividas en el relevo
acontecido en marzo de 2004: como si la nueva presencia en La Moncloa fuera el
resultado de un robo o, según muchos, de un golpe de estado que el nuevo líder
del PP tratará de contrarrestar “a lomos –dice
Isabel San Sebastián- de un proyecto regenerador cuya base es la
recuperación de los valores sobre los que se levantó el PP”.
Esta fogosidad mitinera que, después de un congreso tan novedoso
como dudoso, ha invadido a los populares, puede acabar en fiasco si los
problemas que se conocen del paso del nuevo líder por las universidades resultan
judicialmente ciertos. Sería una más entre las concordancias que conlleva ser
joven intrépido y de un partido cuyas marrullerías son muy conocidas por los
jueces sin que mejore su ejemplaridad representativa. Igual que sentirse
portador de los afanes regeneradores
del Cardenal Cañizares, procurando que no se repare mucho en lo
visto con Soraya Sáenz Santamaría…
Amor a España
La “hipótesis abierta” que, según Albiac, comienza -pues según
este opinador “Santamaría era lo más muerto”-, en medio de las dificultades
internas y externas a superar ha optado por recuperar como voz ilusionante la
de los segmentos más activos frente a cambios favorables a los derechos y
libertades de todos. Su estrategia parece inclinarse de este modo por potenciar
las fuerzas más neoliberales
y neocons conocidas, hasta erigirse en portavoz absoluto de la limpieza y
el amor a España.
En esa “España
de las banderas en los balcones” que tanto le interesa al joven Casado,
quedan demasiados ciudadanos fuera. Entre privilegiados y creyentes en que el
pasado, muy de antaño, ha sido mejor que este presente, andan los compromisarios
doblemente patrióticos que le han elegido, los que apuestan por la Europa más recalcitrante. El
problema es que, con este nostálgico lenguaje mitinero y tipo Trump, los
problemas pendientes seguirán tal cual o más bien peor. Por tanto, ni
rejuvenecimiento ni lifting trae este treintañero. Por algo dice que quiere
mantener la LOMCE, lo mejor que sus camaradas han hecho por que lo preceptuado
por el artc. 27CE acerca del derecho de todos a una buena educación, continúe
siendo débil, corto y segregador.
Manuel Menor Currás
Madrid, 27.07.2018.
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