Mateu Ferrer
Parece que quedan pocos autocares libres para alquilar el domingo, hay mucha movilización en la Part forana para participar en la manifestación en Palma; así no es extraño que los alcaldes del PP estén nerviosos.
Entre las geniales ocurrencias de algunos de estos ediles llamados ayer a capítulo para zanjar las discrepancias con el TIL, destacó la de un alcalde del Pla de Mallorca –no diremos el nombre–, que propuso "hacer algo potente con IB3", aprovechando que el Govern controla el ente, "un programa para explicar bien" el TIL. Como si no fuera suficiente lo que está haciendo en esta huelga la cadena autonómica, a este paso el concepto de "servicio público" quedará circunscrito a los WC de los estudios. Dicho esto, es intolerable que haya docentes que zarandeen las unidades móviles o increpen y arrebaten el micrófono a los periodistas de IB3 que cubren sus protestas y se limitan a cumplir órdenes, como volvió a suceder ayer delante del Parlamento. Ya vale de confundir el culo con las témporas.
Volvamos a los alcaldes conservadores, que al contrario que Bauzá y su guardia pretoriana, hace días que han entendido que esto es más que una huelga convencional. Por lo general, pasear entre la Marea verde desprende buen rollete, hasta que llegas al cordón policial. El viernes pasado se vivió en la conselleria de Educación una de las escenas más humillantes de este movimiento. Esperança, una maestra de sa Pobla que acaba de ser mamá, acudió a la Conselleria para tramitar su baja por maternidad. Iba con su bebé de tan solo una semana, y su pareja, ambos con la camiseta verde que colorea las calles de Mallorca estos días.
Consciente de que sería difícil acceder al edificio público al mediodía, porque había la concentración de docentes convocada fuera, Esperança llegó dos horas antes y se encontró la entrada llena de barreras. Un policía nacional le dijo que estaba prohibido pasar con la camiseta verde, porque las órdenes eran que solo podía haber una persona de esta guisa por planta. Indignada, la única alternativa de la poblera fue quitarse la prenda subversiva y quedarse en sujetador –lo que oyen–, puesto que necesitaba hacer la gestión administrativa. Suerte que unas personas que estaban junto a ella le prestaron una camiseta ´en regla´, que Esperança se puso, y pasó a recuperar la condición de ciudadana y accedió a la Conselleria sin más obstáculos.
Volvamos a los alcaldes conservadores, que al contrario que Bauzá y su guardia pretoriana, hace días que han entendido que esto es más que una huelga convencional. Por lo general, pasear entre la Marea verde desprende buen rollete, hasta que llegas al cordón policial. El viernes pasado se vivió en la conselleria de Educación una de las escenas más humillantes de este movimiento. Esperança, una maestra de sa Pobla que acaba de ser mamá, acudió a la Conselleria para tramitar su baja por maternidad. Iba con su bebé de tan solo una semana, y su pareja, ambos con la camiseta verde que colorea las calles de Mallorca estos días.
Consciente de que sería difícil acceder al edificio público al mediodía, porque había la concentración de docentes convocada fuera, Esperança llegó dos horas antes y se encontró la entrada llena de barreras. Un policía nacional le dijo que estaba prohibido pasar con la camiseta verde, porque las órdenes eran que solo podía haber una persona de esta guisa por planta. Indignada, la única alternativa de la poblera fue quitarse la prenda subversiva y quedarse en sujetador –lo que oyen–, puesto que necesitaba hacer la gestión administrativa. Suerte que unas personas que estaban junto a ella le prestaron una camiseta ´en regla´, que Esperança se puso, y pasó a recuperar la condición de ciudadana y accedió a la Conselleria sin más obstáculos.
La Policía pide identificar a diputadas del PSOE
Las diputadas socialistas Pilar Costa y Lourdes Aguiló vivieron ayer un incidente similar, aunque afortunadamente sin ropa interior de por medio. Las dos parlamentarias hablaban ayer ante las puertas de la Cámara con un padre ataviado también con la camiseta verde de marras, cuando se les acercó un policía nacional y espetó al manifestante: "Usted no puede estar aquí". Aguiló intervino entonces, informando al agente de su condición de diputada, además de explicarle que el progenitor disponía de acreditación para poder asistir al pleno. Ni caso, el policía reiteró que el ´camiseta verde´ tenía que entrar dentro o irse con los manifestantes. Según Aguiló, entonces ella le cogió suavemente del brazo, para insistirle en que solo estaban hablando, pero el policía le respondió "usted no me ponga la mano encima". La diputada socialista le requirió entonces el número de placa, y el policía le exigió que se identificara. Aguiló tenía el DNI dentro del hemiciclo, y fue a buscarlo, pero luego se quedó dentro. El padre aseguró que el policía le pidió "que salga la que dice que es diputada". Total, que Aguiló anunció que iba a denunciar al agente, "porque esto no se puede consentir, no estábamos haciendo nada, solo hablar". "Bauzá quiere convertir esto en un Estado policial", se sumó a la queja Pilar Costa.
Mientras todo esto ocurría, algunos miembros destacados del PP celebraban que "por lo menos" han ganado "la batalla del trilingüismo", al lograr que PSOE y Més estén de acuerdo con incrementar la enseñanza en inglés. Hay que reconocerle al presidente Bauzá la habilidad de haber sabido llevar a la izquierda a su terreno, que no al TIL, ojo. Quien también estuvo hábil ayer fue Guillem Barceló, portavoz de la Assemblea de Docents, al regalar una camiseta verde al Gran Wyoming. "Me hubiese gustado más ceñida, pero bueno", bromeó el presentador. "Te estará bien, es de mujer", le replicó irónico Barceló.
Las diputadas socialistas Pilar Costa y Lourdes Aguiló vivieron ayer un incidente similar, aunque afortunadamente sin ropa interior de por medio. Las dos parlamentarias hablaban ayer ante las puertas de la Cámara con un padre ataviado también con la camiseta verde de marras, cuando se les acercó un policía nacional y espetó al manifestante: "Usted no puede estar aquí". Aguiló intervino entonces, informando al agente de su condición de diputada, además de explicarle que el progenitor disponía de acreditación para poder asistir al pleno. Ni caso, el policía reiteró que el ´camiseta verde´ tenía que entrar dentro o irse con los manifestantes. Según Aguiló, entonces ella le cogió suavemente del brazo, para insistirle en que solo estaban hablando, pero el policía le respondió "usted no me ponga la mano encima". La diputada socialista le requirió entonces el número de placa, y el policía le exigió que se identificara. Aguiló tenía el DNI dentro del hemiciclo, y fue a buscarlo, pero luego se quedó dentro. El padre aseguró que el policía le pidió "que salga la que dice que es diputada". Total, que Aguiló anunció que iba a denunciar al agente, "porque esto no se puede consentir, no estábamos haciendo nada, solo hablar". "Bauzá quiere convertir esto en un Estado policial", se sumó a la queja Pilar Costa.
Mientras todo esto ocurría, algunos miembros destacados del PP celebraban que "por lo menos" han ganado "la batalla del trilingüismo", al lograr que PSOE y Més estén de acuerdo con incrementar la enseñanza en inglés. Hay que reconocerle al presidente Bauzá la habilidad de haber sabido llevar a la izquierda a su terreno, que no al TIL, ojo. Quien también estuvo hábil ayer fue Guillem Barceló, portavoz de la Assemblea de Docents, al regalar una camiseta verde al Gran Wyoming. "Me hubiese gustado más ceñida, pero bueno", bromeó el presentador. "Te estará bien, es de mujer", le replicó irónico Barceló.
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