La
pedagogía social y política que nos están proporcionando es de cuento
Perrault encontraría
ahora mismo ingredientes similares a los que tuvo para contarnos lo de Blancanieves y los siete enanitos. Su
actualidad educadora daría para una buena serie.
Los estudiosos de la pedagogía social saben que la cronología
contradice a menudo a la pedagogía. Desde el PSOE asturiano demandan ahora “pedagogía” para tratar de
convencer –eso quiere decir aquí “pedagogía”- a quienes no comulguen con la
abstención que, al parecer, predomina en la Comisión Gestora provisional y, previsiblemente,
en el Comité Federal que decidirá en breve qué hacer.
Pedagogía activa
Durante larguísimos años de la Historia de España hemos sido
educados en que lo urgente se coma lo principal, y a diario nos contamos lo
frecuente que es que ni lo uno ni lo otro salgan bien parados. Improvisar se ha
convertido en categoría nacional desde la novela picaresca.Esta “pedagogía”que
ahora demandan en medios del PSOE improvisará altas razones de Estado –y departido-
frente a quienes se creyeron lo del “no es no”, para inclinarse por “laabstención como mal menor”. De paso, intentará anular la intensa pedagogía
ejemplificada en Ferraz, especialmente los días uno y dos de octubre. La“nueva
pedagogía”, explícitamente política como ninguna otra, optará decididamente por
la metodología activa del “donde dije digo digo Diego”. El problema es que
desdecirse en plena marcha y con el espejo retrovisor como GPS, tiene altas
garantías de pasarse de frenada y darse otro batacazo. Una cosa es tratar de
paliar lo superficial y otra bien distinta curar las raíces profundas de una
larga enfermedad que empezó a ser notoria, en este caso, cuando menos hace seis
años y medio. Ya veremos, pero con el “tempo”, o con el ritmo y el pulso de la
cronología –igual que sucede en la música-, no se juega impunemente. Se corre el
riesgo de desafinar y, si no, se cansa sin remedio al personal y a la propia
orquesta. En este caso será peor, porque quien va a seguir tocando poder, en
todo caso, es Rajoy, un músico indiferente a lo que suena en la Audiencia y
templado en los solos alucinantes que se ha marcado a lo largo de casi cinco
años. Sólo queda por ver el tiempo y las partituras que el PSOE le ayudará a
cantar a dúo o haciéndole el coro.
Cuestión social
No es nuevo este afán educador, ralentizador y a contracorriente de
las necesidades y urgencias de una democracia bien asentada. El toque especial
para la buena música en estos asuntos lo ha dado siempre la atención a la pobreza,
eso que, según nos dijeron hace 2000 años, “tendréis siempre entre vosotros”.
En el siglo XIX, cuando se pudieron organizar mejor los trabajadores
asalariados, el prestigio que había tenido la palabra “pobre” entró
transitoriamente en desuso porque lo significativo ya no era el tener o no
tener, sino que los que no tenían más remedio que trabajar con sueldos de
miseria –que no llegaban para sustentar la familia- empezaron a organizarse en
sindicatos que exigían derechos a los amos de la empleabilidad. El primer PSOE
nació ahí, el 02.05.1879, cuando todavía los pobres eran principalmente los
obreros. Y entonces pasó a primer plano“la cuestión social” que estas exigencias planteaban, especialmente en las
zonas urbanas y donde había fábricas con amplio número de proletarios. Así llamó
la burguesía a la larga metodología social que, reconvertida de paliar la
pobreza, dio preferencia a iniciativas
que frenaran o contrarrestaran esa pugna creciente por la equiparabilidad en
derechos sociales básicos. No resultó ni gratuita ni fácil, pero a finales del
siglo, pocos eran ya los países europeos que no habían introducido en la
legislación –para lograr “seguridad social”- instituciones y figuras jurídicas
de “derecho perfecto” que paliaran las omnímodas exigencias de los
propietarios. La primera de estas leyes fue la del seguro de accidentes del
trabajo, que en Alemania se promulgó en 1884 y, en España, seis años más tarde.
Desde 1900, el panorama
socioeconómico ha cambiado en muchos aspectos afortunadamente. Pero de un
tiempo a esta parte –podemos tomar como referencia 1989, y en algunos asuntos
1979 y 1981-, es muy visible cómo se ha dado la vuelta al significado de aquella
cronología. Aquellos derechos pactados -recrecidos desde 1945 hasta constituir
lo que en Francia llaman “los treinta gloriosos”-han venido siendo disminuidos
o han desaparecido y, en muchos aspectos, volvemos a situarnos conceptualmente
en cómo era la situación antes de 1900.Con un agravante: no es fácil volver a
aquella situación de miseria como algo aceptable. Y tampoco es tan sencillo
apuntarse a una u otra banda de manera decidida cuando toda la política se ha
aburguesado tanto.Pero entre unos y otros, la “pedagogía social” para
desarrollar ese afán erosionador está en marcha en paralelo desde los últimos
ochenta y, crecientemente, desde los 90. En su desarrollo, ya destaca
claramente cómo, desde 2008,al tiempo que son recortados cada vez más los
logros del pasado, crece la despolitización de la sociedad y, de nuevo,
empezamos a ver en escena, muy frecuentemente, el término “pobreza”. Los
indicadores de ésta -la relativa y la de riesgo de exclusión- menudean a cargo de distintas instituciones,
asociaciones y ONGs. Acaba, incluso, de aparecer un interesante libro de Julio Carabaña: Ricos y pobres,para mostrarnos cómo
en los últimos años ha aumentado la desigualdad en España.
Es verdad que las proporciones de pobres en la Europa medieval y moderna eran muy altas y
puede que, en este momento nuestro, el crecimiento de la desigualdad no sea tan
alto como pensamos a veces, pero lo cierto es que ha subido 4,8 puntos porcentuales respecto a 2008. Está en un 28,6% de la
población y equivale a que este año pasado 13,18 millones de españoles se
encontraban en esta situación por la precariedad creciente de los empleos.La
tendencia es clara y la pobreza vuelve a formar parte del paisaje de la
atención social y su pedagogía mientras, de nuevo, crecen las llamadas a la
solidaridad benéfica o caritativa. La justicia distributiva está en retirada y
ya no está bien visto decir que se trata de un derecho que exige ser correspondido.
Lo correcto vuelve a ser que el voluntarismo trate de paliar lo que son
necesidades básicas de todos los ciudadanos. Lo otro es tildado de populismo
malo, y puede ir a más su desprecio.
Y sistema educativo
La correspondencia de todo ello en el plano de las políticas
educativas propiamente tales es cada vez más amplia. Lo dejan ver los avatares
de las decisiones de algunas autonomías o del propio Ministerio de Educación.
Sin entrar en qué haya pasado antes de los años setenta, o de ahí a los
noventa, basta observar,en la serie de subvenciones a la enseñanza privada y
concertada, cómo se han incrementado respecto a los recortes que en paralelo ha
tenido la enseñanza pública: lo de estos cuatro últimos años es más
decididamente revelador, como reiteradamente han denunciado CCOO, STES y UGT, sindicatos
acompañados a veces de otras plataformas sociales como MAREAVERDE. Puede
hilarse más fino, para observar igualmente cómo desde que la LODE (1990) trató
de poner orden en este disputado campo, tradicionalmente proclive a lo privadosalvo
en la etapa de la II República. Las sucesivas acomodaciones y remodelaciones
que ha tenido esta ley han dado la vuelta a un panorama en que a la enseñanza
pública correspondía cierta primacía. De
este modo, el art. 27 de la Constitución, leído a la luz de la LOMCE (2013),
por ejemplo, ya parece un colador en que, por la vía de hecho, la lealtad
democrática con el derecho de todos a la educación sale muy mal parada.
Por otro lado, la nueva configuración del paisaje educativo que se
está construyendo –y que con el previsible Gobierno de Rajoy seguirá adelante
pese a la última sesión del Congreso contra el desarrollo de la LOMCE- todo coordina con una especie de designio
global. PISA, con sus estándares de rendimiento, seguirá marcando el modelo a
seguir en buena parte del mundo “desarrollado”, aunque no sirva para nada en
cuanto a mejorar la calidad educativa porque, como dice Pablo Gentili, “imbeciliza el concepto de conocimiento”. Y también prescribe, por consiguiente, el
modelo de docencia y magisterio más adecuados: profesores preparados para
obedecer a esos estándares, muy poco autónomos para enseñar aquello para lo que
nacieron las escuelas: preparar ciudadanos conscientes y responsables, con
derechos y obligaciones compartidos en igualdad en aras de un bien común
compartido. Esto propugnó Condorcet en los albores de la Edad Contemporánea, pero parece que
ahora solo hacen falta personas con competencias para el máximo rendimiento
productivo, que se dejen gobernar por capataces algo más cualificados,
obedientes a su vez alas minorías“excelentes” que ya dirigen casi todo. El
resto, “los pobres”, sobran: son
unidades improductivas. Como sobran también esas áreas que desaparecen del
currículum por ser consideradas–en el lenguaje de NuccioOrdine- “sin provecho” e “inútiles”: la Filosofía, una
Historia que merezca la pena, una digna experiencia del Arte y la Música,unas Ciencias
sociales sustanciosas para la reflexión y el pensamiento.
= Ucronía pedagógica
Es evidente, pues, que un determinado emprendimiento individual,
supuestamente modernizador, está haciendo retroceder en paralelo la generalización
del conocimiento. En su lugar, se difundela mediocridad por los más variados
canales, mediáticos y educativos en particular, sin que los políticos le vayan
a la zaga. Sólo faltaba meter en danza el valor de la cronología, para ver de
lograr que el relato más reiterado sea el realmente valioso. Creada la ilusión
de que todo sigue igual de bien como nos dicen,nos dejarán sin memoria. ¿Se acuerda alguien de los nuevos recortes que,
para cumplir con Bruselas y un déficit que “los pobres” no han podido generar,
se vienen encima con el Plan Presupuestario 2017: Informe de acción Efectiva; Reino de España? La ceguera impedirá entender nada cuando, por
ejemplo, se hable de las pensiones u otros asuntos sociales porque, entre las
enseñanzas últimas con que nos inundan, la de minusvalorar los aprendizajes de
la cronología histórica es de las más insensatas. Esta desmemoria, unida a la
que acumulamos sobre nuestro siglo XX, ayudará a que no sepamos distinguir si
el “Consejo de ministros estudia el
subsidio de paro o el derecho al despido o si sencillamente, aislado en un
océano, se limita a esperar que la tormenta pase…”, como escribía –en 1959- Jaime Gil de Biedma. Un desastre para la convivencia.
No sólo contradice el saber acumulado por la parte superior de la
pirámide de edades, sino cualquier sensibilidad ética que esté en fase de
construcción. En este sentido, bien merece la pena observar ahora mismo cómo,
con lo poco que sabemos de algunas canciones que no canta, nos están adoctrinando
desde que empezaron a mediocantar Rato,
Bárcenas y, de momento, especialmente Correa.Por si nos fuéramos a confundir con
estos tres tenores, nos subtitulan que lo que dicen sus
letras se refiere a acontecimientos de un pasado a todas luces irresponsable
pero, al parecer, remoto y, por tanto, casi inexistente. Así lo expresó otra
actriz de este reparto, Sor-Aya, diciendo que se juzgaban hechos de los 90. Y a la misma doctrina se ha atenido Pablo
Casado, indicando que por entonces cursaba COU. Nadie en el PP de hoy se hace responsable y ni siquiera Rajoy se da por aludido con esta música a pesar de que por
aquellos años desempeñaba labores de segundo en el partido y es,actualmente,el
eslabón más directo del PP de aquellos años, heredero en la gestión de su
personalidad jurídica. Por este camino de la disfuncionalidad de las palabras,
neolenguajes y deslealtades que emplean estas “pedagogías”, tan activas como
potencialmente aviesas con lo que nos haya sucedido años tras año, nos va a
pasar a todos como a Blancanieves, la de los siete enanitos, después de morder
la manzana de la madrastra. Al tiempo.
Manuel Menor Currás
Madrid, 19/10/2016
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