viernes, 17 de junio de 2016

"Días sin escuela" (PERIÓDICO DIAGONAL)

Reproducimos este artículo firmado por Daniel Rato en DIAGONAL


La segregación en la educación se combina para mal con las desastrosas cifras de desempleo juvenil.

Desde hace unos años, cada vez que se dan a conocer los datos de Eurostat sobre abandono escolar temprano –que recoge la edad comprendida entre los 18 y los 24 años– los titulares en los medios suelen coincidir: “España, líder de la UE en abandono escolar prematuro” o “La tasa de abandono escolar temprano baja del 20% por primera vez en España”. Ambos titulares no dejan de ser ciertos, ya que este porcentaje no ha parado de descender desde 2008 –de un 31,7% en 2008 hasta un 19,97% en la última encuesta de población activa–, pero aún queda muy lejos de la media de la Unión Europea, que se sitúa en el 11%, siendo España, por delante de Malta y Rumanía, el líder en esta tasa.
Las razones que explican estas cifras no son sencillas. Para empezar, las medias de los países que se publican y difunden provocan que se iguale a todos los territorios bajo una misma cifra, ocultando así unas desigualdades que sería conveniente visibilizar. Según Jurjo Torres, catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Universidade da Coruña, la media hace que “los ricos no parezcan muy ricos y los pobres no parezcan muy pobres. Cuando miras por comunidades, lo que se encuentra es un fenómeno. Las comunidades ricas tienen menos abandono, mientras que las pobres lo tienen mayor, algo que habría que cruzar con cómo están creciendo los niveles de pobreza o de empleo precario en esas zonas”.
Comparando los números de abandono escolar con los del PIB per cápita, se ve cómo en regiones como Extremadura (16.166 euros) y Andalucía (17.263 euros) la tasa de abandono está por encima de la media. En el lado contrario, Euskadi (30.459 euros) o Navarra (28.682 euros) no llega al 10%.
“Ahora tiramos más por el dinero que por volver a estudiar”, comenta Ana, que dejó la ESO
Esta idea de centrarse en los casos más específicos para combatir la desigualdad es la que se defiende también desde movimientos a favor de la educación pública. “La prevención del abandono escolar temprano pasa por ir a la raíz”, aclara Sandra Villa, portavoz de Mareas por la Educación Pública. “Tener un seguimiento mucho más cercano de lo que les pasa a nuestros alumnos y alumnas, tener medidas de atención a la diversidad reales, provocar un descenso de la ratio [proporción de estudiantes por docente] y aumentar el profesorado”.
Y es que, tal y como señala el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), existen datos que apuntan a la existencia de una relación inversa entre capacidad económica de la familia y abandono escolar temprano, creándose una situación de desigualdad que afecta de manera principal a los centros de educación públicos. Y no sólo en cuestiones de abandono escolar. El mismo informe hace constatar que los estudiantes en España tienen una menor probabilidad de tener bajo rendimiento escolar cuando asisten a colegios concertados y socioeconómicamente favorecidos.
Para Sandra Villa, los centros públicos “están sobrecargados y la mayor parte de los alumnos que tienen necesidades pueden ser parte de aquellos que en el futuro tengan un abandono temprano, ya que desde los primeros años de educación están siendo discriminados, al contar con menos recursos. Y yo creo que esto es totalmente intencionado”, afirma haciendo referencia a las políticas educativas llevadas a cabo por el Partido Popular, que han tenido su representación en la polémica Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), promovida y aprobada en solitario.
En una línea similar, Carmen Rodríguez, doctora en Pedagogía en la Universidad de Málaga, critica cómo la política “quiere obtener resultados muy rápidos” y de esta manera “no se aplica aquello que sería de utilidad”. Carmen Rodríguez forma parte también de un grupo de profesionales de la educación que ha impulsado un ‘Documento de Bases para una nueva Ley de Educación’, un decálogo de ideas elaborado junto a colectivos sociales, organizaciones sindicales, sindicatos de estudiantes, asociaciones de madres y padres y partidos políticos como PSOE, IU, Podemos y Esquerra Republicana, que va en dirección opuesta a la última ley de educación, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE).
En su opinión, con la crisis y con la LOMCE “se ha empeorado muchísimo la desigualdad y va a haber mucho más fracaso escolar. No se ha mejorado en nada el sistema educativo para hacerlo más flexible y compensatorio”.

Más burbuja, más abandono

Coincidiendo con los años de hinchazón de la burbuja, las tasas brutas de graduados en ESO alcanzaron las cifras más bajas de los últimos 15 años. Desde el curso 2004-05 al 2007-08 la tasa de graduados en la ESO no pasa del 69%, volviendo a recuperarse con la explosión de la crisis económica, llegando casi al 77% en el curso 2013-14. La perspectiva de un buen salario, sumada a unos estudios que no les motivaban, suelen ser las razones habituales por las que se daba este abandono.
“Aquí en Galicia, algunos aún recordamos durante la época del narcotráfico cómo los propios chavales decían que lo que ellos querían era ser narcotraficantes”, apunta Jurjo sobre la situación vivida en la Galicia de los 90. “Lógicamente vivían de puta madre y tampoco les ocurrían muchas cosas si les pillaban. Todas esas cosas influyen”, añade.
Un caso más habitual es el de Víctor, un chico de Guadalajara que abandonó la ESO en el tercer curso, aunque desde un tiempo antes ya dejó de asistir a clase. Según cuenta, se dedicaba a aprobar en verano hasta que cumplió los 16 años. Entonces dejó unos estudios que ya no le llenaban para comenzar a buscar trabajo. En un establecimiento de comida rápida, en un supermercado, en trabajos de logística, de nave en nave, siempre bajo contratos de una empresa de trabajo temporal (ETT) que llegaban a ser de meses, semanas e incluso días.
El futuro no lo afronta con una perspectiva más positiva: “Tampoco hay mucho trabajo”, cuenta Víctor. “Y el que hay es ‘puteao’ y ‘asqueao’. Pero no queda otra”. Este derrotismo tiene mucho que ver con la realidad que ha conocido en los diversos empleos que ha encontrado: “Tienes a profesores de educación infantil ahí contigo doblando el lomo. También he tenido a abogados conmigo tirando de pala en la mina al aire libre donde trabajaba. Han durado dos semanas, pero los he tenido. Hoy por hoy, creo que los estudios no valen para nada. Por experiencia, no por otra cosa”, opina.

Más graduadas que graduados

Uno de los datos que más llama la atención es la diferencia entre el abandono escolar temprano entre hombres y mujeres. Según las últimas estadísticas publicadas de las enseñanzas no universitarias, en el curso 2013-2014 el 82,2% de las mujeres matriculadas en ESO se graduaron, frente al 71,7% de hombres que lo consiguieron.
Además del factor de la búsqueda de oportunidades de trabajo, se dan otros de carácter sociológico que explican esas diferencias. Para Carmen Rodríguez, una de las causas es que “existe un apoyo mayor entre compañeras en los estudios, mientras que para los chicos en la ESO no está bien visto que sean muy estudiosos. Ellas, aunque suspendan, siguen intentándolo. En cambio ellos, en cuanto pierden su autoestima como estudiantes, intentan reforzarla en otros aspectos y abandonan con más facilidad. Eso forma parte de la construcción social con la que son educados chicos y chicas”.
Otro de los problemas surge a la hora de retomar los estudios. Según afirma Jurjo, en secundaria tenemos “un sistema que es muy rígido. Una vez abandonas, volver no es fácil, a diferencia de la universidad. Es mucho más difícil volver a incorporarse”. Así lo corrobora Ana, una chica que dejó los estudios de educación secundaria tras cursar dos años en Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI). Cuando, un tiempo más tarde, quiso sacarse el título en un centro de educación para personas adultas, sólo pudo llegar hasta 2º curso.
“Ahora, con 22 años, si te pones a estudiar y te llaman para trabajar, tienes que dejarlo porque realmente necesitas el dinero”, cuenta Ana. “Tiramos más por el dinero que por volver a estudiar porque aunque lo retomes, ves a gente con estudios que está parada y eso tampoco te motiva a ponerte a estudiar”.
El sociólogo César Rendueles acostumbra a utilizar el caso de la educación para ejemplificar la potencia de las posturas neoliberales. Éstas buscarían algún automatismo institucional, como el mercado, para coordinar las preferencias individuales sin la necesidad de alcanzar consensos. “Ponerse de acuerdo en qué educación queremos para nuestros hijos es un lío. Mejor privatizamos y que cada cual se pague la educación que pueda”. Ésa es la idea que vendrían a defender los liberales, según explica Rendueles.
Es todo lo contrario al modelo que defienden desde movimientos como el de las Mareas Verdes. Éstas han puesto el centro del debate en la educación pública, siempre buscando, como afirma Sandra Villa, un acuerdo con toda la comunidad educativa: con el profesorado, con los alumnos, con las familias y con la ciudadanía. “No queremos un pacto educativo entre partidos políticos que ya sabemos lo que han hecho hasta ahora. Con [el modelo educativo] queremos que se cree un tejido productivo que sea eficiente pero solidario. Y que sea sostenible con el medio ambiente. Y muchas más cosas que hasta ahora no se han planteado ni se han valorado”.

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