DEBERES ESCOLARES Y ESCUELA PÚBLICA
Bienvenidos al “centro de la tierra” y cambiemos el rumbo.
Ante todo gracias a los que a cara descubierta, mostráis vuestras aportaciones a este debate.
De acuerdo que este tema tiene muchas ramificaciones, pero no quisiera teorizar sobre este, sino acercarme con una visión más práctica; para mi la referencia no son como trabajan los “otros” sino como trabajamos nosotros en la Escuela Pública y eso me tiene muy preocupado, la fractura social comentada en otros debates ya lleva padeciéndola más de 10 años la Comunidad de Madrid, sin ser corregida y seguimos aceptando estrategias para “apartar el grano de la paja”, como es el caso entre otras de los deberes escolares.
En la Escuela Primaria Pública de mi entorno, lo que impera es la cultura del sobreesfuerzo (tareas indiscriminadas, blogs novedosos de evaluación e información para padres “modernos”, WhatsApp que “echan humo” todas las tardes con obligaciones escolares, profesores tutores, particulares, etc.) que abarrotan academias y vacían los parques de niños, esta es mi realidad.
Creo que la opinión de todos es respetable y coincido con muchas de las aportadas que se podrían resumir en dos: la racionalidad y la proporcionalidad de las tareas escolares según edades y contextos, pero no es suficiente para hacer un buen diagnóstico del tema.
Los deberes escolares son la punta del Iceberg de cómo funciona nuestro sistema educativo, pues revela nuestras vergüenzas, entre otras:
La falta de liderazgo y organización de los equipos directivos que no incluyen en sus proyectos educativos la forma de tratar este tema y su orientación educativa.
La falta de sensibilidad del profesorado hacia los alumnos, sus edades, sus circunstancias, su maduración, sus capacidades, sus ritmos…
La falta de criterios pedagógicos.
La falta de coordinación entre profesores, departamentos, ciclos,…
La falta de método de trabajo, en su mayoría marcado por los libros de texto.
La falta de adaptación del profesorado a los horarios, tiempos de dedicación, exigencias, programas,…
La falta de coherencia entre lo trabajado en el aula y lo exigido fuera de ella.
La falta de atención a la diversidad del alumnado y la posible selección de tareas según perfiles (ampliación, refuerzo,…)
La falta de empatía hacia el alumnado y sus entornos familiares.
La falta de cultura colectiva, de sentido común, de escrúpulos, etc.
Por todo ello, la Escuela Pública debe dejar de ser “testigo mudo” sobre el mal uso y abuso de las tareas escolares: más que como un elemento compensador de las carencias, lo que realmente genera es un desequilibrio en la igualdad de oportunidades, perjudicando gravemente el futuro de nuevas generaciones.
La Escuela Pública debe dejar de ser cómplice por la falta de criterios y rigor pedagógico en la asignación de estas tareas fuera del ámbito escolar, suponiendo una explotación infantil en el “primer mundo” en nombre de la calidad de la enseñanza, ampliando las jornadas escolares de forma extenuantes, sin coherencia y sin control; y lo que es peor, dejando desprotegidos a la población más vulnerable provocando una situación contraria a la cohesión familia-escuela de la que siempre ha abanderado la Escuela Pública.
La Escuela Pública debe dejar de ser complaciente con la actitud desleal de compañeros, que constatan como “notarios” el trabajo realizado fuera de la escuela por las familias y negocios privados paralelos a esta (tutores, academias, profesores particulares, etc…).
En definitiva, queremos ser una Escuela Pública que no atienda, exclusivamente, los dictados de excelencia, copiando modelos educativos tradicionalmente unidos a un tipo de enseñanza, en la que prima la competencia y la rentabilidad de los resultados académicos, por encima de la formación de las personas.
Miguel Ángel Quer y otros profesores
No hay comentarios:
Publicar un comentario