Wert, ministro de la excelencia, no es excelente para los españoles. Según el último barómetro del CIS, obtiene un 1,5 sobre 10, un suspenso muy bajo, en su valoración como ministro.
Sin embargo, José Ignacio Wert exige excelencia a los demás. Exige más requisitos académicos, más notas y más créditos aprobados para optar a una beca universitaria. El ministro del 1,5 exige al estudiante un 6,5 en la parte general de la selectividad.
Sus argumentos formales se sustentan sobre principios variables: equidad, equilibrio, esfuerzo, estímulo, excelencia. Sus argumentos de fondo se sustentan sobre principios inconfesables: desequilibrio presupuestario, discriminación de la educación pública, esfuerzo ideológico, estímulo de la educación privada, segregación social.
Wert no es excelente ni en demagogia, cuando manipula los conceptos de rendimiento individual y gasto colectivo para distraer a los demás, discutiendo sobre notas y puntos, mientras la única medida política debiera ser el aumento de la inversión en becas y el único requisito para disfrutarlas debiera ser el nivel de renta familiar de los candidatos. El acceso a la enseñanza superior es un derecho. La inversión ahí no es un gasto. Un gasto es la fuga de excelencia con la fuga de cerebros.
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