El proceso de reordenación de los centros públicos entra ya en la recta de meta:
Para miles de alumnos y familias, cientos de docentes y decenas de barrios se acabó eso que llamaban "Escuela Pública de Calidad": el próximo 30 de junio se procederá al cierre de colegios e institutos tras décadas de funcionamiento ejemplar por toda la geografía madrileña, en nombre de la sagradísima y neoliberal libertad de elección. Ni Federico Trillo resumiría mejor la situación.
Ya no habrá más lucha en esos centros, sencillamente porque ya no habrá centros. Lo que hace unos meses era "No creo que se atrevan" se ha convertido en "Pues sí que se han atrevido", o lo que es lo mismo, están cerrando la Educación Pública ante nuestras narices. El mensaje es que ya está pasando, que no hablamos de un futuro lejanísimo y desconocido "y hasta que eso llegue, me quedo en el sofá viendo la tele que me lo paso mejor". Cómodamente instalados (unos en las estables condiciones que la lucha docente consiguió en los 80, otros en la liberación y subvención sindical), ni siquiera el sobresalto de este cambio de modelo social perturba la siesta de los que deberían defender con uñas y dientes no solo su puesto de trabajo, sino también un sistema educativo público en el que basar el futuro de una sociedad en la que crecerán y vivirán nuestros hijos. Ahí es nada... pero ni por esas.
Hay que analizar estas acciones en su justa medida: esto se está acabando, y punto. Madrid siempre fue el laboratorio donde ensayar los experimentos más maquiavélicos (reválidas, clasificaciones de centros, contratación de profesores sin oposición, etc.), por lo que es fácil deducir que en un breve plazo estas reordenaciones se extenderán al resto del territorio español. Si a principio de curso se garantizan por ley incluso se aprueban los nuevos accesos a los conciertos educativos a empresas privadas, ¿no hubiera sido más lógico rescindir conciertos y mantener todos los centros abiertos, antes de jugar al tetris con la Pública intentando amontonar sus restos donde malamente quepan? Las intenciones de "los de arriba" están meridianamente claras, por lo que repetimos de nuevo que lo de "no creo que llegue, pero si llega, cuando sea el momento ya veré lo que hago" se ha quedado desfasado: hoy mismo estamos atravesando la línea de no retorno. ¿Y qué hacemos? ¿Nos rendimos sin más porque nada sirve para nada? ¿Es eso lo que nos enseñaron, a tirar la toalla y dejar una sociedad peor de la que nos la encontramos? ¿Tan endeble es la implicación de los docentes españoles? Educar es mucho más que sentarse a diario en la silla del profesor: nosotros seguiremos peleando por lo que creemos justo. Por supuesto: nadie dijo que fuera fácil.
Móstoles, Aranjuez, Alcalá... Mañana será en Vigo, Elche y Sabadell, sumándose a la clausura silenciosa de la escuela rural en el último lustro. Los peores augurios ya se han cumplido y amenazan con multiplicarse, los mismos que hace meses clamaban como voces en el desierto sobre lo que nos estamos encontrando en los titulares de los periódicos. Y lo peor está por venir: si han sido capaces de organizar todo esto con el sustento de la actual ley educativa, la LOMCE podrá facilitar aun más el proceso de privatización. [...]
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