El centro educativo que así lo elija dará tanto Latín como quiera, el centro educativo que opte por ello dará tanta Música como quiera; el establecimiento que se empeñe se especializará, si quiere, en Retórica, etcétera. Por lo tanto, «ya no tienen sentido las quejas de determinados ámbitos», como de la Sociedad de Estudios Clásicos, de la Música, Artes y Danza, de las Ciencias, etc.
Ese ha sido el mensaje novedoso de la secretaria de Estado de Educación, Monserrat Gomendio, esta mañana en Madrid, en el marco de un desayuno de trabajo con representantes del mundo de la Educación. Gomendio aseguró que la concreción de la autonomía de los centros y de las evaluaciones («reválidas» al final de la ESO y del Bachillerato, que habrá que aprobar para pasar de ciclo) eran los dos aspectos en que había cambiado el anteproyecto de la Ley de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), que, aseguró, llegará al Congreso en enero. Con sus palabras: «Ya no es necesario tomar la decisión de que desaparezcan vías en el Bachillerato. El centro elige. Ya no desaparecen vías. Están ahí para el centro que las elija». Los centros resucitarán «las asignaturas que quieran resucitar».
Gomendio explicó que la autonomía de los centros se traducirá, principalmente, en autonomía de los «métodos pedagógicos», en «flexibilidad curricular» y en mayor margen de maniobra en la dirección del centros públicos (se da por sobreentendido que también en los privados).
Con palabras de Gomendio: «Los centros se especializarán en determinados ámbitos y decidirán la oferta de asignaturas que quieren y la carga lectiva que quieren asignar a esas asignaturas». Los currículos que preparen el ministerio y las autonomías, también de las materias troncales, «no serán tan detallados», y los centros tendrán «más autonomía para decidir cómo se alcanzan determinadas metas».
Aunque tiene que haber una reunión más el martes que viene con los consejeros de Educación de las comunidades autónomas para concretar esta propuesta, «la idea es que se definan bien las asignaturas instrumentales (Matemáticas, Lengua, Inglés y Ciencias) y las horas mínimas de ellas, y luego que los centros se especialicen».
A modo de ejemplo, Gomendio puso el caso de un centro que había visitado la semana pasada en Inglaterra, que «goza de gran autonomía», «especializado en Latín y en Música».
Sobre las evaluaciones (las «reválidas» «externas y homogéneas para todo el territorio nacional»), la novedad que anunció respecto a lo que ya se sabía es que la prueba final de la ESO será diferente según que los alumnos opten por el Bachillerato o por la Formación Profesional.
Toda la Lomce se quedaría coja si no se saca posteriormente el Estatuto Docente, en el que los sectores implicados insisten en que sea de «todos» los docentes, independientemente de si se trata o no de funcionarios. «Si no se aborda la reforma del profesorado, para que se potencie su papel y se queden los mejores, y se les incentive, todo se quedará en papel mojado», aseguró Gomendio.
Gomendio, finalmente, sostuvo que el Gobierno no podía subvencionar el Bachillerato en los centros concertados, aunque sería una meta deseable «a largo plazo».
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