- Los directores, que pidieron dejar las pruebas para septiembre, han tenido que organizar en dos semanas un operativo para controlar a al menos 10.000 alumnos
Directores y profesores defienden que es "temerario" e "irresponsable" celebrar las pruebas en junio. Relatan problemas de espacio físico para distribuir al alumnado con las medidas de distanciamiento, de personal para vigilar las pruebas –hay docentes con patologías o por conciliación exentos de acudir–, de refuerzo de limpieza –el aula debe desinfectarse después de cada prueba– y no hay una solución en igualdad de condiciones para los alumnos "de riesgo", conminados por la instrucción regional a no presentarse, o para aquellos que tienen miedo de exponerse a unas pruebas que duran muchas horas. Muchos edificios son antiguos y pequeños, algunos comparten incluso espacios con colegios, cuentan los directores.
La Consejería cuenta con que 10.000 alumnos se presentarán (de los hasta 20.000 que podrían hacerlo), según informan fuentes de la cartera que dirige Enrique Ossorio. Educación argumenta que aplazar las pruebas a septiembre conllevaría el retraso del inicio de curso y que "los alumnos necesitan certificar para las universidades o para mejorar profesionalmente".
"Tenemos la sensación de que se toman decisiones antes de ver si es posible ejecutarlas, en el último momento y a toda prisa. Celebrar estas pruebas así es temerario", dice Jose Manuel Pineda, presidente de la asociación de Directores de Escuelas de Idiomas de Madrid, que ha dirigido varios escritos a la Consejería. Pineda asegura que los equipos directivos están sufriendo "un estrés bestial" con la organización y lidian también con los temores de su plantilla. En la misma posición está la Asociación de Profesores de Escuelas de Idiomas de Madrid.
La confirmación definitiva de la celebración de las pruebas se comunicó el día 1 de junio, según Pineda, solo con dos semanas de margen. El lunes que viene comienzan los exámenes y se extenderán hasta el 30 de junio por niveles e idiomas. Solo están convocados a las pruebas los alumnos que optan a una certificación, es decir, un título oficial (B1,B2,C1 y C2). Representan cerca entre el 45 y el 47% del alumnado total, según la asociación de directores.
Cinco días antes de arrancar las pruebas, las Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI) no disponen de todo el personal suficiente para cubrir los turnos. La Consejería les ha pedido concretar las bajas por correo, garantiza que movilizará si es necesario a "personal de otros departamentos" para cubrir los exámenes y asegura, en el caso de que no haya espacio físico, se "estudiaría la posibilidad de ocupar espacios de otros centros".
Pilar Díaz es una de esas docentes que acudirá a trabajar en la escuela de idiomas más grande de Madrid, Jesús Maestro, con 7.500 alumnos. En conversación con eldiario.es, Díaz se queja de que las normas pueden "penalizar a los alumnos por razones de salud". "Tengo una alumna embarazada y yo misma le he aconsejado que se lo piense, no me parece seguro". Todos los estudiantes que se quieran presentar han debido comunicarlo a su escuela antes del 8 de junio.
Aunque no ha accedido a trasladar los exámenes a septiembre, el Gobierno de Ayuso sí ha ideado un sistema para intentar que el perjuicio de los que no pueden presentarse sea el menor posible. Independientemente de que acudan o no al examen, los alumnos y alumnas pueden promocionar, si así lo consideran sus profesores; y no correrá convocatoria. Es decir, los estudiantes no pierden oportunidades de cara a volverse a presentar al examen.
Los exámenes no se han convocado online para estos casos, salvo las pruebas orales, según las instrucciones. En otras comunidades sí se ha optado por este método, aunque también plantea problemas por la brecha digital. "Que sea online es complicado porque no tenemos plataforma y muchos no tienen acceso a internet. Solo tienen móvil y no ordenador", asegura Díaz, que ha continuado, como el resto de compañeros, dando clase a sus alumnos por todas las vías que se le han ocurrido. "Por videoconferencia, por correo, por móvil...". "Aprender idiomas así es muy difícil y algunos se han descolgado, lamentablemente", añade.
Cuatro horas de examen, descansos, baños...
En pocos días, los equipos directivos tienen que idear un sistema de entrada escalonada en las aulas (los exámenes deben empezar por orden de la Consejería a las 16 horas), organizar a la multitud en los descansos, crear circuitos de circulación dentro de las escuelas para evitar la muchedumbre, gestionar el uso y la limpieza de los baños, controlar que todos llevan mascarillas y no incurren en comportamientos de riesgo... En algunas escuelas ni siquiera hay mesas en algunas clases, sino sillas con un apoyador. "Los directores están muy agobiados porque hay escuelas que no tienen dependencias para garantizar la distancia de dos metros, hay que organizar las entradas y salidas, duplicar los auxiliares de control...", manifiesta Isabel Galvín, secretaria general de Educación de CCOO Madrid.
La lista está en las instrucciones que la Consejería de Educación ha enviado a cada uno de las escuelas. Los exámenes tienen una duración de cuatro horas –con interrupciones– y se hacen en papel. De manera que los correctores deben adoptar estrictas medidas de seguridad cuando lo corrijan físicamente (guantes, mascarilla...). "No vamos a poder dejar reposar esos papeles, si sobre ellos hubiera virus, porque la corrección, imaginamos debe ser inmediata", apunta Díaz.
Eva Luque, alumna, convive con dos personas de riesgo y ha decidido no presentarse a las pruebas. "Aplazar el examen sería lo más justo, pero es verdad que hacerlo tras tres meses sin clases es también un lío. Resulta complicado encontrar una solución buena", reflexiona esta alumna que opta a un C1 en inglés y estudia en la EOI de Carabanchel. Luque teme que "las prisas den luego lugar a lamentos" y considera que las pruebas no pueden hacerse "a cualquier precio".
En pocos días, los equipos directivos tienen que idear un sistema de entrada escalonada en las aulas (los exámenes deben empezar por orden de la Consejería a las 16 horas), organizar a la multitud en los descansos, crear circuitos de circulación dentro de las escuelas para evitar la muchedumbre, gestionar el uso y la limpieza de los baños, controlar que todos llevan mascarillas y no incurren en comportamientos de riesgo... En algunas escuelas ni siquiera hay mesas en algunas clases, sino sillas con un apoyador. "Los directores están muy agobiados porque hay escuelas que no tienen dependencias para garantizar la distancia de dos metros, hay que organizar las entradas y salidas, duplicar los auxiliares de control...", manifiesta Isabel Galvín, secretaria general de Educación de CCOO Madrid.
La lista está en las instrucciones que la Consejería de Educación ha enviado a cada uno de las escuelas. Los exámenes tienen una duración de cuatro horas –con interrupciones– y se hacen en papel. De manera que los correctores deben adoptar estrictas medidas de seguridad cuando lo corrijan físicamente (guantes, mascarilla...). "No vamos a poder dejar reposar esos papeles, si sobre ellos hubiera virus, porque la corrección, imaginamos debe ser inmediata", apunta Díaz.
Eva Luque, alumna, convive con dos personas de riesgo y ha decidido no presentarse a las pruebas. "Aplazar el examen sería lo más justo, pero es verdad que hacerlo tras tres meses sin clases es también un lío. Resulta complicado encontrar una solución buena", reflexiona esta alumna que opta a un C1 en inglés y estudia en la EOI de Carabanchel. Luque teme que "las prisas den luego lugar a lamentos" y considera que las pruebas no pueden hacerse "a cualquier precio".
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