- Para este profesor en la Universidad de Granada, "la comunidad educativa no entiende por qué a estas alturas aún no hay un horizonte de trabajo para el curso que viene" y reclama más inversión en infraestructuras
"Tenemos que estar muy orgullosos de la reacción del sistema, y eso incluye a profesores, alumnos y familias", asegura Fernando Trujillo, profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Granada. Trujillo, que acaba de concluir un estudio sobre los efectos del confinamiento en la educación y la visión de las tres partes implicadas en el proceso sobre estos meses, valora cómo prácticamente de un día para otro se pasó de la enseñanza presencial a la enseñanza a distancia, y destaca la capacidad de adaptación del alumnado para autogestionarse.
Este buen funcionamiento generalizado no es óbice para que todos los actores fueran conscientes de que el sistema "no estaba preparado" para lo que pasó. En este sentido, a Trujillo le sorprende que estando prácticamente en julio, con los centros a punto de cerrar, no haya todavía planes concretos para la vuelta al aula en septiembre. Y concluye: va a hacer falta financiación para salir de esta crisis educativa. "Ya sabemos las consecuencias de hacer en modo de bajo coste: más desigualdad, fracaso escolar, la escuela pública perjudicada...".
¿Cuáles son las principales conclusiones del estudio?
Una primera conclusión es el interesante equilibrio en el profesorado entre la preocupación por la salud de la comunidad educativa y otra vertiente, que no me esperaba. Cuando les preguntamos a los profesores por sus preocupaciones en torno al aprendizaje el próximo curso, en vez de recurrir a una respuesta previsible tipo no se han trabajado tales contenidos, nos hablan de las habilidades sociales, de las emociones, de la motivación de los alumnados. Es una visión de la educación muy ligada a los cuidados, de un profesorado muy preocupado por el alumnado como persona en mitad de la pandemia. Hay que recibir al alumnado, ver cómo están, volver a trabajar la socialización con los pequeños, que la han perdido, volver a trabajar la relación entre familia y escuela.
Profesorado, familias y estudiantes perciben con claridad que no se han hecho previamente las inversiones adecuadas. No solo que los edificios están al límite de ocupabilidad, sino en edispositivos tecnológicos, redes o incluso laboratorios y polideportivos. La crisis de 2008 machacó la inversión en educación, el IVIE habla de un 55% de caída en la inversión en infraestructuras. Y en esas llegó el coronavirus. Un 76,8% del profesorado de la muestra reclama un aumento de la inversión en docencia a distancia: equipo, servicio... Ha sido muy evidente que no estábamos preparados.
Cuando se unen estas dos preocupaciones –las sanitaria y la inversión en infraestructuras– te sale la necesidad de un aumento, aunque sea provisional, de la plantilla. Si hay que fragmentar los grupos es inevitable plantearse un aumento de plantilla. Esto se une a un clamor generalizado entre el profesorado, que viene reclamando que se revise la ratio y las plantillas de la escuela pública.
Ese triángulo de preocupación sanitaria, de infraestructuras y del personal está muy presente en el estudio y configura el punto de arranque del próximo año. Es una obviedad que en esta fecha ya deberíamos tener claros los protocolos sanitarios, si vamos a hacer inversión en infraestructuras y en personal. Y aquí, aunque esto no sale en el estudio sino que es mi visión personal, es fundamental la aportación presupuestaria extra comprometida por el ministerio y la gestión que hagan las comunidades de ese dinero, sobre todo en los tiempos en los que llega.
¿Cómo afronta el profesorado el próximo curso, con tanta incertidumbre?
Les hemos preguntado qué modalidad de enseñanza les parece más adecuada atendiendo a las condiciones sanitarias en el momento que se elaboró el cuestionario (hace un mes), cuando se hablaba de grupos de no más de 15-20 personas en el aula [esos límites han pasado a ser recomendaciones]. El profesorado se divide en dos grandes bloques: el de Infantil y Primaria quiere estar con su alumnado todos los días, y pide alternancia horaria para mantener las medidas; en Secundaria, Bachillerato, FP y adultos la presencia sería con alternancia de días, no de horas.
Con esto se abre un escenario que genera un problema de conciliación familiar, y aquí creo que la comunidad educativa acierta en el diagnóstico y la solución. Familias y profesorado dicen que el problema de la conciliación no lo puede resolver la escuela. La escuela es fundamental en la conciliación en la normalidad, pero como efecto colateral de su labor educativa. La escuela no está para entretener a los hijos de los trabajadores, tiene un sentido propio. Este es un problema, nos dicen, que deberían estar pensando los Ayuntamientos, instituciones del tercer sector, etc. Este debate no se ha abordado aún. Las comunidades tienen que tomar el control y movilizar a los Ayuntamientos, porque algunas respuestas dependen de ellos. Hemos hablado de conciliación, pero podríamos hablar de movilidad, de extraescolares, de campamentos de verano ligados a lo local...
¿Qué efectos ha tenido la enseñanza a distancia sobre el aprendizaje?
Las familias se preguntan si los estudiantes han aprendido más, menos, igual o diferente. Muchas creen que han aprendido cosas diferentes o al menos de una manera diferente. Aquí las dos palabras clave son autonomía y autogestión por parte del alumnado. Es muy interesante, porque son dos destrezas necesarias en el SXXI y las familias han visto a sus hijos trabajar en una plataforma de aprendizaje, conectarse... Eso les parece un valor que habrá que trabajar el año que viene, no podemos perderlo.
La última gran conclusión de familias, estudiantes y profesorado es la sensación de que es necesaria una reestructuración del currículo en profundidad. También la ministra lo dice. Que tenemos un currículo masivo que encaja mal con la docencia en línea. Pero no solo hay que trabajar con los contenidos, los tres grupos hablan de revisar las maneras de enseñar. Los docentes reclaman formación en algo que no han tenido que hacer hasta ahora, que es la enseñanza a distancia.
Se dice con mucha gratuidad que el profesorado no está preparado. Sí lo está. Hay que ser conscientes de que el estado de alarma se promulga el 14 de marzo y el 16 un gran porcentaje estaba trabajando online. No se sabía nada de la situación de alumnos y familias. Cuando pase un tiempo habrá que ver la capacidad de adaptación que ha tenido el sistema y cómo se ha involucrado y sabido manejarse el profesorado. Porque la administración apeló a la autonomía, pero no hizo cosas que podía haber hecho, por ejemplo no se habló de instrucciones –muchas de ellas llegaron con un mes de retraso respecto a la promulgación del estado de alarma–.
La famosa autonomía de los centros. Da la sensación de que las administraciones a veces utilizan ese comodín cuando no saben bien qué hacer.
Se ha invocado la autonomía de los centros como si fuera la solución mágica. "Los centros son autónomos". ¿Eso qué quiere decir? ¿Que tienen que comprar el gel? Los presupuestos de los centros son exiguos, y soy generoso. Hay que ir a un planteamiento más serio, y la idea de los contratos programa podría ir por ahí. Cada centro define un plan de contingencia, define actuaciones que va a llevar a cabo, las cuantifica, especifica qué y cómo y se lo presenta a la administración. Si la administración no pone los medios, es su responsabilidad. Si un centro no los utiliza o no rinde cuentas, es responsabilidad del centro. Si dices "autonomía", pero no das recursos, el centro que no tenga recursos no puede dar soluciones. ¿Y dónde coincide que no hay recursos? En los centros con alumnado con situaciones problemáticas, que siempre tienen su presupuesto más comprometido y van a tener menos margen de maniobra. Ahí es donde la administración y la sociedad tienen que poner los presupuestos.
¿Qué más preocupa a la comunidad educativa?
Hay que pensar las cuestiones como las guías de actuación o los protocolos sanitarios. ¿Las van a hacer los equipos directivos o un profesional? En una refinería de petróleo, ¿le pueden pedir al contable que haga los protocolos? Digo yo que no. Pues en los centros educativos estamos haciendo esto, le pedimos a la jefa de estudios, que puede ser profesora de lengua, que haga un protocolo sanitario. Lo tendrán que hacer técnicos de la comunidad o del ayuntamiento (volvemos a lo local).
La conclusión final con la que me quedo tras el estudio es que hay mucho que pensar y el tiempo se agota: nos acercamos a septiembre. Se nos ha acabado el curso, se van a entregar los boletines de notas y los equipos directivos no saben qué decirles a las familias. Es preocupante y le resta credibilidad al sistema. Hay preocupación en la comunidad educativa, pero no se está haciendo nada. Y por otro lado está la esperanza de que si fuéramos capaces de ponernos a pensar, el resultado educativo podría ser diferente. Por ejemplo, la digitalización: ya debería estar arreglado, pero no hemos querido verlo. Pero también lo sanitario. La presencia de enfermeras en los centros, por ejemplo. Hay muchas cuestiones pendientes. Va a ser mucho más barato planificar bien el curso que viene que ampliar las camas en UCI en caso de un brote en centros educativos.
Al final siempre acabamos hablando de dinero. ¿Hay solución sin financiación?
Nadie quiere ponerle el cascabel al gato porque el cascabel cuesta dinero. Existe la sensación que es más rentable y que ayuda más a la economía ayudar a otros sectores que a la educación. La comunidad educativa ha visto con sorpresa que al sector del automóvil se le han destinado más de 3.000 millones de euros y a ellos 2.000 millones. Es importante invertir en automoción, claro, pero hay que explicar por qué no invertimos en Educación. Hay que hacer una reflexión a largo plazo: ¿queremos pasar esta crisis educativa en modo low cost? Las consecuencias no son difíciles de predecir: más desigualdad, la escuela pública sale más perjudicada que la privada, probablemente más fracaso escolar...
Se ha hablado mucho estos meses de confinamiento de Infantil, Primaria, Secundaria y el acceso a la universidad, pero da la sensación de que se ha 'olvidado' todo lo demás. ¿Nos hemos olvidado de la FP, educación especial, etc.?
Es que no existe. Los problemas en los conservatorios, en los centros de educación especial... En la FP la preocupación es extrema. Los docentes están preocupados por la matriculación el año que viene, pero no acabamos de escuchar un plan para reactivarlo. Todos estos problemas son como mínimo igual de graves que en la enseñanza reglada, pero no vemos planes de actuación para el año próximo. Tenemos noticias a veces, alguna evidencia de grupos de trabajo preparando cosas... Pero estamos a finales de junio y la crisis arranca en marzo. Es cierto que es una crisis que tienen un cierto componente de imprevisibilidad, pero desde marzo todos sabemos los factores clave: el virus no va a desaparecer, no existe vacuna de momento y cuando vuelva el contacto cabe la posibilidad de un rebrote. Trabajemos con ese horizonte. La comunidad educativa no entiende por qué a estas alturas del curso aún no hay un horizonte de trabajo para el próximo curso. Cualquier pequeña pyme hoy está planificando el año que viene, previendo ingresos, facturación o cómo está su nicho de mercado.
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