Desde hace unos años, España no parece hacer otra cosa que acudir a las urnas. Se suceden gobiernos debilitados incapaces de tejer alianzas estables con las que gobernar. Hemos querido preguntar a representantes de la educación cómo afectan tantas campañas electorales, tantos comicios, al normal funcionamiento de los centros en el día en el que comienza la última (de momento) campaña electoral.
La incertidumbre en direcciones y claustros, la paralización de las políticas educativas en las comunidades ante el riesgo de cambios importantes en el Ministerio, la sensación continua de vuelta a empezar o la autocensura en los claustros son algunas de las respuestas más comunes.
Y sobre la mesa, la pregunta fundamental que se hacen algunos alumnos en sus pupitres: “Si siempre nos mandáis dialogar para resolver los problemas entre nosotros por qué ellos no han sido capaces de ponerse de acuerdo?».
Toni Solano
Director del IES Bovalar. Valencia
A estas alturas del curso, las campañas electorales no suelen alterar el funcionamiento de los centros. En Bachiller o grupos de 3º y 4º de ESO pueden servir para estimular debates interesantes en asignaturas de lengua o del ámbito social, incluso en las científicas si afectan a cuestiones más concretas de su ámbito. Sin embargo, la crispación política de los últimos años está provocando que muchos docentes se autocensuren en el aula. Es lamentable que siempre hayamos podido abordar temas como el aborto, los nacionalismos, la pena de muerte, la religión, etc. desde una mirada crítica y abierta al debate, pero que ahora tengamos que hacerlo con la amenaza (velada o manifiesta) de ser considerados adoctrinadores.
Por lo que respecta a la provisionalidad, sí que se ha notado cierta parálisis en decisiones políticas que deberían garantizar el buen funcionamiento de los centros. Las promesas electorales avivan la política de medidas improvisadas y sin un estudio de viabilidad a largo plazo. La planificación escolar, que requiere visiones anticipadas de diez o doce años, no existe y, por tanto, hay problemas de previsión en el mapa escolar, en la oferta de especialidades o en la asignación de recursos y equipamiento a los centros.
En resumen, las elecciones son síntoma de democracia y deberían ser una oportunidad para aprender en el aula, pero para ello hace falta que los políticos saquen sus disputas del ámbito escolar y dejen trabajar en paz a los docentes.
Montse Blanes
Directora del Instituto Bonanova de Formación Profesional (Barcelona)
Si hablamos de normal funcionamiento del curso en realidad no nos afecta, el curso sigue funcionando con normalidad más allá de que en alguna tutoría se pueda aprovechar para comentar con el alumnado determinados aspectos. En nuestro caso, tampoco somos colegio electoral, por lo que tampoco hay una problemática añadida. Pero sí que es cierto que en el plan más estratégico, la incertidumbre y/o la sensación de volver a empezar afecta especialmente a los equipos de los centros, que ven con intranquilidad, no tanto el proceso electoral en sí mismo, sino los resultados posteriores, especialmente en Educación, donde las leyes y las decisiones importantes no están blindadas. Tienes una sensación como de fragilidad, cuando lo que necesitas es ver clara la estrategia y hacia dónde se tiene que ir.
Patricia Cabrejas
Maestra de infantil y primaria en una escuela rural (Segovia)
Director del IES Bovalar. Valencia
A estas alturas del curso, las campañas electorales no suelen alterar el funcionamiento de los centros. En Bachiller o grupos de 3º y 4º de ESO pueden servir para estimular debates interesantes en asignaturas de lengua o del ámbito social, incluso en las científicas si afectan a cuestiones más concretas de su ámbito. Sin embargo, la crispación política de los últimos años está provocando que muchos docentes se autocensuren en el aula. Es lamentable que siempre hayamos podido abordar temas como el aborto, los nacionalismos, la pena de muerte, la religión, etc. desde una mirada crítica y abierta al debate, pero que ahora tengamos que hacerlo con la amenaza (velada o manifiesta) de ser considerados adoctrinadores.
Por lo que respecta a la provisionalidad, sí que se ha notado cierta parálisis en decisiones políticas que deberían garantizar el buen funcionamiento de los centros. Las promesas electorales avivan la política de medidas improvisadas y sin un estudio de viabilidad a largo plazo. La planificación escolar, que requiere visiones anticipadas de diez o doce años, no existe y, por tanto, hay problemas de previsión en el mapa escolar, en la oferta de especialidades o en la asignación de recursos y equipamiento a los centros.
En resumen, las elecciones son síntoma de democracia y deberían ser una oportunidad para aprender en el aula, pero para ello hace falta que los políticos saquen sus disputas del ámbito escolar y dejen trabajar en paz a los docentes.
Montse Blanes
Directora del Instituto Bonanova de Formación Profesional (Barcelona)
Si hablamos de normal funcionamiento del curso en realidad no nos afecta, el curso sigue funcionando con normalidad más allá de que en alguna tutoría se pueda aprovechar para comentar con el alumnado determinados aspectos. En nuestro caso, tampoco somos colegio electoral, por lo que tampoco hay una problemática añadida. Pero sí que es cierto que en el plan más estratégico, la incertidumbre y/o la sensación de volver a empezar afecta especialmente a los equipos de los centros, que ven con intranquilidad, no tanto el proceso electoral en sí mismo, sino los resultados posteriores, especialmente en Educación, donde las leyes y las decisiones importantes no están blindadas. Tienes una sensación como de fragilidad, cuando lo que necesitas es ver clara la estrategia y hacia dónde se tiene que ir.
Patricia Cabrejas
Maestra de infantil y primaria en una escuela rural (Segovia)
En mi experiencia en los colegios rurales lo que más afecta es el cambio de alcaldia, es decir, las elecciones municipales. Las elecciones generales, mientras no vayan unidas a cambios legislativos o normativas en cuestión de tutorías, no afecta.
Miquel Gelabert
Secretario general de STEI Intersindical. Islas Baleares
Con las competencias en materia educativa que tiene la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, la organización de los centros no se ve significativamente afectada por los continuos procesos electorales de ámbito estatal. La inestabilidad del gobierno estatal afecta a Educación en su marco legal, puesto que seguimos con una ley, la LOMCE, que no se puede modificar o derogar y, por otro lado, no se resuelve el tema estructural de la carencia de financiación del Estado a las Islas Baleares, lo cual afecta directamente a la carencia de inversión en servicios básicos como es la Educación y, en concreto, al Plan de infraestructuras educativas, los servicios de atención a la diversidad y de acogida, y la disminución de horas lectivas y de ratios, entre otros.
Secretario general de STEI Intersindical. Islas Baleares
Con las competencias en materia educativa que tiene la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, la organización de los centros no se ve significativamente afectada por los continuos procesos electorales de ámbito estatal. La inestabilidad del gobierno estatal afecta a Educación en su marco legal, puesto que seguimos con una ley, la LOMCE, que no se puede modificar o derogar y, por otro lado, no se resuelve el tema estructural de la carencia de financiación del Estado a las Islas Baleares, lo cual afecta directamente a la carencia de inversión en servicios básicos como es la Educación y, en concreto, al Plan de infraestructuras educativas, los servicios de atención a la diversidad y de acogida, y la disminución de horas lectivas y de ratios, entre otros.
Miriam Leirós
Profesora de secundaria (A Coruña)
Nos afecta a nivel social pues los estudiantes ya no son ajenos a temas que se suponen adultos, parece que no existe mayor prioridad ni problema, todo lo demás queda a la espera. Los debates de los hogares traspasan muchas veces la puerta del colegio. La educación está transferida a las comunidades autónomas por lo que no afecta a la logística inmediata pero la tensión que se vive en el ambiente es inevitable. Además, los que estamos en centro electoral tenemos que dejar desde el viernes una zona habilitada y recogerla el lunes, incluso nos ha ocurrido tener que recoger papeletas electorales no usadas. Vete luego tú a clase a hablar de no malgastar.
Particularmente, en este proceso, la pregunta que más me hace mi alumnado es “si siempre nos mandáis dialogar para resolver los problemas entre nosotros ¿por qué ellos no han sido capaces de ponerse de acuerdo?».
Profesora de secundaria (A Coruña)
Nos afecta a nivel social pues los estudiantes ya no son ajenos a temas que se suponen adultos, parece que no existe mayor prioridad ni problema, todo lo demás queda a la espera. Los debates de los hogares traspasan muchas veces la puerta del colegio. La educación está transferida a las comunidades autónomas por lo que no afecta a la logística inmediata pero la tensión que se vive en el ambiente es inevitable. Además, los que estamos en centro electoral tenemos que dejar desde el viernes una zona habilitada y recogerla el lunes, incluso nos ha ocurrido tener que recoger papeletas electorales no usadas. Vete luego tú a clase a hablar de no malgastar.
Particularmente, en este proceso, la pregunta que más me hace mi alumnado es “si siempre nos mandáis dialogar para resolver los problemas entre nosotros ¿por qué ellos no han sido capaces de ponerse de acuerdo?».
Xavier Chavarria
Jefe de la inspección educativa de la ciudad de Barcelona
Todas las cuestiones sociales y políticas tienen, como no puede ser de otro modo, su repercusión en las escuelas. Por ejemplo, el movimiento de la activista medioambiental sueca Greta Thunberg. Del mismo modo, los procesos electorales.
No obstante, si hay anomalías o elementos extraordinarios en estas cuestiones como, por ejemplo, la acumulación de actos electorales por inestabilidad política o elementos confrontados que inciden (largo periodo de gobierno en funciones, candidatos inhabilitados u otras), la repercusión escolar puede ser mayor. Especialmente, si algunas opciones políticas pretenden poner en cuestión aspectos que afectan directamente a las escuelas o han ido haciendo bandera de ellos (posicionamiento contra la inmersión lingüística, denuncias contra centros docentes por supuesto adoctrinamiento, denuncias contra profesorado, campañas contra la educación sexual en las escuelas, etc.)
En estas circunstancias se puede decir que –más que la política entre en las escuelas– son las opciones partidistas las que, de manera nada justificada, invaden el ámbito escolar en campaña electoral. Esto puede considerarse una grave irresponsabilidad.
Jefe de la inspección educativa de la ciudad de Barcelona
Todas las cuestiones sociales y políticas tienen, como no puede ser de otro modo, su repercusión en las escuelas. Por ejemplo, el movimiento de la activista medioambiental sueca Greta Thunberg. Del mismo modo, los procesos electorales.
No obstante, si hay anomalías o elementos extraordinarios en estas cuestiones como, por ejemplo, la acumulación de actos electorales por inestabilidad política o elementos confrontados que inciden (largo periodo de gobierno en funciones, candidatos inhabilitados u otras), la repercusión escolar puede ser mayor. Especialmente, si algunas opciones políticas pretenden poner en cuestión aspectos que afectan directamente a las escuelas o han ido haciendo bandera de ellos (posicionamiento contra la inmersión lingüística, denuncias contra centros docentes por supuesto adoctrinamiento, denuncias contra profesorado, campañas contra la educación sexual en las escuelas, etc.)
En estas circunstancias se puede decir que –más que la política entre en las escuelas– son las opciones partidistas las que, de manera nada justificada, invaden el ámbito escolar en campaña electoral. Esto puede considerarse una grave irresponsabilidad.
Guadalupe Jover
Profesora de secundaria (Villalba. Madrid)
Profesora de secundaria (Villalba. Madrid)
La escuela es, también en esto, un clarísimo reflejo de lo que se vive en las calles y en los hogares. Pocas veces vi a mis estudiantes más pendientes de una campaña electoral que en las elecciones de abril. Pocas veces los he visto tan ajenos como en esta ocasión. En cuanto a los docentes, y más allá de las ideas de cada cual, hace tiempo que dejamos de confiar en que el cambio de mayorías parlamentarias hiciera realidad la derogación de la LOMCE, la reversión de los recortes, el incremento del presupuesto dedicado a educación, la apuesta inequívoca por la escuela pública…
Todo aquello, en fin, que nos prometieron y por lo que tanto hemos luchado. Así que vamos a salto de mata, con una permanente sensación de provisionalidad, y sufriendo por el abandono en que han dejado al alumnado más vulnerable. Estamos exhaustos y hondamente decepcionados.
Todo aquello, en fin, que nos prometieron y por lo que tanto hemos luchado. Así que vamos a salto de mata, con una permanente sensación de provisionalidad, y sufriendo por el abandono en que han dejado al alumnado más vulnerable. Estamos exhaustos y hondamente decepcionados.
Rosa Artigal
Directora de Acción Educativa del Consorcio de Educación de Barcelona
El hecho de que en los últimos tiempos haya más campañas electorales de lo que era habitual hasta hace pocos años genera una sensación de provisionalidad política y nos lleva a hacer dos tipos de análisis: uno relativo al impacto en la vida de los centros y otro, más general, sobre el conjunto del sistema, que inevitablemente también afecta a los centros en su concreción.
En cuanto a la dinámica propia de los centros y a su organización, una campaña electoral permite trabajar competencias específicas de las diferentes áreas, especialmente las de los ámbitos social y lingüístico, que derivadas de situaciones reales facilitan un aprendizaje más significativo. También el trabajo de las competencias transversales relacionadas con la aprender a aprender y el crecimiento personal y social, pudiendo analizar diferentes propuestas políticas relacionadas con la mejora de la sociedad, facilitando a los alumnos herramientas y actitudes para hacerlo: el trabajo en grupo, desarrollo del pensamiento crítico, el respeto por las posiciones de los otros, la asertividad y la empatía etc.
Pero si hacemos una lectura desde una mirada de sistema, a diferencia de países como Finlandia donde la educación disfruta de consensos amplios y no es constantemente puesta en entredicho, aquí el hecho de vivir en una situación, ciertamente, de provisionalidad, presentando propuestas de política educativa que no llegan a tener suficiente tiempo para implementarse y desplegarse, y no siempre en línea con la Ley de Educación de Cataluña, genera incertidumbre, no facilita un buen despliegue curricular y de evaluación, la organización de algunas materias o el tratamiento de las lenguas, entre otros aspectos.
La situación de tensión política y social que se vive (que es, a su vez, la causa de las repeticiones electorales) es también una magnífica oportunidad para que los centros, especialmente los institutos, desarrollen una gestión de aula que contraste con la crispación general y haga evidente valores como la tolerancia y el respeto, indispensables en un verdadero estado democrático. Hacer, en definitiva, que el centro sea un lugar donde se pueda hablar de todo sin miedos, silencios o tabúes.
Directora de Acción Educativa del Consorcio de Educación de Barcelona
El hecho de que en los últimos tiempos haya más campañas electorales de lo que era habitual hasta hace pocos años genera una sensación de provisionalidad política y nos lleva a hacer dos tipos de análisis: uno relativo al impacto en la vida de los centros y otro, más general, sobre el conjunto del sistema, que inevitablemente también afecta a los centros en su concreción.
En cuanto a la dinámica propia de los centros y a su organización, una campaña electoral permite trabajar competencias específicas de las diferentes áreas, especialmente las de los ámbitos social y lingüístico, que derivadas de situaciones reales facilitan un aprendizaje más significativo. También el trabajo de las competencias transversales relacionadas con la aprender a aprender y el crecimiento personal y social, pudiendo analizar diferentes propuestas políticas relacionadas con la mejora de la sociedad, facilitando a los alumnos herramientas y actitudes para hacerlo: el trabajo en grupo, desarrollo del pensamiento crítico, el respeto por las posiciones de los otros, la asertividad y la empatía etc.
Pero si hacemos una lectura desde una mirada de sistema, a diferencia de países como Finlandia donde la educación disfruta de consensos amplios y no es constantemente puesta en entredicho, aquí el hecho de vivir en una situación, ciertamente, de provisionalidad, presentando propuestas de política educativa que no llegan a tener suficiente tiempo para implementarse y desplegarse, y no siempre en línea con la Ley de Educación de Cataluña, genera incertidumbre, no facilita un buen despliegue curricular y de evaluación, la organización de algunas materias o el tratamiento de las lenguas, entre otros aspectos.
La situación de tensión política y social que se vive (que es, a su vez, la causa de las repeticiones electorales) es también una magnífica oportunidad para que los centros, especialmente los institutos, desarrollen una gestión de aula que contraste con la crispación general y haga evidente valores como la tolerancia y el respeto, indispensables en un verdadero estado democrático. Hacer, en definitiva, que el centro sea un lugar donde se pueda hablar de todo sin miedos, silencios o tabúes.
Jesús Jiménez
Docente jubilado y exinspector de Educación (Zaragoza)
La tensión política que se produce en todo proceso electoral apenas tiene repercusión en los centros escolares. Es posible que llegue en algún momento a ciertas (no todas) salas de profesores pero no se refleja en el día a día de las aulas. Desde hace mucho tiempo la educación ha dejado de ser asunto prioritario en las campañas electorales, quedando reducida a unas cuantas pinceladas en los programas, alguna proclama más o menos genérica en los mítines y pequeños rifirrafes sobre los consabidos temas de la religión y la privada en algún debate.
Sin embargo, sí tiene una repercusión directa en el sistema educativo y en los propios centros la actual la acumulación de procesos electorales. Paralización estatal e incertidumbre territorial. Por un lado, paralización de proyectos estatales tan interesantes como una ley de bases que derogue definitivamente la LOMCE, un posible estatuto docente o un plan efectivo para la revitalización de la FP. Por otro, incertidumbre en los gobiernos autonómicos para impulsar sus propias políticas educativas sin ver claro el horizonte normativo general y sin seguridad económica ante las dificultades para aprobar unos nuevos presupuestos estatales. Ese clima de inestabilidad política dificulta la puesta en marcha de nuevos proyectos en los centros escolares y alimenta la rutina en las aulas. Mientras, la LOMCE sigue su camino como si nada pasase.
Docente jubilado y exinspector de Educación (Zaragoza)
La tensión política que se produce en todo proceso electoral apenas tiene repercusión en los centros escolares. Es posible que llegue en algún momento a ciertas (no todas) salas de profesores pero no se refleja en el día a día de las aulas. Desde hace mucho tiempo la educación ha dejado de ser asunto prioritario en las campañas electorales, quedando reducida a unas cuantas pinceladas en los programas, alguna proclama más o menos genérica en los mítines y pequeños rifirrafes sobre los consabidos temas de la religión y la privada en algún debate.
Sin embargo, sí tiene una repercusión directa en el sistema educativo y en los propios centros la actual la acumulación de procesos electorales. Paralización estatal e incertidumbre territorial. Por un lado, paralización de proyectos estatales tan interesantes como una ley de bases que derogue definitivamente la LOMCE, un posible estatuto docente o un plan efectivo para la revitalización de la FP. Por otro, incertidumbre en los gobiernos autonómicos para impulsar sus propias políticas educativas sin ver claro el horizonte normativo general y sin seguridad económica ante las dificultades para aprobar unos nuevos presupuestos estatales. Ese clima de inestabilidad política dificulta la puesta en marcha de nuevos proyectos en los centros escolares y alimenta la rutina en las aulas. Mientras, la LOMCE sigue su camino como si nada pasase.
Xavier Ureta
Coordinador del Grupo Investigación y Escuela. Colegio de Pedagogos de Cataluña
En condiciones normales, no hay duda de que los procesos electorales suponen un trastorno. En especial si las condiciones son tan excepcionales como las que está viviendo Cataluña, donde desde 2015 hemos pasado por tres procesos electorales en el Reino de España, y otros tres en Cataluña, es evidente que el trastorno es insostenible desde el punto de vista de la educación. Primero, afecta físicamente a los espacios de muchas escuelas, donde hay movimiento de cabinas y papeletas, antes y después de las votaciones. En segundo lugar, los medios audiovisuales bombardean constantemente con mensajes de propaganda, o alteran las programaciones, con lo cual los hogares se ven truncados de algunos de los programas predilectos. Por otro lado, con los altos índices de participación que se están dando, no hace falta decir que niños y niñas a menudo son espectadores pasivos de discusiones en los ámbitos familiares o círculos de amistades, especialmente en estos momentos de tensión sociopolítica. Negar que todos estos elementos afectan el rendimiento académico de los niños es desconocer y ningunear su sensibilidad respecto de la inestabilidad ambiental que se respira en estas circunstancias excepcionalmente intensas. Esto, sin descuidar que mientras hay contiendas electorales los presupuestos que afectan a educación, sanidad o servicios sociales –los que afectan a las personas, en definitiva– se quedan en suspenso.
Coordinador del Grupo Investigación y Escuela. Colegio de Pedagogos de Cataluña
En condiciones normales, no hay duda de que los procesos electorales suponen un trastorno. En especial si las condiciones son tan excepcionales como las que está viviendo Cataluña, donde desde 2015 hemos pasado por tres procesos electorales en el Reino de España, y otros tres en Cataluña, es evidente que el trastorno es insostenible desde el punto de vista de la educación. Primero, afecta físicamente a los espacios de muchas escuelas, donde hay movimiento de cabinas y papeletas, antes y después de las votaciones. En segundo lugar, los medios audiovisuales bombardean constantemente con mensajes de propaganda, o alteran las programaciones, con lo cual los hogares se ven truncados de algunos de los programas predilectos. Por otro lado, con los altos índices de participación que se están dando, no hace falta decir que niños y niñas a menudo son espectadores pasivos de discusiones en los ámbitos familiares o círculos de amistades, especialmente en estos momentos de tensión sociopolítica. Negar que todos estos elementos afectan el rendimiento académico de los niños es desconocer y ningunear su sensibilidad respecto de la inestabilidad ambiental que se respira en estas circunstancias excepcionalmente intensas. Esto, sin descuidar que mientras hay contiendas electorales los presupuestos que afectan a educación, sanidad o servicios sociales –los que afectan a las personas, en definitiva– se quedan en suspenso.
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