La ley Wert salió adelante a pesar de todo y de todos. El Gobierno hizo oídos sordos a las protestas de profesores, alumnos, padres, sindicatos y al rechazo de prácticamente toda la oposición. La mayoría absoluta del PP dio luz verde a una reforma educativa con muchas sombras que retrotrae las aulas españolas a los años 60, según los más críticos, y que ha unido a la comunidad educativa en contra del ministro José Ignacio Wert. Volverán las reválidas, la Religión será evaluable, habrá menos becas y a los 15 años los alumnos podrán acceder a una nueva Formación Profesional sin tener el graduado de secundaria.
El Gobierno seguirá subvencionando con fondos públicos a los colegios que separan a los alumnos por razón de sexo y el castellano será el idioma vehicular en las aulas de todo el Estado, lo que supone un varapalo a la enseñanza de las lenguas cooficiales. De hecho, la Generalitat de Catalunyarecurrirá la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad de la Enseñanza (Lomce) al Tribunal Constitucional por considerar que atenta contra el exitoso modelo de inmersión lingüística.
Ajeno al clamor social, el ministro Wert no ha desfallecido ni un momento en la defensa de una ley que considera "más eficiente" y garante de la "reducción del abandono escolar". El titular de Educación también ha asegurado que la Lomce ayudará a la mejora de los resultados educativos de los alumnos españoles, que el informe PISA situó recientemente por debajo de la media de los países de la OCDE.
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