DIVERSIDAD
Decía
Caetano Veloso que
visto de cerca nadie es normal. Tenía razón,
las personas somos muy diversas, sino raras. También en la
escuela. Sin hablar del profesorado, en ella hay todo tipo de alumnado: tímidos
e impulsivos, motivados y
desmotivados, con familia estructurada o sin ella, con biblioteca en casa o sin
libros, lugareños o foráneos, seguros de sí mismos o con baja autoestima, con
algunas discapacidades y de alta capacidad… Todo ello se traduce en diferentes
ritmos de aprendizaje y en maneras distintas de ser y de estar en la escuela.
Lo
normal es la diversidad, es la vida misma. Este principio de realidad es un
imperativo pedagógico: todos iguales, todos diferentes. De ahí que el empeño en
negarla, en buscar estrategias que busquen grupos homogéneos de aprendizaje es
un error educativo por antinatural. Este es el principal desatino de la LOMCE:
segrega al alumnado a través de itinerarios tempranos, reválidas, bachilleratos
y centros de excelencia, programas bilingües, concentración del alumnado con NEE,
etc. Todo ello es, sencillamente, un disparate peligroso que se ha ido
aceptando. La comunidad científica y los países con mejores resultados educativos defienden una escuela plural,
diversa, es decir heterogénea.
La
ley Wert tiene certificado de caducidad, aunque se apruebe, por un sectarismo político
que la deja huérfana de consenso. Pero su mayor equivocación es su espíritu
segregador y clasista. Con esta ley ya sabemos la escuela que rechazamos y que le viene mal a la juventud e
infancia de este país, a la igualdad de oportunidades y a la cohesión social.
Los
docentes sí sabemos la escuela que queremos: una escuela inclusiva y
participativa que trabaje con la diversidad y esté dotada de medios y recursos para
atenderla en condiciones. Es lo que único que asegura que, de verdad, la
escuela sea de todos y para todos.
LLama la atención que los compañeros de Baleares estén luchando contra los rescortes y contra el decreto del trilingüismo por considerar qeu la enseñanza en inglés, alejada de las lenguas de uso habitual de la comunidad educativa, puede lastrar la formación de los jóvenes en el resto de las materias, y en Madrid el bilingüismo ha colado con la complicidad de profesores habilitados interesados, padres inducidos a una red dual de la mano de un clasismo impropio que les hace creer qeu sus hijos son los adjudicatarios de la tierra prometida del inglés, y equipos directivos afanados en competir por captar la voluntad de las familias para incrementar la cuota de matricula al tiempo que dejamos en la cuneta al resto de los centros que no participan de semejante snobismo
ResponderEliminar