miércoles, 24 de octubre de 2012

Cartas a Wert. Los ciudadanos toman la palabra

elpais.com¿Qué le pasa al ministro Wert?

¿Qué le ha pasado al señor Wert? Yo le había escuchado infinidad de veces cuando intervenía como tertuliano en el programa Hoy por hoy de la SER y siempre me había parecido una persona que, sin ocultar sus simpatías políticas, era razonable y defendía sus posiciones con buen verbo.

Por tanto, o su actitud en las tertulias era una máscara de su auténtico ser, o la llegada al poder con el diktat político que conlleva le ha transformado.
Por favor, señor Wert, vuelva a las tertulias y deje de ser el ministro peor valorado del actual Gobierno.— Pedro de Leiva Hourqueigt.
laopiniondemurcia.es: Carta abierta a José Ignacio Wert
DIEGO JIMÉNEZ Señor José Ignacio Wert: Me hubiera gustado encabezar esta carta con la consabida fórmula de ´estimado señor´, pero he de advertirle que no manifiesto por usted aprecio alguno, aunque tampoco tengo motivos personales para expresarle lo contrario, habida cuenta de que no tenemos el gusto de conocernos. Pero, si he de referirme al juicio que me merecen sus actuaciones políticas, he de decirle que siento unas tremendas náuseas, que, pese a los actuales avances de la Medicina, vengo soportando durante estos últimos días.

Señor ministro, una vez llegado a la política, me asombra su capacidad para olvidar aspectos esenciales de su trayectoria profesional. O, al menos, no parece haberle servido de mucho su paso por empresas especializadas en sondeos de opinión (tales como Demoscopia, empresa que fundó y de la que fue presidente entre 1987 y 2003) o Análisis de Audiencias. Y digo esto porque ha demostrado una tremenda capacidad para, con sus declaraciones y, lo que es peor, con sus acusaciones enervar a la comunidad estudiantil y a sus familias. Le cabe el mérito de haber sido el primero en lograr que las asociaciones de padres y madres de los centros públicos hayan apoyado, sin tapujos, la pasada huelga de la enseñanza. Quizás a usted, educado en el elitista Colegio del Pilar de Madrid, esta situación no le quite el sueño. Pero me va a permitir que le exprese que, con sus pretensiones de imponernos a todos, sin consenso alguno, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), nos manifiesta un absoluto desprecio. Quizás quiera pasar a la Historia como uno de tantos reformadores educativos que ha habido en este país (más próximo, desde luego, al franquista Ibáñez Martín que a otros), pero de la lectura de ese anteproyecto de ley se extraen situaciones preocupantes.

Preocupante es, por ejemplo, que del currículo de Primaria desaparezca la materia de Conocimiento del Medio. Quizás porque su intento de españolizar a los catalanes vaya más allá y, con ello, se proponga españolizar, asímismo, a vascos, gallegos, y, por si acaso, a andaluces, extremeños, murcianos€

En el currículo de cuarto curso de la ESO sólo figuran como materias fundamentales la Educación Física, la Lengua, las Matemáticas y una lengua extranjera. La desaparición de la Educación Musical, a título de ejemplo, revela su profunda repugnancia a materias que inculquen algo más que unos conocimientos meramente instrumentales.

¿Y qué decir de su olvido de la Historia? Un alumno o alumna va a cursar esa materia en segundo curso de la ESO, con 14 años. Y, si elige estudiar Ciencias, no va a volver a ver la Historia hasta el segundo curso de Bachillerato. O sea: un salto en el vacío de cuatro cursos sin que nuestros alumnos y alumnas sepan de la existencia de hechos históricos tan importantes como la Revolución Francesa, la revolución industrial, las revoluciones liberales del siglo XIX, las dos guerras mundiales, la eclosión de los fascismos, la caída del Muro de Berlín€ No me sorprende. Usted mismo ha afirmado que no es esencial saber sobre revoluciones ni totalitarismos. ¿Acaso teme que el conocimiento de la historia de las revoluciones predisponga a nuestros alumnos a emular a sus antepasados para hacerse dueños de las calles?

Usted, señor Wert, concibe la enseñanza como una etapa destinada a seleccionar a los mejores, dejando a muchos alumnos y alumnas en el camino. Refractario a la idea de una Educación pública de calidad, considera que ésta ha de constituirse en una ´factoría´ al servicio de la empresa privada (de ahí su repugnancia por materias del ámbito de las Humanidades), a la que se incorporan conceptos como la excelencia y la competencia (versus competitividad). Me recuerda usted a aquellos liberales del pasado siglo que, aun reconociéndoles el mérito de que lograron romper con las ataduras y atavismos del Antiguo Régimen, concebían el ejercicio de la política como una actividad reservada a los ´notables´, esto es, a aquellos que disponían de suficiente capacidad económica.

Con sus pretensiones, señor Wert, está usted comenzando a destrozar la labor que, día a día, estamos intentando desarrollar tantos y tantos profesionales de la educación que creemos en ella como un instrumento privilegiado para la superación de barreras de todo tipo, sobre todo las derivadas de la distinta extracción social de origen. Por ello, soy uno más que le pide su dimisión.

Enlace a otras entradas sobre la Contrarreforma de Wert

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