Una idea considerada inconcebible puede pasar al terreno de lo debatible cuando aparece otra opinión aún más radical. Cuanto más chocante sea esta mejor
10/02/2020
Tenemos nueva polémica. El veto parental o, como lo
llaman sus creadores, el pin parental. Una medida que implica que la dirección
de los centros educativos pida la autorización de los padres para
dar a los niños “charlas, talleres o actividades con carga ideológica o moral
contraria a sus convicciones”. Santiago Abascal ha comparado incluso el
programa educativo navarro Skolae (que obtuvo un premio de la UNESCO) con la
corrupción de menores y ha declarado que “debemos proteger de juegos eróticos a
niños de menos de seis años”. Es decir, que los padres se puedan negar a que
sus hijos asistan a talleres o charlas en el colegio por su supuesto poso
ideológico. Entiéndase por poso ideológico las charlas sobre feminismo,
libertad sexual u homosexualidad que se puedan dar en los colegios. Este
planteamiento de Vox es la última polémica de muchas desde que la formación de
extrema derecha irrumpiera en el panorama mediático español. Son sobradamente
conocidas todas las declaraciones y propuestas radicales de la formación de
extrema derecha. Esta es la última, pero no la única.
Todas han generado un debate público y de todas se ha
escrito y discutido en algún momento. ¿Estas frases son simples calentones o
son parte de una estrategia comunicativa premeditada? Antes de poder responder
a esa pregunta es necesario el conocimiento de un concepto de teoría política:
‘La ventana de Overton’.
La ventana de Overton es un concepto de comunicación
política creado por el lobista y think-tanker conservador Joseph Overton y que pasó a denominarse así tras su
muerte en 2003. Hace referencia a la ventana de posibles opiniones que se
pueden expresar en el espacio público. Es decir, al abanico de opiniones que se
pueden formular en un debate público sin que el individuo o partido político
que las expresa sea directamente descalificado. Propuestas asumibles dentro del
debate y la opinión pública, ideas aceptadas como discutibles por la mayoría de
ciudadanos. Dentro de esa ventana de aceptación es donde los partidos políticos
necesitan encontrarse para conseguir seducir a una mayoría de ciudadanos.
Necesitan que las ideas y propuestas que defienden se encuentren dentro de ese
marco de aceptación. Para eso, tienen que proponer medidas que estén dentro de
ese abanico de ideas discutibles y evitan las ideas que puedan verse como más
radicales o impensables para no perder popularidad. Sin embargo, como una
ventana, ese espacio se puede ensanchar o disminuir según la evolución de una
sociedad. “La acción de los think tanks y los grupos de interés, según Overton,
es mover esa ventana de aceptabilidad” escribía Santiago Sánchez-Pagés en este artículo de CTXT. De esa manera, una idea que estaba fuera de lo que se puede decir puede poco a poco entrar en el debate público.
¿Cómo se logra ensanchar la ventana de Overton? Con ideas lo más radicales posibles. Una idea considerada inconcebible puede pasar al terreno de lo debatible cuando aparece otra opinión aún más radical. La radicalidad y la vehemencia es lo que se busca. Cuanto más radical y chocante sea una propuesta o una idea, mejor. Los ejemplos más claros los hemos visto en las campañas de Donald Trump o Jair Bolsonaro. Uno prometió enérgicamente la construcción de un muro para separar a los EE.UU. de México, que además iban a pagar los mexicanos, y expulsar a todas las personas de fe musulmana. El otro declaró sobre las cuotas femeninas que “si ponen mujeres porque sí, van a tener que contratar negros también”. Estos son simples ejemplos de una cantidad casi incontable de propuestas y declaraciones xenófobas, racistas, homófobas, misóginas y radicales. Son estas las que van a ensanchar la ventana de aceptación. De esa manera ideas antes inconcebibles pueden acabar pareciendo, frente a estas, discutibles e inclusos razonable.
Muchos análisis han explicado ya cómo la irrupción de Vox ha atraído hacia posiciones más radicales a partidos como el PP o Ciudadanos por miedo de quedar como cobardes. Se ha ensanchado la ventana y los partidos de la derecha van a la pesca del votante más extremo sin mucho temor a las represalias de sus simpatizantes más moderados.
Pero esta estrategia no se ciñe solo a los partidos políticos y a los grupos de presión, los medios tienen también un papel fundamental en su éxito. Tanto algunos medios (en España, por ejemplo, OkDiario, EsRadio o Libertad Digital) como también sus polemistas más habituales.
El doctor en ciencias políticas Clément Viktorovitch habla de estrategia clara de la extrema derecha: “Se usan francotiradores que van a pasearse por los medios, por los platós de televisión para expresar opiniones extravagantes, lo más extravagantes posible para ensanchar la ventana de Overton. Y en comparación las posiciones de ciertos representantes políticos que antes eran juzgadas como chocantes, parecen de repente razonables”.
¿Cómo se logra ensanchar la ventana de Overton? Con ideas lo más radicales posibles. Una idea considerada inconcebible puede pasar al terreno de lo debatible cuando aparece otra opinión aún más radical. La radicalidad y la vehemencia es lo que se busca. Cuanto más radical y chocante sea una propuesta o una idea, mejor. Los ejemplos más claros los hemos visto en las campañas de Donald Trump o Jair Bolsonaro. Uno prometió enérgicamente la construcción de un muro para separar a los EE.UU. de México, que además iban a pagar los mexicanos, y expulsar a todas las personas de fe musulmana. El otro declaró sobre las cuotas femeninas que “si ponen mujeres porque sí, van a tener que contratar negros también”. Estos son simples ejemplos de una cantidad casi incontable de propuestas y declaraciones xenófobas, racistas, homófobas, misóginas y radicales. Son estas las que van a ensanchar la ventana de aceptación. De esa manera ideas antes inconcebibles pueden acabar pareciendo, frente a estas, discutibles e inclusos razonable.
Muchos análisis han explicado ya cómo la irrupción de Vox ha atraído hacia posiciones más radicales a partidos como el PP o Ciudadanos por miedo de quedar como cobardes. Se ha ensanchado la ventana y los partidos de la derecha van a la pesca del votante más extremo sin mucho temor a las represalias de sus simpatizantes más moderados.
Pero esta estrategia no se ciñe solo a los partidos políticos y a los grupos de presión, los medios tienen también un papel fundamental en su éxito. Tanto algunos medios (en España, por ejemplo, OkDiario, EsRadio o Libertad Digital) como también sus polemistas más habituales.
El doctor en ciencias políticas Clément Viktorovitch habla de estrategia clara de la extrema derecha: “Se usan francotiradores que van a pasearse por los medios, por los platós de televisión para expresar opiniones extravagantes, lo más extravagantes posible para ensanchar la ventana de Overton. Y en comparación las posiciones de ciertos representantes políticos que antes eran juzgadas como chocantes, parecen de repente razonables”.
Viktorovitch se refiere a polemistas franceses como Julie Graziani o Éric Zemmour, pero se puede aplicar a España. Piensen en Hermann Tertsch, Jiménez Losantos, Isabel San Sebastián, Salvador Sostres y una larga lista de personalidades que acumulan apariciones en platós de televisión y columnas de periódicos en las que crean polémica o reabren ventanas de debate que se pensaban cerradas. Si se habla en la radio de “bombardear Cataluña” queda mucho más razonable la propuesta de eliminar su autonomía (aunque esto sea anticonstitucional). Si se dice que “es muy hipócrita escandalizarse porque una madre tire a su bebé a un contenedor y, en cambio, aplaudir que lo triture cuando lo lleva en su vientre” la idea de volver a ilegalizar el aborto podría ser considerado como algo debatible e incluso asumible.
Influenciar a la opinión pública antes de poder ganar elecciones es parte del combate cultural imprescindible para que las ideas reaccionarias habitualmente rechazadas por la sociedad vuelvan al campo de lo aceptable. Grandes figuras de la derecha más radical como Steve Bannon, en EE.UU., o Marion Maréchal Le Pen, en Francia, ya han conceptualizado esa idea de combate cultural frente a los avances del bloque progresista. De hecho, la sobrina de Marine Le Pen ha abierto un nuevo “centro de estudios” en Madrid para formar a jóvenes en la defensa de la identidad cultural nacional: “Creo que el gran cambio político al que aspiramos aquí juntos se realizará precisamente con este tipo de iniciativas mediante la multiplicación de los islotes de resistencia en el seno de la sociedad civil. Hoy se ha hablado mucho de Antonio Gramsci porque se refería a la hegemonía cultural”, decía Marechal Le Pen en un discurso el 2 de octubre del año pasado.
Quizás desde la izquierda y con este nuevo gobierno progresista se pueda ensanchar la ventana de Overton hacia el otro lado para mantener y seguir conquistando derechos sociales imprescindibles para la justicia social. En el pasado, se consiguieron logros que también parecían impensables: vacaciones pagadas, sanidad universal, matrimonio entre personas del mismo sexo, derecho al aborto y un largo etcétera. Si la ventana de aceptación en el debate público se sigue ensanchando a favor de los reaccionarios, todas estas conquistas sociales podrían desaparecer. Esta nueva polémica no es fruto del azar, es una estrategia de comunicación engrasada y coordinada. El veto parental es la polémica del momento, pero seguro que no será la última.
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