Mientras en España seguimos mirando nuestro ombligo, hablando sobre Venezuela, Cataluña, la última salida del tiesto del líder de la oposición o la desunión de la izquierda, en el resto de Europa la sociedad se moviliza por el reto más importante del siglo XXI, el cambio climático. La comparecencia de la joven activista sueca de 16 años Greta Thunberg en el transcurso de la Cumbre por el Clima de Katowice (Polonia) el pasado mes de diciembre, junto a su determinación a la hora de plantarse todos los viernes del año desde el pasado mes de agosto frente al Parlamento sueco para llamar la atención sobre el cambio climático han provocado que miles de jóvenes de toda Europa hayan iniciado una serie de manifestaciones en Bélgica primero, seguida de otras convocatorias en Francia, Suiza, Alemania, Holanda y Reino Unido.
Las manifestaciones multitudinarias en Bruselas, llegando a más de 70.000 jóvenes el pasado día 27 de enero, coordinadas por tres mujeres de entre 17 y 19 años, repitiéndose casi a diario en Bélgica, se han extendido no sólo a Europa, sino a todo el mundo, de París a Sidney, pasando por Bangkok, movilizando a cientos de miles de personas para luchar contra el cambio climático. Sin embargo, en España no se ha extendido este movimiento juvenil, y es necesario preguntarse el porqué.
2018 ha sido el cuarto año más cálido desde 1880, según el Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), sólo por detrás de 2016, 2017 y 2015, y los datos prevén que, debido al fenómeno de El Niño, los efectos del cambio climático se acentúen, pudiendo ser el presente año 2019 el más caliente de la serie histórica, según un estudio reciente publicado en la revista Geophysical Research Letters.
2018 ha sido el cuarto año más cálido desde 1880, según el Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), sólo por detrás de 2016, 2017 y 2015, y los datos prevén que, debido al fenómeno de El Niño, los efectos del cambio climático se acentúen, pudiendo ser el presente año 2019 el más caliente de la serie histórica, según un estudio reciente publicado en la revista Geophysical Research Letters.
En las agendas de las principales organizaciones sindicales y en los medios de comunicación españoles no se habla prácticamente nada de este movimiento capitaneado por la juventud europea. Pareciera que no nos incumbe, que lo del cambio climático sigue siendo una quimera para muchos, un tema secundario que aparece en las secciones de ciencia de la prensa escrita y digital, sin apenas repercusión en nuestras vidas.
Pero la juventud europea nos está dando una lección. Para el próximo 15 de marzo hay prevista una huelga mundial por el clima, organizada por jóvenes cansados de que los adultos sólo hablemos pero no actuemos para cambiar la situación. El manifiesto que acompaña a la convocatoria de huelga advierte que “los dirigentes del mundo deber demostrar su compromiso por una transición ecológica equitativa entre ricos y pobres”, y dan de plazo hasta el 15 de marzo para que “se presente un plan a la altura de las exigencias del IPCC” (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático), invitando “a todos y todas a abandonar las aulas para ir a su encuentro y comprobar si los adultos han hecho los deberes”.
Los organizadores del evento exhortan a la juventud a “tomar a los adultos de la mano y decirles de ir con vosotros, decirles que os necesitamos para tener simplemente la oportunidad de sobrevivír al futuro”.
Como decía la joven activista sueca, los políticos “les han ignorado en el pasado y les volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente”.
Ojalá que ese empuje de la juventud europea impregne a la española.
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