Las
ambigüedades, más los Acuerdos con el Vaticano, atan a Celáa
El curso 2018-2019
empieza con modificaciones leves e inestables. La “concordia” de Casado y las
apelaciones de Carmen Calvo no son seguras.
En Educación, la ambigüedad sigue presidiendo la actividad del Gobierno. Al inicio de este curso
académico, la referencia principal a tener en cuenta son las palabras de Celáa
el 7 de junio, a propósito del “respeto a la enseñanza concertada”, actitud a
compaginar con lo que había dicho, nada más empezar en el cargo, respecto a su
estima por la pública. En sustancia, ese territorio conceptual apenas ha pasado
de principios genéricos, en principio distintos de los que venía esgrimiendo la
etapa de Méndez de Vigo, pero en la práctica solo concretados en un propósito
de ampliar las becas y ayudas al estudio. Respecto a las prometidas medidas
correctoras del decreto de los recortes, en 2012, todo queda en la práctica en
manos de las comunidades autónomas y para el curso próximo (en lo relativo a
horas lectivas y ratios por aula). El profesorado solo advertirá, en este, el sentido
corrector de aquellas medidas en cuanto a sus bajas laborales.
No obstante, Comunidades hay, como la de Castilla La Mancha, que verán revertido, respecto a la etapa
Cospedal, el número de profesores o las ayudas para comedor. En Educación, no
todo depende del Gobierno central, y lo que acontecerá en Galicia y Madrid
explica mejor las tendencias del PP. En Galicia, apuestan por ampliar la privatización: mientras crean 34 unidades en la privada,
suprimen 54 en la pública, además de que sostiene unas tasas altas de
precariedad de muchos de sus propios docentes (destinos provisionales de
interinos y bloqueo de la anulación del incremento de horarios lectivos, contrariamente
a lo instado por Celáa). En la misma onda, en Madrid andan reacios a explicar acerca de lo reclamado por CCOO ante los
tribunales, respecto a los aumentos de ratios en las aulas públicas de manera
desproporcionada y como práctica no excepcional. Por otra parte, ya era patente
la voluntad de Garrido por blindar a la enseñanza concertada ante posibles revisionismos
del Gobierno Sánchez.
En el sistema educativo pesan, por otra parte, cuestiones previas
como el sostenimiento de los Acuerdos con el Vaticano. Han vuelto a primer plano
al anunciarse el día cuatro que la Iglesia readmitía como profesora de religión en un colegio público de
Almería, después de 17 años, a Resurrección Galera. El Obispado de esa
provincia lo ha aceptado pese a que había instado en 2001 a que se le retirara
el contrato por haberse casado con un divorciado. Después de tanto tiempo, y de
bastantes casos similares, las ataduras de los Acuerdos parecen haber cedido
ante los derechos laborales ciudadanos. Queda, de todos modos, trecho largo para
que se dobleguen otras reticencias que conllevan respecto a derechos de los
niños y a los de todos los derechohabientes a una educación en igualdad. Por
eso esta noticia recuerda la de la dura trayectoria del genetista Luigi Cavalli Sforza por
corroborar, antes de que existiera la primera secuencia del genoma humano, que
los primeros homínidos dejaron el continente africano hace 100.000 años para
colonizar el planeta. Si desde siempre hombres y mujeres se mestizan entre sí y
no existen las razas sino en la mente de los racistas, quitaba razones al
racismo. Al mostrar que los cauces principales de la diversidad humana no son de
índole genética sino cultural, es el capital cultural el que explica la mayor
parte de las distancias de unas a otras poblaciones y lo aparente de sus
diferencias de fondo. Sin embargo, pese al 85% de material genético que según
los genetistas compartimos, tenemos los problemas de carácter racial discriminatorio que tenemos.
Calendario condicionado
Las dificultades que afrontó el trabajo de Sforza son de interés.
En los Acuerdos con el Vaticano, lo implícito –sustentado en paradigmas
políticos antiguos del Estado y del bien común, el “derecho natural” y otros
constructos- es que han de renovarse y ampliarse de continuo a cuenta de las
creencias de unos frente a las de otros. Este elemento cultural diferencial,
sostenido y fortalecido con recursos del Estado, compromete los intereses
prioritarios de todos en un ideario democrático
común, lo que sería razón sobrada para que tales Acuerdos hubieran sido denunciados
o, cuando menos, se revisara el alcance que tienen en el sistema educativo. Pese
a ello, la desigualdad que implican los Acuerdos parece que seguirá ahí,
notoriamente contradictoria para una ciudadanía que está lejos de considerarse unánimemente creyente y practicante. No fue fácil
para Sforza que se admitiera la unicidad de la familia humana y tampoco lo será
que los privilegios que otorga el Estado a muchos colegios concertados y a la
presencia de la confesionalidad religiosa en el currículo escolar desaparezcan.
En el comienzo de este curso, por tanto, dudosamente se
clarificarán diversas ambigüedades
previas a la fragilidad parlamentaria del PSOE y a sus obstáculos para
que el techo de gasto sea el adecuado a la mera reversión de los recortes efectuados
estos años. Cuando los datos
económicos de coyuntura –turismo y desempleo, sobre todo- muestran debilidad,
probable es, incluso, que, entre tacticismos de diverso calibre, pronto se
imponga un nuevo calendario político.
Manuel Menor Currás
Madrid, 06.09.2018
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