viernes, 21 de octubre de 2016

Blancanieves (Manuel Menor)

Manuel Menor nos envía su último artículo:

La pedagogía social y política que nos están proporcionando es de cuento

Perrault encontraría ahora mismo ingredientes similares a los que tuvo para contarnos lo de Blancanieves y los siete enanitos. Su actualidad educadora daría para una buena serie.

Los estudiosos de la pedagogía social saben que la cronología contradice a menudo a la pedagogía. Desde el PSOE asturiano demandan ahora “pedagogía”  para tratar de convencer –eso quiere decir aquí “pedagogía”- a quienes no comulguen con la abstención que, al parecer, predomina en la Comisión Gestora provisional y, previsiblemente, en el Comité Federal que decidirá en breve qué hacer.

Pedagogía activa
Durante larguísimos años de la Historia de España hemos sido educados en que lo urgente se coma lo principal, y a diario nos contamos lo frecuente que es que ni lo uno ni lo otro salgan bien parados. Improvisar se ha convertido en categoría nacional desde la novela picaresca.Esta “pedagogía”que ahora demandan en medios del PSOE improvisará altas razones de Estado –y departido- frente a quienes se creyeron lo del “no es no”, para inclinarse por “laabstención como mal menor”. De paso, intentará anular la intensa pedagogía ejemplificada en Ferraz, especialmente los días uno y dos de octubre. La“nueva pedagogía”, explícitamente política como ninguna otra, optará decididamente por la metodología activa del “donde dije digo digo Diego”. El problema es que desdecirse en plena marcha y con el espejo retrovisor como GPS, tiene altas garantías de pasarse de frenada y darse otro batacazo. Una cosa es tratar de paliar lo superficial y otra bien distinta curar las raíces profundas de una larga enfermedad que empezó a ser notoria, en este caso, cuando menos hace seis años y medio. Ya veremos, pero con el “tempo”, o con el ritmo y el pulso de la cronología –igual que sucede en la música-, no se juega impunemente. Se corre el riesgo de desafinar y, si no, se cansa sin remedio al personal y a la propia orquesta. En este caso será peor, porque quien va a seguir tocando poder, en todo caso, es Rajoy, un músico indiferente a lo que suena en la Audiencia y templado en los solos alucinantes que se ha marcado a lo largo de casi cinco años. Sólo queda por ver el tiempo y las partituras que el PSOE le ayudará a cantar a dúo o haciéndole el coro.

Cuestión social
No es nuevo este afán educador, ralentizador y a contracorriente de las necesidades y urgencias de una democracia bien asentada. El toque especial para la buena música en estos asuntos lo ha dado siempre la atención a la pobreza, eso que, según nos dijeron hace 2000 años, “tendréis siempre entre vosotros”. En el siglo XIX, cuando se pudieron organizar mejor los trabajadores asalariados, el prestigio que había tenido la palabra “pobre” entró transitoriamente en desuso porque lo significativo ya no era el tener o no tener, sino que los que no tenían más remedio que trabajar con sueldos de miseria –que no llegaban para sustentar la familia- empezaron a organizarse en sindicatos que exigían derechos a los amos de la empleabilidad. El primer PSOE nació ahí, el 02.05.1879, cuando todavía los pobres eran principalmente los obreros.   Y entonces pasó a primer plano“la cuestión social” que estas exigencias planteaban, especialmente en las zonas urbanas y donde había fábricas con amplio número de proletarios. Así llamó la burguesía a la larga metodología social que, reconvertida de paliar la pobreza, dio preferencia a  iniciativas que frenaran o contrarrestaran esa pugna creciente por la equiparabilidad en derechos sociales básicos. No resultó ni gratuita ni fácil, pero a finales del siglo, pocos eran ya los países europeos que no habían introducido en la legislación –para lograr “seguridad social”- instituciones y figuras jurídicas de “derecho perfecto” que paliaran las omnímodas exigencias de los propietarios. La primera de estas leyes fue la del seguro de accidentes del trabajo, que en Alemania se promulgó en 1884 y, en España, seis años más tarde. 

 Desde 1900, el panorama socioeconómico ha cambiado en muchos aspectos afortunadamente. Pero de un tiempo a esta parte –podemos tomar como referencia 1989, y en algunos asuntos 1979 y 1981-, es muy visible cómo se ha dado la vuelta al significado de aquella cronología. Aquellos derechos pactados -recrecidos desde 1945 hasta constituir lo que en Francia llaman “los treinta gloriosos”-han venido siendo disminuidos o han desaparecido y, en muchos aspectos, volvemos a situarnos conceptualmente en cómo era la situación antes de 1900.Con un agravante: no es fácil volver a aquella situación de miseria como algo aceptable. Y tampoco es tan sencillo apuntarse a una u otra banda de manera decidida cuando toda la política se ha aburguesado tanto.Pero entre unos y otros, la “pedagogía social” para desarrollar ese afán erosionador está en marcha en paralelo desde los últimos ochenta y, crecientemente, desde los 90. En su desarrollo, ya destaca claramente cómo, desde 2008,al tiempo que son recortados cada vez más los logros del pasado, crece la despolitización de la sociedad y, de nuevo, empezamos a ver en escena, muy frecuentemente, el término “pobreza”. Los indicadores de ésta -la relativa y la de riesgo de exclusión- menudean  a cargo de distintas instituciones, asociaciones y ONGs. Acaba, incluso, de aparecer un interesante libro de Julio Carabaña: Ricos y pobres,para mostrarnos cómo en los últimos años ha aumentado la desigualdad en España.

Es verdad que las proporciones de pobres en  la Europa medieval y moderna eran muy altas y puede que, en este momento nuestro, el crecimiento de la desigualdad no sea tan alto como pensamos a veces, pero lo cierto es que ha subido 4,8 puntos porcentuales respecto a 2008. Está en un 28,6% de la población y equivale a que este año pasado 13,18 millones de españoles se encontraban en esta situación por la precariedad creciente de los empleos.La tendencia es clara y la pobreza vuelve a formar parte del paisaje de la atención social y su pedagogía mientras, de nuevo, crecen las llamadas a la solidaridad benéfica o caritativa. La justicia distributiva está en retirada y ya no está bien visto decir que se trata de un derecho que exige ser correspondido. Lo correcto vuelve a ser que el voluntarismo trate de paliar lo que son necesidades básicas de todos los ciudadanos. Lo otro es tildado de populismo malo, y puede ir a más su desprecio.

Y sistema educativo
La correspondencia de todo ello en el plano de las políticas educativas propiamente tales es cada vez más amplia. Lo dejan ver los avatares de las decisiones de algunas autonomías o del propio Ministerio de Educación. Sin entrar en qué haya pasado antes de los años setenta, o de ahí a los noventa, basta observar,en la serie de subvenciones a la enseñanza privada y concertada, cómo se han incrementado respecto a los recortes que en paralelo ha tenido la enseñanza pública: lo de estos cuatro últimos años es más decididamente revelador, como reiteradamente han denunciado CCOO, STES y UGT, sindicatos acompañados a veces de otras plataformas sociales como MAREAVERDE. Puede hilarse más fino, para observar igualmente cómo desde que la LODE (1990) trató de poner orden en este disputado campo, tradicionalmente proclive a lo privadosalvo en la etapa de la II República. Las sucesivas acomodaciones y remodelaciones que ha tenido esta ley han dado la vuelta a un panorama en que a la enseñanza pública correspondía cierta primacía.  De este modo, el art. 27 de la Constitución, leído a la luz de la LOMCE (2013), por ejemplo, ya parece un colador en que, por la vía de hecho, la lealtad democrática con el derecho de todos a la educación sale muy mal parada.

Por otro lado, la nueva configuración del paisaje educativo que se está construyendo –y que con el previsible Gobierno de Rajoy seguirá adelante pese a la última sesión del Congreso contra el desarrollo de la LOMCE- todo coordina con una especie de designio global. PISA, con sus estándares de rendimiento, seguirá marcando el modelo a seguir en buena parte del mundo “desarrollado”, aunque no sirva para nada en cuanto a mejorar la calidad educativa porque, como dice Pablo Gentili, “imbeciliza el concepto de conocimiento”. Y también prescribe, por consiguiente, el modelo de docencia y magisterio más adecuados: profesores preparados para obedecer a esos estándares, muy poco autónomos para enseñar aquello para lo que nacieron las escuelas: preparar ciudadanos conscientes y responsables, con derechos y obligaciones compartidos en igualdad en aras de un bien común compartido. Esto propugnó Condorcet en los albores de la Edad Contemporánea, pero parece que ahora solo hacen falta personas con competencias para el máximo rendimiento productivo, que se dejen gobernar por capataces algo más cualificados, obedientes a su vez alas minorías“excelentes” que ya dirigen casi todo. El resto, “los pobres”,  sobran: son unidades improductivas. Como sobran también esas áreas que desaparecen del currículum por ser consideradas–en el lenguaje de NuccioOrdine- “sin provecho” e “inútiles”: la Filosofía, una Historia que merezca la pena, una digna experiencia del Arte y la Música,unas Ciencias sociales sustanciosas para la reflexión y el pensamiento.

= Ucronía pedagógica
Es evidente, pues, que un determinado emprendimiento individual, supuestamente modernizador, está haciendo retroceder en paralelo la generalización del conocimiento. En su lugar, se difundela mediocridad por los más variados canales, mediáticos y educativos en particular, sin que los políticos le vayan a la zaga. Sólo faltaba meter en danza el valor de la cronología, para ver de lograr que el relato más reiterado sea el realmente valioso. Creada la ilusión de que todo sigue igual de bien como nos dicen,nos dejarán sin memoria. ¿Se acuerda alguien de los nuevos recortes que, para cumplir con Bruselas y un déficit que “los pobres” no han podido generar, se vienen encima con el Plan Presupuestario 2017: Informe de acción Efectiva; Reino de España?  La ceguera impedirá entender nada cuando, por ejemplo, se hable de las pensiones u otros asuntos sociales porque, entre las enseñanzas últimas con que nos inundan, la de minusvalorar los aprendizajes de la cronología histórica es de las más insensatas. Esta desmemoria, unida a la que acumulamos sobre nuestro siglo XX, ayudará a que no sepamos distinguir si el “Consejo  de ministros estudia el subsidio de paro o el derecho al despido o si sencillamente, aislado en un océano, se limita a esperar que la tormenta pase…”, como escribía –en 1959- Jaime Gil de Biedma. Un desastre para la convivencia.

No sólo contradice el saber acumulado por la parte superior de la pirámide de edades, sino cualquier sensibilidad ética que esté en fase de construcción. En este sentido, bien merece la pena observar ahora mismo cómo, con lo poco que sabemos de algunas canciones que no canta, nos están adoctrinando desde que empezaron a mediocantar  Rato, Bárcenas y, de momento, especialmente Correa.Por si nos fuéramos a confundir con estos tres tenores, nos subtitulan que lo que dicen sus letras se refiere a acontecimientos de un pasado a todas luces irresponsable pero, al parecer, remoto y, por tanto, casi inexistente. Así lo expresó otra actriz de este reparto, Sor-Aya, diciendo que se juzgaban hechos de los 90. Y a la misma doctrina se ha atenido Pablo Casado, indicando que por entonces cursaba COU. Nadie en el PP de hoy se hace responsable y ni siquiera Rajoy se da por aludido con esta música a pesar de que por aquellos años desempeñaba labores de segundo en el partido y es,actualmente,el eslabón más directo del PP de aquellos años, heredero en la gestión de su personalidad jurídica. Por este camino de la disfuncionalidad de las palabras, neolenguajes y deslealtades que emplean estas “pedagogías”, tan activas como potencialmente aviesas con lo que nos haya sucedido años tras año, nos va a pasar a todos como a Blancanieves, la de los siete enanitos, después de morder la manzana de la madrastra.  Al tiempo.

Manuel Menor Currás

Madrid, 19/10/2016

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