En la Historia actual
también existe el “tiempo largo”
No es que el pasado
se repita: se ha mutado levemente, se ha adaptado y ha dado en esta
turistificación y privatización del presente.
La metodología de la Historia
advierte etapas o tramos particulares dentro de períodos más extensos, siempre
apoyada en documentación fehaciente rigurosamente analizada. Con la memoria,
más subjetiva, las distinciones suelen ser más borrosas. El paso del tiempo
difumina e incluso hace desaparecer muchos recuerdos de las experiencias de
vida. No obstante, ambas tienen crucial importancia para la educación personal
y social, y proporcionan buena orientación en momentos de confusión programada.
Yendo leyendo
La combinación de ambas –como
puede suceder con la creatividad artística-
potencia las líneas principales del mejor sentido educador, el de aprender
a leer y a conformar criterio propio por encima de los convencionalismos y de
las maneras en que el poder trata de manipularnos. Puede comprobarse en el
Museo Reina Sofía hasta el 26 de agosto, en la exposición Yendo leyendo, dando lugar, de Rogelio López Cuenca (Nerja, 1959).
De este artista cabe admirar, entre otras facetas, su ironía de poeta visual.
Investiga sobre los múltiples mensajes que de continuo entran por nuestros
ojos, hasta encontrar el modo de hacernos ver sus contradicciones. Es
especialmente el lenguaje señalético, propagandístico y publicitario, el que está
en su centro de interés; se apropia de el y, mediante el collage y diversas
técnicas vanguardistas, trata de darle la vuelta. Málaga es una de sus topografías de atención
permanente. No solo por la acumulativa “malagueñización” de Picasso, en que pone de relieve cómo el comercio turístico ha convertido al
artista republicano en un remedo apto para cualquier mercancía. También, como
foco de atención histórica y memorial. De 2007 arranca –y continúa en una web- su proyecto titulado Málaga 1937, en que trata de
recuperar lo acontecido el 7 de febrero
de ese año en la carretera hacia Almería. La técnica que emplea aquí es similar a la que emplean muchos profesores
de Historia simulando un eje discursivo en que se van sucediendo,
cronológicamente, los distintos testimonios documentales que, en este caso,
rescatan del silencio la masacre de unos 5 000 republicanos que huían de los nacionales golpistas aquel fatídico día.
Mientras en la sala del museo se suceden en blanco y negro fotos recuperadas de
muy diversas procedencias, un video actual del tráfico de esa misma carretera,
en color y a gran pantalla, induce al cuestionamiento del tupido silenciamiento
que lo allí acontecido ha tenido durante casi 82 años.
Parar las aguas del olvido
De lo vivido en esa etapa, desde
un poco antes de la masacre entre Málaga y Motril, da buena cuenta Paco Ignacio
Taibo en Para parar las aguas del olvido, un relato en gran medida autobiográfico
que escribió en 1982 y que fue reeditado hace apenas dos años. El reconocido escritor vivió de lleno la
revolución de 1934, la guerra del 36 y la postguerra hasta 1959; desde su
exilio en Méjico, recrea aspectos que moldearon significativamente su infancia
y adolescencia. La intencionalidad del título de este libro, tomada de un poema
de El
Quijote, II, LXIX, explica la selección de los elementos con que hilvana el
recuerdo mezclando el dolor y la alegría, el horror y el desconsuelo, con la
camaradería, la complicidad y la amistad. Relatar los aprendizajes de la
supervivencia en circunstancias tan duras no deja de tener mucho de ficción
personal, más selectiva e intransferible en la medida en que el autor trata de
mirarlos con humor.
El de la memoria es un material
delicado que no necesariamente es Historia, aunque pueda documentar parte de su
complejidad. Del Oviedo reconquistado por los golpistas, Paco Ignacio Taibo compartió con el poeta Ángel González, el
gran especialista en la Generación del 27 Carlos Bousoño o el editor Manuel Lombardero,
peripecias vitales contrastantes e imposibles salvo para la imaginación. En especial,
ricas lecturas literarias y el
entrelineado de su asiduidad al cine, en el fondo oscuro de ciudad “sin
misericordia para los vencidos” –con los ojos “como agujas” de los sucesores
del Magistral de La Regenta “repartiendo el cielo y el infierno de acuerdo con
las ideas políticas de cada cual” y que la ciudad se entregara “a la aparatosa
demostración de su cristianismo absoluto”-
y, en particular, el paisaje humano de la Librería Cervantes (p. 99),
lugar asiduo de maestros y maestras, pese a que “no estaba la cosa para tener
ideas” y se habían muerto “los maestros delante del paredón llevándose con
ellos los mejores textos, los mejores autores, los mejores poetas”. La posición del autor queda clara tras la
anécdota de un aristócrata reticente a los falangistas, que es escarmentado con
el paso por la cárcel y que, a la vista de los muchos “catedráticos, maestros,
artistas y periodistas” que estaban en la quinta galería, dice: “-Aquí está lo
mejor de Asturias” (p.129).
El trance actual
“Todo nos estaba llegando
demasiado tarde” –dice también Taibo en la p. 59-, “la vida se había enrollado
en algún estante esperando otra ocasión que no llegaba”, lo que vale para
varias generaciones que vinieron después. Pasaron 40 años de “interminable
postguerra” –que dice Gregorio Morán, también asturiano-; pasó la Transición y
pasaron otros 26 años, en que en comunidades como Madrid se probaron estilos
vergonzantes para el trato de lo público y, en particular, de la escuela pública.
José Luis Pazos, que tuvo ocasión de
verlo en primera fila desde su Federación de Madres y Padres (FAPA Giner de los
Ríos) describió las estratégicas políticas de las Consejerías del PP para
desarrollarlos. Es un guión perfecto para un documental plenamente actual, capaz de explicar
–entre otras cosas- cómo haya sido posible que en tan pocos años se hayan duplicado los ingresos de la educación concertada y privada. La privatización de la
Sanidad y la Educación fue, en esos años pasados, como la “malagueñización” de
Picasso investigada y plasmada por Rogelio López.
Después de la última serie
electoral, viene otro tramo de Historia actual. En unos días sabremos el
alcance del supuesto “cambio” o continuidad que haya traído, una vez se definan
más los pactos que se están conformando. Tanto para la investidura del
presidente del Gobierno como para la de quienes vayan a presidir algunas alcaldías
y comunidades autonómicas, la aritmética del voto es tozuda pero, dentro de
unas formas políticas de apariencia más civilizada que antaño, puede desembocar
en que todo siga manteniendo distancias de clase o, si se prefiere de “distinto
nivel cultural”, eufemismo bajo el que, como suele decir Emilio Castillejo, se suelen ocultar “modos de ser” cuasi
biológicos –pura “biopolítica”-, desiguales en el aprecio y la estima.
El terreno ya lo está preparando la AIREF. Su informe sobre la obligatoriedad de los
servicios de Correos servirá para justificar la eficiencia o no de muchos
otros, incluido el de la educación, y la consiguiente reducción o supresión de
plazas y profesorado. Todo muy aséptico y muy independiente, mientras la España
vacía es vaciada un poco más. Y. en paralelo, está la decantación que han tomado los grupos
políticos estos días. La traslucida en el debate de los presupuestos de Andalucía
puede resultar paradigmática de lo que vaya a suceder en Murcia, Castilla y
León y, asimismo, Madrid, aunque no solo. Los cambios de nombres y de recursos
en algunos programas más simbólicos son indicativos de que “la libertad de
elección de centro” y el crecimiento indiscriminado de las empresas educativas son el verdadero “cambio” a que está expuesto el sistema educativo ahora mismo.
Lo oído a la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso,
cuando estaba en campaña, no deja demasiadas dudas de cómo continuará
desarrollando –desde la emblemática Comunidad de Madrid- las estrategias que alimentó su mentora, Esperanza Aguirre.
El pasado es terco y el tiempo
largo existe. Ahí está el final del juicio del procés para recordar que no hay arrepentidos y que podemos tropezar todos en alguna piedra de lo que
se avecina. Enzo Traverso propone “la melancolía” como forma de continuaren las peleas por lo justo y no cansarse tras tanta peripecia frustrante.
Más difícil, pero no imposible, es
acompañarla del humor que Paco Taibo I desplegó para sobrellevar su peripecia
vital y seguir avanzando. ¡Suerte!
Manuel Menor Currás
Madrid, 13.06.2019
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