Un día sí y otro también nos indignamos por las declaraciones de diferentes personajes de partidos políticos que cada vez están más en la ultraderecha. Noticias falsas, mentiras descaradas, burradas como la copa de un pino, ignorancias supinas, provocaciones constantes, etc. Parece una ceremonia de la confusión orquestada para los medios de desinformación masiva y la agitación de las redes sociales, en este circo de varias pistas en el que se ha convertido el país. Pero lo importante es que mientras nos centramos en esos anzuelos mediáticos, la derecha nos roba y quiere seguir haciéndolo, aprovechándose de la desmovilización existente.
De ahí que un par de centenares de colectivos y organizaciones han puesto en marcha un proceso de movilización para recuperar la calle, cuando más se necesita. Entre ellas está Ecologistas en Acción, la PAH, ATTAC, Mareas por la Educación Pública, por la Sanidad y por las Pensiones, Marchas por la Dignidad, No +Precariedad, sindicatos como CGT, Cobas, y partidos de izquierdas como Podemos, IU, PCE, Equo y Anticapitalistas. Ya se movilizaron el 24 y el 27 de octubre y ahora realizarán lo harán a nivel estatal, acabando con una manifestación centralizada en Madrid mañana sábado 6 de abril.
Según su manifiesto “Caminando por la igualdad, derechos y libertades”, los motivos se centran en cinco ejes:
- Redistribuir la riqueza. La crisis se ha utilizado para saquear los salarios, las pensiones y las rentas de la mayoría social. La devaluación salarial ha sido brutal. Según el INE, entre 2008 y 2016 el sueldo medio apenas ha crecido un 5,8%, frente al 11,8% de la inflación en el mismo periodo. Afirma Oxfam que desde 2008 los beneficios de las empresas del IBEX han crecido un 11,3% y los salarios de los trabajadores han disminuido un 4,2%. Los ingresos de los jóvenes trabajadores habrían caído un 22% desde el inicio de la crisis. No ha habido recuperación de poder adquisitivo a pesar del crecimiento económico reciente. La consecuencia es mayor desigualdad social por la combinación de más pobreza y más ricos y grandes fortunas al mismo tiempo. Redistribuir la riqueza es mejorar notablemente los salarios y las pensiones, un SMI suficiente, una Renta Básica individual, universal e incondicional y, sobre todo, una política fiscal progresiva donde pague más quien más tiene.
- Conquistar derechos. Empezando por recuperar los perdidos en las reformas laborales y de pensiones. Recobrando las libertades y derechos ciudadanos recortados para criminalizar la contestación social (ley Mordaza, Código Penal). Que derechos como el de dependencia sea un derecho subjetivo no sujeto a la existencia de financiación, y que se blinden constitucionalmente las pensiones públicas y el gasto social educativo y sanitario.
- Recuperar el Planeta. No hace falta ver a la Estatua de la Libertad semienterrada en la arena de una playa para saber que el mundo en el que hemos vivido se ha terminado. La humanidad está en una encrucijada medioambiental estratégica: el cambio climático, el agotamiento de los recursos y el deterioro de las condiciones de vida en la Tierra, es algo que afecta ya a la generación actual y no solo a las futuras. Hay que afrontar de manera decidida la lucha contra el cambio climático, el agotamiento de los recursos, la contaminación por residuos, la pérdida de biodiversidad y otras consecuencias del deterioro medioambiental. Apostando para ello por una educación ecosocial y un cambio radical del sistema productivo.
- Defender lo público. Es defender el bien común y la calidad de los servicios públicos. Evitando su deterioro, provocado de forma consciente por el neoliberalismo para abrir las puertas a la privatización. La sanidad, la educación, los servicios sociales, el agua, la energía entre otros, deben de ser sagrados como bienes públicos que aseguran derechos fundamentales.
- Por una Vida digna. Una vida digna no es otra cosa que una vida con derechos y libertades. Que materialice lo que resume la más bella consigna reivindicativa: pan, trabajo, techo, igualdad y libertad. Ello exige que el empleo sea digno, con derechos y que permita vivir. Sin salarios basura y sin una precariedad insoportable que condene a ser trabajadores pobres y a llevar una vida precaria y sin autonomía.
Sobran razones para salir a la calle. Para seguir resistiendo, hay que seguir remando. No debemos desconocer que el capitalismo neoliberal es una de las peores formas de barbarie. Ser anticapitalista es absolutamente necesario, pero nadie dijo que fuera a ser fácil. Si no queremos que la posibilidad de transformación social y económica vaya al hospicio de utopías fallidas, que diría Luis Camnitzer, hay seguir persiguiendo esa utopía. Y hacerlo desde lo general -la lucha por un afán emancipatorio- a lo concreto: un territorio próximo, unas personas que establecen complicidades para no sentirse derrotadas. Y reivindicar a las mujeres y hombres que quieren mejorarse entre ellas y cambiar el mundo, como activistas de la esperanza. Porque ¿qué quedará si afloja el entusiasmo? Ésa es la clave. Todas y todos debemos preguntarnos ¿qué puedo y qué debo hacer? Y debe haber una clase trabajadora, una ciudadanía, que se comprometa en la defensa de la libertad y la igualdad, de la vida y del planeta.
En el horizonte inmediato hay varias convocatorias electorales. Se puede estar molesto, con razón, por la gestión de la unidad que han hecho las fuerzas progresistas y de izquierda. Pero hay tanto en juego que sería importante que nadie se quede en casa por aburrimiento o sanción contra los políticos. Está en cuestión la pérdida de muchos derechos adquiridos y el neofacismo se presenta sin complejos esta vez. Habría que participar en las elecciones, a pesar de todo. Pero más allá de ir a votar, y pase lo que pase, lo único que está claro es el título que encabeza estas reflexiones: si nos movemos, cambiamos todo. Para ello hay que salir a la calle, hay que apretar el puño y caminar.
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