domingo, 25 de noviembre de 2018

Derogaciones (Manuel Menor)


¿Se derogará pronto la LOMCE?

Es un alivio solo pensarlo, aunque lo que se oye y ve en el Parlamento no difiera mucho de lo que puede leerse en muchos whatsaap esquizofrénicos.


En la penumbra clásica
Lo recuerda Jesús Parra, filósofo atento a preguntar si es posible la política sin ética, trayendo a colación, entre otros, a Aristóteles, Cicerón y Plutarco. Al estagirita (384-322 a.C) en su Ética a Nicómaco, en que decía que “no se enseña ética para saber qué es la virtud, sino para ser virtuosos”: no parece haber tenido éxito. Sobre todo, si al tiempo que se les oye y se les ve actuar, se quiere entender de qué nos hablan actualmente nuestros parlamentarios cuando, tratando de currículos escolares, exigen que trate, y muy intensamente, la “Religión”, “los valores” o, en plan más laico, una “educación para la ciudadanía”,  la convivencia u otra actitud política.

Parra, como si se dirigiera a quienes hubieran estado haciendo un prácticum en el parlamento en días recientes para un máster de acreditado prestigio, también trae a colación a  Plutarco (45-127 d.C.), quien dejó dicho en sus Vidas paralelas  que “el hombre es la más cruel de todas las fieras, cuando al poder se une el poder sin virtud”. Y no olvida al Cicerón (106-43 a.C) que tanto había denostado al corrupto Verres alegando que “cuando los políticos no se rigen por la ética, son como hienas a la caza del poder”. Ya en esta línea, cabría mentar el pesimismo de Hobbes (1588-1679), escéptico con el homo homini lupus, reclamando la necesidad de uno fuerte para conducir la res publica. Una secuencia nostálgica, de apelación constante a la seguridad del más brioso, que ha encontrado en los últimos cien años mil apelaciones para traspasar lo que no es democracia y que, ahora, quiere  encontrar en las Redes rencorosos destinatarios, pagados de sí mismos.

En el día a día
El problema es que no reparan siquiera en el panorama en que nos movemos, probablemente porque les favorece. La celebración del Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, hoy 25 de junio, debería alertarnos de cuánto, a diario, se traspasa esa línea de la igualdad de trato en los hogares, los lugares de trabajo, los espacios de ocio y tiempo libre, la publicidad gratuita y, para que no falte nada, incluso en los ámbitos de la escuela y de los hábitos instituciones religiosas que, sin comprometerse con la igualdad de los Derechos Humanos, se precian de caritativas. Espacios todos en que la violencia del más fuerte, la imposición no solo física sino también psicológica y simbólica, se conjugan para causar daños, irreparables muchas veces, a personas tan dignas de vivir en el mundo como cualquier arrogante chulesco o más.

En esta línea de quitar hábitos innecesarios para convivir, es valiosa la noticia que llega del parlamento gallego suprimiendo a las niñas la obligación del uniforme de falda. Una noticia escolar, al fin, de alto valor social, que viene a poner en su sitio a tanto partidario de lo estéril, los decimonónicos distingos entre colegios de niños y niñas y obliga, de paso, a repensar qué pasa con la supuesta “libertad” educativa o, sobre todo, con el negocio de las subvenciones y conciertos  al circuito privado del sistema educativo, tan protegidos en algunas Comunidades. Ahora que en Galicia han encarado que el hábito no hace al monje, también sería coherente que se abandonaran en todo el Estado que dinero público pague la segregación escolar –que la LOMCE todavía protege- ampliando la negativa a quienes en cualquier ámbito del sistema educativo no pasan del  código binario de hombre/mujer. ¿Qué pasa con las demás modalidades de ser o sentirse humano?¿Cómo se denigra o posterga a los diversos del canon patriarcal? ¿Qué atención les presta nuestro sistema educativo?

Postergación y preeminencias existen en una buena parte de la educación española, estructurada de entrada –pero no gratuitamente- en pública, concertada y propiamente privada. Y de añadido, en la acordada bajo el paraguas de los derechos de la familia, una manera de imponer criterios ajenos a los derechos del menor, ajenos a que los niños y niñas tengan una infancia libre de presiones adoctrinantes, también en cuanto a modelos de sexualidad cuya “naturalidad” se envuelva en razones muy diversas. Hablaba Casado hace poco de los inmigrantes que no se atenían a nuestras costumbres. Tal vez entendiera que los islámicos, por ejemplo, son muy distintos de los unificados como cristianos por los Reyes Católicos en el siglo XV. De poco vale, sin embargo, ocultar que estos colegios y quienes les privilegian siguen pautas similares, anclados en el dogmatismo “de la verdad” de que hablaba Pío XI en la encíclica Divini illius Magistri (1929), y ajenos a cualquier otra consideración que no coincida con su pulcritud de criterio.

Prueba evidente es que, por más que ahora hablan de “diálogo”, a muchos obispos les puede el subconsciente cuando hablan de varones-varones para el ministerio eclesiástico. No solo ajenos a las mujeres –in ecclesia taceant-, sino también a otras variedades genéticas del ser humano que ha tenido la Iglesia católica siempre en su seno por más  que la Biblia no hubiera estado muy atenta. Solapar y ocultar por razones de supuesta supremacía epistemológica, falso prestigio o, también, como pretexto para achacar delitos de pederastia a quienes per se no les corresponde, como mínimo es de hipócritas, una especie que en el Evangelio original no queda bien parada.

Derogación LOMCE
Entretanto, es de celebrar que el equipo de Celáa haya sacado a relucir expresamente su intención de derogar la LOMCE, y no tan solo un tanteo con algunos aspectos “más lesivos” de los derechos que esta ley tan promovida desde muchos sedicentes liberales, más carcas de lo que pregonan, ha conculcado. No hacerlo hubiera sido una ofensa a cuantos en estos penosos años han resistido –en la Comunidad de Madrid algunos más que en el resto de España- los empellones de los plagiarios de Margaret Thatcher. A los ojos de muchos ciudadanos y ciudadanas han actuado contrariamente a lo que en 1978 llegó a ser la Constitución de todos y todas. No hay quorum suficiente para revisar el artículo 27CE, por ejemplo, o los Acuerdos tan ambiguamente constitucionales que Marcelino Oreja gestó entre 1977 y 1979 con el Vaticano, pero se debería, aunque solo fuera para fortalecer los derechos de los menores no dejándolos al arbitrio de tanta prepotencia equívoca que no acaba de desaparecer del horizonte.

Manuel Menor Currás
Madrid, 25.11.2018 

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