La última novela gráfica de Isaac Rosa y de Mikko va sobre jóvenes que quieren estudiar y trabajar y no pueden, que intentan recuperar su dignidad y sus sueños de los escombros de la crisis y del nuevo modelo social. Aborda temas como el fracaso escolar, la quiebra de expectativas, el paro y la precariedad, el exilio laboral… En suma, nos habla de la desmoralización de una juventud que, en teoría, está llamada a ser la responsable del futuro del país. Y si la juventud no tiene futuro, el país tampoco.
Lo hace rompiendo los tópicos y clichés sobre los mal llamados “ninis”. La novela nos lleva de la mano de uno de ellos, para que le acompañemos en las causas profundas de su malestar, de su inhibición, de su cansancio vital y de su capacidad de reacción. Me he bebido su lectura, me ha emocionado, y me sugiere varias reflexiones.
El difícil papel de las familias. La novela capta muy bien la situación que se produce en las casas, la ruptura generacional, el uso de latiguillos y de ineficaces frases hechas. También la incapacidad de diálogo, la falta de empatía a veces con el hijo desanimado o las odiosas comparaciones entre hermanos. Los que somos tutores en los institutos, vemos la desesperación y el sufrimiento de muchos padres. Hay mucho miedo. Decía Ciorán que es más fácil fundar un imperio que una familia. No sé si es para tanto, pero fácil no es y deberían potenciarse las escuelas de familia, para aprender y evitar errores que se cometen con la mejor intención y el mayor cariño. Quizá debamos aprender que hay que apoyarles en los buenos momentos y en los de pánico existencial. Y que lo más importante que les pueden decir a sus hijos e hijas no es ”Te quiero”, sino “Creo en ti”.
El fracaso escolar y la dificultad de educar en tiempos de desesperanza. En España el fracaso escolar es del 19%, el segundo más alto de la UE, después de Malta. Si se ha reducido algo últimamente, tiene que ver con la crisis económica y la dificultad de salir del sistema hacia un empleo. Es consecuencia de la falta de recursos y de una inversión educativa muy baja con un 3,8% del PIB. No se puede esperar que España vaya a la misma velocidad que Finlandia o los grandes países europeos que gastan entre el 6 y el 7% del PIB.
Sin educación no hay futuro. Dice Emilio Lledó que la educación es el problema fundamental de este país y tiene toda la razón, porque si no hay una Educación Pública de calidad habrá escuelas para ricos y escuelas para pobres y la desigualdad será insoportable. La estrategia del poder en España va en un doble sentido. Por un lado, asaltar la Educación Pública para privatizarla, derivando recursos hacia la concertada, y convertirla en un nicho de negocio.Por otro, acabando con la socialización del acceso a la universidad con altas e imposibles tasas para muchas familias obreras y recortando las becas. No es un problema solo de que gobierne la derecha, en Francia también lo hace pero allí su laica educación es sagrada porque saben lo que se juegan.
El fin del ascensor social o la ruptura de las reglas de juego. El reto en la escuela siempre ha sido motivar para el aprendizaje conectando con los intereses del alumnado y el amor al conocimiento, pero sobre todo con el reclamo del ascensor social. Los padres también lo repiten sin cesar: “Estudia para tener un buen trabajo”, “Prepárate y tendrás éxito”, “El esfuerzo es la clave para triunfar”, etc. Discurso que se viene abajo cuando se mira alrededor y ven a familiares, amigos, vecinos, que están parados, precarios o en el extranjero. Y ello a pesar de haber hecho su parte y disponer de estudios, carreras y máster. La ecuación: Estudio-Trabajo-Autonomía-Proyecto de Vida, no funciona. El trabajo ya no es una clave de seguridad y estabilidad, de proyectos a medio plazo, ni el salario un sinónimo de vida digna. Es un mundo que ha dejado de existir. El tema es muy de fondo porque afecta a la libertad de las personas: no se nos olvide, la auténtica libertad la garantiza la autonomía económica. Si no la hay empieza la desesperanza, el tirar la toalla, la capitulación individual y colectiva.
La relación entre Educación-Mercado de Trabajo-Modelo Social-Calidad Democrática. Históricamente la educación siempre ha estado al servicio del poder y ha sido muy clasista. Se ha ido implantando cuando el aparato productivo necesitaba mano de obra más formada, aunque siempre con desconfianza desde el poder. Lo importante era formar a las élites.
Su lógica de contables es clara: en España los jóvenes estudian por encima de sus posibilidades de empleo. El poder se pregunta ¿para qué queremos una educación de alta calidad para un mercado de trabajo precario y en rotación y para que nuestros titulados se acaben yendo al extranjero? Les da igual si se hipoteca el futuro del país, que la sociedad esté menos cohesionada y con una democracia de baja calidad. Encima intentan culpar a los jóvenes, cuando no es un fracaso personal, sino un fracaso del sistema educativo, del mercado laboral, y del modelo sociopolítico.
Sembrar resistencia contra la derrota. La novela da un brillante y sorprendente giro hacia una actitud activa de pelea por cambiar las cosas. No voy a hacer spoiler, pero nos habla de las posibles salidas, de la solidaridad, de la lucha en común, del apoyo mutuo. Las pequeñas complicidades, la determinación por no sentirse derrotado, las nuevas formas de acción en los medios y las redes sociales, la unidad, la organización, la presión social. Cuando los ‘ninis’ se niegan a que les roben su dignidad y sus sueños, no tienen más remedio que volver a inventar la lucha, con métodos nuevos y viejos al servicio de un proyecto colectivo y de su futuro.
Literatura y compromiso. La novela es un ejemplo de compromiso por su valentía moral y coraje ciudadano para atreverse a ver, a contar y ayudar a cambiar. Isaac Rosa da ideas y, ojalá, fuera una especie de Julio Vernesocial, por su capacidad de predecir mejores futuros. Son propuestas imaginativas, hipótesis fantásticas a lo Gianni Rodari, pero no descabelladas. Quiero recordar que en Francia, una acción que se utilizó bastante hace unos años era que los parados, debidamente maqueados, iban a restaurantes de superlujo a comer sin pagar, para visibilizar su problemática. Su nini-infiltrado es todavía mucho más imaginativo.
Por último, decir que los jóvenes tienen la obligación de romper el determinismo de los estudios sociológicos que les colocan a muchos de ellos en un destino de trabajos no cualificados, embarazos adolescentes, tonteo con las drogas y botellón. Para ello, deben estudiar con coraje, prepararse tanto como los que mandan. Hay que levantarse cada mañana con un afán y tener una visión global del mundo. Voy a regalar algunos ejemplares de la novela a la biblioteca del instituto. Me gustaría regalársela a todos mis alumnos y alumnas para que nunca se rindan y porque nos enseña que la esperanza es siempre una victoria.
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