Ángela comparte con tod@s esta información
Vivimos en un contexto histórico en el que cada día nos
tropezamos con discursos que no solo pervierten el lenguaje. Más allá de eso,
nos estamos acostumbrando a convivir con la violencia como si ésta fuera el estado natural del ser humano. No me
estoy refiriendo solo a la violencia física, sino a la que suele pasar con
demasiada frecuencia desapercibida: la violencia verbal. En mi opinión, es el
resultado de una sociedad que cada vez, y con más frecuencia, deja poco espacio
para el diálogo, la empatía y la creatividad. Nos encontramos en la era de la
competencia, del estrés, de los discursos vacíos, de la imposición de roles… No
tenemos tiempo para recordar quiénes somos y mucho menos para reflexionar sobre
lo que queremos o anhelamos ser. Y todo ello afecta a lo que debería ser la
base de cualquier sociedad: La Educación.
A menudo descubro discursos que cuestionan la labor del
docente en las aulas y, al mismo tiempo, reivindican una evaluación de nuestro
sistema educativo. Sin embargo, pocas veces se plantea la clave: ¿qué necesita
el docente para desempeñar con rigor su trabajo?, ¿qué necesitan los alumnos
para crecer y desarrollarse en unas condiciones saludables para su aprendizaje?
Hace poco, Ismael Sanz, director general de Innovación de
Educación en la Comunidad de Madrid,
hacía público un informe realizado por el Instituto Nacional de Evaluación
Educativa sobre los retos de la Educación española para equipararse a la UE y
la OCDE. En él se destacaba
el siguiente dato: “87 % de docentes españoles nunca han entrado en
clase de otro profesor para mejorar”. Además, como conclusión, se añadía: “Los
docentes españoles no suelen observar el trabajo docente de otros profesores ni
impartir clases en equipo”.
Aunque, según el
Ministerio de Educación, se trate de una praxis muy poco frecuente en la docencia
en España, compartir el mismo espacio físico y definir un mismo proyecto educativo
son experiencias altamente enriquecedoras
para el profesorado y los protagonistas: los estudiantes. De hecho, un
equipo de profesores del IES Cristóbal de Monroy (Alcalá de Guadaíra) hemos
llevado a la práctica un Proyecto contra la violencia en las aulas que ha
requerido, entre otras actuaciones, que compartamos el espacio físico del aula.
En ella, durante el transcurso de determinadas sesiones, hemos permanecido
integrantes de distintas áreas: Lengua castellana y Literatura, Orientación y
Pedagogía Terapéutica.
- ¿Cómo se han desarrollado las sesiones en las que hemos compartido
el espacio del aula?
Estas actividades han estado destinadas a reducir la
violencia verbal y combatir el acoso escolar. En muchas ocasiones, los docentes
respiramos un ambiente contaminado por la tensión debido, entre otros factores,
a la problemática personal del alumnado. Esto repercute de manera negativa en
nuestra praxis, ya que nos impide desempeñar nuestra labor en unas condiciones
mínimamente necesarias para que se produzca un aprendizaje realmente
significativo. Como coordinadora de este proyecto, que arrancó tras la
propuesta de un Grupo de Trabajo dependiente del Centro de Formación del
Profesorado, quiero compartir mi experiencia con los lectores.
A continuación desglosaré
por partes en qué ha consistido nuestro trabajo. En él, la oralidad ha
desempeñado un papel de gran relevancia.
1.
Debate
en primer curso de ESO.
1a) Actividades
previas: “¿Sabemos convivir?”
La idea de este debate en primero de ESO era aprender el significado de la palabra
‘respeto’ y fomentar la tolerancia.
En el aula, los alumnos tenían la costumbre de dirigirse a
los compañeros utilizando términos despectivos, como ocurre en muchas aulas de
distintos centros de Enseñanza Secundaria. Por ello, el tema del debate giró en
torno a la idea: “¿Por qué nos
insultamos?”. Antes de iniciarlo, realizamos dos actividades previas. En la
primera de ellas, el alumnado, mediante lluvia de ideas que pude plasmar en la
pizarra y en mi cuaderno, argumentó diversos motivos para la presencia de
descalificaciones entre ellos.
La conclusión que
obtuve de esta lluvia de ideas fue la siguiente: Los estudiantes no veían
cualidades positivas en los demás compañeros del grupo pero, al mismo tiempo,
tenían miedo al rechazo de los demás.
Una vez detectados los motivos, empezó el trabajo en las
clases de Lengua castellana y Literatura. Partimos de la siguiente pregunta: “¿Cómo os sentís cuando los demás os
insultan?”. Algunos alumnos respondieron que no les importaba porque ya estaban
acostumbrados, ya que esta situación venía repitiéndose desde hacía años; otros
reconocieron que lo pasaban francamente mal. Esto nos condujo a la siguiente
fase: establecer una idea que todo el grupo compartiera: “Ninguno de nosotros se siente mejor cuando los demás lo insultan”.
Todos los estudiantes reconocieron sentirse identificados con esta
afirmación.
Sin embargo, había un
problema: Aunque no se sentían mejor al recibir descalificaciones por parte de otros
compañeros, muchos de ellos reconocieron que sí se sentían aliviados cuando
eran ellos los que se dirigían a los demás con términos peyorativos. Solamente
una minoría afirmó que después de insultar a un compañero se sentía mal. En
líneas generales, consideraban que los motes y términos despectivos que
empleaban definían a los demás.
A partir de aquí,
iniciamos el debate. Colocamos las mesas separadas en posturas diferentes:
-
En un lado de la clase, estaban aquellos
estudiantes que se sentían bien después de insultar. Constituían la mayoría del
grupo.
-
Frente a ellos, para que pudieran tener contacto
visual, se sentaron aquellos alumnos que no se sentían bien cuando descalificaban a otro compañero.
1b) Interpretamos personajes:
A partir de las tesis
opuestas: “Estoy a favor de insultar” / “Estoy en contra de insultar”, cada
uno de los alumnos eligió un personaje ficticio al que quería representar en el
debate. La creación de roles, en una primera etapa, sirve para desarrollar la
creatividad y para que los alumnos se desinhiban. Es mucho más fácil para ellos
expresarse desde un rol que les atraiga que expresar sus emociones desde un
punto de vista personal. Una vez establecidos los personajes que cada uno de
ellos defendería, pasamos a la siguiente fase.
-
¿Cómo defiende tu personaje esta idea?
A favor de los
insultos:
-
Los alumnos que interpretaban roles desde los
cuales “se aprobaba el insulto” destacaron los siguientes argumentos:
1. “En
mis canciones hay insultos y a la gente
le gusta. Por eso yo soy famoso y gano dinero”.
2. “Si
en mis canciones no hubiera insultos, nadie me echaría cuenta”.
3. “Con
los insultos me desahogo y digo lo que pienso”.
4. “La
gente me respeta porque me tiene miedo”.
5. “Gracias
a que insulto tengo amigos”.
6. “Me
siento importante”.
7. “Me
defiendo con los insultos”.
8. “Si
no insulto, piensan que soy un cobarde”.
En contra de los
insultos:
Los alumnos que interpretaban roles contrarios a la tesis
anterior, plantearon los siguientes argumentos:
1. “Es
imposible trabajar con insultos. Nadie puede hacer nada en clase y se pasa muy
mal”.
2. “Algunos
alumnos le hacen la vida imposible a otros compañeros y estos no quieren
venir al instituto”.
3. “Siempre
se repiten las mismas palabras y ya cansa”.
4. “Si
insultas o pegas, puedes ir a la cárcel o pagar una multa porque le estás
haciendo daño a otra persona”.
5. “Con
los insultos, la gente no puede vivir tranquila”.
6. “Los
insultos hacen que las personas se sientan mal y no quieran vivir”.
7. “Las
personas que insultan tienen problemas en su familia”.
8. “Si
insultas, no valoras a los demás y
tampoco te valoras”.
Esta última expresión dio pie para que pasáramos a la
siguiente actividad.
“Si insultas, no valoras a los demás y tampoco te valoras”.
La nueva propuesta partía de esta expresión y nos sirvió
para trabajar la autoestima y el reconocimiento dentro del grupo.
1c) Escribimos cualidades positivas de los demás.
En un folio y de manera anónima cada alumno tenía que
escribir una cualidad positiva de los demás compañeros. Sin embargo, tuvimos
que repetir la actividad porque algunos estudiantes no siguieron las pautas y
escribieron de manera peyorativa sobre los demás. Para solucionar esta
problemática, que aún seguía bastante enquistada, Fernando García (pedagogo
terapéutico) y Mercedes García (orientadora) complementaron el trabajo
realizado en las clases de Lengua.
1d) Retomamos el
debate con el pedagogo terapéutico
Fernando García.
Fernando García se incorpora a nuestro espacio una vez a la
semana y se involucra en la actividad. A partir de ahora le damos un nuevo
enfoque al debate. El alumnado ya no interpreta roles. Cada alumno es él mismo
durante el debate. Para que no haya problemas con los turnos de palabra, se
lanza una pelota fabricada con un material flexible que los alumnos aprietan
con sus manos para aliviar tensiones mientras hablan. Cada vez que finaliza una
intervención, se lanza la pelota a otro compañero que tenga en esos momentos la
mano levantada para participar. De esta
manera, la actividad adquiere un carácter más lúdico. Además, en este segundo
debate ya no hay dos posturas. Avanzamos con respecto a la vez anterior y todos
coinciden en que el problema real es que no saben tratarse con respeto los unos
a los otros.
De repente, una alumna afirma: “No sabemos convivir porque solamente nos preocupa llamar la atención de los demás”.
1e) Repetimos la
actividad de las valoraciones positivas de los compañeros. Esta vez no es de
manera escrita y anónima, sino de forma oral:
Cada alumno debe elegir de un listado
previo, que el pedagogo terapéutico les aporta, características positivas que
se identifiquen con sus compañeros. De esta manera también aprende el
significado de adjetivos que desconocía. Por ejemplo, aparecen términos como “entusiasta”, “apasionado” o
“vehemente”. Además se propone que construyan una oración con los adjetivos
seleccionados y el nombre de los compañeros.
En este caso no hay conflicto, sin embargo sabemos que continúan los
problemas al observar su comportamiento gestual y la actitud apática a la hora
de abordar la actividad.
2) Intervención de la
orientadora Mercedes García en nuestro espacio.
Los jueves de cada semana Mercedes García también se suma a
nuestro trabajo en competencia comunicativa para reducir los conflictos y
desarrollar la empatía. Realiza con los alumnos una asamblea semanal en clase
de Lengua. A través de las asambleas conseguimos un gran avance, con respecto
al punto de partida, en sus destrezas
comunicativas.
2 a) ¿Cómo se trabaja
en las asambleas?
Los alumnos se sitúan formando un círculo, se sientan, apoyan
la espalda contra el respaldo de la silla y colocan los pies en el suelo. En
primer lugar se trabaja la respiración. Se les pide que olviden los problemas
personales que se producen fuera de este espacio y tomen conciencia del lugar en el que se
encuentran. Mi compañera de departamento, Carmen de Pablos, y yo formamos parte
de la asamblea. El objetivo fundamental de estas sesiones es la eliminación de
prejuicios. Esta actividad está destinada a gestionar las emociones y comprende
una gran variedad de aspectos: expresión corporal, relajación, actividades dinámicas,
desarrollo de la oralidad…
2b) La asamblea es un
espacio de autoconocimiento en el que aprenden a exteriorizar sus conflictos de
una forma pacífica, nunca agresiva. Destacamos algunos de los momentos más
emotivos y necesarios en las asambleas:
-
Presentación
personal en el grupo: “¿Por qué te llamas así?”. La importancia del
nombre para el inicio del autoconocimiento es fundamental. En esta sesión,
algunos estudiantes nos explicaron que su nombre se debía a algún familiar
querido. Traer a la asamblea, de manera breve y voluntaria, el recuerdo de ese
familiar resultó realmente emotivo. Ya fuese por el gusto personal de los
padres en la elección o por otras razones, lo importante era expresar con
palabras o callar. El silencio también comunica. A algunos alumnos se les
quebró la voz al recordar a abuelos o familiares que actualmente no estaban con
ellos; otros optaron por no hablar…
-
“No
quiero ver/no quiero escuchar”. Partimos de la base de que todos los
seres humanos nos negamos a ver y/o escuchar aquello que nos duele o que, por
miedo, no queremos solucionar. Por tanto, en muchas ocasiones, para evitar
afrontar los problemas en nuestra vida cotidiana, nos colocamos una venda
metafórica que cubre nuestros ojos o nuestros oídos.
Esta sesión transcurrió entre pañuelos de colores. Cada
alumno podía elegir hasta dos pañuelos. Con uno de los pañuelos podía cubrirse
los ojos y con otro los oídos. De nuevo, se recalcó que la actividad era
voluntaria: no estaban obligados a hacerla. Una vez que los alumnos que
decidieron participar se colocaron un pañuelo en los ojos, en los oídos o en
ambos, se trataba de explicar brevemente al resto qué era aquello que no
querían ver y/ o escuchar. No tenían que decir nada más. A continuación, tanto
los alumnos como las docentes podíamos retirar la venda del estudiante pero, al
mismo tiempo que se hacía, debíamos comenzar con un argumento: “Si no ves eso,
no podrás…”, “Si no escuchas eso, no serás capaz de…”. La explicación podía ir
acompañada de un apretón de manos o un abrazo.
Cuando todos los participantes sintieron que los habíamos
escuchado desde la empatía, pasamos a la siguiente fase:
“No quiero que nadie
sepa…”.Esta parte consistía en cubrirse la cabeza con un velo y contar
delante del grupo algo que les avergonzara o les angustiase. Después de
contarlo, otro compañero o alguna de las profesoras presentes, podíamos retirar
el velo con la expresión: “No me
importa. Yo también te quiero así”. A la retirada del velo, que siempre iba
acompañada de un abrazo, podían sumarse todos los participantes que quisieran,
al igual que ocurrió con la retirada de las vendas. En esta parte de la sesión,
no pudimos evitar llorar de la emoción todos los presentes. Las historias
fueron realmente emotivas y la sensación de alivio que muchos estudiantes
experimentaron al retirar o sentir cómo otros retiraban su velo fue
estremecedora. Se hizo un silencio profundo a través del cual sentíamos que
entendíamos las emociones de los otros.
-
La
belleza de la mariposa reside en el contraste de sus colores.
Esta asamblea estuvo destinada a trabajar con el alumnado la
autoestima. Para ello, continuamos profundizando en el autoconocimiento.
En el centro del aula había cartulinas que simulaban las
siluetas de distintas mariposas. Cada una de ellas tenía un único color. Tras
colocarnos alrededor de ellas formando el círculo, elegimos una. Cada
participante debía escribir en un ala de la mariposa una característica
personal que lo definiera y con la que se sintiera satisfecho. De igual manera,
en la otra parte de la mariposa, podíamos escribir un rasgo personal que no nos
gustase de nosotros mismos. La actividad
continuó con la reflexión de Anthony de Mello: “Rayados como cebras”. Con esta actividad, se intentó que el
alumnado entendiese que los seres humanos somos “bipolares”, que no siempre
actuamos o pronunciamos palabras con las que nos sentimos satisfechos, pero que
en esa “bipolaridad” reside precisamente nuestra grandeza. No queremos un mundo en blanco y negro en el que unos sean “los buenos”
y otros “los malos”. Nuestra belleza reside en la confluencia de colores: como
las alas de una mariposa.
-
“Yo
soy”. Durante el trabajo realizado en las distintas asambleas con el
departamento de Orientación, una de las actividades consistió en que cada uno
de los estudiantes se definiera a través de la imagen y/o la palabra en una
cartulina. Algunos alumnos optaron por dibujar un corazón, otros una cara
triste o feliz e incluso una parte del alumnado realizó varios dibujos
acompañados de adjetivos.
-
Resolución
de conflictos: “Las constelaciones familiares”:
Para trabajar la influencia que el núcleo familiar ejerce en
nosotros, partimos en esta sesión del testimonio personal de un alumno, hermano
de uno de los estudiantes. El objetivo de dicha sesión era que el alumnado
aprendiera a aceptar su situación familiar y, desde esa aceptación, pudiera
tomar distancia de su problemática para aprender a gestionar sus emociones.
Para nosotros era muy importante que los estudiantes entendieran que los
problemas de nuestros familiares pueden afectarnos hasta cierto punto, pero no
es sano para nosotros mismos ni para nuestros compañeros trasladar estos
conflictos al aula. El aula debe ser un
espacio que nos ayude a conseguir las herramientas necesarias para enfrentar y
afrontar los conflictos, nunca para engrandecerlos o interferir de manera
negativa en el espacio de otros compañeros. De nuevo, la empatía se convierte
en el eje de esta sesión en la que la escucha activa ocupa un lugar destacado.
En todas las sesiones
el alumnado ha trabajado para aprender a entregar afecto y también para saber
recibirlo.
Cada una de las diez sesiones que se han realizado ha
concluido con el denominado “círculo afectivo”: Nos despedimos apretando fuerte
la mano del integrante que tenemos a nuestro lado (tanto a la derecha como a la
izquierda). Por otra parte, nadie concluye la asamblea en el mismo lugar en el
que la inició. Por eso, una vez que en el comienzo de cada sesión nos ubicamos
en forma de círculo, cambiamos en repetidas ocasiones de lugar cuando Mercedes
nos lo pide: nos levantamos todos, caminamos por el aula y nos volvemos a
sentar. Tras caminar por el aula, ocupamos el asiento que queda justo delante
de nosotros. Con esto se pretende reforzar también el concepto de grupo y dotar
a las asambleas de un carácter dinámico, ya que a través del movimiento
mejoramos nuestra respiración y esto facilita que podamos expresar nuestras
emociones de una forma relajada.
Por otra parte, además de estas actividades, hemos realizado otras
muchas vinculadas con la competencia comunicativa y el desarrollo de la empatía
durante las clases de Lengua y Matemáticas. Entre ellas, destacamos:
1)
“Cada
oveja con su pareja”:
Mediante cartulinas, que se han recortado para
convertirlas en tarjetas, los
estudiantes han elaborado “parejas lingüísticas”. Con este tipo de actividad se
pretende afianzar todos los contenidos que se imparten en primer curso de ESO.
Después, dichas
tarjetas se distribuyen de manera desordenada boca abajo sobre distintas
mesas especialmente colocadas para esta
distribución y el alumnado se ubica
alrededor de ellas formando un círculo.
Por orden, cada estudiante puede levantar dos tarjetas cada
vez que le toque su turno para jugar. Si
dichas tarjetas constituyen “pareja lingüística”, se retiran del juego. En caso
contrario, una vez levantadas, todo el alumnado puede observar lo que hay
escrito en ellas y retener visualmente su ubicación durante unos segundos.
Después, se vuelven a colocar boca abajo en el mismo lugar en el que estaban.
2)
Puzles
lingüísticos:
En este caso también trabajamos con tarjetas. Esta actividad
presenta dos variantes:
Ordenar palabras desordenadas para construir una oración.
Construir oraciones a través de tarjetas con palabras.
En ambos casos las tarjetas se colocan boca arriba y el
alumnado dispone de un tiempo concreto para ordenar la oración o para construir
distintas oraciones a partir de las palabras creadas.
3)
Acertijos:
Nuevamente incluimos las cartulinas de colores, como en las
actividades anteriores. En cada tarjeta se presentan cinco pistas. El objetivo
reside en resolver el acertijo con el menor número de pistas. Con ello
pretendemos estimular la creatividad y la imaginación, ya que muchas respuestas
que no coinciden con la solución escrita en la tarjeta son razonadas por el
alumnado. Este hecho incide de manera mucho más positiva en el proceso de
aprendizaje que la resolución del acertijo en sí misma.
4) Baraja de preposiciones:
Cada tarjeta incluye una preposición. Se reparten distintas
cartas elaboradas por el pedagogo terapéutico a los alumnos. Otra variante es
que sean los propios estudiantes los que elaboren la baraja.
En cada turno, el jugador debe soltar encima de la mesa una
carta con el nombre de la preposición escrita, de manera que todos los
jugadores puedan leerla. Al mismo tiempo, el alumnado va recitando en voz alta
el orden de las preposiciones. Cuando la preposición escrita coincida con la
preposición pronunciada, todos los participantes deben colocar su mano sobre la
carta.
De esta manera, pretendemos que el alumnado aprenda las
preposiciones desde una perspectiva más lúdica y menos individualista.
Con esta actividad conseguimos sincronizar dos destrezas: lectura
y oralidad.
5)
Mural
sobre el debate “¿Sabemos convivir?”:
El alumnado ha ido elaborando un mural con las
intervenciones de cada participante en la actividad mencionada en el apartado
anterior. Esto refuerza su autonomía personal y lo involucra de una manera
directa en el proceso de aprendizaje.
6) Cómic contra el acoso escolar elaborado por
alumnado de primer curso de ESO. “Sonia la marginada”.
Después de realizar el debate, algunos alumnos decidieron
elaborar un cómic que trataba sobre una alumna a la que todos sus compañeros
dejaban siempre sola. Finalmente, el conflicto se resuelve en el cómic cuando
los estudiantes entienden que Sonia, la protagonista de la historia ficticia,
forma parte del grupo y la aceptan dentro de él.
7)
Trabajo
con barajas ortográficas: En este caso, las barajas ortográficas no han
sido elaboradas por nosotros. Son materiales
que pueden adquirirse para su uso en la escuela. Se trata de barajas de
cartas que permiten al alumnado practicar distintos tipos de juegos y mejorar
su ortografía. A partir de su uso, el alumnado recrea historias orales y/o
escritas. Las cartas tienen un importante componente visual, ya que aparece en
cada una de ellas una ilustración sobre la palabra escrita.
8)
Elaboración
de un diario personal real o ficticio. Esta actividad es fundamental para
el autoconocimiento del alumnado y el desarrollo de la creatividad.
9)
“Continúa
la historia”. Basándonos en el juego “palabras encadenadas”, hemos
trabajado en primer y segundo ciclo con historias construidas por el alumnado.
En este caso, los estudiantes debían encadenar oraciones para que el resultado
final de la actividad fuese una historia inventada por todos los integrantes
del grupo. En primero de ESO, concretamente, los alumnos decidieron crear una
pequeña obra de teatro que interpretaron en el aula.
10)
Creación
de textos expositivos: Esta actividad se ha realizado partiendo de las
claves de composición de dichos textos, de la comprensión lectora, de la
información sobre el tema del cual iban a escribir. Se fomentó el uso del
borrador.
11)
Ensalada
de cuentos (Gianni Rodari): Ha consistido en elaborar nuevos cuentos mezclando
los populares o tradicionales. Se ha partido de una lluvia de ideas oral que
incluía personajes, acciones y lugares de cuentos conocidos por todos. Se
parte, por tanto, de la tradición para elaborar una historia original que
mezcle distintos elementos.
12) Textos de escritura creativa: Acrósticos
y elaboración de greguerías a partir de las elaboradas por Ramón Gómez de la Serna.
13)
Producción
de textos instructivos con carácter cómico a partir del trabajo con textos ya
diseñados. Esta actividad también está enfocada al desarrollo de la
imaginación, tomando como base el humor. Se trata de confeccionar textos
instructivos que incluyan tareas cotidianas desde una vertiente humorística:
cómo subir una escalera, cómo quedarse dormido, cómo aburrirse…
14)
Realización
de enunciados para problemas matemáticos a partir de soluciones dadas: Javier
Rico, profesor de Matemáticas en primer ciclo, decidió invertir el proceso para
trabajar el razonamiento matemático y desarrollar la creatividad del alumnado
de manera simultánea.
Finalmente, deseo subrayar que las jornadas de convivencia
con otros centros ayudan a alcanzar la consecución de objetivos dentro del
ámbito de la competencia comunicativa. Es fundamental salir de nuestro espacio
de trabajo y compartir experiencias con los docentes de otros centros. En
nuestro caso, la profesora de Matemáticas Cecilia Medina, Carmen de Pablos
(profesora de Lengua) y yo visitamos el CEIP Antonio Machado para llevar a la
práctica algunas actividades elaboradas por lar áreas de Lengua castellana
y Literatura, Pedagogía Terapéutica y Matemáticas de nuestro IES. Esto nos
ayudó a reforzar el vínculo entre ambos centros y sirvió de estímulo para el
alumnado que cursa el último año en el colegio. Entre dichas actividades
destacamos:
-
En el área de Lengua castellana y Literatura:
actividades elaboradas con cartulinas (“parejas lingüísticas”), barajas
ortográficas, acertijos y cuentacuentos.
-
En el área de Matemáticas: “Salón de Juegos de las Matemáticas” con
resolución de problemas de distinta índole: Geometría, Simetría, Visión
espacial, Estimación, Cálculo mental y Razonamiento lógico.
Se les entregó un diploma a los alumnos y se vivió una
jornada de convivencia en la que el juego y la empatía fueron los protagonistas
en el proceso de Enseñanza.
“Educar la mente sin
educar el corazón no es educar en absoluto”. Por eso, desde la docencia debemos
fomentar el trabajo en equipo del profesorado y compartir nuestras experiencias
con otros compañeros. La Educación del presente reclama ese trabajo en equipo
que nos permita desarrollar la empatía, la solidaridad, la tolerancia y el
respeto. En definitiva, se trata de convertir nuestras aulas en espacios de paz
donde los auténticos protagonistas sean alumnos capaces de gestionar sus
emociones. Solo así podrán alcanzar una verdadera autonomía y ampliar sus
conocimientos desde la curiosidad que despierta en ellos la vida. Detrás de un
mal gesto o de una mala palabra se esconde un corazón que desea ser escuchado.
No olvidemos esto nunca porque, probablemente, en el fondo de ese corazón se
esconde una historia y una lección de vida de la que todos podemos aprender.
Ángela María Ramos Nieto. Profesora de Lengua castellana y
Literatura.
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