Ayer dieciocho de julio se dio a conocer la propuesta final de José Antonio Marina, Carmen Pellicer y Jesús Manso para establecer unos parámetros básicos para un Pacto Educativo. Sí, la fecha curiosa y la publicación del Pacto en una determinada revista educativa que no tiene ningún sesgo ideológico también. Ahora sólo faltaría que el día uno de abril se le ocurriera publicar un nuevo decreto al futuro/a Ministro/a de Educación en el que dijera textualmente… “En el día de hoy, cautivo y desarmado el rojerío educativo, han alcanzado los sectores más liberales sus últimos objetivos educativos”. Una pequeña licencia permitida con la excusa de las temperaturas tan tórridas que estamos teniendo estos últimos días
Pues bien, lo primero es poner un poco de luz sobre el tema y exponer algunos puntos interesantes que se plantean en dicho documento. Un documento que voy a colgaros a continuación porque, lo que sí que es interesante es que sea abierto por la licencia que incorpora. Así pues…
Por cierto, hay trece propuestas alternativas. Sí, trece. Da la sensación que toda la puesta en escena está guiada por unos determinados designios pero, por suerte, voy a intentar desmarcarme de lo fácil e introducir los puntos que, a mi entender resultan los más interesantes de la propuesta. Y sí, prometo haberla leído hasta el final desde la óptica más objetiva posible con independencia de que me disguste la forma cómo se ha llevado a cabo, me preocupen los perfiles de quienes lo han hecho (sí, que una teóloga perteneciente a una asociación que posee centros concertados sea una de sus únicas tres valedoras me preocupa y que, los otros dos no tengan contacto directo con las aulas también) o las entidades que lo avalan (una Universidad privada y una fundación con intereses económicos relacionados con centros educativos concertados). A pesar de ello he intentado hacer un análisis muy rápido de algunos puntos de los planteados.
El texto empieza muy bien ya que, en primer lugar, pretende incorporar al Pacto, no sólo al Ministerio de Educación, también a todos aquellos que puedan colaborar en solucionar problemas externos a los centros. Algo muy positivo ya que todos los que trabajamos en las aulas sabemos del gran impacto que supone el nivel sociocultural de las familias de nuestros alumnos e, incluso, la existencia de determinadas situaciones que lastran -y mucho- el aprendizaje de determinados alumnos. Tampoco conviene olvidar, tal y como plantean en la propuesta, la incorporación de elementos que permitan atender a alumnado con determinados problemas.
Un Pacto sobre el sistema educativo formal debe ampliar sus propuestas para implicar a todos los agentes sociales. Eso significa que a nivel de gobierno, no puede afectar exclusivamente al Ministerio de Educación, sino que deben implicarse todos aquellos ministerios que pueden colaborar al éxito educativo, es decir, los que tienen relación con asuntos sociales, sistema de sanidad, trabajo, tecnología o investigación y desarrollo.
A continuación empieza a hablar de las tensiones del sistema. Hace una buena exposición de las tensiones que existen en el ámbito educativo. Un análisis compartido por muchos. Sí, hay tensión entre equidad y excelencia (qué poco me gusta la palabreja pero, quizás esté bien usada en este contexto para hacer una separación clara de conceptos), entre las competencias del Estado y las CC.AA., entre la Escuela Pública y la oferta privatizada del servicio (léase centros concertados) y entre la autonomía de centros y la democracia en los mismos. Comparto plenamente la existencia de dichas tensiones.
Las tensiones más activas son las siguientes:A. Referidas a la excelencia educativa
A.1. Tensión entre calidad y equidad.
A.2. Tensión entre modelo inclusivo/comprensivo y modelo diferenciado.B. Referidas a la escuela pública
- B.1. Tensión entre las competencias educativas del Estado y los derechos de las familias.
- B.2. Tensión entre la gestión social y la gestión estatal del sistema educativo.
- B.3. Tensión entre una idea laica de la escuela y el derecho de los padres a elegir laeducación de sus hijos.
- B.4. Tensión entre el currículo nacional y las competencias educativas de las Comunidades Autónomas.
C. Referidas a la gestión de los Centros
- C.1. Tensión entre el respeto a la autonomía de los centros y el control de la Administración.
C.2. Tensión entre la participación democrática en la gestión de los centros educativos y la profesionalización de la dirección.
Ahora entra en el meollo de la cuestión. En ofrecer sus soluciones a cada una de las tensiones planteadas…
La primera cuestión que plantea es eliminar la tensión entre calidad y equidad. Ahí creo que patina cuando su resumen final del asunto se basa en dotar de más valor a las necesidades de los padres y de la comunidad educativa que a la del alumno. No, los padres no son ni nunca han sido el objetivo de la educación. Tampoco lo hemos sido los docentes. El objetivo de la Educación en mayúsculas es que nuestros alumnos aprendan, se socialicen y reciban las herramientas más adecuadas para su incorporación a la sociedad adulta. Los demás somos sólo partícipes dentro de nuestros roles. Unos roles que también habrían de cuidarse pero jamás considerarse como único objetivo del asunto.
El respeto a todos los derechos implicados en la educación, los que corresponden a los padres y los que corresponden a la comunidad
A continuación avala el modelo inclusivo. El problema es que, uno de los puntos más importantes del asunto queda despachado con unas pocas líneas. Pero bueno, como mínimo, es una de las propuestas educativas que lo tiene en cuenta porque todos sabemos que, sin inclusividad, no hay posibilidad de equidad ni de calidad. Además introduce en el siguiente punto la necesidad de flexibilizar el sistema y dotar de pluralidad al mismo para que todos los alumnos, con independencia de su origen o condición, puedan llegar al mismo lugar. Entonces, ¿cuál es el problema de algo que compartimos muchos? Pues que no habla de cómo hacerlo. Y después de mi experiencia docente reconozco que sólo hay una fórmula para conseguirlo… evitar segregaciones en los centros educativos y adaptar las ratios a las necesidades de los alumnos. Sí, una reducción de ratios se hace imprescindible y, por desgracia, no aparece dicha propuesta en ningún punto.
Habla después de la necesidad de eliminar tensiones entre el Estado y las familias pasando por alto un aspecto que, por controvertido, no debería obviarse: todo el alumnado de cualquier centro educativo de cualquier parte de nuestra geografía debería tener las mismas oportunidades. Y lo anterior depende de los recursos que se destinen a nuestros alumnos. Ya sabemos que no hay recursos infinitos pero las tensiones políticas que se generan arriba no solucionan nada porque, al final, lo importante es gestionar bien los centros y tener suficiente libertad para incorporar, dentro de un modelo básico, las alternativas más adecuadas para que nuestros alumnos consigan una formación de calidad a todos los niveles. Eso sólo se consigue actuando sobre contextos y no individualmente sobre lo que pidan las familias. ¿Tiene derecho una familia a decidir qué educación quiere para su hijo? Claro que sí. ¿Tiene derecho una familia a imponer su criterio subjetivo en cómo deben actuar los profesionales de la educación o qué tipo de ideología debe impartirse en un determinado centro educativo? Claro que no. La función básica del Estado es la de garantizar los derechos de los alumnos, no los de sus padres. Eso sí, lo anterior no excluye la necesidad de potenciar la participación de las familias en los centros educativos. Algo imprescindible.
Tensión entre las competencias educativas del Estado y los derechos de las familias. Es responsabilidad del Estado garantizar el pleno respeto y cumplimiento del derecho a la educación, lo que implica:1. El mantenimiento de un sistema educativo de excelencia, es decir, que aporte calidad y equidad a todos los ciudadanos,2. Que respete el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos. El cumplimiento de ambos derechos debe estar bajo el control democrático de la sociedad.
Por cierto, ¿nadie intuye dónde quiere ir a parar Marina con lo anterior? Sí, seguro que lo habéis acertado… a la defensa a ultranza de la incorporación de entidades privadas en el ámbito educativo.
La escuela pública, por lo tanto, es aquella que tiene fines públicos, y tiene la supervisión del Estado, a quien corresponde la fijación de estándares y la evaluación, pero que puede ser gestionada no solo por la Administración Pública, sino por la iniciativa social.
No, no me escandaliza el anterior planteamiento. Eso sí, me preocupa que se plantee que la iniciativa social deba venir de organizaciones privadas cuando debería ser el Estado o la administración pertinente el garante de un servicio tan básico como el educativo. Siguiendo con el asunto que ya plantea, sigue defendiendo -como no podría ser de otra manera por las organizaciones políticas que le encargaron dicho documento- la existencia de centros concertados…
El sistema de conciertos puede enriquecer el sistema educativo público.
Sí, seguro que ahora alguno me comentaréis que pone algunos peros a lo anterior como los siguientes:
Que los centros sean absolutamente gratuitos- Que no sean empresas lucrativas
- Que cumplan rigurosamente los mismos criterios de admisión que la escuela de gestión pública
Que la concesión de un concierto o su mantenimiento dependa no solo de la demanda de las familias, sino de las aportaciones que su proyecto educativo haga a la mejora del sistema
¿No es lo anterior la Escuela Pública? ¿Qué sentido tiene un tipo de centros que ofrece, según lo que propone Marina, lo mismo que ya está ofreciendo la Escuela Pública? ¿No sería lógico destinar recursos a mejorar lo público en lugar de destinarlo a organizaciones privadas? Recordemos que la inversión educativa, por mucho que algunos quieran venderlo como gasto, no lo es. Eso sí, lo anterior no obvia a mejorar la gestión de los servicios públicos.
Ahora ya la propuesta que va para bingo. No, en lugar de proponer que se elimine la religión de los centros educativos propone que, para atender las necesidades religiosas de los padres (¡qué manía con no hablar nunca de las necesidades de los alumnos!), se imparta la religión que los padres consideren más adecuada para sus hijos. Es decir, en lugar de eliminar un problema, creamos unos cuantos más. ¿Alguien se imagina que haya un catequista para cada una de las religiones oficiales? Si hay seis peticiones de religiones diversas, en lugar de hacer lo lógico que es dejar ese aspecto para el ámbito privado, creamos un Departamento de religiones varias con más integrantes que cualquiera de las otras asignaturas. Increíble pero sigue a rajatabla la ideología de los jerarcas de la religión católica que, para justificar su existencia, han dicho en más de una ocasión que debería ofertarse todo tipo de religiones en la Escuela.
Para atender a las peticiones de los padres que reclaman que la religión confesional se imparta en la escuela, una posibilidad sería que en el último curso de la ESO la “Historia de las culturas” se dedicara a una religión determina, de las que tienen firmados convenios con el Estado español.
Una vez ya ha empezado la deriva ideológica de la propuesta -claramente demostrada en los puntos anteriores- llega a un nuevo aspecto. Al derecho de los alumnos a ser educados en las lenguas oficiales. Un redactado muy neutro que hace que pase de puntillas sobre un tema controvertido aunque es fácil de entender qué subyace tras ese derecho.
Los derechos de los alumnos a ser educados en las lenguas oficiales deben ser respetados.
Y ya finalmente la guinda del pastel… la necesidad de evaluar al profesorado con unos criterios que no aparecen en ningún lugar y la deriva de la autonomía de centro hacia la selección de directores plenipotenciarios con capacidad para elegir a su personal.
Para lograr la cohesión necesaria en el Claustro, los directores podrían determinar las características de las plazas que resultaran vacantes en su Centro.
Sí, lo habéis leído bien… para lograr la cohesión necesaria los directores pueden eliminar a todos los disidentes con su gestión y decisiones de los centros educativos que dirijan. Fascismo en estado puro para eliminar a todos aquellos que no piensen como ellos.
Un análisis muy rápido y veraniego sobre las propuestas finales de Marina donde se entremezcla el planteamiento de cuestiones interesantes con derivaciones ideológicas que, por desgracia, hacen que algo que podría haber llegado a ser interesante se convierta en un simple panfleto. Sí, el mismo panfleto que podrían firmar algunas organizaciones y partidos políticos.
No, así no debe hacerse un Pacto Educativo. Y mucho menos desde una visión tan subjetiva como la que se demuestra en el mismo. Eso sí, siempre es interesante que aparezcan estas propuestas porque, lo fácil, es criticar y no ponerse a redactar ningún documento. Algo que debo reconocer como mérito a José Antonio Marina y a sus dos compañeros de viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario