Mary C. Bolaños Espinosa, miembro del Colectivo Harimaguada
y de IDEPC (Iniciativa en defensa de la Enseñanza Pública
Canaria), nos pide difusión para este artículo:
Hubo una vez un
tiempo en que en Canarias existía un
Programa Institucional de Educación Afectivo Sexual (del año 1986 al 2003) que
promovía una educación afectivo sexual integral, que aportaba
formación, apoyo, orientación y materiales de calidad a los centros
escolares; un tiempo en el que
Canarias contó con un Plan Institucional de
Educación y Atención a la Sexualidad Juvenil
(1997-2003), que puso en marcha importantes
acciones vinculadas a la información, a la educación y a la atención a la
sexualidad.
Hubo una vez un
tiempo en que esta experiencia
se conformó en modelo para otras muchas
iniciativas, con gran reconocimiento
estatal e internacional, en el que el Ministerio de Educación español
coeditó los materiales del Programa Harimaguada, Andalucía hizo lo propio con
algunos de ellos, Euskadi los tomó como referencia para la elaboración de los
suyos…,
Fue precisamente
en ese tiempo, en el que, si consultamos las estadísticas del Ministerio
español de Sanidad, comprobamos que se redujo la tasa de abortos por mil mujeres entre 15 y
44 años en Canarias. Este indicador bajó,
en el periodo 2000-2004, de un 8,04 a un 6,23, mientras en el Estado español subía de un 7,14 a un 8,94. Es decir,
conseguimos bajar 1,81 puntos y ponernos 2,71 puntos por debajo del estatal.
Pero
pasó el tiempo, y en el año 2003 la
Consejería de Educación del Gobierno de Canarias tomó la irresponsable decisión
de suprimir el Programa Institucional de Educación Afectivo-Sexual Harimaguada, acabando de esta
manera con dos décadas de
trabajo serio e innovador al servicio de la comunidad educativa canaria. Así
mismo, el resto de recursos y servicios
puestos en marcha por el Plan Canario de Educación y
Atención a la Sexualidad Juvenil se han ido desmantelando, de
forma progresiva, en la última década (consultas jóvenes, teléfono de
información sexual, planes municipales, formación, campañas de sensibilización,
etc.), y los pocos que resisten lo hacen gracias al empeño y voluntad de un
grupo de profesionales.
A partir de ahí, La Educación
Afectivo-Sexual (EAS), en buena parte de los centros
educativos, simplemente no ha existido.
En otros, ha quedado reducida
a algunos temas de fisiología y anatomía. Y, en demasiadas ocasiones, promovidas desde
las instituciones o desde ONGs con apoyo institucional, encontramos intervenciones puntuales, limitadas a la
población adolescente, con sesiones de “personas expertas” sobre métodos de
prevención, en las que se indica lo que se debe y lo que no se debe hacer, o
sobre aspectos muy concretos del ámbito afectivo y sexual. A la par, el modelo
moralista ha avanzado, bajo el
auspicio de la Iglesia, algunos medios de comunicación y algunas
administraciones.
A
partir de ahí, el modelo biográfico e integral
de la EAS, como tarea conjunta
y coordinada de todos los agentes sociales, basado en
un concepto positivo del hecho sexual humano, de la diversidad sexual y de los
vínculos afectivos, que
busca que las personas se formen para vivir
satisfactoriamente y sin riesgos su sexualidad, así como que sepan resolver sus
necesidades afectivas, relacionales y de vinculación, en el marco de una ética
relacional de igualdad, sinceridad, respeto y responsabilidad, se ha visto desplazado.
A partir de ahí,
lógicamente, la
realidad ha cambiado. Sencillamente, no se
están dando, a nuestras niñas, niños y jóvenes, las herramientas necesarias
para que puedan decidir sobre sus sexualidades, sobre sus cuerpos, sobre sus
maternidades/paternidades, sobre sus vidas. Como ejemplo, no hay más que revisar como la tasa de abortos
por mil mujeres entre 15 y 44 años pasó, en Canarias, de 6,23 en el año 2004 a
12,79 en el 2012, siendo especialmente preocupante el caso de las menores. En el
año 2010 se contabilizaron en Canarias 17 abortos en menores de 15 años, en
2011 fueron 21 y en 2012, 32 abortos (0,53% del total, con un aumento de un
88,23% respecto al 2010).
Ni siquiera
la aprobación de la Ley Orgánica 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de la
Interrupción Voluntaria del Embarazo,
que aún con sus limitaciones, fue un relativo avance en el terreno de
los derechos sexuales y reproductivos, pues reconocía la necesidad
de la educación y atención sexual y reproductiva y concretaba las
responsabilidades de los poderes públicos a la hora de garantizarlas, trajo cambios a
esta dura realidad. Después de sus cuatro años de vigencia, las Administraciones no han
desarrollado sus medidas preventivas.
A nivel estatal,
la llegada del Partido Popular, en el año 2011, trajo consigo la puesta en
marcha de un conjunto de contrarreformas que han supuesto un claro retroceso en
los derechos sexuales y reproductivos, entre otros derechos democráticos
básicos. La modificación que el gobierno del PP pretende realizar a la citada Ley
Orgánica 2/2010 no solo atenta contra los derechos humanos y no
va acompañada de medidas que contemplen la educación y atención afectiva y
sexual, sino que va paralela a la aplicación de la LOMCE, en la que se promueve
un modelo de educación sexista, clasista,
doctrinario y segregador, y a la
desaparición de los escasos recursos de atención a la salud sexual y
reproductiva con los que contábamos.
En Canarias, mientras tanto, la Administración
educativa canaria no ha querido hacerse eco de la vigencia de la ley de salud
sexual y reproductiva, sino para decir que están en contra de que se suprima.
Sencillamente, NO HAN HECHO NADA en
relación a las medidas educativas y preventivas que, según esta Ley, han de desarrollarse.
En febrero de 2014,
el Parlamento de Canarias aprobó una Proposición
No de Ley, a propuesta del Colectivo Harimaguada y apoyada por la
Plataforma Aborto libre, legal, seguro y gratuito, en la que se Insta al Gobierno canario a que
asegure la puesta en marcha de un
conjunto de medidas que garanticen el
desarrollo de una educación y atención sexual y afectiva con perspectiva
de género y no heteronormativa en todos los niveles de la enseñanza, como tarea conjunta y coordinada de todos los agentes
sociales implicados, y el acceso a los diferentes métodos
anticonceptivos con garantía de gratuidad y facilidad de acceso.
Por
ello, llama poderosamente la atención
que el pasado 8 de julio, cinco meses después, en ese mismo Parlamento, los
mismos grupos políticos que aprobaron dicha PNL, hayan dado el visto bueno a
una Ley Canaria de Educación que no contempla la Educación Afectivo Sexual
en su articulado.
En Canarias “algo está fallando”. Y es que las políticas en
materia de educación y atención a la sexualidad son prácticamente inexistentes
o simplemente erráticas. No se están desarrollando
medidas educativas y asistenciales, desde una perspectiva integral, para
preparar a la población para que asuma de forma satisfactoria y responsable el
hecho de ser sexuado.
La Ley Canaria de Educación era
un buen instrumento para concretar las responsabilidades que la Ley Orgánica
2/2010 de salud sexual y reproductiva, aún vigente, le asigna a la Administración Educativa en
relación a la educación afectivo sexual, contrarrestando el tremendo retroceso
que hemos sufrido en los derechos sexuales y reproductivos con las medidas
desarrolladas por el PP y para atender a las demandas hechas al Gobierno
Canario por parte del Parlamento Canario. Y, no menos importante, para
contrarrestar las actitudes de desidia mantenidas en la última década, que nos han
hecho retroceder un camino que se inició y que empezaba a dar sus frutos.
Pero no, la Educación Afectivo
Sexual ni se nombra en la Ley Canaria de Educación. Y es que para priorizar las
necesidades humanas frente a los intereses mercantiles y electorales, en las
políticas puestas en marcha, hay que ir
más allá de las declaraciones, los gestos simbólicos y las fotos, hay que tener
la voluntad y el compromiso necesario para dedicar
muchos más recursos a los servicios públicos,
y en concreto, a la información, formación y atención afectiva y sexual en los
ámbitos de la enseñanza, la sanidad y los servicios sociales, que garanticen
los derechos sexuales y reproductivos de las personas. Y, una vez más, no ha sido así.
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