- Francisco García, nuevo secretario general de Enseñanza de Comisiones Obreras, alerta de la "gran mentira" que encierra el mencionado derecho a elegir colegio
Francisco García (Cabañaquinta, Asturias, 1958), licenciado en Magisterio e Historia Contemporánea, lleva años acumulando argumentos en favor de la enseñanza pública. Primero, como maestro de primaria; después como enlace sindical de CC OO con las escuelas; más adelante, desde 2000, como secretario general de la Federación de Enseñanza de esta central en Madrid. Ahora que ha sido elegido para liderar la acción sindical del sector en España en un momento especialmente convulso, el rostro de la marea verde —la movilización conjunta de padres, profesores y alumnos contra los recortes— esgrime, más allá del discurso sindicalista, su experiencia como padre. “Mis hijos han ido a la escuela pública y veo cómo trabajan. Mi hijo, ya universitario, se ha ido de intercambio con el instituto a Alemania, a EE UU, ha estudiado el ecosistema volcánico en Lanzarote…”. Frente a la polémica ley Wert(Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, LOMCE), García defiende esa enseñanza de calidad para todos.
Pregunta. Llega al cargo en un momento delicado para el sector. ¿Cuáles son sus prioridades?
Respuesta. Realmente, lo es porque el Gobierno olvida que la educación no es gasto sino inversión de futuro, que si recortamos lo pagaremos en desarrollo económico y social. Esa es la prioridad junto con la defensa de un modelo inclusivo, de calidad con equidad. La calidad para unos pocos es clasismo. Este país tiene el reto de que la tasa de titulados en educación secundaria posobligatoria aumente, porque está por debajo de la media de la OCDE. Necesita más educación para más y no más educación para menos que es lo que parece plantear el Gobierno. Si recortamos, el modelo productivo de España será Eurovegas.
P. En 2013 hay 6.300 millones menos que en 2010 y parece difícil frenar la escalada en plena crisis.
R. Se puede priorizar. Pondré un ejemplo. La Comunidad de Madrid recortó en 3.400 profesores el año pasado, lo que conlleva menos atención a la diversidad, menos desdobles… Así ahorraba unos 80 millones. Mientras, mantenía 90 millones para desgravaciones para uniforme e inglés a las familias que llevaban a sus niños a la privada. Los recortes en educación son una decisión política. Francia ha decidido no hacerlo. En sanidad, cuando te cierran las urgencias en un pueblo, si te da un infarto y tienes que ir a un centro más lejano, te mueres. En educación, estás muerto dos generaciones. Este país partía de una situación catastrófica, nos ha costado llegar a la media. Con estas políticas volveremos para atrás.
R. Este ministro no parece haber escuchado a nadie.
P. ¿Cuál es la capacidad de influencia de los sindicatos? ¿En qué les ha escuchado el ministro José Ignacio Wert?
P. ¿A la Iglesia tampoco?
R. A nadie de los que le dicen cosas que no le encajan. En otros países, la educación se consensúa y no se cambia cada vez que hay alternancia política. Claro, para eso hace falta generosidad.
P. Llevamos siete leyes en democracia. No parece haber habido generosidad de nadie.
R. Algún ministro, como Gabilondo, lo intentó con escaso éxito.
P. ¿Tiene algo bueno la LOMCE?
R. Es tan de parte que me cuesta trabajo verle algo bueno.
R. La lucha por las condiciones laborales está en la razón de ser de un sindicato. Pero coincido en que tenemos que tener un discurso sobre el valor de la educación. Hacer entender, por ejemplo, que aumentar el horario lectivo del profesorado daña la calidad de la atención a los alumnos.
P. En esta situación que dibuja, ¿los sindicatos se plantean cambiar de estrategia para primar la defensa de un modelo de enseñanza frente a los derechos laborales?
R. La lucha por las condiciones laborales está en la razón de ser de un sindicato. Pero coincido en que tenemos que tener un discurso sobre el valor de la educación. Hacer entender, por ejemplo, que aumentar el horario lectivo del profesorado daña la calidad de la atención a los alumnos.
P. ¿Pero qué le preocupa más ahora? ¿El sueldo del profesorado o que un alumno con necesidades especiales no tenga apoyo?
R. Es una pregunta tramposa... La sociedad está más preocupada porque la crisis no nos retrotraiga cuatro décadas atrás.
P. En este tiempo, de lo que más se ha hablado es de la inmersión lingüística en Cataluña. ¿Nos desviamos de lo central?
R. Es un problema que el ministro rezume rancio españolismo y cuestione una realidad que en Cataluña es incuestionable como es la defensa de la lengua propia y el derecho a usarla. Es un tema importante, no lo devaluaría, igual que la enseñanza de la religión, que debería estar fuera del horario escolar. Pero en tanto esos sean los elementos centrales en la opinión pública nos están colocando la reforma más retrógrada para este país que uno pueda pensar.
P. ¿Qué es lo más retrógrado?
R. Su carácter selectivo y segregador. Decir que el sistema tiene que tirar la toalla con chavales problemáticos a los 12 o 13 años, que podrían titular en secundaria y derivarlos a una FP básica, que es una puerta falsa de salida. Y desde luego la privatización que asoma. Han cambiado el preámbulo de la LOMCE pero subyace la filosofía. Decía: “La educación es un bien”. Y no, como dice la Constitución, es un derecho.
P. Se ha manifestado en contra de los rankings de centros, del distrito único de Madrid… ¿Por qué es malo que la escuela compita?
R. Así no se pone a la escuela a competir. La lógica de los neoliberales es: primero, se deteriora el servicio público con recortes, se abarata, entran las empresas y luego empieza a funcionar lo que llaman la libertad de elegir, una gran mentira, porque solo pueden elegir las clases medias y altas. ¿Qué han hecho en Madrid? La han convertido en zona única de escolarización y han dicho a cada centro: “Vas a poder definir tu especificidad curricular en ciencia, en excelencia, en bilingüismo...”. Luego plantean un ranking de centros que no tiene ningún valor, porque las evaluaciones tienen que medir el valor añadido. Si un centro que trabaja en zonas desfavorecidas lleva a sus alumnos del tres al 4,5, el valor añadido es un punto y medio; si uno que opera en un barrio de clase media-alta los coge y los deja en el siete, ¿por qué ha de quedar el primero por debajo? Al final, no es cierto que la familia elija el centro, son los centros los que eligen al alumno.
P. ¿Qué responsabilidad tiene el profesor en la tasa de abandono (del 26,5%) y en los mediocres resultados internacionales en matemáticas y lengua?
R. Los veo comprometidos con la profesión.
P. ¿No estamos anclados en métodos del pasado?
R. Están muy en la lógica de cambiar, de incorporar las nuevas tecnologías. Pero hay cosas que no dependen de ellos, hay colegios que tienen pizarras digitales en todas las clases y otros que no. El sistema se tiene que repensar.
P. ¿En qué sentido?
R. Seguimos anclados en los contenidos. El reto es capacitar al alumno para formarse permanentemente en una sociedad que cambia muy deprisa. Quizá deberíamos centrarnos en destrezas básicas, en la comprensión lectora y la expresión oral y escrita. Lograr que lean un texto e identifiquen las ideas principales enseguida. El sistema educativo y las demandas han cambiado mucho, mucho más que la formación inicial del profesorado que sigue anclada en parámetros de hace años.
Publicado en elpais.com
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