¿Políticas teológicas,
hasta cuándo?
Más Religión, más ayudas
a los colegios concertados y privados, pero menos atención a derechos y libertades consolidadas;
más desmemoria y menos Historia actual, y que Dios juzgue.
Según José
María Castillo, en Andalucía, nada más ponerse a mandar la derecha, la clase de Religión ha cobrado
nuevo protagonismo. Y, al preguntarse por cómo se enseña o transmite de verdad
la fe religiosa, observa que de poco “han servido las clases de Religión en
esta España tan corrupta y tan cainita: ¿Nos han hecho más honestos y más
buenas personas?”. Viene a coincidir con Juan José Tamayo, quien analiza cómo un conjunto de actitudes, de
patriarcado machista, aunque no
sean cristianas, están en muchos comportamientos eclesiásticos.
El pecado
Contrasta,
en un país paralizado, la vitalidad de estos gestos, más antiguos de lo que
nos han enseñado. En la Italia de los años
cuarenta, por ejemplo, el temor a resolver los problemas como veía la izquierda
coaligó en su contra
a fuerzas sociales insospechadas: aquella Democracia Cristiana, de la que
tanto sabía Aldo Moro, resultó, altamente beneficiada y con ella sus socios. Únanse las decisiones
que se están tomando –no solo en Andalucía- con la presión sobre Ciudadanos
para que ceda en la investidura de Sánchez, y se verá mejor la senda. Hay
quienes prefieren la trinitaria alianza de la derecha –pese al programa que ya
están desarrollando también en Córdoba o Madrid-, a que el PSOE tenga
más fuerza apoyado en Unidas Podemos y algunos nacionalismos; cuanto huela
a socialismo consistente sigue siendo pecado.
Que ahora hayan
incrementado las clases de Religión, pone de relieve, por otra parte, la
tradicional cercanía de la política conservadora con el lenguaje propositivo de
la jerarquía católica en el tejido de las interpretaciones sobre la vida
pública. La ocasión permite observar, además, cómo la izquierda con
expectativas de poder está timorata, atenta a las dimensiones prácticas de ese
lenguaje simbólico. Tampoco esto es
nuevo. Si ya en el Congreso Pedagógico de 1892 se propuso –sin éxito- que la
enseñanza religiosa debía tener
carácter “fraternal y tolerante”, ahí sigue este foco de divergencias que
tanto incide en el sistema educativo actual.
Política teológica
En esta tesitura, decir que Dios no es político o no tiene
partido, es paradójico ventajismo. Alfredo Fierro, buen
conocedor de los sueños religiosos de los humanos, recuerda en A un Dios que pueda oír –antología
poética muy recomendable-, que “Dios y dioses –o bien ángeles- no han de
dejarse en manos de teólogos, de clérigos”. Hay, desde luego, muchos tipos de
teólogos, porque la de Dios no es cuestión inocente. Tampoco es exclusiva de
creyentes y la lectura de los textos bíblicos en la conversación pública de una
España “aconfesional” no puede obviar el contexto en que han sido escritos ni,
si viniere al caso, los usos a que hayan sido sometidos en apoyo de alguna
doctrina oficial. Por esto, la buena pregunta –en el caso del monoteísmo católico-
es si la Iglesia es o no partidista porque haya instrumentado o instrumente a
Dios pro domo sua.
Claro que la evolución de los dogmas, de la moral católica y de
las normas canónicas, aunque solo sea en el transcurso de los siglos XIX y XX, da una
imagen bien distinta a la de la asepsia ante los momentos políticos coetáneos.
La Santa Alianza de 1814, León XII y Fernando VII, Pio IX y el antimodernismo,
Pío XII y Alemania, el Concordato de 1851 e Isabel II…, los posicionamientos
papales en las zonas fronterizas
con ortodoxos y protestantes o, más cerca, el del episcopado español desde
la II República hasta los años sesenta, bastan para confirmar que, como
administradora del nombre de Dios, la jerarquía católica ha tendido a maridarse ideológicamente siempre del mismo
lado, conservador cuando no “carca”. Los comunicados “pastorales” que hizo todavía
en 1975, cuando la muerte de Franco, hablan de
una creencia católica más franquista que Franco, a la que había propagado desde
los libros de texto e, incluso, de los manuales de campamento del Frente de
Juventudes, como muestran las investigaciones de Emilio Castillejo. Pero el
nuncio Renzo Fratini acaba de decir, para que no olvidemos por donde van los
relatos de la Iglesia católica sobre sí misma, que para qué resucitar estos asuntos de Franco: “Ha
hecho lo que ha hecho, Dios juzgará”.
No se trata, pues, de un pasado muerto, como podría suponer la
lectura de Nietzsche. Este asunto es de esos otros en que la Historia se ha
hecho memoria y esta se entrecruza a diario con reiteraciones plagadas de
desmemoria y Fake News, como algo
“natural”. La tendencia de Fratini sigue tan viva en la Iglesia española actual
que
muchos seminarios están en manos muy conservadoras. Temerosa de una sociedad
crecientemente secular, se aferra a sus
acordados privilegios con la complicidad de un sectarismo programado y
revisionista, que no de la Historia. Si sus lobbys, medios publicitarios y organizaciones
más influyentes lograron que la LOMCE acogiera casi todas las demandas
episcopales en materia educativa, lo que acaba de suceder en Andalucía es un
adelanto de que su fe particular les lleva a donde “Dios quiere”. Según
pregonan a conveniencia, El no es partidista, pero estos intérpretes suyos son
partidarios oficiales de aumentar la Religión escolar y, también, de que, en los parlamentos y asambleas, se
reclamen –opportune et importune- otras medidas
colaterales a que son adictos. Reclaman más clases de catequesis, incluso
cuando el crecimiento proporcional de clientes de los colegios religiosos es
inverso al de los practicantes asiduos a los ritos eclesiásticos.
Catequesis política
Volverían
a La
Política de Dios y Gobierno de Cristo y
Tiranía de Satanás, que escribió Quevedo entre 1616 (Tomo I) y
1655 (Tomo II), si no fuera muy atrabiliario: no es tiempo para la Política
teológica del Antiguo Régimen y sus “guerras de Religión”, como la de “Los 40 años”. Pero son partidarios de seguir
glorificando a “mártires” de la última “cruzada” y, no hace mucho, uno de sus
líderes proclamaba:
“este es un país de misión”.
Diversos equipos
municipales y autonómicos nuevos enseguida ha expresado idénticas inclinaciones
de “reconquista”. El nuevo alcalde madrileño, Martínez Almeida, con el consejo
de Begoña Villacís, imita a sus correligionarios
andaluces y ya deshace lo que hizo Manuela Carmena. Ha debido ser una
diablesa con cuernos, porque ya luchan contra su proyecto anticontaminante de
Madrid Central, la participación de las asociaciones vecinales, la revisión del
callejero, la atención a la violencia de género, la igualdad de los colectivos
LGTBI y la vigilancia
de los Derechos Humanos, la difusión de una cultura inclusiva y similares. Los buscadores de motivos
turísticos, podrán hacerse selfis en vivo, con fondo limpio de todo posible rojerío.
Esta neomilitancia moral no ha hecho más
que empezar. Después de desmantelar, lucirán más los colores de la tríada conservadora,
entre ellos el “garantizar la libertad educativa y derecho de los padres a elegir el
modelo que deseen para sus hijos”. También,
tradiciones de cuando la Caridad no era algo fraternal y democrático, sino freno
para no exigir derechos e instituciones sociales, como mostró -entre otros
reformadores-, Concepción
Arenal en 1861, en una de sus memorias a la Real Academia de ciencias
Morales y Políticas. Las privatizaciones en perjuicio de lo público siguen su
curso.
Qué
futuro
Con esos mimbres se desarrolla la pugna de futuro. A las preguntas
iniciales de Castillo cabe añadir, en un supuesto Juicio Final que tuviera
lugar ahora mismo, que cualquier creyente preguntara: ¿cuánto de lo que el
Evangelio plantea, a propósito de “lo que hicisteis por mis hermanos” (Mt, 25,
31-46), podrían poner estos neocatequistas en la buena balanza? ¿Es la triada
conservadora actual –con sus aliados eclesiásticos- un referente
de lucha para que la inclusión, la igualdad o la libertad sean centrales en
la convivencia social?
Cuenta Gianni Vattimo que Heidegger, en su última entrevista a Der Spiegel, comentó: “Solo Dios nos
puede salvar”. Veía la situación muy mal, pero lo que vino –en las hebillas de
los soldados nazis
se podía leer: Gott mit uns- fue apocalíptico, como todavía puede verse en
la ciudad de Dresde. Si al “Dios de los pobres” –que tan potente
aparece en la Biblia- no le van las propuestas de la catequesis derechista española sobre el Tercer Mundo, la
Tierra,
y los pobres, claro, ¿le gustarán esas
clases de Religión o encargos como el de Fratini?
Manuel Menor Currás,
Madrid, 30.06.2019
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