Amnesias cultivadas que
provocarán efectos no deseados
Las demencias de memoria
provocan problemas serios en el comportamiento. Educar en la amnesia también se
paga con actitudes sociales aberrantes.
Entre la amnesia y la gimnasia revanchista cabe la honesta verdad:
José María Aznar debiera tenerlo en cuenta, aunque solo fuera por haber sido
representante electo para presidente de los españoles. Como le ha recordado Antón Losada, parece haberlo olvidado
La tumba y la memoria
Similar recomendación cabe respecto a las apreciaciones del
arzobispo Carlos Osoro sobre la nueva tumba de Franco. Muchos obispos le admiraron en vida, pues
le debían el cargo, y a su muerte casi le canonizaron, pero el conocimiento
histórico creciente que tenemos de aquellos 40 años exige coherencia. Muchos eclesiásticos,
sin embargo, cuando se habla de las dimensiones temporales de sus actividades, se
remiten al origen divino de su institución. Y al revés, si se plantean
exigencias a su dimensión religiosa, no alzan el vuelo de una terrenalidad
pedestre. En principio, este arzobispo parece inclinado a que sea su Iglesia más cercana al siglo I que al III, pero ese compromiso resulta
volátil cuando explica este asunto
funerario. La historia de la primitiva Iglesia que muestran las investigaciones
no sometidas a condicionantes líneas apologéticas, permite advertir que fue en la época constantiniana –al pasar el cristianismo, en el 370 d.C., a religión
oficial y exclusiva del vasto Imperio Romano-, cuando las adherencias del poder
temporal originaron una creciente acomodación de las exigencias evangélicas
primeras.
Ahistóricos
Es posible que de lo dicho
estos días por este prelado, además de falta de la sensibilidad denunciada por
algunos colectivos cristianos- haya
mucho de cómodo apego al poder, al de cuando la Iglesia tuvo la exclusiva de la
confesionalidad –y era en expresión de Maquiavelo instrumentum regni-, al recibido en los años de la dictadura
nacionalcatólica y al sostenido por Acuerdos
del Estado con el Vaticano en 1979. Plantearse,
pues, la dimensión del nuevo enterramiento de Franco como mero asunto de conciencia ante Dios –metodología de un
antecesor suyo en la diócesis de Ourense-, no es suficiente. Cuesta tiempo desprenderse de lo ambiguo,
pero los propósitos de enmienda, si van en serio, en casos como este
escandalizan más si prescinden de los hombres y mujeres de este bendito país, tan pacientes como han sido. Lo
de Bendito país fue título de un
hermoso libro de Bernardino Hernando en 1976, cuatro años después del 2º tomo
de Celtiberia Show, de Luis
Carandell, En aquel repertorio casaría bien, al lado de lo dicho por Osoro, la
sentencia de la Conferencia episcopal: ”Los muertos no tienen carnet político”. Asombrosa la amnesia que, ex catedra, hayan de tener los creyentes
acerca de este muerto –que no se dulcificó ni en vísperas de morir-, dejando de lado además la larga
historia anterior en que la mezcla de
Economía política con Teología nunca fue bien con los creyentes en el Evangelio. Al
escándalo del versátil ojo de la aguja han de añadir el de la restrictio mentalis a conveniencia.
El problema es que las palabras –y más las del
Evangelio- difícilmente toleran el
acomodaticio vaivén ahistórico de significar según convenga. La verdad de “confesionalismo” y “laicidad”, “justicia
social” y “los débiles”, “lo sagrado” y lo “profano”, “libertades” y “derechos”,
“discriminación” e “igualdad”, “poder” y “servicio”…, o “educar la conciencia
social”, puede sonar atractiva en un congreso como el de la Fundación Pablo VI. Puede, sin embargo, quedar meramente oportunista si
se entrecruzan entre sí estas palabras para contextualizar su histórico ser eclesial. La
consistencia de su encarnación real puede distar mucho de una supuesta nueva
imagen que algunos obispos quieren mostrar, si este elenco de significantes se
somete –en otro escenario en que prescindiendo del privilegio de sentirse
jueces y parte aun tiempo- al borbotón de preguntas que suscitan en cuantos
tienen o han tenido trato con la jerarquía eclesiástica.
Para ser creíble, a la estrategia de este laudable intento
– al que un rocoso sector reaccionario pone obstáculos- le faltan unas
cuantas renuncias per se, y compromisos
claros con los ciudadanos en general -los pobres en particular- sin esperar a
que la disminución de creyentes ponga más en evidencia el afán demostrativo de
seguirse creyendo indispensables y, a ser posible, privilegiados. E, internamente,
le falta reconocer -entre otras muchas resoluciones garantistas- la dignidad de
los trabajos que, con hostilidad manifiesta de la jerarquía en muchos casos,
han llevado a cabo sacerdotes, monjas y cristianos de base en estos 80 años
últimos. En esto de captar la atención ya
no vale todo y menos cuando se viene de una avidez de amiguismo con el poder.
No casa, por ejemplo, el arribismo que reflejan algunas afirmaciones del Sr. Casado –desmemoriadas también-
en una mesa redonda de un congreso reciente, en que se habló de la relación entre Iglesia y Democracia. ¿Por qué en el caso español tiene abiertos tantos
frentes–también en el ámbito educativo- cuando en Francia, por ejemplo, ya
quedaron resueltos en 1905? (Es posible que haya habido alguna respuesta interesante:
habrá que verlo).
El ojo del
abismo
Con tales amnesias –y con la complicidad de bastantes
de estos peones-, la educación, sanidad y tantas otros servicios con
posibilidad de rentabilidad económica tienen más fácil ser objeto de la obsesión
privatizadora. La sanidad madrileña, por ejemplo, acaba de ser denunciada
ante la Fiscalía por presunta corrupción, a la luz de los sobrecostes que ha
implicado su creciente privatización. Y
mientras, en algunos distritos de Madrid –por poner otro ejemplo-, la educación
ha sido privatizada hasta un 70% invocando la amnesia que se esconde bajo el lema de la “libertad de elección de centro”, como si el
crecimiento injusto de la brecha de desigualdad entre unos y otros ciudadanos y
el creciente deterioro de los distintos aspectos de la educación pública no importaran. O que la no reversión de lo recortado en estos
años no esté teniendo lugar ni, tampoco, que las familias que apuestan por la escuela pública no tienen libertad de elección.
Para que no decaiga, ahí está, favoreciendo el olvido
indiferente, el paro al alza, mientras el FMI recuerda que a las pensiones españolas les irá mal sus perceptores son
vistos como personas y no como números contables de pura mercancía. Según poetiza Antonino Nieto, en El ojo del abismo toma de la mano el arco iris. seguir corrompiendo la memoria de los nacidos es
autodestructivo.
Manuel Menor
Currás
Madrid, 05.10.2018
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