El cole, la catequesis, la religión y la falsedad…
Rubén García de Andrés
En plena "efervescencia opinatoria" ante la reciente aprobación por parte del Consejo de Ministros de la LOMCE, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, bautizada en un programa de humor como Ley de Ordeno y Mando de la Conferencia Episcopal, no puedo por menos que retorcerme interiormente ante muchas de las medidas ideologizadoras que esta imposición legislativa
(recordemos que aunque se tramite parlamentariamente la mayoría “absolutista” del PP dejará poco margen para mejorar las cosas y quizá bastante más para empeorarlas) llevará a las aulas.
El Gobierno señala que una tasa de abandono escolar del 24,9% que dobla a la del resto de países de la UE (13%), o el dramático dato de que el desempleo juvenil supere el 57% constituyen parte de una situación que “es imprescindible revertir”. ¡Por supuesto! Claro que hay que lograr una Educación de mayor calidad… pero para todos, en igualdad de condiciones de acceso y sin macabras maniobras de demonización de la Escuela Pública para ensalzar, mimada entre finos paños de lino, a la educación privada: ésa que sólo unos pocos se pueden pagar.
Mejorar la calidad de la educación y formación que damos a nuestros niños y jóvenes, sí, por supuesto. Pero…. ¿qué aporta en cuanto a parámetros de calidad se refiere la nueva dimensión que se pretende otorgar a la religión y la eliminación de una asignatura como Educación para la Ciudadanía? ¿Por qué se va a dar vía libre a la Conferencia Episcopal para determinar los contenidos de la asignatura?. Porque todos sabemos quién la dirige, qué fuerza tienen movimientos conservadores como el Opus Dei o el Camino Neocatecumenal y en qué posición ideológica se sitúa gran parte de la jerarquía eclesiástica.
En su documento “Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe”, cuyo título ya da una idea de la voluntad de convertir la escuela en una extensión de la parroquia, la Conferencia Episcopal señala que “los contenidos fundamentales de la religión dan claves de interpretación de las civilizaciones. Y si la religión es un hecho cultural importante que subyace en el seno de nuestra sociedad, es evidente que su incorporación a la escuela enriquece y es parte importante del bagaje cultural del alumno”.
Cierto pero… irreal… porque la asignatura de religión, con este nuevo impulso que le otorga la LOMCE, no servirá para ampliar el bagaje cultural del alumno, sino para “educar” en la fe, para convertir el aula en un salón parroquial donde el adoctrinamiento será el protagonista. Confío en que algunos profesores de religión (conozco a varios) sepan mantener el tipo y sean eso, profesores y no catequistas.
Porque si el profesor de religión se convierte en catequista pierden, perdemos, todos: los alumnos, porque no recibirán explicaciones sobre la rica y variada visión de lo trascendente que han tenido y tienen las distintas culturas; los profesores porque dejarán de ser docentes para convertirse en evangelizadores; y pierde la Iglesia porque, de nuevo, equivoca la estrategia.
Unamuno decía “me duele España”. Yo digo: “me duele la (jerarquía de la) Iglesia”. Porque confunde el mecanismo de su misión evangelizadora; porque, una vez más, da muestras de su falsedad, que, según la Real Academia Española es la “falta de conformidad entre las palabras, las ideas y las cosas”.
Señores mitrados, evangelizar no es imponer, es ofrecer; no es dogmatizar, es invitar a abrir los ojos del alma a lo trascendente. Señores mitrados, ustedes son pastores, no legisladores. Hagan bien su trabajo y saldremos todos ganando, pero no jueguen a ser lo que no son. Se lo pido desde el respeto y…la convicción de que esa imposición no va a llevar a nuestros niños por lo que ustedes consideran “el buen camino”.
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